martes, 18 de diciembre de 2018

Carta abierta a los ministros de la SCJN



Con esta carta nos despedimos por el momento de este espacio que ya casi cumple cuatro años. Les deseamos un cierre de año y de proyectos exitoso, así como también deseamos que el próximo año se revele con nuevas ideas y ganas de seguir escribiendo y actuando para la vida y por la vida.

Ignacio e Inés.



Guadalajara Jalisco, a 18 de diciembre de 2018.

Carta abierta a los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN):

“[…] Un ministro de la Corte gana
16 veces más que el más rico de
los mexicanos y 349 veces más
que el más pobre de los connacionales”.

Jonathan Lomelí (El Informador, 12/12/2018).


Me dirijo a ustedes como lo que he sido, ya, durante cuarenta años de vida laboral. Un profesor universitario, ahora (y siempre), de asignatura; es decir con un sueldo raquítico que a ustedes nunca les ha preocupado, pues jamás se manifestaron en contra de ello; ni mucho menos hicieron algo (como ministros de Justicia) para remediar la situación en que estamos miles y miles de profesoras y profesores de las distintas universidades del país. En particular de la Universidad de Guadalajara, que es en la que doy clases.

Mi trabajo, como el suyo, es muy especializado y me exige muchas cosas, entre ellas mantenerme lo más actualizado posible en lo tocante a las disciplinas que me implican (Filosofía y Filosofía de la Psicología, por lo menos, pero no  las únicas); es decir es indispensable que esté al tanto de las novedades y publicaciones respectivas, cosa imposible con lo que se nos paga. Pero lo hago, de alguna manera. Y no gracias a ustedes, pues no han representado nada para mi vida profesional ni mucho menos para mi calidad de vida.

¿Cuándo han salido a la defensa de las y los maestros? Ni siquiera cuando estos fueron violentados desde el Estado (Nochistlán, Oaxaca fue el caso más insidioso y paradigmático). Entonces guardaron silencio, ¿Por qué se callaron? ¿Solamente fueron cómplices, por omisión?

Supongo que saben que vivimos en un país donde la pobreza de la mayoría es lacerante. ¡Sería el colmo que no! ¿Qué tipo de justicia puede imperar en una nación con esas casi infranqueables desigualdades? ¿Esto forma parte de sus preocupaciones? ¿O nada más se ocupan de la buena vida, la de ustedes?


Cartón de Qucho.


Espero que también sepan del desastre en el que el nuevo gobierno recibió el país el pasado 1 de diciembre; cosa que de alguna forma ya se sabía, más o menos. Y que Andrés Manuel López Obrador (AMLO) lo dijo claramente, estando Enrique Peña Nieto ahí presente, como todo mundo se percató, por sus gestos e incomodidades corporales. ¿Qué se llevó para sí, ahí en lo más hondo de su fuero interno? ¿Le preocupará esto en tanto el responsable activo de este desastre?

Pues bien, sépanlo, este es el contexto en el que la negativa (la suya) a que sus desproporcionados emolumentos, sobre todo comparados con lo que gana la gran mayoría de este atribulado país, sean reducidos; como legítimamente (más allá de la legalidad) es necesario.

Es por esta su negativa que hoy están en la picota de la opinión pública y son objeto de burlas y desprecios, ¿ganados a pulso? No cabe duda, pues así como no han significado nada para mi vida laboral y profesional, no han tenido ningún valor para los millones de pobres que hoy habitan México.

Sondeo de opinión, Enrique Galván Ochoa.



Y es que ustedes parecen no entender la situación no solo del país, sino sobre todo de sus habitantes y sus exigencias de cambios radicales; entre las que está, inmediatamente, aminorar la terrible desproporción salarial.

No se trata, como mal han argumentado, de que ganen poco, sino que ganen lo que es digno a su ocupación (la de impartir justicia); más acá de ostentaciones y lujos que no van con los atributos de quienes tendrían que honrar a la justicia, que para los antiguos era una diosa, ¿qué es para ustedes? ¿Un negocio personal y familiar?

A nuestro pueblo lo han azotado grandes males, muchos de ellos provenientes de sus recientes gobernantes, pero también de los lejanos; algunos de ellos han sido, ¿lo saben?, los persistentes fraudes electorales, pero los más trágicos han sido los miles y miles de asesinatos y desapariciones forzadas de los últimos 12 años, ¿por qué no se rebelaron entonces con la misma enjundia que lo hacen, hoy, contra la rebaja de sus exquisitas precepciones?


Cartón de Helguera.


¿Cómo ganarse la confianza y el respeto de la opinión pública, si su obrar es lo más distante de un actuar justo? ¿Les estamos pidiendo mucho, acaso, en tanto ministros de Justicia?

La verdad yo no los entiendo; y no los puedo entender.

Y me pregunto, como muchas y muchos se cuestionan, si son ustedes los ministros más adecuados para encaminar por los senderos de la justicia al México del mañana, es decir, al nuevo México que tuvo su primer aliento el 1 de julio pasado y que dio su primera bocanada de aire el 1 de diciembre; sin que todavía termine por nacer y se debata, todavía, en contradicciones que serán, conforme pase el tiempo, cada vez más acuciantes. Y tendrán que tomar partido, como al parecer ya lo han hecho al defender solamente sus mezquinos intereses.

Es por ello que me pregunto, ¿son conscientes del momento histórico que estamos viviendo como nación?

Por la avaricia con que se han expresado en lo tocante a sus honorarios, parece que no. He aquí las razones del menosprecio, directamente proporcional al gran precio de sus mensualidades, que han recibido durante estos días. ¿Es demasiado? Creo que no. Se merecen más, todavía.

Pero… aquí nos tocó vivir…

A ustedes y todas y todos nosotros…

En un México que todavía no muere y otro que aún no nace.

Un México que ya no puede ser el mismo; es lo que ustedes no pueden o no quieren entender. ¿Podrán hacerlo?

En el pecado llevarán la penitencia. México no será ya el mismo.

Así lo espero; así lo esperamos muchas y muchos.

Para bien y no para mal.

Y ustedes pasarán a la historia como lo que han sido o como lo que pueden llegar a ser; no depende solamente de ustedes, pero...

La historia, aunque tarde, suele acomodar a los canallas en su lugar.

La supervivencia de los más gordos, Jens Galshiot.


Ustedes, conforme a lo que hagan o dejen de hacer, tendrán el suyo. No lo duden.           

P. D.

Ahora la Junta de Gobierno del ya desaparecido Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), se expresa muy preocupada por la “democracia”, la que nunca defendieron cuando se atentó contra los derechos laborales de miles y miles de maestras y maestros. Llegándose a atentar contra su vida, como en el caso de Nochistlán, Oaxaca. ¿Por qué el silencio de entonces?

Muchas cosas tienen que cambiar en México, y algunas ya se empiezan a ver, pero lo más paradójico es que los funcionarios que “vivieron” de los privilegios de antaño, ahora se indignen ante actos que no pretenden otra cosa que equilibrar la funcionalidad democrática, según el mandato de más de 30 millones de votos, y salgan a manifestarse como defensores de la democracia, cuando apenas ayer guardaron silencio y actuaron en conveniencia con un régimen a todas luces antidemocráticos y falto de la más mínima legitimidad.

¿Acaso creen estos señores y señoras que las mexicanas y mexicanos carecemos de memoria?

Dejo aquí, pues tendría que hacer otra carta ahora contra los del INEE, así como sería necesaria una para cada uno de los funcionarios o instituciones que apenas ayer se vieron involucrados en actos deleznables; y que hoy creen que pueden sentirse paladines de la democracia, cuando en verdad… lo único que merecen es nuestro repudio y desprecio, pero mejor corto aquí. Es tiempo de vacaciones. 



Atentamente,

J. Ignacio Mancilla.      


[Ateo, lector apasionado, 
militante de izquierda (casi solitario).
Lacaniano por convicción
y miembro activo de Intempestivas,
Revista de Filosofía y Cultura.]
        






    


   

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