Metamorfoseándose
para saltar, por su presa; o, cómo mutarse (mejor) para seguir
viviendo de los (presu)puesto(s) públicos
J.
Ignacio Mancilla*
“¿Qué
condición es más miserable
que
la de vivir así, no poseyendo
nada
propio y dependiendo de
otro
su bienestar, su libertad,
su
cuerpo y su vida?”
Etienne
de la Boetie. Discurso
de la servidumbre voluntaria.
Como
dijera un personaje de una de las más grandes películas de la
historia del cine, estoy hablando de Érase
una vez en América
(Once Upon a
Time in America,
1984), de Sergio Leone, “la vida es más chistosa que la mierda”.
Por qué lo digo, se preguntará el lector o lectora de este Blog.
Les cuento la historia de una carta singular, al lado de otras
misivas.
Como
profesor de asignatura, me fue entregada una peculiar
correspondencia, fechada el 15 de marzo del presente año y firmada,
todavía, por el entonces rector general, maestro Itzcóatl Tanatiuh
Bravo Padilla; una misiva por supuesto no solicitada que me
sorprendió en tanto el mismo personaje nunca respondió a un escrito
público en el que, un servidor, cuestionaba algunas cosas de suma
importancia durante su gestión.
Intentaré,
en la medida de lo posible, no alargar mucho este texto, para lo que
sintetizaré lo más que pueda esta historia sui
generis.
El
mensaje del ahora exrector es de casi dos cuartillas, de modo que
una respuesta prolija, como se merece es imposible, en este espacio;
no obstante ello, diré algunas cosas.
Son
tres los párrafos sobre los que diré algo, pero considerando toda
la carta, además de su gestión.
El
primero, el de entrada, dice:
“Por
este medio, me permito comunicarle que el pasado 28 de febrero –a
un mes de la rendición del Informe de Actividades 2017, que da
cuenta de cinco años de trabajo-, presenté ante el Consejo General
Universitario la solicitud para separarme del cargo de Rector General
de la Universidad de Guadalajara, petición que fue aprobada y tendrá
vigencia a partir del próximo viernes 16 de marzo”.
Es
decir, la comunicación la hace exactamente un día antes de “irse”
a atender sus intereses políticos, los que puso por encima de lo que
en otro de los incisos, el segundo de los que aquí analizaré,
sostiene:
“Mi
compromiso es contribuir al fortalecimiento de la educación, la
ciencia y la tecnología, y otros ámbitos de desarrollo que requiere
el país, así como continuar apoyando a la Universidad de
Guadalajara”.
Según
él, así lo afirma en la segunda frase:
“Durante
estos cinco años, la Universidad ha ampliado y mejorado la
infraestructura académica y de servicios; no se han abatido todos
los rezagos, pero se avanza en esa dirección. Además, se ha
favorecido la promoción y el desarrollo del personal académico y
administrativo. De igual manera, la institución cuenta con
equilibrio presupuestal y finanzas sanas”.
¿En
verdad son las cosas así?
Lamento
mucho tener que disentir, pero…
Es
aquí donde acudiré a la memoria y la historia de misivas no respondidas; mientras que, por otro lado, se nos entregan cartas no
solicitadas, lo que aparece, por decir lo menos, cínico; pero no en
su acepción antigua sino en la moderna, tal y como lo puso en claro
Peter Sloterdijk en su excelente libro Crítica
de la razón cínica
(1983).
¿En
qué se ha favorecido la “promoción” y “desarrollo” de las y
los profesores?
¿En
particular las y los de asignatura?
Lo
sostenido por el ahora exrector es pura retórica (Flatus
vocis decían
los medievales); los números lo desmienten (en otro momento haremos
un análisis considerando las estadísticas, para mostrar las
mentiras del ahora exrector). Lo que motivó en un momento muy
específico me dirigiera a él, en tanto Rector General, fue la
pretendida medida de dejarnos sin el pago de las vacaciones a las
profesoras y profesores de asignatura. Cosa que se evitó por la
Carta aquí aludida y también por cierta movilización que se hizo
en contra de semejante medida.
Nunca
dio la cara en cuanto a responder a los cuestionamientos que le hice,
no obstante que estaba, relativamente, obligado por el cargo mismo
que ocupaba. Y lo malo que sus subalternos, émulos al fin, aparte de
uno que otro mulo (y mula también, lamentablemente), se ampararon en
dicha actitud para tampoco responder cuando les interpelé, entre
otra cosas porque se me sugirió que dejara de dar clases, en el
Departamento de Historia, particularmente en la Licenciatura de
Antropología, por mi pertenencia y militancia al Colectivo de
Reflexión Universitaria (CRU).
Esto
mientras ellos hacen política partidaria abierta y usan los recursos
públicos para beneficiarse en todo momento y proseguir en la
persecución de intereses personales, pero disfrazarlos,
sofísticamente, bajo el manto de los asuntos generales.
¿Si
ganaran lo mismo que las y los maestros de asignatura también lo
harían?
Me
quedan muchas dudas al respecto.
Pero
lo que sí es bastante claro es que Tonatiuh Bravo Padilla, si llega
al puesto político al que aspira, y aunque no llegue, seguirá
ganando un enorme salario, a diferencia del más del 50 por ciento de
las y los maestros de asignatura que somos los que, de manera
cotidiana, hacemos funcionar a la Universidad de Guadalajara en una
de sus funciones sustantivas, la de la enseñanza; y que, desde esa
perspectiva, nada tenemos que ver con la Universidad de los negocios
y las transas de que tanto se han beneficiado los del grupo que lo
catapulta a la búsqueda de puestos políticos, antes, muy antes (ver
la foto del cheque) al amparo del Partido Revolucionario
Institucional (PRI), aunque todavía; después al Partido de la
Revolución Democrática (PRD), y ahora bajo el cobijo de Movimiento
Ciudadano (MC).
Pero,
¡claro que no tendríamos por qué extrañarnos!, si su mentor ahora
apuesta, descaradamente, por la derecha más recalcitrante; de la
que, siempre, aparentemente, repudió y ante la que ahora, utilizando
todo lo que la infraestructura de la Universidad le ha proporcionado,
se pone a su servicio bajo la férula de un personaje como Ricardo
Anaya.
¡Qué
cosas!
Por
mi parte seguiré, como muchas y muchos en la Universidad de
Guadalajara, en el trabajo cotidiano de dar clases semestre y
contrato tras contrato (siempre temporales) y ganando una miseria,
pero muriéndome en la raya por dignificar una tarea, la docente, que
insisto, es una de las de mayor importancia dentro del quehacer
cotidiano de nuestra Alma Mater. Cosa que dejan de lado las
autoridades actuales, ello no obstante su sofística.
¡Allá
ellos!
P.
D. 1.
Conjuntamente
con la carta, nos fue entregado un Código de ética de una pobreza
extrema; los diez mandamientos siguen siendo más concretos, a pesar
de su ya larga historia y su relativo desuso. En otra ocasión
también haré un análisis crítico de dicho panfletito que en nada
obliga, mucho menos a las autoridades. Ahí están los “acosos”,
ya documentados por la prensa, como muestra. Y se necesita ser muy
cínico para hacer uso de uno de los principales valores, el de la
democracia (Capítulo II, Los principios y valores universitarios,
Artículo 4).
P.
D. 2.
Las
cartas referidas fueron publicadas en este Blog, con las siguientes
fechas: viernes 15 de mayo de 2015; martes 6 de septiembre de 2016 y
lunes 15 de mayo de 2017. Hubo una primera carta publicada en El
Correo Ilustrado de la desaparecida Jornada Jalisco, si mal no
recuerdo, el 18 de agosto de 2014. Lo consigno para todas y todos los
interesados que quieran tener claros los contextos que obligaron a
esta respuesta.
P.
D. 3.
No
cabe duda que es más que indispensable una auténtica reforma
educativa, a todos los niveles, y en una reforma universitaria; de
ahí que haga mío el Manifiesto publicado por el Colectivo de
Reflexión Universitaria (CRU) con motivo del Día del Maestro, el
pasado 15 de mayo. Fue también una de las razones de no haber
publicado esta carta en fecha tan emblemática para mí; por lo que
decidí publicarlo en vísperas del Día del estudiante, que contra
la desmemoria, recuerda la lucha de las y los estudiantes mexicanos
por la autonomía.