J.
Ignacio Mancilla*
“[…] puro miedo y sombra dominan sobre el mundo
y faltan cuerpos que den aliento al mundo,
sol al mundo,
agua a los desiertos […]”
Max Rojas, Cuerpos.
Descubrí tarde, no sé si demasiado, a Max Rojas. Excelente
poeta nacido en la Ciudad de México y fallecido en ese mismo espacio urbano al
que, otro poeta (Efraín Huerta, 1914-1982), le hiciera sus famosas declaraciones
de amor y odio.
Y… sucede que en los ochenta, Rojas escribió El turno del aullante y Ser en la sombra, libros de poesía que
lo convirtieron, ahora lo sé, en un escritor de culto. Pero… dejó de publicar
durante 30 años y… después de ese silencio, regresó con un poema monumental (inconcluso
e inédito en su mayor parte) intitulado Cuerpos.
Portada de Cuerpos. |
Enorme en tanto poetiza la vida toda y también la muerte y
también las cosas con las que nos las habemos en tanto cuerpos vivos; pero
también como cuerpos muertos, que no dan el ancho con respecto a los ideales
pero que, mal que bien, nos avenimos, en tanto vivimos y en tanto morimos, a
esos cuerpos perfectos e imperfectos. Las dos cosas a la vez.
Sí, Cuerpos,
publicado en 2011 por CONACULTA, es de dimensiones impactantes (651 páginas);
pero no solamente eso. Al parecer Max dejó, en la memoria de una de las
personas cercanas a él (Sofía Rodríguez Fernández), de que Cuerpos implicaba, más
o menos, una escritura de 3 mil cuartillas; es decir, Rojas proyectó Cuerpos como un poema (inacabable) de 25
apartados (el volumen aquí referido abarca, apenas, 6 de esos apartados) y 4
volúmenes, que todo parece indicar dejó inéditos, como inacabada queda nuestra vida cuando (nos)
adviene la muerte. Ella sí, todo el tiempo, en ediciones terminadas y completas, sin
necesidad de revisión ni nada que se le parezca.
Cuerpos es,
por tanto, ¿el más grande poema que se haya escrito? No lo sé, pero de lo que
sí puedo dar cuenta, es de la gran capacidad poética de Max Rojas en tanto
poeta de la vida y de la muerte; en cuanto poeta de los cuerpos.
De modo que leer y disfrutar de Cuerpos es una experiencia a la que no solamente tienen que acceder
las y los amantes de la poesía sino, también, las y los que no la quieren
tanto.
Inicio de Cuerpos. |
No puedo dar cuenta, en este pequeño texto, de tan inmenso
poema. Sobre todo si desconozco la mayor parte de él, ¿cómo conseguir las partes
inéditas? No lo sé. No obstante esto, nada me ha impedido disfrutar, leyendo y
releyendo, Cuerpos; gozar su estilo,
su forma y contenido, en tanto ese gran poema poetiza la vida toda, pero
también, como ya lo dije, poetiza la muerte toda y el mundo todo con todas y
sus grandes y pequeñas cosas; que es
ahí, en el mundo de lo cósico, donde transcurre nuestro vivir y morir en cuanto…
cuerpos.
¿Cómo empieza, en sus primeras líneas esta proeza de poema?
Simplemente así, ¿simplemente?; y no en la entrada sino en
su primera parte: Memoria de los cuerpos (Cuerpo uno):
“Cuerpos
hay que abolir el tiempo,
regresar
a la esfera.
Sólo el
círculo salva
y no hay
sino la urdimbre fantasmal
de los
regresos y los viajes, las huidas.
Se
huye.
Uno se
vuelve sombra fatigada y se disloca,
se
cuartea la huesumbre,
el alma
se acongoja y se pierde su condición de almario
donde las
penas y el amor que se extravió hace mucho
custodian
su vigilia permanente a la espera del sueño,
del
regreso corpóreo de lo ido.
Sombra ya
como caída y yerta, […]” (p. 21).
Y, ¿cómo cierra?; digo, cerrar es un decir, tan inmenso
poema; pues nada menos, pero nada más que así:
“[…]
“cuerpos
que son, de cualquier modo, un júbilo terreno,
pleno
gozo o plena libertad a lo volátil,
a
lo eterno,
la
sensación de ser lluvia o neblina,
la certeza
de ser, siempre, cuerpo entero,
uno,
indivisible,
solo, pero húmedo,
pero tibio,
pero
lleno,
bello,
pero extraño, entre lo abstracto y lo concreto,
forma
y fondo ajenos, pero cerca,
forma y
fondo míos, pero lejos
pero eternos […] (p. 651)”.
Así pues, vaya este escrito breve, en aras de la memoria de
quien vivió y se desvivió (es decir murió) poéticamente.
Lo que es ya mucho sentir y decir, de la forma más plena, plenamente.
*J. Ignacio Mancilla.
[Ateo, lector apasionado,
militante de izquierda (casi solitario).
Lacaniano por convicción
y miembro activo de Intempestivas,
Revista de Filosofía y Cultura.]
[i] En
junio pasado, Max Rojas hubiera cumplido 78 años y en abril pasado cumplió, ya,
3 años de fallecido. Este texto es un pequeño pero sincero homenaje a tan
importante poeta, cuya obra Cuerpos
me ha deslumbrado, pues pocos textos me han enseñado tanto sobre este tema tan
complejo y a la vez tan simple: el del cuerpo.
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