domingo, 28 de octubre de 2018

Una trilogía más que impactante




Exactamente dentro de un mes, el próximo miércoles 28 de noviembre, a las 12:30 horas, estará entre nosotros António Lobo Antunes, el escritor portugués, creador de una de las narrativas contemporáneas más importantes. Esto en el contexto de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, que este año está dedicada a Portugal. En el auditorio Silvano Barba del Centro Universitario de Ciencias Sociales y de Humanidades (CUCSH) de nuestra Universidad de Guadalajara. Va, a un mes antes de su presencia y a manera de invitación a su lectura, el siguiente texto.


Una trilogía más que impactante: Tratado de las pasiones del alma (1990/1995), El orden natural de las cosas (1992/1996) y La muerte de Carlos Gardel (1994/1997), de António Lobo Antunes

J. Ignacio Mancilla*




La familia del Juez de Instrucción
vivía al otro lado de la plaza de
la feria (que visitada años después
era mucho más pequeña de lo
que de niño le parecía) […]”.

El comienzo de Tratado de las pasiones del alma.

“[…] Jorge que si estuviese vivo diría,
negándose a saludarte, molesto
por tus varices, tus chancletas,
tus errores de gramática, Claro
 que tenías que casarte con una
cocinera, era de esperar, felizmente
 que madre ya no está aquí para
asistir a una vergüenza semejante […]”

A la mitad de la narrativa de El orden natural de las cosas.

“[…] y comprendí lo que hasta entonces
no había sido capaz de entender,
incluso desde fuera del Jardín Zoológico,
a pesar de los dolores, de los mareos,
del peso en  las piernas y de la sensación
de desmayo, lo vi, a través de las rejas,
empujar con los brazos extendidos,
hacia atrás y hacia adelante,
un columpio vació”.

Final de La Muerte de Carlos Gardel.



Imposible dar cuenta, en pocas líneas, de esta inmensa trilogía de la literatura contemporánea, más que impactante. Sin embargo va, sabiendo de antemano que quedarán muchas cosas fuera de este apretado texto; que escribo más que nada como una sugerencia ,y una invitación a que se animen a leer la singular narrativa de António Lobo Antunes, nada fácil, antes bien muy difícil. Pero, ¿por qué la literatura tendría que ser fácil? La narrativa de Lobo Antunes nos dice mucho de la complejidad de la vida humana, su alma y sus recovecos. Todo el tiempo tocada por la muerte, como lo sabemos bien, todas sus lectoras y lectores.

Esta trilogía, publicada a lo largo de 5 años, traducida y editada por Editorial Siruela, nos ofrece, en un desquiciante estilo de voces múltiples, en vértigo, que se comunican e incomunican entre sí, el carácter aporético de la vida de  los sujetos modernos. Nada más, pero nada menos.


Foto de la trilogía de António Lobo Antunes, tal y como hice la lectura la primera vez.


En el primer texto de la trilogía, Tratado de las pasiones del alma, el odio y el amor hacen su aparición a través de los dos personajes principales: el Juez y el Terrorista, viejos conocidos desde la infancia y que, ya como adultos, se confrontan legalmente; careo inusitado que toma el complejo camino de los resentimientos, de clase y no. Y, por tanto, también como enfrentamiento desde lo político e ideológico. Y sin ningún tipo de miramientos… con todo el encarnizamiento posible, llevado a su violencia extrema, que les viene desde el amor/odio de la infancia marcada, profundamente, por las diferencias de clase.

En la segunda novela, El orden natural de las cosas, la vida y sus enfermedades, corporales y del alma, hacen acto de presencia mediante una narrativa casi alucinante y muy angustiante en la que, como en un coro polifónico, las voces aunque se juntan, no se confunden; antes bien nos cuentan del entreveramiento de los sujetos ahí en sus dimensiones más vitales, pero más mortales también. Para mal y para bien. Dándosenos cuenta, así, de la grandeza y la pobreza, las dos cosas a la vez, en las que transcurre toda la vida humana. Como un caleidoscopio vital y mortal en el que, como sujetos, nos vemos proyectados en los momentos más grandes y más miserables de nuestras vidas. Tanto desde la perspectiva psíquica como corporal. ¡Ay, la vida humana! 

Las última entrega, La muerte de Carlos Gardel, en una especie de explosión de ese estilo de  escritura dislocante, pero bella, incluso estetizante, nos confronta ante los sujetos en vilo que viven y se desviven en esa imposibilidad de la vida humana misma, en tanto condenada a vivir y morir, siempre; sin redención y en agonía perpetua. Eterna y profanamente. En lo que es, todo el tiempo, la vida humana que, como decía Nietzsche, es demasiado humana. Así, de manera magistral, Lobo Antunes cierra su trilogía dedicada a la muerte tan inhumana, pero demasiado humana, al final de cuentas. Así nada más.

Breve aclaración. Me topé con António Lobo Antunes por pura casualidad, como lo he hecho con no pocos de los autores que más me gustan y que más han influido en mi manera de pensar y no sé si en mi forma de escribir. La primera novela que leí fue El orden natural de la cosas, y no lo hice ni al primer ni al segundo intento y  ni siquiera al tercero; con mucho trabajo a la hora de su comprensión. Inmediatamente me percaté que dicha novela era parte de una trilogía y me di a la tarea de leerla y releerla completa y ya en el orden establecido. Con todas sus dificultades de por medio. Que no son pocas, porque la narrativa de Lobo Antunes nos toca muy de cerca el alma, a cada momento y nos hace cimbrar, todo el tiempo, el cuerpo entero y toda el alma.

He releído una y otra vez estas novelas, al igual que otras del autor lusitano que me fascina; no sin inquietudes y angustias profundas, movilizadas por sus letras y estilo que, como escalpelo, no solamente nos abre el cuerpo sino que nos raja el alma, en una especie de autopsia de nuestra subjetividad, quedando ésta descarnada y exhibida, sin importar que es de los otros y no de nosotros sobre los que se escribe y se habla. Pero…

… Al fin de cuentas, también sobre nosotros se cuenta el cuento.


Foto de la trilogía tal y como fue publicada, orden que hice en mi relectura, aunque también la he releído de modos distintos.


He aquí el gran valor de la literatura más que actual de António Lobo Antunes, que es como un espejo de la vida, pero también de la muerte.

Sea dicho esto en un tiempo en que se imponen, en el mercado, las narrativas fáciles y de autoayuda, sin ninguna trascendencia más que la de la ganancia y el sosiego narcisista de las y los lectores que buscan una literatura para tranquilizar sus conciencias.

La literatura de António Lobo Antunes es otra cosa, algo radicalmente distinto.

Una experiencia a la que el lector y la lectora de nuestro tiempo tiene que enfrentarse, realmente, si su preguntar(se) tiene que ver con su (nuestra) condición humana. La única que tenemos, hasta nuevo aviso. Esto en un mundo cada vez más inhumano.           


*J. Ignacio Mancilla.

[Ateo, lector apasionado, 
militante de izquierda (casi solitario).
Lacaniano por convicción
y miembro activo de Intempestivas,
Revista de Filosofía y Cultura.]
        







martes, 23 de octubre de 2018

Apuntes sobre nosotras (3/8): septiembre



Para Vod [2010 - 2018],

una serie de ocho notas, una por cada año de compañía


Hay un pequeño calendario sobre mi escritorio que me indicaba tareas pendientes, el día de la semana y el mes. Cada noche, antes de dormir, tomé la costumbre de arrancar la hoja y así actualizar el día.

Hoy marca 24 de septiembre, la fecha de tu muerte; volteo sin reflexionar y me la encuentro nuevamente. No quiero arrancar la hoja, no puedo, es el último reducto de tiempo donde aún vives. Si no arranco la hoja, me digo, ahí está el día donde sigues aquí, ahí está la mañana irremediable y el remedio es no arrancar la pequeña hoja. 

¿Si no hubiera más días por delante?

Del bucle que te hablé en sueños es del que me sostengo cuando en horas de absoluta desesperación mi mente confundida, quebrada, cree que solo se trata de voltear para encontrarte junto a mí. No estás, están tus cosas, tu collar, tu platito color plata, el tapete donde te acostabas a dormir, están también las ganas de verte, solo una vez más, ¿cómo es que nos separamos tantos meses? ¿Cuántos fueron? ¿Me extrañaste? Debí llevar la cuenta, se me escapa el recuerdo del día en que subiste a la camioneta y te acomodaste en tus cojines morados, ¿son lilas? No quiero recuperar ese pedazo de memoria del fango insondable, terrible vida que me pide resignación, ¿dónde se encuentra? 

Es un mes ya del 24 de septiembre, no estás, sigo sin cambiar la hoja, el calendario resiste, ahí estás, en un área de 13 x 10 centímetros, ahí se anida nuestro bucle, uno de tantos, aguanta estoicamente los lamentos que he vertido, ahí está tu corte de pelo pospuesto, ahí está tu suéter, ahí estoy, acariciándote, ahí estamos juntas atravesando la Escandón, ahí volteas a verme, sobre todo eso, ahí volteas a verme, ahí no ha acaecido la noche, casi madrugada, donde llegué muy tarde, donde ya eras un despojo, donde tus ojos abiertos, vacíos, no miraban ya nada, intenté cerrarlos, varias veces. Fallé, incluso en eso.

La mañana del 25 de septiembre mientras te envolvía en la cobijita que cubriría tu cuerpo quedé frente a tus ojos, esos que ya no eran tus ojos. Debí voltearme, evitar mirar hacia tu muerte, ella me desafiaba a observarla, sucumbí...

He vuelto al 24 de septiembre, ahí estás, aún no se acaba el día, el calendario lo marca y le creo. Lo dejo, lo sostengo, lo miro de reojo. Una vez casi arranco la hoja, porque ¡ahí no está!, gritaba una voz horrible, ignorando que sí estás, que todavía es 24 de septiembre, estos apuntes lo confirman, eres presente continuo, te acaricio cada 24 hasta un infinito de luces y de pasto muy verde, casi esmeralda, ahí se mete el sol pero no se acaba el día, regresa el mismo 24 apenas unos segundos después... ¡aquí está!, otro 24 de septiembre, y todos los que nos faltan juntas. Me miras. No me canso de mirarte...





Inés M. Michel.
@inesmmichel
I: inmichel

Ciudad de México, 24 de septiembre (∞).

 *[Atea, vegana, feminista,
lectora irredenta,
a la espera del apocalipsis zombi
que dará sentido a mi existencia.]






martes, 16 de octubre de 2018

Carta abierta a Jorge Vergara




J. Ignacio Mancilla*



Guadalajara Jalisco, a 16 de octubre de 2018.


Carta abierta a Jorge Vergara, dueño de Las Chivas:


“[…] el Campeonato Mundial de Futbol

se ha convertido en una vitrina para los

altos fichajes de jugadores. Lejos está

el goleador tapatío Chava Reyes, que

jugara por su novia, por su club y su

país con gran pasión y entrega”.



Alonso Murguía (historiador). Entrevistado por

Armando Ponce, para la revista Proceso.


Hace tiempo que me da vueltas esta carta, pero era indispensable que conociera mejor la historia del equipo de futbol más popular de México, para poder escribirla; cosa que ha sido posible gracias al excelente libro de Luis Carlos Vázquez Vidrio: La fascinación colectiva por las chivas del Guadalajara (Círculo Psicoanalítico Mexicano, A. C./Ediciones del Lirio, México, 2015).

Ya no puedo aplazarla más, sobre todo considerando la forma tan desaseada, por decir lo menos, en la que se dio la salida de Matías Almeyda, a quien ya le había dirigido un misiva antes, con motivo del último campeonato ganado por las chivas; antes de su importante triunfo de la Concachampions, título que obtuvo derrotando  al equipo de Toronto de  Canadá (de la MLS), cosa que no pudieron hacer ni las águilas del América ni los tigres de la UANL, tan poderosos económicamente y deportivamente, se supone.

Portada.

Lo primero que me gustaría decirle, a diferencia de lo que le escribí a Matías Almeyda, es que en lo absoluto me interesa conocerlo (¡vivimos en mundos tan distintos!); entre otras cosas por su incapacidad de dar la cara ante las cada vez más extrañas medidas administrativas y dinerarias (no por ello menos políticas) sobre su equipo; del cual es uno de los dueños, es cierto, pero… Si conoce la historia de chivas, debe saber que aunque sea dueño, no puede hacer con las chivas lo que le plazca, pues ese nombre y ese equipo van más allá de una mera cuestión de intereses administrativos y de (su) capital.   

Ese nombre es, ya, historia; pero no historia muerta, sino viva. Y es en nombre de ella que le escribo, para manifestarle mi malestar por lo que ha hecho recientemente con el equipo, que es lamentable, desde muchos puntos de vista. Y conste que hablo como aficionado, nada más.

Y ahora sucede que, no contento con eso, ya de por sí reprochable, parece que le anda (o le andan: ¿eres tú José Luis Higuera?) haciendo grilla a Matías Almeyda para obstaculizarle su posible llegada a la selección nacional en calidad de su director técnico. Pero todavía más, que “El Pelado” ha sido proscrito, a la manera rusa, de la historia reciente de chivas. Eso sí que es ser desagradecido, por decir lo menos.

¿Por ser uno de los dueños de las chivas (el principal) cree que tiene derecho de hacer lo que hace?

En fin. Hagamos un poco de historia, para lo que seguiré, en la medida de lo posible, el libro de Luis Carlos Vázquez Vidrio ya referido. Me restringiré a dos puntos.

Contraportada.

El primero que tiene que ver con un  mito, el de que las chivas es el equipo de “puros mexicanos”.

El segundo que implica la manera poco clara en cómo usted llegó a ser dueño del campeonísimo. Y todo lo que ha hecho mal, deportivamente hablando, y últimamente, todo así parece indicarlo, hasta desde la perspectiva de la que usted se supone es un experto: la de los negocios. ¡Qué desastre han sido las chivas en cuanto al asunto del dinero y sus deudas, sobre todo con sus propios jugadores! (¡Y ahora sucede que el empleado, Almeyda, le prestó al patrón, según declara Higuera! ¡Qué cosas! Me recuerda cuando nosotros, los empleados, por medio del sindicato, también le prestamos al patrón, la Universidad de Guadalajara). 

Es una pena que los jugadores no tengan conciencia de “clase” y se sientan, por ganar lo que ganan, “ajenos” a su propio gremio, cuando son ellos mismos los que generan las grandes ganancias del capital, con sus cuerpos y “destrezas técnicas”. Sí, las ganancias del mismo capital que los trata, en su momento, como desechos, como a todos los trabajadores. ¡Cuántos ejemplos no hay de esto en la historia!   

¿Qué pasará con las chivas, como el equipo de fútbol más popular de México?

Vayamos, pues, al mito.  

Se dice que la grandeza de chivas radica en que es un equipo que juega y ha jugado con puros mexicanos. Pero vayamos a la historia de su fundación.

El origen de las chivas tiene que ver con un extranjero, Edgar Everaert, quien fundó el equipo Unión; personaje reconocido incluso por la institución, según constató Luis Carlos Vázquez Vidrio, el autor del libro que me sirve de guía. Y no solamente eso, sino que la historia toda de chivas está cargada de un serie de vicisitudes no exentas de la participación de no pocos extranjeros.

De modo que la pureza “mexicana” de chivas es un mero ideal y un mito fundador.

Toda esta historia es la que cuenta Luis Carlos Vázquez, a partir de algunos textos y, sobre todo, no pocas entrevistas con algunos de los personajes más históricos de chivas, como es el caso de Jaime “El Tubo” Gómez; el mítico portero del campeonísimo.

El "Tubo" Gómez leyendo (fotografía incluida en el libro citado).

De ahí que su libro contenga información muy valiosa, de primera mano, sobre la singular historia de las chivas y nos devele, incluso, algunas partes oscuras de su historia que poco se conocen.

En medio de todo esto, lo que queda claro es la dimensión ideológica del mito fundacional que todavía sigue teniendo efectos en la historia de las chivas y que nos lleva a entender mejor, por ejemplo, lo que hoy ocurre en este popular club de fútbol; incluso el abandono de lo deportivo en aras de la maximización de las ganancias y la mercantilización del “ser” mismo de las chivas. Cosa que opera en todo el fútbol mexicano (y también mundial). Lo que ha llevado, según nuestra lectura, a la catástrofe futbolística, al tiempo que la marca chivas, ya no el equipo de fútbol, es de las instituciones deportivas mejor valuadas en el ranking internacional. ¡Es el equipo nacional de mayor valía dineraria, aunque ya no deportiva!

Bien, pero ahora vamos a la otra cara de la historia de chivas. ¿Cómo se hizo usted, uno de los actuales dueños de la posesión de ese histórico equipo? El más importante, un tiempo, pero ¿ahora ya no?

También en este punto hay algo de cierta oscuridad.

Algo en lo que ya no ahonda Luis Carlos Vázquez Vidrio, pero sí alcanza a decir algunas cosas, sobre todo en el último capítulo de ese formidable libro, que tiene su origen en la tesis de Maestría que presentó, con la peculiaridad de ofrecernos una muy inteligente lectura del fenómeno de las chivas; utilizando el psicoanálisis como una herramienta hermenéutica para la mejor comprensión de tan abigarrada historia deportiva que va más allá de lo meramente futbolístico.

Sobre este aspecto, escribe Luis Carlos:

“Manuel Morán, uno de los 41 asociados que en principio se rehusaron a vender su certificado de aportación de la Asociación Civil, ofrece su versión escrita de los hechos que derivaron en la compra del Club Deportivo Guadalajara por parte del empresario Jorge Vergara. De esta versión nos interesan en particular los antecedentes que Morán especifica para lo que desembocaría en lo que llama <<despojo ‘venta’>> del Guadalajara a Jorge Vergara; previo un periodo de renta del equipo de futbol a la Promotora Deportiva Guadalajara” (p. 122).

Toda esta historia ha salido a flote en la crisis que ya desde hace rato viene arrastrando la institución de las chivas y en la que no dejan de verse, a pesar de las maniobras, los intereses de poder y de dinero, que han afectado en primer lugar a los jugadores de las chivas, luego a su último y más exitoso entrenador, Matías Almeyda; y, finalmente, a las y los millones de aficionados que, como un servidor, no terminan de entender lo que está ocurriendo en esa histórica institución que lleva uno de los nombres más representativos no solamente del futbol mexicano sino, en los hechos (muy complejos, sí, habría que hacer muchas mediaciones, pero…), la historia toda de Jalisco y también de México.

Esta parte de la historia de las chivas es tan compleja como la historia del futbol nacional; la pretensión aquí no es agotar ni la una ni la otra, pero sí advertir, ello a partir de la detallada investigación de Luis Carlos, sobre la poca pericia que va más allá de lo meramente futbolístico, cuando se quiere, en un contexto social por demás entendible (el de la globalización), reducir toda esta historia, precisamente, a lo que uno de los más icónicos nombres propios de la institución, me refiero a Salvador Martínez Garza, dijo:

“Nuestro deseo es manejar al equipo como empresa”.

¿Puede reducirse la historia, el equipo y el nombre de chivas a la sola lógica de la empresa y las ganancias?

Página con fotografías históricas de Chivas (libro citado).

Para mí, este es el verdadero dilema de la historia de chivas. Sobre todo si se pretende, en los tiempos actuales, no solamente preservar el historial del campeonísimo, sino, sobre todo, si se desea catapultar al equipo a que escriba, ahora, en estos tiempos, otra gran historia de campeón. Cosa que Matías Almeyda prometía con creces, pero cuando se privilegia el dinero por encima de todo (esa es y seguirá siendo la lógica empresarial), inclusive por encima del futbol, se termina en lo que chivas está siendo: un mal equipo de futbol, para vergüenza de su pasado, cosa que puede devenir, con el tiempo, hasta en un mal negocio.

¿Es desde esta lógica que son entendibles tantas concesiones, que rayan en lo absurdo, a la empresa archirrival, TELEVISA, la dueña del América?

¿Podría querer el actual dirigente de la Federación Mexicana de Fútbol, cuyo origen está en TELEVISA, que el entrenador de la selección mexicana fuera un ex-entrenador de las Chivas? ¿Le creemos a Guillermo Cantú cuando nos dice que Almeyda no está vetado como posible técnico de la selección mexicana?    

Es un decir, pues harto coraje da con las narraciones siempre parciales, todo el tiempo, a favor de su equipo, el América, de los locutores que comentan los juegos del Guadalajara. Siempre es notorio quién les paga y de dónde vienen los cheques de sus emolumentos.

La verdad da pena su recalcitrante espíritu antichivas, que todo el tiempo presumen, sin el menor recato y atentando contra la mínima objetividad narrativa.

Y conste que podría pensarse que esto no tiene ninguna importancia, pero la tiene.

Pero ya para ir cerrando esta carta, que no quiero que se alargue demasiado (y ya se extendió más de lo que pretendía), quiero detenerme en todo lo que ahora acontece: la pretensión de que regrese Osvaldo Alanís. ¿Y todo el “mal juego” que montaron con él? ¿Y todo el tema de los premios no pagados a tiempo que hizo que Matías Almeyda diera su apoyo  los jugadores? ¿Es por eso que lo castigan? ¿Con el famoso “pacto de caballeros” que es más bien de… canallas? Incluso cuando se trata de los jugadores y hasta de “dobles contratos” (ver: La Jornada de hoy).

Todo parece estar salpicado de la mayor suciedad, aunque no se hable de ella. Todo parece reducirse a cuestiones de poder y de dinero y ya no de fútbol, a pesar de que son las piernas de los futbolistas las que generan las ganancias millonarias de las que viven, y bastante bien, todos los hombres de pantalones largos de ese gran negocio llamado futbol mexicano. ¡Qué pena! (al respecto ver la excelente entrevista que concedió Diego Armando Maradona a La última palabra (LUP), el 12 de octubre; en particular cuando a petición del propio “Pelusa” se le inquiere sobre si debe ser director de la selección mexicana. Ahí se atreve a hablar lo que muchos acá callan).         

Una última cuestión. Contra los mal pensados que creen que la inteligencia no puede ir al lado de la pasión futbolera. El libro de Luis Carlos Vázquez Vidrio es el más claro desmentido a dicho prejuicio. Estamos ante un libro de una gran calidad, escrito con la mejor de las inteligencias, producto de una investigación meticulosa, que innova en cuanto a ofrecernos una lectura muy otra del futbol, utilizando el psicoanálisis como una herramienta hermenéutica que logra dilucidar, ¡y de qué manera!, una de las historias más, más emblemáticas de Guadalajara y de todo Jalisco: la de las chivas en tanto el único campeonísimo de México.

¡Ahí está su impactante historia!

Otra cosa son el América y los tigres de la Universidad Autónoma de Nuevo león (UANL)! ¡Aunque les duela! ¡No importa que sean los equipos con los planteles más costosos de la actualidad! Y sí, hay cosas terribles que ocurren alrededor del fútbol, fenómeno social complejo como todos; precisamente por ello hacen falta lecturas menos maniqueas y más profundas en cuanto a todo lo que se juega en el famoso juego de las patadas.

Algo que nos deja muy en claro el libro de Luis Carlos Vázquez Vidrio, a quien le agradezco de todo corazón haberlo puesto en mis manos; sin él esta carta no hubiera sido posible. Pero, quiero aclarar que la responsabilidad de lo dicho aquí, a partir de su excelente libro, solamente es mía.

Dedicatoria en libro citado.

¡Pobres chivas! Tan lejos de Dios y tan cerca de… Jorge Vergara.

(Anti)P. D.

En el actual torneo las chivas andan de tumbo en tumbo, bajo la dirección de José Saturnino Cardozo, quien fuera un excelente jugador; es por ello que no obstante a ratos juega bien, deja muchas dudas al respecto. Y al margen de que le vaya bien, incluso si llega a calificar (cosa que parece imposible), el reto histórico del campeonísimo queda ahí, precisamente como reto. Y llama mucho la atención el trato dado al personaje que, todo así lo indicaba, podía llevar a las chivas a reencontrarse con esa su gran historia, pero ya en  los tiempos actuales.

¿Qué fue lo que sucedió realmente entre Matías Almeyda y Jorge Vergara y José Luis Higuera?

Hasta ahora Jorge Vergara no ha dado la cara… ¡qué pena por él, pero sobre todo qué pena por el campeonísimo! Y, ¡qué pena por las Chivas!

Y… en cuanto al proceso de escoger al director técnico de la selección, pues parece todo tan turbio que esperemos que gane el fútbol y no solamente el negocio, que tan bien saben montar los federativos a nombre de todas y todos los mexicanos o por lo menos a nombre de la selección mexicana de fútbol.


*J. Ignacio Mancilla.

[Ateo, lector apasionado, 
militante de izquierda (casi solitario).
Lacaniano por convicción
y miembro activo de Intempestivas,
Revista de Filosofía y Cultura.]
        








martes, 9 de octubre de 2018

Apuntes sobre la pérdida (2/8): Sueños



Para Vod [2010 - 2018],
una serie de ocho notas, una por cada año de compañía



En las últimas trescientas treinta y seis horas me he topado con unas cincuenta y ocho miradas caninas, traviesas, inquietas, penetrantes, aguzadas, ninguna es como la tuya. He dejado de buscar los rostros de los individuos de tu especie que se cruzan en mi camino. Antes, encontrarme a tus congéneres me reconfortaba, tu mirada estaba ahí, alguna se le parecía más que otra. En las últimas trescientas treinta y seis horas las evité al máximo, sabiendo que ninguna era como la tuya y que la tuya se había apagado para siempre.

Pasos sobre la acera. Son ellos, apenas de reojo distingo sus colas y orejas. Volteo al lado contrario, no quiero verlos.

¿Será un sueño? Me pregunto y me duele el pecho, ¿estarás dormida y yo contigo?

Que despertemos y sea domingo, que despertemos en el hotel boutique donde nos hospedamos juntas en enero, que despertemos y tengas puesto tu collar con la placa de hueso que ahora pende de mi llavero, que despertemos para decirte: es hora de irnos, soñé que te perdía, pero aquí estás, ¡qué alivio!... Aquí estás.



Vodka (2010 - 2018).



Inés M. Michel.
@inesmmichel
I: inmichel

Ciudad de México, octubre de 2018. [14.36 hrs.]

 *[Atea, vegana, feminista,
lectora irredenta,
a la espera del apocalipsis zombi
que dará sentido a mi existencia.]









martes, 2 de octubre de 2018

La flama en el espejo



De un regalo (de dos) del miércoles 26 de septiembre

El miércoles 26 de septiembre, por la noche, asistí a la presentación de un muy singular libro: La flama en el espejo, compuesto por el poema del mismo nombre de Rubén Bonifaz Nuño (1923-2013) y por las geniales ilustraciones de Daniel Kent. Presentaron Jorge Esquinca, leyendo su precioso Prólogo al libro, el editor Avelino Sordo Vilchis y Patricia Urzúa, la anfitriona, por parte del Museo Raúl Anguiano (MURA). Inesperadamente, recibí, de parte del propio Kent, el texto que hizo para la presentación (antes ya me había regalado su libro). La historia de nuestra amistad es muy peculiar y sería muy largo contarla aquí. Como respuesta a este gesto, le dije que si estaba de acuerdo en que su presentación se publicara en Cuerdas Ígneas, dijo que sí. De modo que sin más palabras va, como columna huésped, dicha presentación con algunas fotos y el enlace de la página web de Daniel Kent. En otro momento, daré cuenta, con todas mis limitaciones, de ese portentoso poema y de las no menos impactantes imágenes realizadas por Daniel, que hoy se conjuntan en un extraordinario libro editado por Avelino Sordo Vilchis y publicado por la )Secretaría de Cultura de Jalisco. (J. Ignacio Mancilla*).



La flama en el espejo

Daniel Kent


“El universo es una concha vacía donde tu mente juega eternamente”.
Antiguo manuscrito Zen.


Mi encuentro con el poema La flama en el espejo de Rubén Bonifaz Nuño, sucedió a principios de la década de los ochenta, gracias a un libro publicado por el Fondo de Cultura Económica, De otro modo lo mismo (1979), que reúne la obra poética que don Rubén había escrito hasta ese momento. En aquel tiempo ya tenía unos años practicando un tipo de meditación que consiste en sentarse frente a un espejo con una o dos luminarias encendidas y un platillo con incienso: justo como lo refiere el poema. Así que casi de inmediato comencé a trazar la primera imagen que aparece en el libro que hoy presentamos. Las restantes se fueron gestando y desarrollando a lo largo de casi 25 años en los que fui releyendo el poema, saboreando cada uno de sus versos y tratando de comprenderlos minuciosamente, al mismo tiempo que conseguía otros hallazgos por medio de la meditación.


Portada de La flama en el espejo.

Fue así como supe apreciar a profundidad el propósito oculto del ejercicio de meditación y sus beneficios. Y, resulta que —entre otras cosas— me percaté de algo que por ordinario siempre pasa desapercibido: cuando uno se mira, en las condiciones arriba mencionadas, con atención en un espejo, pasado algún tiempo al relajarse la mirada, trasciende los límites de la distancia entre nosotros y el reflejo, fugándose hasta un lejano y metafórico horizonte. Es decir, hay una proyección de la conciencia, que sucede porque no estamos confrontados con nuestra imagen, pues no nos miramos como nos ven los demás, con quienes sí nos confrontamos al mirarnos, y esto es así por el paralelismo absoluto entre las líneas que proyecta nuestro rostro y nuestro reflejo. Es decir, en el espejo nuestro ojo derecho mira a nuestro ojo derecho como lo hace también el izquierdo con el izquierdo, lo que nos ofrece la posibilidad de penetrar dentro de él en una suerte de ensoñación, que nos permite acceder a un mundo plagado de sensaciones, donde la imaginación se convierte en un vehículo de percepción.


Contraportada de La flama en el espejo.

De esa atmósfera percibida en el interior del espejo, del interior de nosotros mismos, vienen tanto los poemas de don Rubén como las imágenes que los acompañan en este libro, tan bellamente diseñado por Avelino Sordo Vilchis, a quién estoy muy agradecido por su empeño en publicarlo, como también a Jorge Esquinca por su prólogo que alquímicamente tiene la gracia de convertir la materia bruta en oro. A ambos los admiro, para mí han sido fuente de inspiración y apoyo. Finalmente, gracias también a la Secretaría de Cultura del Gobierno de Jalisco, por su participación que finalmente posibilitó la publicación del libro, y a Patricia Urzúa por la hospitalidad que nos ha brindado al darnos un espacio en el MURA.

Muchas gracias.

Primer verso de La flama en el espejo.
Pintura inicial La flama en el espejo




















      *J. Ignacio Mancilla.

[Ateo, lector apasionado, 
militante de izquierda (casi solitario).
Lacaniano por convicción
y miembro activo de Intempestivas,
Revista de Filosofía y Cultura.]