lunes, 23 de mayo de 2016

Clínica y a/topía



J. Ignacio Mancilla*



“Os menciono tres transformaciones del espíritu:
cómo el espíritu se transforma en camello,
y el camello en león y, por último, el león en niño”.

De las tres transformaciones. Así habló Zaratustra.
Un libro para todos y para nadie

Friedrich Nietzsche




En su Infancia e historia. Destrucción de la experiencia y origen de la historia (2001, Adriana Hidalgo editora), libro fundamental para pensar la cuestión de la infancia, Giorgio Agamben, uno de los biopolíticos vivos más importantes, plantea tres preguntas esenciales, que quiero retomar aquí, en la presentación del  excelente libro de Liora Stavchansky.

Dicen así:

“¿Existe algo que sea una in-fancia del hombre?”.

“¿Cómo es posible la in-fancia en tanto que hecho humano?”.

“Y si es posible, continúa, ¿cuál es su lugar?” (p. 64).

Por su parte Liora, después de un intenso recorrido, histórico y conceptual, pero sobre todo clínico, casi al final de su Autismo y cuerpo. El lenguaje en los trazos de la perfección (2015, Paradiso Editores), se formula dos preguntas sobre las que ha discurrido, con material histórico y clínico, para problematizar el tema de lo que nosológicamente se llama Trastorno de Espectro Autista (TEA) y que hoy nos quema, al tiempo que nos resuena el decir infantil que dice: Padre, ¿qué no ves que ardo?



Portada



“¿Qué es  entonces un niño?”.

“¿Cómo podemos definir el niño y su sufrimiento?” (p. 127).

Por su parte Alain Badiou, en un formidable análisis del mal-estar del mundo contemporáneo, en el que la lógica neoliberal es hegemónica, nos advierte sobre la infantilización de los jóvenes hombres y la prematuración (sexual) de las jóvenes mujeres, para perpetuar, de ese modo, una dominación bélica, consumista y depredadora del planeta con la que todas y todos sufrimos, no nada más los niños.

Y donde el problema principal es el de que las mujeres ocupen el lugar de Uno, como reproductoras del individualismo burgués.

Pero vamos al punto ético y político del libro de Liora.

Se trata de lo que el mismo Lacan, en Milán (Italia, 1972), llamó el discurso capitalista, como corolario del desarrollo de sus cuatro discursos radicales (el del amo, el de la histérica, el del analista y el universitario) que sustentó en su Seminario de 1969-1970, que lleva por título El reverso del psicoanálisis.

Posición a la que llega después de haber escuchado a Michel Foucault en aquella conferencia magistral de ¿Qué es un autor?

No obstante que el libro de Liora es pequeño, 135 páginas, está plagado de muchas cuestiones y problemas que no puedo desglosar aquí con el detalle que merece tan estimulante libro, pues de hacerlo tendría que alargar demasiado mi intervención, cosa de ninguna manera conveniente.

De modo que tomaré, para problematizar su lectura, algunos de los puntos que más me han llamado la atención, e invitarlos, de esta forma, a leer el libro, en el que se nos exhorta a reflexionar y preguntar, todo el tiempo, sobre las singularidades que se juegan, permítanme esta modalidad: ellos (los niños), juegan, pero también sufren.

 Ahora yo pregunto:

¿A quién conviene el sufrimiento de todos?

¿Quién gana con el sufrimiento de todos?

¿Qué tiene que decir el psicoanálisis ante esa modalidad epocal de sufrimiento infantil llamada TEA?

Sufrimiento que quema, insisto, no solamente a los niños sino a todas y todos nosotros.
Es aquí donde justamente adquiere todo su valor (que de ninguna manera es poco) el libro de Liora, pues su texto es una propuesta otra sobre el autismo; y también una clínica otra, donde lo que más destacaría, es la escucha del decir y/o hacer de los niños con autismo.

Voy al libro.


Contraportada



Abordaré, pues, solamente algunas cuestiones, como ya dije.

Me interesa, pues, el complejo nudo de la ética y la política.

Para también decir algo sobre el cuerpo y la ideología tan pertinaz de su supuesta naturalización.

Bien, en el Capítulo 4. El a corporizado, discurso capitalista y discurso autista, la autora, con una formidable capacidad de lectura y de síntesis, se hace una pregunta clave:

“¿De qué modo y bajo qué reglas el autismo puede leerse en la clínica como un síntoma de la época donde hay que devorar todo, incluso el resto?” (p. 91).

Pero, ¿qué dijo Lacan en Milán (Italia) sobre el llamado discurso capitalista?

Hago la cita tomándola del propio libro de Liora.

“La crisis no es del discurso del amo, porque el discurso capitalista la sustituye y es abierta […] No les digo en absoluto que el discurso capitalista sea débil, al contrario, es astuto. Astuto pero destinado a reventar, porque es insostenible” (p. 110).

¿Y por qué no lo reventamos?

¿Por qué dejamos que reviente a nuestros niños y a nosotros?

¿Por qué seguimos sacrificando niños y humanos en general a ese Moloch moderno hecho con dinero y capital?

He aquí una cuestión ética, pero también política y clínica, sí; y en esto radica todo el valor del libro que ahora presentamos.

Se trata de una propuesta clínica, que gira en torno a una ética, la del deseo y que, como tal, se posiciona políticamente en dirección de la causa del deseo, que no es sin límites, sin falta, como todas y todos sabemos.

Pero, ¿en qué dirección a/punta, en sus reflexiones finales, el libro de Liora?

Retomo, para ir cerrando esta mi intervención, el final del libro de Giorgio Agamben:

“[…] la vida humana en cuanto ethos, en cuanto vida ética. Buscar una polis y una oikía que estén a la altura de esa comunidad vacía e imposible de presuponer es el deber infantil de la humanidad que viene” (p. 222).

Casi diría que es el único imperativo categórico digno todavía de enunciarse, a estas alturas, en lo que todavía sigue siendo, para bien y para mal, la modernidad.

¿Aceptamos el reto?

¿Se trata de una nueva utopía?[1]

Es más bien una a/topía en la que, y aquí cruzo problemáticamente a nuestra autora con otros autores, algunos de ellos referidos en el libro, es el caso de Giorgio Agamben y Alain Badiou, otros no, aunque me consta que los ha trabajado, me refiero a Byung-Chul Han y su crítica al neoliberalismo; aunque quizás le haga falta un posicionamiento más claro contra el capitalismo tardío.

Es, pues, la a/potencia de nuestros cuerpos lo que se juega: ¿jugamos el juego o nos dejamos que nos reduzcan a meros espectadores y consumidores, para seguir reproduciendo, así, un sistema que nos aliena y nos explota?

Una última cuestión.

Hay en el texto algunas indicaciones negativas con respecto a la metafísica y la ontología, al tiempo que se apuntalan algunas cuestiones éticas sustentadas en Freud y Lacan, pero no sin apoyos filosóficos; mismos que se han desarrollado deconstruyendo, precisamente, la metafísica y la ontología.

Posibilitando, así, otra lectura del cuerpo, que viene desde Spinoza, por lo menos, en la que la incorporación subjetiva del cuerpo desborda, con mucho, el biologismo tan defendido por las neurociencias y que sirve como caballo de batalla contra el supuesto anacronismo del psicoanálisis.

En este punto, el Capítulo 5. El goce desbocado, con el que se cierra el libro de Liora, no tiene desperdicio.

Retomo la pregunta de gran calado que se hace y nos hace Liora con respecto al autismo, pero que puede perfectamente extenderse a una reflexión más general sobre el cuerpo:
“¿Cuál es el enigma del cuerpo cuando se trata de autismo?” (p. 121).

Dejo de lado que toda esta problemática está muy bien articulada con las cuestiones nada fáciles de la función paterna y función materna estructuradas también con la Ley y el falo.

¿Estamos hablando, de una otra estructura, la autista, según el decir de Jacques Alan Miller?

¿Puede el psicoanálisis convertirse en un autismo de dos?

El riego está, todo el tiempo.

Aquí es, pienso, donde la a/topía agambeniana, si la cruzamos con Nietzsche y por supuesto con Freud, (aquél que sostuvo que el dinero nunca fue un deseo infantil), adquiere toda su radicalidad.

Y el libro de Liora Stavchansky, así lo pienso y así lo leo, no camina muy alejado de este horizonte.

Si lo leen, y las y los invito a hacerlo, creo que también lo entenderán de ese modo.
Es por ello que termino con una interrogante:

¿Por qué Nietzsche, más que el Súper hombre (Übermensch), no sostuvo al niño (como santo devenir) como la figura más importante de su a/topía?

Mucho falta, todavía, por reflexionar en torno a ese lugar problemático del niño.

Muchas gracias.


P. 45



Guadalajara Jalisco, a 19 de mayo de 2016.
(Hotel Aranzazu). [Fecha original].     


   
  *J. Ignacio Mancilla


[Ateo, lector apasionado, 
militante de izquierda (casi solitario).
Lacaniano por convicción
y miembro activo de Intempestivas,
Revista de Filosofía y Cultura.]














[1] Desde el título juego con el tema de la utopía, que escribo con a para referir, de ese modo, al objeto a causa del deseo propuesto por Jacques Lacan.

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