J. Ignacio Mancilla*
Guadalajara Jalisco, a 12 de noviembre de 2017.
Día del Cartero.
Apreciadísimo Matías:
No tengo el gusto de conocerlo
y le verdad me encantaría poder hacerlo, pero antes que nada quiero
manifestarle mi agradecimiento, satisfacción y respeto por lo que ha hecho con
el equipo más popular y reconocido de México, dicho así, de manera clara; por más
que les duela a los americanistas (sobre todo al “Ruso”, su paisano). Dicho
entre paréntesis, me dejan perplejo las declaraciones de Paco Jémez en cuanto a
que el Cruz Azul es el segundo equipo más popular después del América, ¡vaya!
Antes que nada quiero
recordar, a todos sus pupilos, sé que es algo innecesario pero lo haré, la
forma en que jugaron cuando ganaron el campeonato, en el torneo pasado, frente al
equipo “favorito”, los “Tigres” de la Universidad Autónoma de Nuevo León
(independientemente del penal mal marcado, ¡ay el arbitraje mexicano!), con
todas sus figuras extranjeras y todo su poderío económico.
Mucho vino a resarcirnos
contra la identidad negativa del mexicano que, por razones históricas y complejas
que no puedo desmenuzar en esta carta (motivo de una larga charla), nos
estorban mucho a la hora de la verdad; no solamente en el fútbol, por supuesto.
No quiero, en esta misiva,
caer en meras zalamerías, por lo que me veo obligado, también, a decir algunas verdades
incómodas, más que para Usted, para los jugadores y también para su dueño (el
señor Vergara).
¿Por qué la inconsistencia?
¿Acaso se les subió a la cabeza el éxito? De ser así, se comprueba que uno
tendría que cuidarse más de los logros que de los fracasos. Los últimos, bien
asimilados, terminan por enseñarnos más que los primeros.
El torneo que está a punto de
culminar ha sido, desde la perspectiva deportiva, un fracaso para “Chivas”,
algo que Usted ha asumido con valor y con una capacidad de autocrítica poco
común en el medio futbolístico; aunque no solamente en ese medio el análisis reflexivo
y crítico brilla por su ausencia. Su carencia pesa incluso allí donde menos se
esperaría, ¡en las universidades!, lamentablemente. Sobre todo en la
Universidad de Guadalajara.
Bien, sé que tuvo mucho
factores en contra: lesionados sobre todo; además de seleccionados
desorientados por un entrenador (me refiero al de la selección nacional, un tal
Juan Carlos Osorio) que juega a inventar el fútbol en cada partido, con todas
las consecuencias negativas señaladas por muchos comentaristas más capaces que
yo en este oficio, y que los directivos de la Federación Mexicana de Fútbol
(FMF) se niegan a escuchar; ya veremos lo que dicha sordera nos acarrea en el
próximo mundial de Rusia.
A pesar del tan comentado
empate, producto de las individualidades, sigue sin verse un juego de conjunto
consistente. ¿Se logrará con Osorio?
Pero regreso a nuestras
“Chivas”.
Causaron un verdadero dolor, tristeza
y vergüenza en su juego de Copa contra un equipo de la liga de ascenso, el
Atlante y no menos en su último juego de Liga contra el Atlas. ¿Podrán
recuperar un poco su nivel futbolístico en su última aparición de este torneo,
contra el León?
¿Qué hubo de Usted, como
entrenador, me pregunto y lo cuestiono, que no estuvo a la altura de la hazaña
lograda, más allá de las lesiones y de no haber tenido los refuerzos
necesarios, cosa que no le posibilitó ya no digamos repetir la proeza del torneo
pasado, sino ni siquiera que su equipo, que es el equipo de millones y millones
de mexicanas y mexicanos (¡otro dolor para el América!), jugara con la misma
enjundia y consistencia?
De repente esa capacidad afloraba,
pero por ratos, para desvanecerse, rápidamente, en esfuerzos individuales y desesperados,
pero sin consistencia del equipo que apenas la pasada competencia fue campeón.
¿Es aquí donde Usted también falló?
Esto es algo que me intriga, viendo
la seriedad con la que asume su puesto y la honestidad con la que ha venido dirigiendo
a uno de los grandes del fútbol mexicano; sino es que el más grande.
Pero la vida, cosa que también
vale para el deporte, es muy compleja; el asunto es que hay toda una memoria de
la que tienen, como equipo, que echar mano: la mediata e inmediata.
La que viene de lejos y que
nos evoca al campeonísimo (otra dolencia para el América); pero también la de
ayer, la que hizo posible el campeonato del pasado torneo, gracias no solo a su
saber técnico-futbolístico sino, sobre todo, por lo menos así es como lo veo,
por su capacidad de trasmitir y disponer mentalmente, en el mejor sentido de la
palabra, a un grupo de jugadores exclusivamente mexicanos y jóvenes en su
mayoría, para hacer posible lo que para la mayoría parecía imposible, ser
campeones de nuevo y contra un equipo que todas y todos daban ya por campeón.
Esa es, creo, la memoria que
tienen que rescatar y que Usted, como ningún otro, puede hacer que el equipo, y
aquí espero que Vergara lo siga apoyando, pues en muchas cosas se ha equivocado, y le posibilite hacerse de
los refuerzos necesarios, para que así retome el juego con el que fue campeón
de nuevo, para alegría de millones y millones de mexicanas y mexicanos. Estoy
seguro que le fútbol mexicano saldrá ganando.
Sé que lo puede volver a hacer,
ello mediante su enorme talento y capacidad de trabajo y dirección.
De eso no me cabe la menor
duda.
Sin más se despide de Usted,
respetuosamente.
*J. Ignacio Mancilla.
Profesor de asignatura del Departamento de Filosofía
del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH)
de la Universidad de Guadalajara.
Profesor de asignatura del Departamento de Filosofía
del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH)
de la Universidad de Guadalajara.
[Ateo, lector apasionado,
militante de izquierda (casi solitario).
Lacaniano por convicción
y miembro activo de Intempestivas,
Revista de Filosofía y Cultura.]
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