miércoles, 25 de noviembre de 2015

Otra historia del cuerpo y... (Segunda parte)


J. Ignacio Mancilla*




[Texto generado para la presentación del libro de Helí Morales, Otra historia de la sexualidad, por su extensión fue publicado en dos partes, esta es la segunda. Helí estará este jueves 26 de noviembre, presentando su último libro Psicoanálisis con arte. Lenguaje, goce y topología, en el auditorio Rodolfo Morán del Centro Universitario de Ciencias de la Salud, Universidad de Guadalajara, a las 18 horas. Aquí una nota al respecto: VER NOTA La gaceta UDG]




Foto tomada de: La Gaceta



De ahí que su apuesta haya sido por la vida y por la alegría y no por la tristeza. He aquí las razones de su condena. Para ese filósofo holandés el deseo es la esencia del ser humano, poco le faltó para hablar del cuerpo como sustancia gozante, pero su filosofía en tanto expresión ética, pensada y demostrada según el orden geométrico, es una filosofía del cuerpo como soporte único de la sustancia divina en tanto sustancia pensante.

Por supuesto que la confrontación con Descartes no se hace esperar. Pero Lacan también se confrontó con Descartes, desde Freud, para subvertir, precisamente, el Dubito cogito, ergo sum (el famoso, Pienso, luego existo). Cuyo soporte no es otro que el cuerpo.

Leyendo todo desde la noción de Inconsciente; la de Freud, pero también la de él. Y llegamos al punto en el que la categoría de goce Otro adquiere toda su relevancia para pensar el cuerpo de otro modo y para hacer otra historia de la sexualidad y otra historia del amor (insisto, todo el libro de Helí está jugado en ello).

Haciendo posible, desde estas coordenadas, pensar de otro modo la historia humana misma en tanto historia de los diferentes modos de apropiarnos o expropiarnos el goce (el fálico y el goce Otro) en tanto somos cuerpo; sí, pero sometido a la lógica de la palabra, del significante y sus distintas mediaciones históricas.

Pero en tanto el cuerpo, como tal, en particular el cuerpo femenino (aunque no sólo) es opaco y resistente a la palabra y a la letra; es decir, el cuerpo hace límite al sentido para jugarse todito completo en los sentidos. En la extensión toda del cuerpo. En el tocar, y su imposibilidad, para decirlo con Derrida. La expresión máxima de esta paradoja es, precisamente, el no-todo de la mujer es fálico.

De ahí los vericuetos por los que des-fila el cuerpo como sustancia gozante, sin saber nada de ello. Un ejemplo, el llamado masoquismo, con el que se cierra, en una de sus posibles lecturas, el libro que esta noche comentamos.

Abriéndose un abismo entre saber y verdad y un dislocación en la noción del sujeto. Sujeto dividido, pero no por ello irracional.

¿Es aquí donde se separan, radicalmente, el psicoanálisis y la filosofía?

¿Es la Erotología, según la plantea Lacan, radicalmente distinta de un Ontología del cuerpo, según la define Nancy?

Sobre este punto, por demás tenso, es que versará la última parte de mi intervención esta noche.

Para lo cual haré una cita, la única que haré del libro de Helí, precisamente ahí donde él nos plantea las diferencias entre el goce fálico y el goce Otro.

Del goce fálico nos dice, en síntesis, lo siguiente:

“El goce del lado del hombre se fundamenta en un imperialismo del uso del órgano como instrumento de presencia en el mundo. Es como si el erotismo se circunscribiera a una zona altamente privilegiada… Es el goce de aquel que cuando se relaciona sexualmente, circunscribe toda la intensidad a una zona exclusiva y reduce la locura del encuentro erótico al tiempo acotado de la erección”.

Y del goce Otro escribe:

“El goce del lado de las mujeres implica un goce Otro. Un goce que no precisa, para su expansión, portar ninguna insignia fálica, que no se somete al caminar de las manecillas del reloj ni acepta su prisa mecánica, que no acata los tiempos de la biología ni transa con las legalidades de los fluidos. El goce Otro no quiere reducirse a una zona específica del cuerpo. Su territorio es extenso como el cuerpo mismo, por ello busca delicias en cualquier pliegue del codo, en los silencios de la boca abierta, en la rugosa llanura de la rodilla, en el infinito abismo de tu ombligo sudado. Se trata de gozar no sólo del órgano, sino de toda la planicie del cuerpo y sus recovecos. Sin la prisa ni la presión de la presunción fálica, el encuentro erótico puede extenderse hasta intentar tocar con la punta de los dedos y la lengua, las costas de lo infinito humano”.         

Hasta aquí la cita. Por el momento no digo nada de la autocrítica de Helí a lo que él mismo llama lo demasiado ideológico de esta oposición.

Pero además, como último punto (no del libro, sino de mi presentación) abordaré el problema de la política en tanto ésta implica los cuerpos.

La biopolítica no es otra cosa que eso.

Y para hacerlo me valdré de una nota del corresponsal de La Jornada en Estados Unidos, David Brooks, aparecida el lunes 5 de marzo en su columna American Curios, con el título de Mujeres, sexo y elecciones. [VER AQUÍ]

¿Qué se juega en esa interesante nota y que esta noche, por nuestras propias circunstancias políticas, quiero resaltar?

El predominio de una concepción ultra conservadora del cuerpo, en Estados Unidos, pero no solamente ahí; que persiste en seguir negando la peculiaridad y diferencias del cuerpo femenino con respecto al cuerpo masculino en aras de una perpetuación de la lógica del poder masculino y falocéntrico, según el decir de Derrida.

El feminicidio es, hoy día y desde esta perspectiva, el equivalente a la trágica quema de brujas que azotó a Europa, costando la vida de miles y miles de mujeres, acusadas de tener relaciones sexuales con el diablo, como expresión máxima de la herejía femenina y su sexo insaciable, según el decir de sus persecutores, hombres.

Fue y es el control político del cuerpo de las mujeres, pero no solamente, lo sabemos, lo que está en juego.  

En síntesis, según David Brooks:

“Durante semanas, los precandidatos y los legisladores conservadores han competido por ver quién es el más fundamentalista en torno a los derechos reproductivos de la mujer (lo mismo por quién es el más antimigrante, antisindical, antigay). No sólo se han enfocado en quién es el más antiaborto, sino quién es el genuino defensor de la idea religiosa ultraconservadora sobre los anticonceptivos. Insisten en que no se trata de algo contra la mujer, sino de <<libertad religiosa>>”.

Cualquier semejanza con el fundamentalismo de acá por supuesto que no es mera coincidencia, pues estamos ante el predomino, en el poder político, de una mentalidad ultraconservadora que se sigue arrogando el tutelaje de derechos que corresponde a las mujeres decidir. Mentalidad que nos habla de igualdad, cuando lo que se juega es la diferencia; mejor dicho, las diferencias. 

Y creo que el libro de Helí también nos posibilita otro modo de pensar la política y sus vericuetos sobre el cuerpo, la sexualidad y el amor. Sin tanto aspaviento como hacen en otros lados. Y sí con mucha elegancia.

Podría decir más, pero no quiero alargarme y lo último que haré es hacerles una atenta invitación, a todas y todos, a comprar y leer el libro, pues estoy seguro que les aportará muchas cosas un tanto novedosas y radicales en el terreno del amor y la sexualidad, y en lo tocante al cuerpo; tan radicales y  novedosas que estoy seguro que una vez que lean el libro, no pensarán del mismo modo estos temas, de eso estoy seguro.

Este es el valor de este singular texto que hoy presentamos en este Café, bar y boutique cuyo nombre es tan erótico y de connotaciones tan amorosas y almorosas.

Hasta aquí mi intervención.

Muchas gracias.






Guadalajara Jalisco, a 9 de marzo de 2012.
(Un día después del Día Internacional de la Mujer). [Fecha original]



*J. Ignacio Mancilla

[Ateo, lector apasionado, 
militante de izquierda (casi solitario).
Lacaniano por convicción
y miembro activo de Intempestivas,
Revista de Filosofía y Cultura.]









miércoles, 18 de noviembre de 2015

Otra historia del cuerpo y... (Primera parte)






J. Ignacio Mancilla




 [Texto generado para la presentación del libro de Helí Morales, Otra historia de la sexualidad, por su extensión será publicado en dos partes]








“Psique es extensa,
nada sabe de eso”.

Sigmund Freud, Conclusiones, ideas, problemas.


“Si hay algo que fundamenta
el ser es, ciertamente, el cuerpo.
sobre eso, Aristóteles no se engañó”.

Jacques Lacan, Encore (Aún).


“… la política comienza
y termina en los cuerpos”.

Jean-Luc Nancy, Corpus.



Si hay un discurso que subvierte la noción tradicional (metafísica) del cuerpo y también del pensamiento, es el psicoanálisis. Los lugares de Freud y Lacan son en esta problemática señeros. Y por supuesto que un reto para el pensamiento filosófico actual.



Aunque no solamente, también interpela a la sociología, a la psicología, a la historia y por supuesto que también a la antropología. Esto en la medida en que estas disciplinas se han ocupado del cuerpo.



Con la lectura que les presentaré esta noche del libro de Helí Morales, Otra historia de la sexualidad. Ensayos psicoanalíticos, de Ediciones de la Noche (Editorial de la Red Analítica Lacaniana), voy a jugarme, de cuerpo entero, en exponer cómo la subversión introducida por el psicoanálisis implica no sólo la sexualidad (como bien lo expone Helí a lo largo de 269 páginas sumamente bellas y que nos convocan a reflexionarlas y discutirlas); sino, también, el cuerpo (inclusive el pensamiento, y no sólo el filosófico, que conste).



¿Habría que hacer, por tanto, otra historia del pensamiento (filosófico)?



Dejo, por el momento la interrogante, para regresar a ella con posterioridad y confrontar, muy puntualmente, dos lecturas aparentemente divergentes: la del psicoanálisis, que alcanza en el libro de Morales una de sus mejores y máximas expresiones; y la de la filosofía, que se expone en un texto muy particular, Corpus, del filósofo francés Jean-Luc Nancy, donde se tensa al grado máximo toda nuestra herencia occidental (y no solamente filosófica) alrededor del cuerpo.



Es desde este horizonte que leo a Freud como antifilósofo, para decirlo con Alain Badiou, en tanto él disloca las categorías del pensamiento filosófico tradicional, sobre todo con su noción de Inconsciente, que estructura todo su discurso. Es por ello que he retomado, como epígrafe de este trabajo, ese enigmático texto póstumo de Freud, de 1938 (más específicamente del 22 de agosto de 1938), en el que convoca no sólo a Kant, sustituyendo las categorías a priori (tiempo y espacio) por el aparato psíquico del psicoanálisis, sino prácticamente a toda la filosofía.



Adelanto mi planteamiento, que explicaré abordando solamente algunas cosas de lo escrito por Helí Morales: Para Freud la psique, en tanto extensa, es cuerpo; aunque nada sepa de ello.



Pensar de otra manera la sexualidad, cuestión en la que abunda Morales en su más que interesante libro, es pensar de otra manera el cuerpo y, por tanto, es dislocar el pensamiento filosófico tradicional sobre el alma (psique) y el cuerpo (soma).



Es por ello que el libro de Corpus es una relectura de Del alma de Aristóteles, mediada por la radicalidad de ese texto póstumo con el que Nancy intenta, y pienso que lo logra, repensar el cuerpo desde una perspectiva ontológica radical. Yendo más allá de Heidegger, aunque no sin transitar el sendero marcado por el Maestro de Alemania, como le llama Rüdiger Safranski, pensando al cuerpo como lo abierto.



Para inscribir, de ese modo, prácticamente toda su obra en una peculiar subversión de la metafísica incluso en su crítica más radical, me refiero otra vez a Heidegger, postulando una Ontología del cuerpo. Y, en el sentido más extenso, y sigo en esto la formidable lectura que hace Jacques Derrida de Nancy, en un libro dedicado a él, formular una filosofía del carácter terriblemente aporético del tocar en sus distintas conjugaciones: tocar-se, tocar-te, tocar-le, tocar-me, tocar-nos.



¿Son incompatibles lo postulado por el psicoanálisis, en este caso por Morales, y lo afirmado por la filosofía, en particular por Nancy?



Avancemos en nuestra lectura.



Ese pensamiento que puso su acento en el alma, despreciando el cuerpo (el platonismo y su derivación cristiana, al igual que  la actual revaloración del cuerpo moderno a la manera de un Bodie’s Gym son, así lo pienso, dos caras de la misma moneda), y que Freud subvierte para, enseñanza obligada de sus histéricas, volver a centrar el cuerpo como expresión máxima de Psique (alma) y sus padeceres. Pero también de sus almoríos, como nos muestra Morales siguiendo la senda de Lacan.  



Psicoanálisis llamó Freud a esa osadía. En ese barco estamos, izadas las velas y viento en popa, no obstante la crisis, las críticas y también calumnias que a diario intentan deslegitimar la praxis y el discurso del psicoanálisis. Pienso, por ejemplo, en Michel Onfray y su Freud. El crepúsculo de un ídolo. Libro sobre el que valdría la pena hacer un análisis crítico genealógico, radicalmente nietzscheano.



¿Se sostiene Onfray en las consecuencias del discurso nietzscheano? Tengo mis dudas.



He aquí toda la simplicidad del asunto y sobre lo que gira, es mi lectura, esta Otra historia de la sexualidad, de la que tomaré algunos puntos para ilustrar mi apuesta, que apunta hacia otra historia del cuerpo. Y también a otra historia del pensamiento. Y de las emociones, y…  



Quizá el concepto que mejor tensa esta cuestión es el de goce; más específicamente el de goce Otro.



Con el que Lacan subvierte la herencia freudiana para repensar los derroteros de la sexuación y llevarlos hasta su expresión lógica.



Se les conoce, lo sabemos todos, como fórmulas de la sexuación.



Sí, ese goce Otro marca una diferencia radical entre el modo masculino y el modo femenino, siempre mediados por el lenguaje, de ser cuerpos: cuerpos –ya de hombres y mujeres- jugados en la posición femenina; y cuerpos –ya sea de mujeres y hombres- jugados en la posición masculina.



Esto abre la posibilidad, como está mostrado en toda la textualidad del libro de Helí, de otra historia de la sexualidad; así como de otra historia del amor. Y aquí radican aportes muy significativos de Helí en la estela del discurso psicoanalítico.



Aportes que lo hacen uno de los más interesantes teóricos del psicoanálisis lacaniano, pese a quien le pese, y no solamente en México. 



Pero, añado yo, esta perspectiva también abre la posibilidad de otra historia del cuerpo, precisamente centrada en la categoría de goce Otro, como relectura de la historia humana habida hasta ahora.



Otra historia de las pasiones humanas que siempre se juegan en tanto no sabemos lo que puede un cuerpo, para decirlo con Spinoza, ese filósofo radicalmente religioso y por ello radicalmente ateo, que nos dice que cada cuerpo, cada vida, es divina (Spinoza con Deleuze).



 [Continuará...]






Guadalajara Jalisco, a 9 de marzo de 2012.
(Un día después del Día Internacional de la Mujer). [Fecha original] 



*J. Ignacio Mancilla

[Ateo, lector apasionado, 
militante de izquierda (casi solitario).
Lacaniano por convicción
y miembro activo de Intempestivas,
Revista de Filosofía y Cultura.]















 

miércoles, 11 de noviembre de 2015

Un mundo sin zombis


Inés M. Michel*



[A partir de esta semana, Cuerdas se actualizará los miércoles].




Un comentario que leí hace tiempo en internet, respondía a un texto titulado Suicidarse en lunes, (ese día tan infame para tantas personas), que una de las razones para no hacerlo, es que en México se estrena capítulo de The Walking Dead.



Tanto el texto como esa respuesta que menciono me parecieron muy divertidos, pero fue el comentario el que en particular me encantó.



¿Qué nos mantiene con vida?



Se habla de que el amor, el trabajo, los sueños.



Cada lector o lectora, pensará en sus propios motivos,  y parece banal argumentar que una serie es una razón para vivir cada lunes, pero resulta que sí es una muy buena razón.



En el caso de Daniel Fleetwood, no fue una serie, sino una película. Este fan de Star Wars, pidió como último deseo, poder ver la última entrega de la saga, Star Wars VII: The force awakens, que se estrenará hasta diciembre. Desahuciado desde septiembre pasado, logró tener una proyección especial en su propia casa, autorizada por el director J. J. Abrams y por Disney, luego de que su esposa, Ashley, iniciara una campaña en redes sociales para que Daniel, que se encontraba en una etapa terminal de cáncer, pudiera cumplir su sueño.



Daniel murió algunos días después de ver la cinta. - VER NOTA -.



Vuelvo ahora a The Walking Dead, pues en lo que a mí atañe, este mundo postapocalíptico creado por Robert Kirkman, Tony Moore y Charlie Adlard, se ha convertido en el momento de sosiego más importante de la semana.



Cada lunes, David y yo nos sentamos frente al televisor, muchas veces comiendo palomitas, y el mundo se detiene por una hora. No más miserabilidad ni noticias devastadoras.



No más preocupaciones monetarias ni estrés de ningún tipo.



La serie que se encuentra en su sexta temporada, ha resultado uno de los productos televisivos más exitosos de los últimos tiempos. Durante el último capítulo empecé a preguntarme qué es lo que tiene de fascinante el mundo zombi, ese en particular, y pensé en que en muchas ocasiones, me parece mucho mejor que este en el que vivo.



De entrada, la posibilidad de disparar en la cara a los vecinos fastidiosos (zombificados, por supuesto), es genial. ¡No más música de banda a las 5 am!



Por otro lado, admitamos que en el mundo de hoy se vive continuamente con cierto desencanto, razones hay de sobra: el país que se desbarata, desaparecidos, muertos, incertidumbre generalizada… (y vecinos molestos).



Los zombis parecen una buena alternativa a una realidad que sin apocalipsis ya es feroz y despiadado.


Fotograma de la primera temporada de The Walking Dead



Por el momento, tengo una sola preocupación, y es Glenn. Al inicio de temporada, The Walking Dead nos hizo saltar del sillón con una confusa escena en la que muchos afirman que Glenn (Steven Yeun), murió. Dicho momento generó un intenso revuelo en redes sociales, y un debate en el que participaron incluso medios como la revista de finanzas Forbes. David y yo, estamos convencidos de que Glenn está vivo.






Aún quedan algunos capítulos más para clarificar esta duda, que según  Scott M. Gimple, productor y guionista de la serie, se desvelará en el final de mitad de temporada.



Saber qué pasó en realidad, es otro gran motivo para mantenerse con vida de martes a domingo. Y así hasta el último capítulo de esta sexta temporada, que dará paso al sopor cotidiano, uno momentáneo, pues The Walking Dead ya firmó para una séptima… 

Un mundo sin zombis, definitivamente no vale la pena.






*La Otra I
 [atea, vegana, feminista,
lectora irredenta
a la espera del apocalipsis zombi
que dará sentido a mi existencia]

Twitter: @inesmmichel