J.
Ignacio Mancilla*
“Ninguno otro lema
domina hoy tanto
el espacio público
como la transparencia…
La omnipresente
exigencia de trasparencia,
que aumenta hasta
convertirla en un fetiche
y totalizarla, se
remonta a un cambio
de paradigma que no
puede reducirse al
ámbito de la política
y de la economía”.
Byung-Chul
Han, La sociedad de la transparencia.
Iniciamos
Este filósofo coreano que
escribe en alemán ha irrumpido en la escena de la filosofía internacional para
quedarse. Con libros breves como si se tratase de haikus filosóficos, pero muy sugerentes
y contundentes a la vez, es uno de los críticos más interesantes de la
modernidad líquida (Zygmunt Bauman).
Con varios libros ya
traducidos al español, todos excelentes, quiero destacar el que da pie al
epígrafe de esta intervención, pues en dicho libro hace un análisis sin igual
del imperativo de la transparencia, que nos ayudará mucho para desmontar,
críticamente, lo que acontece en la Universidad de Guadalajara desde la
perspectiva de su grupo de poder autodenominado “Grupo Universidad”; esto desde
la propia óptica del último informe y de su portal de transparencia; así como considerando
la exhibición obscena de su líder, en fotografías que inundaron la red y sobre
las cuales todo mundo guarda un silencio políticamente correcto, pues estamos
tomados por el miedo, ya que su poder se quiere presentar como absoluto.
Pero desde Lacan sabemos que
el Otro (con mayúscula) también está atravesado por la falta.
Es decir, que todo amo no es
sin falta.
Y es que, lo sabemos, del
líder universitario dependen becas, promociones, puestos, intercambios (hasta sexuales,
ja, ja, ja), clases, etcétera; incluso salir o no en las famosas listas de
aceptación a la carrera que se aspire en la Universidad de Guadalajara, que va
en aumento, según el decir oficial que por supuesto no se corresponde con la
realidad.
De no aparecer en listas, si
se quiere estudiar, es forzoso pagar, ello a pesar de que todavía el artículo
3º Constitucional consagra la gratuidad de la educación.
De
las y los profesores de asignatura
Es en las y los profesores
de asignatura en los que recae, fundamentalmente, el enorme peso de una de las
tareas sustantivas de la Universidad; la
de la enseñanza.
Es un hecho.
No obstante ello, son los
peor pagados y los que tienen las condiciones laborales más precarias. Cuestión
que abre todo un tema a la hora de tocar el asunto de la injusticia dentro de la
propia Universidad.
Sobre esta situación tan
singular, el Colectivo de Reflexión Universitaria (CRU), con todos sus límites,
la ha venido denunciando todo el tiempo.
Nos asumimos, por tanto,
como un Colectivo crítico del statu quo universitario, que no es ajeno a las
condiciones del stablishment político general.
Antes al contrario, su
expresión es paradigmática.
Que no son, precisamente,
democráticas. Es cuestión de revisar las tres últimas elecciones para
presidente, donde las trampas, incluso la compra de votos, además de la
manipulación cibernética han estado a la orden del día.
Pero antes de entrar de
lleno en esta singular problemática, quiero, aquí, en este importante espacio, detenerme
en las dimensiones más filosóficas del asunto de la transparencia, esto en la
perspectiva de Byung-Chul Han.
Para así pasar a la situación
particular de nuestra Universidad de Guadalajara. Tan vergonzosa en la medida
en que a estas alturas del siglo XXI se siguen perpetuando formas de control
que pertenecen al siglo XIX; incluso podemos considerarlas medievales (y que me
disculpe el recientemente fallecido Umberto Eco), en tanto dependen de un señor
feudal que impone o, a lo sumo, reparte mandos en un espacio absolutamente
controlado por él.
¿Dónde queda la
institucionalidad de la Universidad de Guadalajara?
Pasa lo mismo que con la institucionalidad
de nuestro país, los mismos que la representan son los que la violentan.
Ejerciendo, con esos modos, a la manea de Todo
modo, (Leonardo Sciascia, 1921-1989) ejercicios del poder meta
institucionales, que son una práctica añeja en nuestro país, lamentablemente.
Pero, para Han el asunto
central radica en el cambio de paradigma que ha introducido el neoliberalismo,
con consecuencias en el propio orden democrático.
Tomaré solamente algunas de
sus ideas, las centrales, pues su profundidad filosófica merece un mayor y
mejor análisis que el que puedo desarrollar aquí, por obvias razones de tiempo,
y también porque la prioridad está puesta en lo político y sus rupturas
epistémicas, como lo establece el coreano radicado en Alemania.
Para hacerlo voy a valerme
de una obra también paradigmática, pero en el campo del arte; me refiero al
Gran vidrio o La novia desnudada por sus solteros, de Marcel Duchamp (1887-1968), obra que el
artista francés desarrolló entre 1915 y 1923 y que, más allá de las complejas
interpretaciones estéticas, lo que quiero destacar es la perplejidad que causa
precisamente su transparencia, pues el contenido está a la vista de todos.
Quizá como antecedente se
encuentre el Gran Palacio, que comenzó a crearse en 1897 para albergar la Gran
Exposición Universal de 1900, un hito no solamente en el arte sino en la
industria y donde el cristal desempeñó un papel protagónico no sólo en la
estética sino en toda la producción industrial.
Pero el interés de esta
noche no es el arte, sino la política, ésa que se está mutando para poner la
transparencia como su lema principal.
Y es aquí donde recurro a
Byung-Chul Han.
Para Han la transparencia es
simplemente el principio de exposición, es decir, para vender hay que exponer y
también exponerse.
De ahí que la transparencia
sea positiva en sí misma; al tiempo que todo, incluso lo privado tiene que ser
expuesto (he aquí el verdadero sentido de las fotos difundidas del señor feudal
de la Universidad).
Son fotos privadas sí, ¿pero
qué significa privado hoy día?
Y sobre todo, ¿qué caso
tiene que se viaje a Roma, con dinero público, si nadie se va a enterar?
Aquí transparencia se junta,
como los novios del Gran Vidrio, pero sin poder tocarse, pues una barra de
aluminio los separa, con el cinismo, pues, ¿de qué sirve que todo mundo se
entere que el señor feudal goza de inmunidad y de impunidad?
Tan transparente es, que ahí
está, a la vista de todos, como el Big Brother, perdón, como el Gran Vidrio,
todo mundo puede ver su contenido, pero ¿qué significa eso con más precisión?
¿Qué significan realmente
esas fotos ya famosas?
He aquí el asunto, el quid
de la cuestión.
Voy a citar al filósofo
coreano ya tantas veces referido, quizá sea la única cita textual que haga,
pero es central para lo que yo quiero esta noche trasmitirles en este
importante diálogo con los periodistas aquí presentes.
Leo:
“La operación belleza persigue el fin de maximizar el valor de
exposición. Los modelos actuales no
trasmiten ningún valor interior, sino tan solo medidas exteriores, a las que se
intenta corresponder incluso con el uso de medios violentos. El imperativo de
exposición conduce a una absolutización de lo visible y exterior. Lo invisible
no existe, porque no engendra ningún valor de exposición, ninguna atención.
Continúo la cita:
“La coacción de la
exposición explota lo visible. La superficie brillante es a su manera
transparente. No se le pregunta más
allá de eso. No tiene ninguna estructura hermenéutica profunda. También la faz es el rostro hecho transparente, que
aspira a la maximización del valor de exposición. La coacción de la exposición
nos despoja, a la postre, de nuestro rostro. Ya no es posible ser el propio rostro. La absolutización
del valor de exposición se manifiesta como tiranía de la visibilidad. Lo
problemático no es el aumento de imágenes, sino la coacción icónica de convertirse en imagen. El imperativo de la transparencia hace sospechoso todo lo
que no se somete a la visibilidad. En eso consiste su violencia” (Byung-Chul
Han, La sociedad de la transparencia, Editorial Herder, Barcelona, 2013, p.
31).
Si la belleza de la
transparencia aparece a finales del siglo XIX y principios del XX, hoy, en los
primeros años del siglo XXI ha alcanzado su auge, como podemos constatarlo en
las todas las redes sociales y en el principio imperativo, coactivo, del Facebook: ¡Haz visible incluso lo más íntimo!
¿No es ese principio
coactivo el que lleva a que la propia gente se exponga, es decir, se balconeé?
Bien, a partir de este
planteamiento de Han es que quiero hacer mi propuesta de lectura de lo que
acontece no solamente en la Universidad de Guadalajara como estructura de poder
político (por más que lo nieguen), sino lo que ocurre en todo el sistema capitalista
en su etapa neoliberal más descarnada y feroz.
Donde no obstante el
principio de transparencia, y el hecho más que evidente de que muchas y muchos
miembros de la clase política se exponen o son expuestos a la luz de los más
variados medios de comunicación, nada pasa, pues la inmunidad y la impunidad,
que no son necesariamente principios contradictorios, por lo menos en México,
siguen tan campantes y tan cínicos.
Y es que la transparencia en
sí misma no es sinónimo de verdad y mucho menos de acción política.
He aquí el punto central de
toda esta cuestión, según mi perspectiva.
Para que haya verdad y sobre
todo acción política, se requiere de un discurso que desmonte el mismo
principio de transparencia en el que descansa el actual modelo y que se sustenta,
a la vez, en los principios de máxima transparencia y máximo rendimiento, en
los que la negatividad de la crítica ya no opera, por lo menos según la
ideología neoliberal, tan bien expuesta por nuestro filósofo coreano.
Es de ese modo que reducen
toda participación política a ser impotente, ello en la medida en que se reduce
a mera denuncia; quedándose en el señalamiento de que se ha violentado el
principio de transparencia.
Por eso pregunto:
1)
¿Qué se logró con la denuncia de La Casa
Blanca y otras casitas y arriba y arriba, por ti seré…?
2)
¿Qué se ha logrado con tantas denuncias y
pruebas fehacientes que involucran a prominentes miembros de nuestra casta
política?
3)
¿Por qué no se pasa de la denuncia al
principio de organización política, por ejemplo el de desobediencia civil?
De este modo nos mutaríamos de
meros denunciantes en verdaderos actores políticos, en cuanto miembros de la
sociedad civil.
Y la transparencia, vista
desde esta perspectiva, no sería más que el capítulo de una verdadera
revolución social por venir.
Si no lo hacemos, la
posibilidad es caer en un retroceso, es decir en el hecho siniestro de que se
abran las puertas de lo que Alain Badiou (filósofo francés) llama los fascismos
más feroces que los de antaño.
Dicho con otras palabras, hoy
se está incubando no una serpiente, sino algo todavía peor: un fascismo
recargado, para jugar con el título de una de las películas más exitosas de los
últimos tiempos (me refiero a la trilogía de Matrix, de los hermanos Wachoswski).
Una
conclusión que no cierra
A manera de despedida, voy a
citar a uno de los autores que mejor conoció al PRI, Luis Javier Garrido (1941-2012),
para, así, hacer memoria histórica sobre lo que ha significado, en México, la
democracia y la transparencia, esto desde la perspectiva de su propia clase
política, hoy en cuestión y que arrastra consigo el más pesado fardo de la
falta de legitimidad, aunque la legalidad la sigan teniendo de su lado, para
seguir violentándola, como todas y todos sabemos.
¡Fue el Estado!, gritó que resonó
después de los terribles acontecimientos de Ayotzinapa.
Pero vuelvo al asunto de la
memoria histórica.
En un artículo de Proceso
del 4 de marzo de 2002, La democracia
imposible, Luis Javier Garrido hacía el siguiente recuento:
“El intento de Carlos A Madrazo por democratizar al PRI en 1965 a nivel
municipal fue detenido abruptamente por Díaz Ordaz no sólo porque afectaba una
prerrogativa de los gobernadores, algunos de los cuales se inconformaron con
él, sino porque se entendió que el tabasqueño buscaba desde el PRI forjarse un
liderazgo que le permitiría imponerse como candidato presidencial en 1969”.
Prosigo con
la cita:
“El trauma
que esta tentativa detenida generó al partido, determinó que durante mucho
tiempo no se realizara ningún otro intento, hasta que, 12 años después, Carlos
El Negro Sansores buscó en 1977 reestablecer las primarias como parte de su
proyecto de la Democracia Transparente, que suponía que se sufragara en urnas
de cristal, mismo que fue frenado por los líderes de los sectores que sintieron
que sus intereses estaban amenazados, lo que hizo saber Fidel Velázquez, quien
declaró en nombre de la CTM que esa democracia era tan transparente que ni se
veía, a lo que El Negro repuso, airado, que no la veía por sus gafas oscuras”.
Hasta aquí
la cita. Vuelvo al tiempo presente.
Curiosamente
en las fotos aquí referidas el señor feudal aparece, como el extinto Fidel
Velázquez, con gafas oscuras, ¿será por eso que no ve la antidemocracia de la
que él mismo es causa y efecto?
¿Será por
eso que en su último informe Tonatiuh Bravo Padilla, como la historia y la
retórica de informes en México manda, nos pinta una Universidad de Guadalajara
en la que todo va bien?
Pero,
¿acaso vivimos en la mejor de las universidades posibles?
¿Desde
cuándo somos leibnizianos sin darnos cuenta?
Con estas
preguntas cierro mi intervención.
Muchas
gracias.
Guadalajara, Jalisco, Museo Regional, a 3 de marzo de 2016. [Fecha original].