Nota preliminar núm. 1: En
Apuntes sobre la hoja en blanco (Inés M. Michel), la última entrada de 2016, se compartió lo siguiente:
"(...) Por eso esta entrada, y por eso las preguntas que dan vuelta por la cabeza inquieta, estando en casa o estando lejos (escuchando una ponencia sobre la muerte que me conmocionó hasta las lágrimas -algo hay siempre de muerte en cualquier pérdida o despedida-)." La ponencia referida es la que da título a esta primera entrada de 2017: De muertos (asesinatos), fantasmas y (des/re) aparecidos.
Nota preliminar núm. 2: No pensaba publicar este texto en Cuerdas Ígneas, ya que va a ser editado por la Universidad de Guanajuato, pero dado lo que movió y lo que ha sucedido últimamente en México y en el mundo, decidí compartir una primera parte por la importancia de este espacio para mí. La segunda parte la podrán leer una vez que la ponencia sea editada y publicada completa con los demás textos que participaron en el I Encuentro Nacional de Psicoanálisis en la Cultura (nov. '16), se compartirá también aquí. Espero la comprensión de las y los lectores.
J.
Ignacio Mancilla*
“(…) ningún
progreso permite ignorar que nunca,
en términos
absolutos, nunca en la tierra tantos
hombres, mujeres y
niños han sido sojuzgados,
conducidos al
hambre o exterminados”.
Jacques Derrida,
Espectros de Marx. El Estado de
la deuda, el
trabajo del duelo y la nueva Internacional
“(…) y una de las
diferencias entre la inhumación
y la incineración
consiste en que la primera
hace justicia a la
existencia de un cadáver,
a su duración y a
su territorio, mientras que
la segunda
escamotea el cadáver.
La incineración
hace desparecer el cadáver”.
“Cuando el fuego
ha actuado, y lo ha hecho en
la modernidad de
su lúgubre teatro, es decir,
de forma
técnicamente infalible, instantáneamente
eficaz, invisible, casi inaudible, el cadáver
del
desaparecido
habrá, en apariencia, desaparecido
fuera de su
desaparición misma”.
Jacques
Derrida, La Bestia y el soberano, V. II (2002-2003)
“Ningún poder
político sin control del archivo,
cuando no de la
memoria. La democratización
efectiva se mide
siempre por este criterio esencial:
la participación y
el acceso al archivo, a su
constitución y a
su interpretación”.
Jacques
Derrida. Mal de archivo. Una impresión freudiana.
Agradecimiento
Cabe el agradecimiento.
Muchas gracias a Benjamín
Valdivia por la hospitalidad en tierras cervantinas y particularmente por
alojar este evento en el espacio de la Universidad de Guanajuato; mi
agradecimiento a mis amigos y amigas de la Escuela de la Letra Psicoanalítica
(ESLEP) y, por supuesto, toda mi gratitud a mis colegas de la Revista
Intempestivas por hacer posible este espacio de encuentro y reflexión, ahora,
que tanta falta (nos) hace.
México a punto de
des-peñarse.
Y el mundo en ciernes de agarrarse a trump-adas (y no son
meros juegos de palabras y simples ocurrencias).
Lo que acontece en el
México de los últimos años (de 2006 a la fecha, ya son diez años de oscuridad) es
sumamente grave, cosa que se hace patente con el sinfín de muertos,
desaparecidos y viudas, viudos, huérfanos y desplazados por la guerra o por la
criminalidad. La violencia nos ha transformado ominosamente.
¿Cómo es que podemos con
tanto dolor?
¿Cómo es que seguimos
(sobre)viviendo?
¿Cómo es que lo hemos
permitido?
¿Cómo…?
De
lecturas y relecturas
Habrá en mi presentación autores
y autoras nuevas, pero también hay viejos y más que entrañables autores. Es con
ellos, siempre con ellos (a partir de ellos), que he podido pergeñar lo que
aquí presento no sin cierto desgarramiento objetivo y subjetivo, pues es mi
país y el mundo, del que también formo parte, los que están en juego, para bien
y para mal.
Los tiempos están
desquiciados, y… ¿nosotros también? (Hamlet dixit).
De
muertos (asesinatos)
Hoy, no cabe duda, en
todas partes, el Estado es tanatofílico, pues hemos mutado, de manera terrible,
a la necropolítica.
Más que proteger la vida,
supuesta obligación estatal, el aparato del Estado propala la muerte. En México
y en el mundo entero. Leviatán se la ha agarrado, obsesivamente, contra la vida
misma en tanto viva, mujeres y hombres; niñas y niños; ancianas y ancianos. Animales,
plantas, agua. Todo en favor de la vida muerta, el capital, el dinero y todo
tipo de trabajo pasado y pesado (¡ay, el espíritu de la pesadez! -Nietzsche-. ¡Ay
el trabajo muerto! -Marx-).
Lo que impera y lo que
más nos importa es lo meramente cósico y mercantil. Lo inerte, lo sin vida.
Es la lógica neoliberal
que todo lo mercantiliza, hasta lo más íntimo, la sexualidad misma;
desapareciendo el valor de uso y la singularidad de los objetos y fetichizando
el valor de cambio y el intercambio
comercial, por encima de todo, para que dancen, como la mesa que el Moro (Marx)
pone como ejemplo de la cosificación (del fetichismo de la mercancía), no
frente a nuestros ojos, sino frente a nuestros bolsillos o tarjeta de crédito.
Hasta enajenar a los
sujetos mismos, haciendo que éstos pierdan la dignidad e impere el cinismo, que
es lo que campea, por todas partes. Y el cinismo, el moderno (que poco o nada
tiene que ver con el kinismo clásico, el antiguo), gana elecciones. Lo hemos
visto.
Hoy, en nuestras
sociedades, las de acá (las del llamado mundo subdesarrollado), no solamente se
postea y tuitea (Byung-Chul Han) sino que también se sigue matando y cada vez
más indiscriminadamente; ya no sólo son los líderes políticos y/o sociales o
los criminales los eliminados, sino que, ahora, cualquiera puede ocupar el
lugar de vida no llorada, para decirlo con Judith Butler; y todo con el
objetivo de fortalecer unos marcos de guerra cada vez más inciviles (Ilán Semo)
y hasta siniestros.
Predominando con ello el
odio, cada vez más intolerable, hacia el diferente; encarnado hoy en las
figuras del migrante y el refugiado y… también, del mexicano.
¿Lo seguiremos
permitiendo?
De
fantasmas
Los fantasmas, presentes
en una parte considerable de nuestra historia (la de toda la humanidad), hoy
persisten en una sociedad cada vez más descreída y secularizada. Esto en lo
social; subjetivamente nos habitan, de un modo o de otro; sin que
necesariamente lo admitamos o nos percatemos de ello.
Esto es lo que voy a
abordar esta tarde, bajo el horizonte de un gran fantasma, Don Quijote, el
caballero desfacedor de entuertos y apostador de la vida y no de la muerte,
hasta su fin novelesco, pues su influencia sigue y nos persigue; incluso nos
acosa.
Va pues.
Cuenta la tradición
inglesa, en su versión más auténtica, la victoriana, que a los fantasmas hay
que tenerles miedo, aunque no se crea en ellos.
Más vale. Y es que, como
sostiene Amalia Quevedo en su más que interesante libro:
“Temidos o invocados, rehuidos
o buscados, los muertos estuvieron siempre presentes en la conciencia de los
hombres”.
En pocas palabras, nos
dice la misma autora, el fantasma es “un reflejo del viviente”; con todas las paradojas
que implica la confrontación del mundo de los vivos con el de los muertos.
Paradoja irreductible,
desplazable en todo caso, pero no eliminable.
Me cuestiono y les
pregunto: ¿por qué los 43 de Ayotzinapa ocuparon, ocupan todavía, el lugar de
resonancia fantasmática, por todo el territorio nacional, si antes había habido
tantas otras masacres y tragedias?
¿Qué se desbordó, con la
muerte y desaparición de esas vidas singulares que hoy nos siguen doliendo en
tanto la justicia no les llega, no les acaece?
Pero, ¿les llegará algún
día?
Los 43 no son, con toda
su importancia, más que una parte que representa el todo siniestro en que se ha
convertido el país entero: un gran cementerio.
Clandestino para más
señas.
Una gran tumba de cuerpos
ausentes, cuyo duelo no terminamos de elaborar y de tramitar, porque las
condiciones de reproducción social del poder pretenden que no se afiance
ninguna memoria alrededor de sus fosas.
Que ninguna narrativa les
otorgue un lugar en la historia reciente del país.
De ahí la hipótesis
absurda de la quemazón.
Quieren que seamos puro
olvido y cenizas; nunca significantes que se in-flaman para convertirse, de un
momento a otro, en vida que se agita y que llora, se moviliza, protesta y se
rebela y grita, actuando, con un: ¡Ya Basta!
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1er Encuentro Nacional de Psicoanálisis en la Cultura (nov. '16). De izq. a der.: Antonio Bello, Azbel Hernández, J. Ignacio Mancilla, Marcela Martinelli, Eunice Michel. Fotografía: Inés M. Michel |
Finalmente:
De desaparecidos y reaparecidos
No podemos, creo, seguir
con esta lógica de confrontación y muerte en aras de las tasas de ganancia de
los capitales invertidos que pretenden conquistar nuevos territorios y patentes
(de corso) a costa de lo que sea.
Incluso de la vida misma;
de toda la vida y de la muerte de todas y todos.
Tenemos que convocar a Eros, ese demonio mediador entre lo
terrenal y lo celestial, aun sabiendo de sus ambivalencias para, de nuevo,
asentarnos en la lógica de lo viviente (para citar un clásico, premio nobel,
para más datos).
Y poder, así,
resguardarnos, todas y todos, en una posible democracia por venir que no está a
la vuelta de la esquina y que, por tanto, tenemos que construir con una lógica
distinta a la monetaria; donde cada viviente cuente en su singularidad, aunque
no vote, pues el agua y las plantas y los animales no humanos no lo hacen, pero, ¿qué sería
de la vida en este planeta sin ellos; sin esos no votantes?
Sí, tenemos que cuidar de
la vida, cuidarnos.
¿Por qué nos es tan
difícil?
¿Por qué al ocuparnos,
laboralmente, nos descuidamos y al hacer, incluso en su versión más cotidiana y
no solamente remunerativa (de trabajo), nos des/hacemos?
Sí, sé (con el Lacan
freudiano) que somos sujetos divididos y que la muerte, no sólo la vida, nos
habita.
Que ahí está, siempre, silenciosa,
minando la vida toda; queriéndonos evitar el sufrimiento, el dolor. Para que
retornemos, con vueltas y todo, a la no vida.
Por supuesto que no se
trata de decirle no al dolor, pues ¿cómo
decirle no, sin decirle no al placer?
Tampoco se trata de
controlarlos, de encontrar la mesura aristotélica; lo que no significa no apostar
por el goce.
Goce que todo el tiempo
nos desborda y nos arrebata y nos apasiona.
¿Entonces?, se
preguntarán y seré duramente cuestionado en consecuencia.
¿De qué se trata?
Y yo devolveré el mensaje
en forma invertida:
Pues, ¿de qué se trata?
Ustedes también tienen la
palabra.
Simple y complejamente:
de apostar por la vida, porque la vida es lo importante y no las cosas; no las
mercancías, no la ganancia, no el dinero; no el poder ni el Estado ni lo
negocios.
De ser ésa nuestra
apuesta, la vida, estoy seguro que ganaremos todas y todos.
De no hacerlo así, Jaime
López (el rockero) nos lo advirtió hace ya algún tiempo: entonces nos llevará
el diablo y… conste que ya lleva buen camino recorrido, con todas y todos nosotros
a cuestas (“Baile: Desde mis ojos insomnes/ mi muerte me está acechando,/ me
acecha, sí, me enamora,/ con su ojo lánguido/ ¡Anda, putilla del rubor helado,/
anda, vámonos al diablo!”. José Gorostiza).
¡Ay de nosotras y nosotros!
[Continuará...]
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1er Encuentro Nacional de Psicoanálisis en la Cultura (nov. '16). De izq. a der.: Victoria Leal, Marcela Martinelli, Paulo Peña, Helí Morales, Antonio Bello, Andrés Manuel Jiménez. Fotografía: Inés M. Michel |