martes, 25 de septiembre de 2018

En lo fugaz, lo eterno



Vod: 

Gracias por ocho años, insuficientes, 
como es siempre el tiempo que se comparte con quienes amamos. 

Tus ojos se apagaron antes, mucho antes de lo que hubiera imaginado, los meses que nos separaban temporalmente hoy se convierten en una barrera infranqueable, por momentos insoportable, con la promesa de nuestro reencuentro atorada en el infinito que nos separó definitivamente ayer cuando a quinientos kilómetros de distancia supe de tu partida. 

Te escribo en la ciudad que ambas nacimos y crecimos, a donde volé apenas saber que te habías ido porque necesitaba verte y tocar tu pelo, necesitaba preparar tu entierro, tu ofrenda, tus flores, tu despedida. Ahora, bajo la luz blanca e inclemente del Aeropuerto Miguel Hidalgo, me preparo para volver a donde creí que regresarías conmigo, así los sucesos que llegan a cambiarlo todo, a descolocarnos. A unos minutos de abordar el vuelo, dejo aquí constancia de tu paso por la vida, en este espacio que es tan mío.

Gracias por ocho años, indelebles, 
que permanecerán con nosotras hasta el último aliento...


Vodka (2010 - 2018).



Inés.

Guadalajara, 25 de septiembre de 2018.


martes, 18 de septiembre de 2018

In memoriam Max Rojas (1940-2015) [i]


J. Ignacio Mancilla*



“[…] puro miedo y sombra dominan sobre el mundo
y faltan cuerpos que den aliento al mundo,
sol al mundo,
agua a los desiertos […]”

Max Rojas, Cuerpos.




Descubrí tarde, no sé si demasiado, a Max Rojas. Excelente poeta nacido en la Ciudad de México y fallecido en ese mismo espacio urbano al que, otro poeta (Efraín Huerta, 1914-1982), le hiciera sus famosas declaraciones de amor y odio.

Y… sucede que en los ochenta, Rojas escribió El turno del aullante y Ser en la sombra, libros de poesía que lo convirtieron, ahora lo sé, en un escritor de culto. Pero… dejó de publicar durante 30 años y… después de ese silencio, regresó con un poema monumental (inconcluso e inédito en su mayor parte) intitulado Cuerpos.


Portada de Cuerpos. 

Enorme en tanto poetiza la vida toda y también la muerte y también las cosas con las que nos las habemos en tanto cuerpos vivos; pero también como cuerpos muertos, que no dan el ancho con respecto a los ideales pero que, mal que bien, nos avenimos, en tanto vivimos y en tanto morimos, a esos cuerpos perfectos e imperfectos. Las dos cosas a la vez.

Sí, Cuerpos, publicado en 2011 por CONACULTA, es de dimensiones impactantes (651 páginas); pero no solamente eso. Al parecer Max dejó, en la memoria de una de las personas cercanas a él (Sofía Rodríguez Fernández), de que Cuerpos implicaba, más o menos, una escritura de 3 mil cuartillas; es decir, Rojas proyectó Cuerpos como un poema (inacabable) de 25 apartados (el volumen aquí referido abarca, apenas, 6 de esos apartados) y 4 volúmenes, que todo parece indicar dejó inéditos,  como inacabada queda nuestra vida cuando (nos) adviene la muerte. Ella sí, todo el tiempo, en ediciones terminadas y completas, sin  necesidad de revisión ni nada que se le parezca.


Contraportada de Cuerpos.

Cuerpos es, por tanto, ¿el más grande poema que se haya escrito? No lo sé, pero de lo que sí puedo dar cuenta, es de la gran capacidad poética de Max Rojas en tanto poeta de la vida y de la muerte; en cuanto poeta de los cuerpos.

De modo que leer y disfrutar de Cuerpos es una experiencia a la que no solamente tienen que acceder las y los amantes de la poesía sino, también, las y los que no la quieren tanto.


Inicio de Cuerpos.

No puedo dar cuenta, en este pequeño texto, de tan inmenso poema. Sobre todo si desconozco la mayor parte de él, ¿cómo conseguir las partes inéditas? No lo sé. No obstante esto, nada me ha impedido disfrutar, leyendo y releyendo, Cuerpos; gozar su estilo, su forma y contenido, en tanto ese gran poema poetiza la vida toda, pero también, como ya lo dije, poetiza la muerte toda y el mundo todo con todas y sus  grandes y pequeñas cosas; que es ahí, en el mundo de lo cósico, donde transcurre nuestro vivir y morir en cuanto… cuerpos.

¿Cómo empieza, en sus primeras líneas esta proeza de poema?

Simplemente así, ¿simplemente?; y no en la entrada sino en su primera parte: Memoria de los cuerpos (Cuerpo uno):

“Cuerpos
                   hay que abolir el tiempo,
                                                           regresar a la esfera.
Sólo el círculo salva
                                    y no hay sino la urdimbre fantasmal
de los regresos y los viajes, las huidas.
Se huye.
Uno se vuelve sombra fatigada y se disloca,
                                                        se cuartea la huesumbre,
el alma se acongoja y se pierde su condición de almario
donde las penas y el amor que se extravió hace mucho
custodian su vigilia permanente a la espera del sueño,
del regreso corpóreo de lo ido.

Sombra ya
                  como caída y yerta, […]” (p. 21). 

Y, ¿cómo cierra?; digo, cerrar es un decir, tan inmenso poema; pues nada menos, pero nada más que así:

“[…]
“cuerpos que son, de cualquier modo, un júbilo terreno,
                                    pleno gozo o plena libertad a lo volátil,
                                                                       a lo eterno,
la sensación de ser lluvia o neblina,
                              la certeza de ser, siempre, cuerpo entero,
uno, indivisible,
   solo, pero húmedo,
                                         pero tibio,
                                                                  pero lleno,
bello, pero extraño, entre lo abstracto y lo concreto,
                                           forma y fondo ajenos, pero cerca,
forma y fondo míos, pero lejos
                                          pero eternos […] (p. 651)”.


Final de Cuerpos.

Así pues, vaya este escrito breve, en aras de la memoria de quien vivió y se desvivió (es decir murió) poéticamente.

Lo que es ya mucho sentir y decir, de la forma más plena, plenamente.  


*J. Ignacio Mancilla.

[Ateo, lector apasionado, 
militante de izquierda (casi solitario).
Lacaniano por convicción
y miembro activo de Intempestivas,
Revista de Filosofía y Cultura.]
        














[i] En junio pasado, Max Rojas hubiera cumplido 78 años y en abril pasado cumplió, ya, 3 años de fallecido. Este texto es un pequeño pero sincero homenaje a tan importante poeta, cuya obra Cuerpos me ha deslumbrado, pues pocos textos me han enseñado tanto sobre este tema tan complejo y a la vez tan simple: el del cuerpo.

martes, 11 de septiembre de 2018

Tejer 31 años con palabras


Inés M. Michel*




Cumplí 31 años el 18 de enero de este año mientras cursaba el módulo de Poesía de Estudios Literarios de la Universidad Iberoamericana. Dirigido por la poeta Tania Favela, ese fue mi módulo preferido de los ocho cursados y dejó huellas profundas en mí, no solo la poesía vista sino la forma en que la abordamos, siempre pensando en cada poema como un suceso, como un juego de palabras, de lenguaje que trasciende en la medida de cómo dice, más allá del qué dice.

Un día antes de mi cumpleaños tuve clase con Tania, a quien en un comentario previo le había platicado sobre mi aniversario 31, ella tuvo un gran gesto al final de la clase y se acercó para regalarme un poema impreso de Hugo Gola, quien fuera maestro de la Ibero y gran influencia para muchos poetas. El poema en cuestión es el número I de su antología Poemas (1960 – 1963), hecho por Gola cuando cumplió 31. Fue así como llegó a mis manos este maravilloso presente, causando una profunda impresión, la cual me llevó a dedicar mi trabajo final para ese módulo a hablar de tal suceso.


Tomada de: lamenteesmaravillosa.com

Lo que les comparto ahora es una parte de esa reflexión, una suerte de ejercicio de escritura en la que utilicé la mano de Gola para guiar la mía y entrelazar lo que él transmite sobre cumplir 31 años con lo que yo experimentaba en esos momentos. Se trata, sobre todo, de un experimento, de soltarme en el lenguaje y decir(me) a través de un recorrido de palabras. Para que el texto sea claro, es necesario leer primero el poema referido. Lo dejo a continuación.





31

Si pienso en Hugo Gola, resulta una maravilla de n(h)ombre, pronunciable en tantos tonos que en resumen funden el inicio del Nombre con el final del propio. Me refiero, claro, al nombre del padre, al apellido, nombre de familia, linaje. ¿Qué nombre elijo yo para identificarme con, para, desde el mundo?

El Poema I resulta un golpe de palabras, un suceso. Uno que acontece con sincronía perfecta

                    Las cosas importantes terminan por llegar a tiempo, aunque sea a última hora y
                 aunque no estén destinadas a la eternidad.[1]

¿Tendría una que morirse para saber qué fue lo importante? Y…, ¿cómo saberlo entonces?

                   UNO LLEGA a esta altura
                inadvertidamente[2]

Pasé la línea preguntándome, siempre preguntándome: cómo, por qué, a dónde. Los tropiezos se recalcan en cierto cuaderno de dibujo del que no soy muy afecta a agregar nada más, se agregan, aun así, trazos, trozos de desaliento, míos, de otros, propios, adversos,

                   una mira que se alcanza muy fácil[3]

muy difícil.

Está ahí el horizonte rojizo frente a mí, nunca estuvo tan cerca, ni tan brillante. Casi lo alcanzo a tocar con la mano izquierda, la que conduce irremediablemente al corazón. Recojo mi brazo, aguanto la mano estirada y las ganas de correr hacia allá. Me acuerdo de él, de que está a mi lado, que tiene miedo. Me freno, una borrasca llega repentinamente, se oscurece la escena. Ya no hay sol, se instala la lluvia, el vacío, la muerte.

La falta de aliento me impregna, los pulmones se acartonan, resisten casi asfixiados, el agua sube por los costados del cuerpo, la mente se embota y el recipiente triste que me contiene, frágil vaso en que me encuentro, está a punto de verse disminuido a trizas por la tormenta, estoy a punto de ser mar, de ser zozobra.

           Uno llega a esta altura[4]

No sabiendo qué decir ni cómo.

Beckett, la historia del arte, ¿qué queda?

¿Qué queda por decir (nos)?

Me sumo en el silencio, ignorando si la vecina duerme o si el ruido encoge, no un ruido cualquiera, la estática… sh, sh, sh, sh, sh, sh, sh, sh, sh, sh, sh, sh, sh, sh, sh, sh, sh, sh, sh…

[Escuchar]



Normalmente las voces cubren el white noise, aunque nunca del todo. Llega el silencio, adquiere

                   una presencia
                 terriblemente grave

                 Uno recuerda[5]

Pausa para llorar.

Retomo donde (me) perdí la última idea

                    pero es su galope obstinado
                 el que vuelve[6]

asimos la extrañeza que produce, la forma que traduce, tartamudea, traspasa, traspone, tambaleando, toneles, todos, tristes… tragos, trompetas, ¿es ya el apocalipsis? Tipos de timos, toses translúcidas, la academia, citar, APA, MLA, tantas cuartillas, termina la idea.

                      Uno llega
                   y de pronto
                   se da cuenta
                   que el árbol
                   y las calles
                   ya no son
                   el mismo árbol[7]

¿Dónde quedó la niña de trece, la joven de veinte, la adulta de ayer?

Supongo quedaron, están sin estarlo,

                        los puros elementos

                     Uno abre de pronto la ventana[8]

Comienza la mañana, tonos gélidos, supervivencia, el café, los jefes, Milou, distancia en kilómetros que separan el deseo del deber.

-          Deseo estar contigo.
-          Debo acudir al trabajo.

Así un cúmulo de obligaciones, no sé cuántas nuestras, propias, dignas, justas.

Seguimos obligados. Estamos juntos a mitad de la oración, mas no a mitad de la mañana.

Regreso al verso. Veo

                             la terminación
                        de este naranjo
                        y la de todos los objetos[9]

1. El cuaderno de noventa hojas, color verde, rayado. Útil.
2. La tinta azul marino que va a la mitad del bolígrafo Bic que sí ha sabido fallarme, ¡y cuándo! ¡Y dónde! Útil también.
3. El texto prometido que me propongo ya no hable más de mí y se concentre en el poeta.
4. El listado inútil que precede estas líneas.

                                 Uno llega hasta aquí
                              y ya no puede[10]

Este poema I me recuerda aquellos horizontes inalcanzables que, sin embargo, se materializan cada tanto, convenciéndonos de su (im)posibilidad. Será que somos senderos apenas dibujados entre la bruma, tempestades que alteran

                                 La dirección
                             de todo
                             el movimiento

                             Es extraño[11]

Es terriblemente pronto para que acabe la noche, (no) es la noche, son tus brazos que no están. Es

                              esta mano
                         que tiembla[12]

escribiendo sobre lo importante, son los versos que se atoran, el estómago que ruge, tiemblo imaginando que se acaba este argumento, esta idea, el habla.

-  ¿Hablamos de nada?
-  Hablábamos de Gola, del Poema I, uno como nombre, inicial de mi nombre, I, número I, letra I. ¿Será el p(r)o(bl)ema mío? ¿Para mí?

¿Hablará de esto o de aquello que me falta? Que de pronto se revela implacable ante la luz adecuada en reacción con el bromuro de plata.

                             una libertad
                          desconocida
                          como la que sientes ahora
                          de pie
                          sobre esta llanura[13]

no quisiera voltear a observar si está parado junto a mí, me gustaría volar, o soñar con volar, rozando apenas con las yemas el horizonte rojizo, inalcanzable, ¡aquí está!

(Casi) lo toco.
Se ha ido.

Me concentro, medito, no quisiera dejarlo ir,
se oscurece, una nube, avisos de tormenta.
(Luego) el vacío
Una gota
Una lágrima

Yo.



Inés M. Michel.
@inesmmichel
I: inmichel

Ciudad de México, septiembre de 2018.

 *[Atea, vegana, feminista,
lectora irredenta,
a la espera del apocalipsis zombi
que dará sentido a mi existencia.]










[1] M. Heidegger.
[2] H. Gola. Poema I (Poemas 1960 – 63).
[3] Ibídem.
[4] Ibídem.
[5] Ibídem.
[6] Ibídem.
[7] Ibídem.
[8] Ibídem.
[9] Ibídem.
[10] Ibídem.
[11] Ibídem.
[12] Ibídem.
[13] Ibídem.

martes, 4 de septiembre de 2018

Hace ya 24 años. Carlota Botey como legisladora del Partido de la Revolución Democrática (PRD) en la LVI Legislatura




J. Ignacio Mancilla*



Hace ya 24 años se instaló la LVI Legislatura (1994-197); el sábado 1 de septiembre se hizo formal la LXIV Legislatura (2018-2021). Legislatura que recibió el VI y último Informe de Enrique Peña Nieto (EPN) y la que investirá como presidente de México a Andrés Manuel López Obrador (AMLO), el próximo 1 de diciembre.

Han pasado ya 24 años; han transcurrido 7 Legislaturas y un sinnúmero de legisladoras y legisladores: uninominales y plurinominales.

Hoy quiero hacer un poco de historia, de memoria, y destacar a una legisladora perteneciente a la LVI Legislatura; fue diputada plurinominal e hizo un papel más que relevante como diputada del Partido de la Revolución Democrática. Estoy hablando de Carlota Botey y Estapé (1943-2011). Funcionaria también con el primer Jefe de Gobierno de la oposición, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano en la Ciudad de México (1997-1999); incluso con Rosario Robles Berlanga (interina, 1999-2000, hoy de lamentable memoria), Andrés Manuel López Obrador (2000-2005), Alejandro Encinas Rodríguez (interino) y Marcelo Ebrard Casaubón (2006-2012, quien la despidió de una forma inmerecida e indigna).

Carlota Botey y Estapé (1943-2011).

Me tocó en suerte recopilar y prologar lo que fueron sus discursos en Tribuna, además de otro tipo de intervenciones de ese periodo tan importante: 1994-1997.

Que yo sepa nadie ha hecho el balance de ese lapso de la historia de las Legislaturas en México. Y nadie se ha detenido, tampoco, a analizar el importante rol que jugó Carlota Botey ante una mayoría priísta aplastante, 320 legisladores; 73 más de los que tendrá el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) en la LXIV Legislatura. A la que le toca, por cierto, hacer la glosa y crítica del VI y último del gobierno de Enrique Pela Nieto, como ya lo dije.

Espero que en términos de la elaboración de Leyes esta Legislatura recién instalada sea, de verdad, un parteaguas en la historia de México. Al igual que la presidencia, espero. Ese fue el sentido del voto el pasado 1 de julio. Pero por lo visto el sábado 1 de septiembre, los argumentos brillaron por su ausencia. De un lado y de otro.

Mientras tanto, conviene resaltar alguna de las intervenciones de Carlota Botey, como aquella que enunció el 10 de abril de 1997, en el 78 aniversario de la conmemoración del asesinato de Emiliano Zapata, en el pleno de la H. Cámara de Diputados.

Su intervención la hizo a manera de una carta personal dirigida al caudillo del Sur; y que, aparte de la entrada y despedida, sostuvo en su parte esencial lo siguiente:

“[…]”.

“Al campo, no me lo va a creer mi general, pero así es, pretenden ponerlo de nuevo en manos de los ricos. Inventaron unas supuestas asociaciones mercantiles para controlarlo todo: bosques, aguas, tierras, playas. El deseo de los poderosos es que el campo no sea de los campesinos, sino del capital. De los dueños del dinero.

“Los vende patrias de ahora, mi querido general, firmaron dizque un acuerdo comercial, Tratado de Libre Comercio (TLC), para supuestamente ser más eficientes y más competitivos a nivel internacional. Como consecuencia de ello, los productores de granos básicos, de los alimentos para el pueblo, están condenados a desaparecer en un plazo de quince años. ¿Le parece justo mi general?

“Pero la perversidad de los neoliberales, en su tiempo se les conocía como <<científicos>> mi general, llega muy lejos. Y se mide en el abandono financiero del campo; no hay fertilizantes, ni crédito, ni asistencia técnica, ni comercial. Este abandono, al parecer tiene la finalidad estratégica de que los campesinos, por hambre, dejen sus tierras para que el capital se apodere de ellas. Solamente el diablo puede imaginar tanta maldad, ¿verdad mi general?

“Debido al abandono en que el Estado tiene al campo, mi general, los campesinos no obstante su gran amor por la tierra y los recursos naturales, se han visto obligados a abandonar su casas para ir en la búsqueda del trabajo que no les ofrece su país. ¿Y qué es lo que encuentran, mi general? Por lo regular rechazo, discriminación y hasta la muerte.

“Y el Gobierno, en lugar de defender a los campesinos de ahora, como un tiempo lo hizo con nuestros abuelos, lo único que ofrece es el finiquito del rezago agrario, que no es otra cosa que el punto final del acceso a la tierra por parte de los campesinos. Además del PROCEDE, programa de titulación y principio de la privatización de la tierra que hoy está en manos del sector social.

“Aunado a todo esto, mi general, le hago un breve recuento, a manera de muestra, de una parte de los acontecimiento que confirman que lo que le escribo no es otra cosa que la verdad, mi querido general.

“[…]”.[i]      

Así decía esa carta/intervención parlamentaria, que no pretendía otra cosa que reivindicar a las y los campesinos de México; a los campesinos del sector social. Y es que Carlota Botey fue una agrarista de hueso colorado. Y fue desde ahí, desde ese su agrarismo radical, que siempre intervino en el pleno de la H. Cámara de Diputados de la LVI Legislatura.

Ahora que las cosas pueden cambiar, dejo constancia de algo que en su momento el PRD despreció, dejando que se perdiera todo el trabajo que hizo esta brillante mujer en la LVI Legislatura, abandonando esta valiosa trinchera que fue la Comisión de la Reforma Agraria; la que Carlota Botey presidió y desde la que todo el tiempo reivindicó el sector social del campo mexicano. De ahí el título de sus intervenciones, Zapata de principio a fin.

Portada de Zapata de principio a fin.

Y es que… la historia de la LVI Legislatura, que fue tan importante, sigue como una tarea pendiente.

Como sigue pendiente, también, la reflexión sobre el rol que desempeñó Carlota Botey, congruente como pocas y pocos legisladores; estoy pensando en las y los legisladores de todos los partidos, pero sobre todo en los legisladores del PRD. Lamentablemente.

Que conste, esto que hoy les presento sobre la LVI Legislatura y en especial sobre Carlota Botey, es apenas un pequeño apunte de una historia pendiente y que para mí sigue siendo un compromiso que espero pronto tramitar.

P. D. De VI Informes

Como presidenta de la Comisión de la Reforma Agraria, Carlota Botey asumió su papel con enorme relevancia y dignidad. En la glosa del VI y último Informe del repudiado Carlos Salinas de Gortari, de infausta memoria, hizo un desglose crítico, como pocos; y en su respectiva intervención sostuvo:

“El 27 de noviembre de 1991, como respuesta a la convocatoria de un debate que no lo fue, sino simple monólogo sobre el Artículo 27, desde esta misma tribuna intervine para advertir sobre los peligros de modificar la legislación agraria postrevolucionaria que estableció un pacto social entre el Estado mexicano y los campesinos de este país.

“Señalé entonces que las reformas al Artículo 27 Constitucional que ponían fin al reparto agrario y privatizaban el ejido y las tierras comunales, iban a provocar una situación de inestabilidad y de violencia social. Hoy, dos años después, los hechos, lamentablemente, nos ha empezado a dar la razón en Chiapas, en donde ha surgido un levantamiento indígena y campesino que explícitamente repudia las reformas salinistas al Artículo 27 Constitucional”.[ii]

Carlota Botey abría esa su intervención, que se dio el 5 de noviembre de 1994 en el pleno de la H. Cámara de Diputados así:

“Según dice James Joyce, existe un soñado país donde todos mienten más de lo que hablan. Naturalmente que el famoso escritor irlandés no se refería a México, ni mucho menos a sus informes presidenciales. Y porque James Joyce no se refirió a México y a sus informes presidenciales, yo, Carlota Botey, me veo obligada a venir aquí, ante los representantes del pueblo mexicano para hablar y no mentir”.[iii]

Conviene, pues, que regresemos a esas intervenciones parlamentarias cuando, hoy, la retórica de Enrique Peña Nieto (EPN) ha alcanzado dimensiones inauditas de incredulidad absoluta, esto con su: “dejo un país mejor del que recibí hace 6 años” (La Jornada, 04/08/2018).
Así las cosas.

Ojalá que las y los legisladores de la LXIV Legislatura pertenecientes a MORENA (Movimiento de Regeneración Nacional) sepan estar a la altura de los tiempos; pues tienen historia de la cual echar mano.

Andrés Manuel López Obrador y Carlota Botey.

          
*J. Ignacio Mancilla.

[Ateo, lector apasionado, 
militante de izquierda (casi solitario).
Lacaniano por convicción
y miembro activo de Intempestivas,
Revista de Filosofía y Cultura.]
        













[i] Botey, Carlota, Zapata de principio a fin. Intervenciones parlamentarias, discursos y conferencias, H. Cámara de Diputados/LVI Legislatura, México, 1997 (p. 122).
[ii] Ídem, pp. 11-12.
[iii] Ídem, p. 11.