Intentando demostrar que las letras cuentan, que la influencia es grande cuando se es papá, que la hija entiende aun si decide no atender. Las cuerdas se hilan a partir de escribir sobre gustos y pasiones. El diálogo entre él y ella es también un diálogo contigo lectora, lector.
como es siempre el tiempo que se comparte con quienes amamos.
Tus ojos se apagaron antes, mucho antes de lo que hubiera imaginado, los meses que nos separaban temporalmente hoy se convierten en una barrera infranqueable, por momentos insoportable, con la promesa de nuestro reencuentro atorada en el infinito que nos separó definitivamente ayer cuando a quinientos kilómetros de distancia supe de tu partida.
Te escribo en la ciudad que ambas nacimos y crecimos, a donde volé apenas saber que te habías ido porque necesitaba verte y tocar tu pelo, necesitaba preparar tu entierro, tu ofrenda, tus flores, tu despedida. Ahora, bajo la luz blanca e inclemente del Aeropuerto Miguel Hidalgo, me preparo para volver a donde creí que regresarías conmigo, así los sucesos que llegan a cambiarlo todo, a descolocarnos. A unos minutos de abordar el vuelo, dejo aquí constancia de tu paso por la vida, en este espacio que es tan mío.
Gracias por ocho años, indelebles, que permanecerán con nosotras hasta el último aliento...
Descubrí tarde, no sé si demasiado, a Max Rojas. Excelente
poeta nacido en la Ciudad de México y fallecido en ese mismo espacio urbano al
que, otro poeta (Efraín Huerta, 1914-1982), le hiciera sus famosas declaraciones
de amor y odio.
Y… sucede que en los ochenta, Rojas escribió El turno del aullante y Ser en la sombra, libros de poesía que
lo convirtieron, ahora lo sé, en un escritor de culto. Pero… dejó de publicar
durante 30 años y… después de ese silencio, regresó con un poema monumental (inconcluso
e inédito en su mayor parte) intitulado Cuerpos.
Portada de Cuerpos.
Enorme en tanto poetiza la vida toda y también la muerte y
también las cosas con las que nos las habemos en tanto cuerpos vivos; pero
también como cuerpos muertos, que no dan el ancho con respecto a los ideales
pero que, mal que bien, nos avenimos, en tanto vivimos y en tanto morimos, a
esos cuerpos perfectos e imperfectos. Las dos cosas a la vez.
Sí, Cuerpos,
publicado en 2011 por CONACULTA, es de dimensiones impactantes (651 páginas);
pero no solamente eso. Al parecer Max dejó, en la memoria de una de las
personas cercanas a él (Sofía Rodríguez Fernández), de que Cuerpos implicaba, más
o menos, una escritura de 3 mil cuartillas; es decir, Rojas proyectó Cuerpos como un poema (inacabable) de 25
apartados (el volumen aquí referido abarca, apenas, 6 de esos apartados) y 4
volúmenes, que todo parece indicar dejó inéditos,como inacabada queda nuestra vida cuando (nos)
adviene la muerte. Ella sí, todo el tiempo, enediciones terminadas y completas, sinnecesidad de revisión ni nada que se le parezca.
Contraportada de Cuerpos.
Cuerpos es,
por tanto, ¿el más grande poema que se haya escrito? No lo sé, pero de lo que
sí puedo dar cuenta, es de la gran capacidad poética de Max Rojas en tanto
poeta de la vida y de la muerte; en cuanto poeta de los cuerpos.
De modo que leer y disfrutar de Cuerpos es una experiencia a la que no solamente tienen que acceder
las y los amantes de la poesía sino, también, las y los que no la quieren
tanto.
Inicio de Cuerpos.
No puedo dar cuenta, en este pequeño texto, de tan inmenso
poema. Sobre todo si desconozco la mayor parte de él, ¿cómo conseguir las partes
inéditas? No lo sé. No obstante esto, nada me ha impedido disfrutar, leyendo y
releyendo, Cuerpos; gozar su estilo,
su forma y contenido, en tanto ese gran poema poetiza la vida toda, pero
también, como ya lo dije, poetiza la muerte toda y el mundo todo con todas y
sus grandes y pequeñas cosas; que es
ahí, en el mundo de lo cósico, donde transcurre nuestro vivir y morir en cuanto…
cuerpos.
¿Cómo empieza, en sus primeras líneas esta proeza de poema?
Simplemente así, ¿simplemente?; y no en la entrada sino en
su primera parte: Memoria de los cuerpos (Cuerpo uno):
“Cuerpos
hay que abolir el tiempo,
regresar
a la esfera.
Sólo el
círculo salva
y no hay
sino la urdimbre fantasmal
de los
regresos y los viajes, las huidas.
Se
huye.
Uno se
vuelve sombra fatigada y se disloca,
se
cuartea la huesumbre,
el alma
se acongoja y se pierde su condición de almario
donde las
penas y el amor que se extravió hace mucho
custodian
su vigilia permanente a la espera del sueño,
del
regreso corpóreo de lo ido.
Sombra ya
como caída y yerta, […]” (p. 21).
Y, ¿cómo cierra?; digo, cerrar es un decir, tan inmenso
poema; pues nada menos, pero nada más que así:
“[…]
“cuerpos
que son, de cualquier modo, un júbilo terreno,
pleno
gozo o plena libertad a lo volátil,
a
lo eterno,
la
sensación de ser lluvia o neblina,
la certeza
de ser, siempre, cuerpo entero,
uno,
indivisible,
solo, pero húmedo,
pero tibio,
pero
lleno,
bello,
pero extraño, entre lo abstracto y lo concreto,
forma
y fondo ajenos, pero cerca,
forma y
fondo míos, pero lejos
pero eternos […] (p. 651)”.
Final de Cuerpos.
Así pues, vaya este escrito breve, en aras de la memoria de
quien vivió y se desvivió (es decir murió) poéticamente.
Lo que es ya mucho sentir y decir, de la forma más plena, plenamente.
[i] En
junio pasado, Max Rojas hubiera cumplido 78 años y en abril pasado cumplió, ya,
3 años de fallecido. Este texto es un pequeño pero sincero homenaje a tan
importante poeta, cuya obra Cuerpos
me ha deslumbrado, pues pocos textos me han enseñado tanto sobre este tema tan
complejo y a la vez tan simple: el del cuerpo.
Cumplí 31 años el 18 de enero de este
año mientras cursaba el módulo de Poesía de Estudios Literarios de la
Universidad Iberoamericana. Dirigido por la poeta Tania Favela, ese fue mi
módulo preferido de los ocho cursados y dejó huellas profundas en mí, no solo
la poesía vista sino la forma en que la abordamos, siempre pensando en cada
poema como un suceso, como un juego de palabras, de lenguaje que trasciende en
la medida de cómo dice, más allá del qué dice.
Un día antes de mi cumpleaños tuve
clase con Tania, a quien en un comentario previo le había platicado sobre mi aniversario
31, ella tuvo un gran gesto al final de la clase y se acercó para regalarme un
poema impreso de Hugo Gola, quien fuera maestro de la Ibero y gran influencia para
muchos poetas. El poema en cuestión es el número I de su antología Poemas (1960 – 1963), hecho por Gola
cuando cumplió 31. Fue así como llegó a mis manos este maravilloso presente,
causando una profunda impresión, la cual me llevó a dedicar mi trabajo final
para ese módulo a hablar de tal suceso.
Lo que les comparto ahora es una
parte de esa reflexión, una suerte de ejercicio de escritura en la que utilicé
la mano de Gola para guiar la mía y entrelazar lo que él transmite sobre
cumplir 31 años con lo que yo experimentaba en esos momentos. Se trata, sobre
todo, de un experimento, de soltarme en el lenguaje y decir(me) a través de un
recorrido de palabras. Para que el texto sea claro, es necesario leer primero el poema referido. Lo dejo a continuación.
31
Si pienso en Hugo Gola, resulta una maravilla
de n(h)ombre, pronunciable en tantos tonos que en resumen funden el inicio del
Nombre con el final del propio. Me refiero, claro, al nombre del padre, al
apellido, nombre de familia, linaje. ¿Qué nombre elijo yo para identificarme
con, para, desde el mundo?
El Poema I resulta un golpe de palabras, un suceso. Uno que acontece
con sincronía perfecta
Las cosas
importantes terminan por llegar a tiempo, aunque sea a última hora y
Pasé la línea preguntándome, siempre
preguntándome: cómo, por qué, a dónde. Los tropiezos se recalcan en cierto cuaderno
de dibujo del que no soy muy afecta a agregar nada más, se agregan, aun así, trazos,
trozos de desaliento, míos, de otros, propios, adversos,
Está ahí el horizonte rojizo frente a
mí, nunca estuvo tan cerca, ni tan brillante. Casi lo alcanzo a tocar con la
mano izquierda, la que conduce irremediablemente al corazón. Recojo mi brazo,
aguanto la mano estirada y las ganas de correr hacia allá. Me acuerdo de él, de
que está a mi lado, que tiene miedo. Me freno, una borrasca llega
repentinamente, se oscurece la escena. Ya no hay sol, se instala la lluvia, el
vacío, la muerte.
La falta de aliento me impregna, los
pulmones se acartonan, resisten casi asfixiados, el agua sube por los costados
del cuerpo, la mente se embota y el recipiente triste que me contiene, frágil
vaso en que me encuentro, está a punto de verse disminuido a trizas por la
tormenta, estoy a punto de ser mar, de ser zozobra.
Me sumo en el silencio, ignorando si
la vecina duerme o si el ruido encoge, no un ruido cualquiera, la estática… sh,
sh, sh, sh, sh, sh, sh, sh, sh, sh, sh, sh, sh, sh, sh, sh, sh, sh, sh…
[Escuchar]
Normalmente las voces cubren el white noise, aunque nunca del todo.
Llega el silencio, adquiere
asimos la extrañeza que produce, la
forma que traduce, tartamudea, traspasa, traspone, tambaleando, toneles, todos,
tristes… tragos, trompetas, ¿es ya el apocalipsis? Tipos de timos, toses
translúcidas, la academia, citar, APA, MLA, tantas cuartillas, termina la idea.
Este poema I me recuerda aquellos horizontes inalcanzables que, sin
embargo, se materializan cada tanto, convenciéndonos de su (im)posibilidad. Será
que somos senderos apenas dibujados entre la bruma, tempestades que alteran
escribiendo sobre lo importante, son
los versos que se atoran, el estómago que ruge, tiemblo imaginando que se acaba
este argumento, esta idea, el habla.
-¿Hablamos
de nada?
-Hablábamos
de Gola, del Poema I, uno como
nombre, inicial de mi nombre, I, número I, letra I. ¿Será el p(r)o(bl)ema mío?
¿Para mí?
¿Hablará de esto o de aquello que me
falta? Que de pronto se revela implacable ante la luz adecuada en reacción con
el bromuro de plata.
no quisiera voltear a observar si
está parado junto a mí, me gustaría volar, o soñar con volar, rozando apenas
con las yemas el horizonte rojizo, inalcanzable, ¡aquí está!
Hace ya 24 años se instaló la
LVI Legislatura (1994-197); el sábado 1 de septiembre se hizo formal la LXIV Legislatura
(2018-2021). Legislatura que recibió el VI y último Informe de Enrique Peña
Nieto (EPN) y la que investirá como presidente de México a Andrés Manuel López Obrador
(AMLO), el próximo 1 de diciembre.
Han pasado ya 24 años; han
transcurrido 7 Legislaturas y un sinnúmero de legisladoras y legisladores:
uninominales y plurinominales.
Hoy quiero hacer un poco de
historia, de memoria, y destacar a una legisladora perteneciente a la LVI
Legislatura; fue diputada plurinominal e hizo un papel más que relevante como
diputada del Partido de la Revolución Democrática. Estoy hablando de Carlota
Botey y Estapé (1943-2011). Funcionaria también con el primer Jefe de Gobierno
de la oposición, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano en la Ciudad de México
(1997-1999); incluso con Rosario Robles Berlanga (interina, 1999-2000, hoy de
lamentable memoria), Andrés Manuel López Obrador (2000-2005), Alejandro Encinas
Rodríguez (interino) y Marcelo Ebrard Casaubón (2006-2012, quien la despidió de
una forma inmerecida e indigna).
Carlota Botey y Estapé (1943-2011).
Me tocó en suerte recopilar y
prologar lo que fueron sus discursos en Tribuna, además de otro tipo de
intervenciones de ese periodo tan importante: 1994-1997.
Que yo sepa nadie ha hecho el
balance de ese lapso de la historia de las Legislaturas en México. Y nadie se
ha detenido, tampoco, a analizar el importante rol que jugó Carlota Botey ante
una mayoría priísta aplastante, 320 legisladores; 73 más de los que tendrá el
Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) en la LXIV Legislatura. A la que
le toca, por cierto, hacer la glosa y crítica del VI y último del gobierno de
Enrique Pela Nieto, como ya lo dije.
Espero que en términos de la
elaboración de Leyes esta Legislatura recién instalada sea, de verdad, un
parteaguas en la historia de México. Al igual que la presidencia, espero. Ese
fue el sentido del voto el pasado 1 de julio. Pero por lo visto el sábado 1 de
septiembre, los argumentos brillaron por su ausencia. De un lado y de otro.
Mientras tanto, conviene
resaltar alguna de las intervenciones de Carlota Botey, como aquella que
enunció el 10 de abril de 1997, en el 78 aniversario de la conmemoración del
asesinato de Emiliano Zapata, en el pleno de la H. Cámara de Diputados.
Su intervención la hizo a
manera de una carta personal dirigida al caudillo del Sur; y que, aparte de la
entrada y despedida, sostuvo en su parte esencial lo siguiente:
“[…]”.
“Al campo, no me lo va a creer
mi general, pero así es, pretenden ponerlo de nuevo en manos de los ricos.
Inventaron unas supuestas asociaciones mercantiles para controlarlo todo:
bosques, aguas, tierras, playas. El deseo de los poderosos es que el campo no
sea de los campesinos, sino del capital. De los dueños del dinero.
“Los vende patrias de ahora,
mi querido general, firmaron dizque un acuerdo comercial, Tratado de Libre
Comercio (TLC), para supuestamente ser más eficientes y más competitivos a
nivel internacional. Como consecuencia de ello, los productores de granos
básicos, de los alimentos para el pueblo, están condenados a desaparecer en un
plazo de quince años. ¿Le parece justo mi general?
“Pero la perversidad de los
neoliberales, en su tiempo se les conocía como <<científicos>> mi
general, llega muy lejos. Y se mide en el abandono financiero del campo; no hay
fertilizantes, ni crédito, ni asistencia técnica, ni comercial. Este abandono,
al parecer tiene la finalidad estratégica de que los campesinos, por hambre,
dejen sus tierras para que el capital se apodere de ellas. Solamente el diablo
puede imaginar tanta maldad, ¿verdad mi general?
“Debido al abandono en que el
Estado tiene al campo, mi general, los campesinos no obstante su gran amor por
la tierra y los recursos naturales, se han visto obligados a abandonar su casas
para ir en la búsqueda del trabajo que no les ofrece su país. ¿Y qué es lo que
encuentran, mi general? Por lo regular rechazo, discriminación y hasta la
muerte.
“Y el Gobierno, en lugar de
defender a los campesinos de ahora, como un tiempo lo hizo con nuestros
abuelos, lo único que ofrece es el finiquito del rezago agrario, que no es otra
cosa que el punto final del acceso a la tierra por parte de los campesinos.
Además del PROCEDE, programa de titulación y principio de la privatización de
la tierra que hoy está en manos del sector social.
“Aunado a todo esto, mi
general, le hago un breve recuento, a manera de muestra, de una parte de los
acontecimiento que confirman que lo que le escribo no es otra cosa que la
verdad, mi querido general.
Así decía esa
carta/intervención parlamentaria, que no pretendía otra cosa que reivindicar a
las y los campesinos de México; a los campesinos del sector social. Y es que
Carlota Botey fue una agrarista de hueso colorado. Y fue desde ahí, desde ese su
agrarismo radical, que siempre intervino en el pleno de la H. Cámara de Diputados
de la LVI Legislatura.
Ahora que las cosas pueden
cambiar, dejo constancia de algo que en su momento el PRD despreció, dejando
que se perdiera todo el trabajo que hizo esta brillante mujer en la LVI
Legislatura, abandonando esta valiosa trinchera que fue la Comisión de la
Reforma Agraria; la que Carlota Botey presidió y desde la que todo el tiempo
reivindicó el sector social del campo mexicano. De ahí el título de sus
intervenciones, Zapata de principio a fin.
Portada de Zapata de principio a fin.
Y es que… la historia de la
LVI Legislatura, que fue tan importante, sigue como una tarea pendiente.
Como sigue pendiente, también,
la reflexión sobre el rol que desempeñó Carlota Botey, congruente como pocas y
pocos legisladores; estoy pensando en las y los legisladores de todos los
partidos, pero sobre todo en los legisladores del PRD. Lamentablemente.
Que conste, esto que hoy les presento
sobre la LVI Legislatura y en especial sobre Carlota Botey, es apenas un
pequeño apunte de una historia pendiente y que para mí sigue siendo un
compromiso que espero pronto tramitar.
P. D. De VI Informes
Como presidenta de la Comisión
de la Reforma Agraria, Carlota Botey asumió su papel con enorme relevancia y
dignidad. En la glosa del VI y último Informe del repudiado Carlos Salinas de
Gortari, de infausta memoria, hizo un desglose crítico, como pocos; y en su
respectiva intervención sostuvo:
“El 27 de noviembre de 1991,
como respuesta a la convocatoria de un debate que no lo fue, sino simple
monólogo sobre el Artículo 27, desde esta misma tribuna intervine para advertir
sobre los peligros de modificar la legislación agraria postrevolucionaria que
estableció un pacto social entre el Estado mexicano y los campesinos de este
país.
“Señalé entonces que las
reformas al Artículo 27 Constitucional que ponían fin al reparto agrario y
privatizaban el ejido y las tierras comunales, iban a provocar una situación de
inestabilidad y de violencia social. Hoy, dos años después, los hechos,
lamentablemente, nos ha empezado a dar la razón en Chiapas, en donde ha surgido
un levantamiento indígena y campesino que explícitamente repudia las reformas
salinistas al Artículo 27 Constitucional”.[ii]
Carlota Botey abría esa su
intervención, que se dio el 5 de noviembre de 1994 en el pleno de la H. Cámara
de Diputados así:
“Según dice James Joyce,
existe un soñado país donde todos mienten más de lo que hablan. Naturalmente
que el famoso escritor irlandés no se refería a México, ni mucho menos a sus
informes presidenciales. Y porque James Joyce no se refirió a México y a sus
informes presidenciales, yo, Carlota Botey, me veo obligada a venir aquí, ante
los representantes del pueblo mexicano para hablar y no mentir”.[iii]
Conviene, pues, que regresemos
a esas intervenciones parlamentarias cuando, hoy, la retórica de Enrique Peña
Nieto (EPN) ha alcanzado dimensiones inauditas de incredulidad absoluta, esto
con su: “dejo un país mejor del que recibí hace 6 años” (La Jornada, 04/08/2018).
Así las cosas.
Ojalá que las y los
legisladores de la LXIV Legislatura pertenecientes a MORENA (Movimiento de
Regeneración Nacional) sepan estar a la altura de los tiempos; pues tienen
historia de la cual echar mano.
[i]
Botey, Carlota, Zapata de principio a
fin. Intervenciones parlamentarias, discursos y conferencias, H. Cámara de
Diputados/LVI Legislatura, México, 1997 (p. 122).