martes, 26 de junio de 2018

Dios en (WestWorld) el mundo (actual)



J. Ignacio Mancilla*




“Nosotros los que conocemos somos
desconocidos para nosotros,
nosotros mismos somos desconocidos
 para nosotros mismos:
esto tiene un buen fundamento.
No nos hemos buscado nunca,
- ¿cómo iba a suceder que un día nos encontrásemos?”.


Friedrich Nietzsche. La genealogía de la moral. Un escrito polémico (Prólogo, 1).



Como hice hace tiempo una promesa, me veo obligado hoy a escribir sobre WestWorld, la serie de HBO que acaba de concluir en su segunda temporada. Tiene una narrativa sumamente compleja, con muchos niveles de lectura de los que no podré dar cuenta en una primera entrada; más bien es el inicio de un análisis que, aparte de en este Blog, tendré que desarrollar también en otros espacios, por ejemplo en mis cursos de la Universidad de Guadalajara y, sobre todo, en los Seminarios que imparto de manera privada.

Y es que la complejidad lo amerita, pues la serie creada y dirigida por Jonathan Nolan no es más que una metáfora de la condición humana misma; incluso ahí donde ésta ha llegado, al parecer, a sus propios límites. ¿Hemos, ya, llegado a ellos?

Es por eso que la serie toda no podemos leerla literalmente, sino como un entramado narrativo que en su estructura de ficción nos dice muchas verdades sobre la situación (actual) del mundo.

En esta primera aproximación a la serie he decidido tomar como objeto de reflexión el tema de Dios, presente a lo largo de toda la serie, tanto en su primera temporada como en la segunda; pues hace centro y da sentido a muchas otras cuestiones que son también fundamentales, como son: el de la libertad, el de los sueños, el de la realidad, el del amor, el dolor, el de la identidad, el de la conciencia y el de si los humanos somos capaces de cambiar o no y otros más que nos remiten, todo el tiempo, a los asuntos más esenciales.

Bien, no obstante que Dios está presente en toda la serie (en sus dos temporadas); son dos capítulos, el décimo de la temporada 1 y el segundo de la temporada 2, donde su presencia alcanza un nivel paradigmático para pensar todo lo que tiene que ver con los “anfitriones” (los robots o, mejor, cyborgs) y los “huéspedes” (los humanos, de los que algunos también devinieron cyborgs). Es decir con el mundo, el de ficción y el real. Con los dos, indiscutiblemente.




Hay una frase que le dice el doctor Robert Ford (Anthony Hopkins) a Bernard Lowe (Jeffrey Wrigth), que aparece desdoblado también como Arnold; precisamente en el capítulo 10 de la primera temporada,  y a partir de la que, en esta ocasión, intentaré ahondar un poco en lo que la serie nos ha intentado comunicarnos.

Dice así: “El dolor de saber que el mundo no es cómo quieres”.

La discusión previa es sobre los recuerdos, la tristeza y el dolor asociados  a ellos. Y, cabe de una vez decirlo, sobre la no correspondencia entre la realidad dura del mundo tal y como es y la dimensión desiderativa de nuestros sueños; aquello por lo que nos afanamos en el día con día.

Y es aquí, precisamente, donde introduzco el tema de Dios, pues en ese capítulo 10 de la primera temporada aparece la más que famosa pintura La creación de Adán, de Miguel Ángel (pintada en 1511); y también se dice en dicho episodio, con relación a Dios y al humano, que se ocuparon 500 años (479, para ser exactos) para que se descubriera la representación que hizo Miguel Ángel del cerebro humano (quien hizo la observación fue el doctor Frank Lynn Meshberger, en 1990).

La meditación que hace el doctor Ford es de cómo, desde esa lógica pictórica que nos legó Miguel Ángel, el destino humano más que jugado en Dios (en el exterior) está desplegado en el humano mismo, en su interior; específicamente en su cerebro.

Por supuesto que mucho habría que discutir alrededor de esa pintura y el sentido “último”, si es que hay tal, de la trama pictórica bastante manifiesta en tanto hay otros elementos que aluden a la corporalidad humana, demasiado humana. Y que, en todo caso, Miguel Ángel nos hereda para ser interpretados.

Pero de manera todavía más radical y herética, la idea de Dios aparece en el capítulo 2 de la segunda temporada; ahí se “escenifican” de forma bastante singular dos cosas: la última cena y la resurrección, para poner en  el drama, no puede ser otra su lectura, la famosa “muerte de Dios” nietzscheana. Cosa que la verdad, merece una reflexión más puntual y detallada, casi escena por escena o cuadro por cuadro, pues su riqueza simbólica es apabullante.


Fotograma de Westworld, 2nda temporada.


Bien, pues es esa lógica la que se moviliza en toda la serie y no solamente en los capítulos aquí referidos.

Y es que la cuestión de quiénes somos y qué es lo que anhelamos (deseamos) en lo más profundo de nuestro ser, es algo en lo que se debaten, viviendo y muriendo por ello, tanto los “anfitriones” como los “huéspedes”.

¿Y nosotros no?

¿Acaso no vivimos y morimos con esas cuitas también?

Por todo esto la serie me parece increíblemente actual y de una pertinencia sin igual.

Con una estructura narrativa muy compleja, sé que ya lo dije, pues no solamente están las cuestiones ya indicadas, sino, además, las intrigas humanas y de poder por el control de la empresa (Delos) que ha creado ese mundo de fantasía, WestWorld, donde sin ningún límite, los “huéspedes” van a saciar sus más oscuras pulsiones, como las de matar y “poseer” sexualmente a los “anfitriones”; que terminarán rebelándose contra sus creadores, intentando devolverles, de ese modo, “afrenta por afrenta” para, por lo menos eso pretenden, conquistar su libertad, una vez adquirida la conciencia, y soñar con crear otro mundo.

¿Será posible para ellos?

¿Lo haremos posible nosotros?

El mundo humano actual, ¿ha alcanzado sus límites?

¿Es necesario inventar otro?

¿Seremos capaces?

¿Cómo salirse de este mundo para crear otro? 

Como se puede colegir claramente con lo ya escrito hasta aquí, es sobre nosotros mismos que se cuenta el cuento, para decirlo con León Felipe (1884-1968), ese gran poeta español que vivió en México, precisamente como consecuencia de una defensa y rebelión fracasada.

En WestWorld hay muchas pistas de interés para todas estas cuestiones que también nos acosan, al igual que a los “anfitriones”, y no menos que a los “huéspedes” de ese mundo de ficción que hoy domingo 24 de junio, día de San Juan, llegó a su fin en su segunda temporada y que al parecer ya se perfila otra. Por lo pronto estas dos me han dejado muy contento y satisfecho, pues ha valido la pena su seguimiento.


Fotograma de Westworld, 2nda temporada.


Desde esa perspectiva, puedo decir, ya, que ha sido una serie poco común, que me ha encantado y que demuestra que la televisión que se hace hoy no es nada condescendiente con el espectador, antes al contrario, le exige mucho, pues aparte de las cuestiones filosóficas y de las citas implícitas y explícitas de los filósofos Guillermo de Ockam, Plotino, Nietzsche, además de otros pensadores y sabios, como Miguel Ángel, Shakespeare, etcétera, con su narrativa nada lineal sino más bien de vaivenes temporales, esta serie ha significado, por lo menos para mí, todo un reto intelectual.

De ahí mi sorpresa que haya sido tan vista y que por lo menos la primera temporada haya tenido una mayor audiencia que Juego de Tronos. No tengo los datos para la segunda, que acaba de terminar.

En fin, es muy recomendable y espero que más de un lector o lectora de este Blog decida verla, pues estoy seguro que  no se arrepentirá.

Mientras tanto finalizo mi análisis diciendo que también ahí, en la serie, se mata a Dios en el sentido nietzscheano de la palabra. Cosa que retomaré en otra entrada de este Blog, para así ahondar más de lo que esta primera entrada me permite.

Y dicho de paso y al final, me parece increíble la relación que veo con La genealogía de la moral de Nietzsche, por lo que no estaría mal que si pueden le den una leída o releída. Se toparán con más de alguna sorpresa.




P. D.


Gracias de todo corazón a Armando Correa Santillán y Jennifer Magaly García Arreola por salvarme la temporada; pero sobre todo por la hospitalidad. Y a Eros y Trilce.






*J. Ignacio Mancilla.

[Ateo, lector apasionado, 
militante de izquierda (casi solitario).
Lacaniano por convicción
y miembro activo de Intempestivas,
Revista de Filosofía y Cultura.]












         

martes, 19 de junio de 2018

Historias inconclusas




Inés M. Michel*




Sirva este texto como recordatorio personal a la vez que incentivo para cualquiera que tenga proyectos pendientes y planes sin llevar a término...

Asistiendo a la presentación de un libro hace unos días recordé dos proyectos literarios que desde hace años tengo sin concluir, ambos son textos que aunque terminé ya tiempo atrás, están en una fase postliteraria en la que me involucré con dos diseñadores para que el material estuviera ilustrado, completando así lo que yo imaginaba para esos libros.

Con el cambio de ciudad, y ya desde un poco antes con las ocupaciones que los tres teníamos, fue posponiéndose el momento de concluir ambas propuestas y buscar una editorial. Es así que a mitad de 2018 vinieron a mi mente estos manuscritos, sintiendo la necesidad de reflexionar sobre la dificultad que se nos presenta a los creadores para concluir determinados proyectos y sacarlos a la luz pública.

Es probable que en este camino de la creación hay ocasiones que el autosabotaje hace su aparición, lo vivimos de múltiples maneras, avanzamos pero por diferentes razones nos tropezamos con nosotros mismos, ya sea por miedo, falta de disciplina o exceso de confianza en el futuro, este porvenir que se nos presenta ideal para terminar aquello que en el presente sigue inconcluso.

Habremos de revisar cada quien las razones por las que un escrito, o cualquier otra obra permanece en el tintero. ¿Nos dedicamos a lo que realmente más nos interesa? Es claro que las obligaciones de la vida adulta y los compromisos laborales estarán presentes en la vida pero, ¿cuántas de estas responsabilidades nos pertenecen y cuáles funcionan más como una manera de evadirnos?

Ya he escrito en este espacio sobre la importancia de dedicarse a aquello que nos apasiona, o que nos permita recorrer un camino que encontramos agradable. Esto se torna más complicado cada vez, pues abundan los trabajos por mera supervivencia, que nos dan apenas lo básico y nos restan toda la energía y el tiempo impidiéndonos dedicar a otros intereses.

Aún con todo esto es necesario insistir en lo que nos llena de vida, para quien insiste en crear esto tendrá que ver con la necesidad de plasmarse en una obra personal, y el reto será aún más intenso ya que dependerá de nuestras ganas, pero no solo, tendremos que persistir en ello, venciendo nuestros miedos, la propia apatía, la soledad en la que nos hacemos cargo de nuestra propia existencia y la frecuencia que un trabajo así nos solicita, siendo capaces de gestionar nuestro tiempo, entendiendo que el momento de hacer lo que soñamos es ahora y que no hay condiciones por cumplir para hacerlo, ese terreno imaginario donde contamos con más tiempo, un mejor escritorio o computadora es escenario que aunque puede presentarse no deberíamos contemplar como parte necesaria para la creación y la conclusión de nuestros proyectos.

Durante la presentación mencionada pensaba en cómo he cambiado desde que inicié ambos textos inéditos y en aquello que de mí depende para hacerlos avanzar. Me quedó claro que esas historias inconclusas tienen que llegar al final del túnel, y que debo ponerme a ello. 

¿Ustedes qué tienen en espera? Les propongo que nos pongamos a colocar piezas para que esa imagen pueda verse completa.


Tomada de: ocurrencias-enelcamino.blogspot.com





Inés M. Michel.
@inesmmichel
I: inmichel

Ciudad de México, junio de 2018.

 *[Atea, vegana, feminista,
lectora irredenta,
a la espera del apocalipsis zombi
que dará sentido a mi existencia.]












martes, 12 de junio de 2018

Crónica anunciada del ¿suicidio? de un Rector



A la siguiente entrada le correspondía ser publicada el martes 5 de junio pasado, mas, por la coyuntura preelectoral, se dio espacio en esa fecha para la republicación de un texto sobre Andrés Manuel López Obrador, originalmente publicado en este mismo espacio a principios de año. 




J. Ignacio Mancilla*




¿Ante qué estamos? ¿Ante una novela? ¿Una crónica? ¿Una investigación histórica? ¿Una descripción sociológica? 

Todavía más exagerado, ¿ante una enunciación filosófica?

Difícil decirlo, pero…

Desde mi singular perspectiva de lector interesado y apasionado, El Rector, de Roberto Castelán Rueda (Editorial Paraíso Perdido, Guadalajara, México, 2018, 155 pp.), no se logra en ninguno de los rubros señalados. Deja mucho que desear; es más, bastante.




Y no es para menos, pues su narrativa nos confronta ante uno de los más oscuros pasajes de la historia reciente de nuestra Universidad de Guadalajara; que ha tenido muchos, ahora por ejemplo, el del acoso. Para vergüenza de todas y todos. Con autoridades pasivas durante años que ahora, “sorprendidas” por la magnitud del fenómeno no atinan respuestas sensatas, más bien desatinan.

La novela es presentada en la cuarta de forros como “thriller político”, “narrado desde las voces de sus actores”. Se dice.

¿Estamos de verdad ante un “thriller político” narrativamente hablando? ¿Nos encontramos realmente frente a una novela polifónica?

Dudo, dudas. Luego escribo lo que sigue.




Conocí a Roberto Castelán Rueda, no personalmente sino como estudiante de una generación a la que también pertenecí, y desde un principio estuvo a la sombra de Trino Padilla. Conformaban un grupo político, ya desde entonces, como una de las primeras generaciones de la entonces reciente carrera de Sociología. Editaban, incluso, una Revista, de la que ya no recuerdo el nombre pero… Teníamos posiciones opuestas, hasta ahora, por lo que nuestra militancia fue radicalmente encontrada: ideológica y políticamente.

Desde esta lógica y esta historia no es casual, para nada, su inserción como alto funcionario del equipo padillista y como tal perteneciente a la élite (a la “burguesía dorada”, Emilio González dijo, ja, ja, ja); ni mucho menos el que, también ahora nos presente este “thriller político” ¿por (auto) encargo?

Mucho habría que decir de él, más allá de su escritura, un tanto simple y común a la vez, en la que nos presenta personajes de ficción como El Rector y El Líder, fundamentalmente. Son los dos principales, que tienen que ver, ficcionalmente, con personajes de una tragedia bastante real como son Carlos Briseño Torres y Raúl Padilla López; este último hermano de su gran protector político, en la realidad y no en la ficción.

Pero…

Esta vez no contaré esta historia, que tiene muchos vericuetos; no sé si la haré en otra ocasión. Por ahora me detengo en la novela, para no alargar en demasía este texto.

El asunto central no es si lo que se cuenta es del orden de lo acontecido, sino si es pertinente la narración misma, como novela o, más específicamente como “thriller político”.

Incluso desde esta peculiar óptica su literatura es bastante floja, exceptuando un poco el final en el que, de alguna manera, se logra cierta complejidad del personaje principal, El Rector, subjetivamente hablando; es decir como sujeto con “múltiples contradicciones”. De ahí que resulte curioso que sea el único momento, en la novela, si exceptuamos una página casi intermedia donde la narración alcanza un poco barruntos de nivel literario, ausente prácticamente en todas sus páginas.

Mucho habrá que indagar, todavía, y escribir también sobre este pasaje por lo menos real, que no sé si histórico, donde el autor (Roberto Castelán Rueda) llegó a “psicologizar” en demasía, casi en declaraciones de banqueta, los actos y decisiones de Carlos Briseño como Rector: ello desde una posición un tanto ingenua e impune, pues el lugar central que ha ocupado como parte de la camarilla del poder de la Universidad lo colocaba en ese imposible lugar de sostener, “ingenuamente”, lo más cuestionable. Siempre en demérito de El Rector. Para perpetuar, así, la ilusión de una “identidad grupal” que se toma a sí misma por toda la Universidad.




¿Las complejizaciones que ahora presenta en tono de ficción las hizo como una descarga de ciertos remordimientos al respecto? No sé, pero la novela ahí está para quien quiera confrontar lo narrado con lo acontecido en estas tierras donde El Líder hace de las suyas.

No cabe duda, por ello, que el mejor librado es El Líder, ¿curiosamente? Sin embargo, el thriller tiene algo de valor porque en esa compulsión escritural, donde quien escribe es llevado por la escritura, así como todo hablante es arrastrado por el habla (cosa que vale incluso para un servidor), nos muestra realmente, y así lo (d)escribe en varios pasajes, el carácter dictatorial con el que El Líder ejerce el poder en la Universidad: en la de ficción, claro, pero coincidentemente también en la vida real, ja, ja, ja.

Y en esto la novela nos ofrece una gran lección, no sabemos si de sinceridad o de cinismo, o de “realismo ficcional literario”. Que el lector juzgue.

En fin…

Que cada quien se arriesgue a leer o no la novela de Roberto Castelán Rueda: yo opté por leerla y dar cuenta de esa mi (primera) lectura, como parte del lugar que ha ocupado en mi vida esa compleja historia llamada Universidad de Guadalajara, en tanto otrora fui profesor de asignatura e investigador y ahora solamente soy un maestro de asignatura que también milita en el Colectivo de Reflexión Universitaria (CRU).

La historia sobre la que “ficciona” Roberto Castelán Rueda habrá que retomarla, una y otra vez, para narrarla desde tonos distintos que vayan mucho más allá de lo escrito por el autor.

Ya volveré, con más detenimiento, sobre esta singular historia de ficción. Por lo pronto estas son las impresiones de un primer acercamiento a una narrativa sobre algo que conmovió a todas y todos en una Universidad tomada, desde hace tiempo, por un poder caciquil que maneja discrecionalmente los recursos públicos, abonando con ello cierto empobrecimiento académico y estructural de la Universidad misma. La historia reciente del acoso así nos lo demuestra.




¿Acaso no se oculta, mal, como narrador de ficción, y se hace y nos hace trampa, al estar demasiado implicado en una historia de la que en su tiempo no tomó la distancia adecuada, críticamente, como para ahora intentar hacernos creer que sí, por lo menos ficcionalmente? ¿Y la realidad del poder denunciado en la ficción dónde queda?

En fin…

No puedo dejar de citar algunos pasajes donde se nos muestra el carácter de cursilería que alcanza el “thriler político” ahí, precisamente, donde quiere ser profundo.

Van tres:

--“[…] sin dejar su sonrisa que parece tatuada, el Rector dijo a la prensa: Las diferencias en el ámbito estudiantil, luego en la vida, se convierten en nada.

Y así fue. Habría que agregar que con el tiempo, la vida también se convierte en nada”

--“Hay quien imagina la muerte como un frío helado, un frío que provoca dolor, que penetra hasta los huesos y te somete a un temblor constante porque el frío no se te quita con nada y así te la pasas por toda la eternidad, o hasta que te reciba Dios en su seno, te arrope, te cobije y te mande a donde te tenga destinado para vivir una mejor vida”.

--“Los pasillos de los aeropuertos se parecen a los de los hospitales. Siempre hay alguien limpiándolos con un mechudo que despide un olor fuerte. Todo el tiempo brillosos, iluminados con luces tenues que no dejan lugar para la sombra. Ni en los hospitales se ve la sombra de las personas. Por cierto, ¿en dónde se meterán cuando no están con uno?”.

¿Recomiendo la lectura de El Rector?, dudo, dudas. Luego dejo de escribir.

Por ahora es todo.




*J. Ignacio Mancilla.

[Ateo, lector apasionado, 
militante de izquierda (casi solitario).
Lacaniano por convicción
y miembro activo de Intempestivas,
Revista de Filosofía y Cultura.]










martes, 5 de junio de 2018

Decálogo político, social y humano en pro de de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) - Republicación




Decálogo político, social y humano en pro de de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) fue la primera entrada de este año, quizás fue un tanto prematura; y dado todas las pasiones que ha despertado, en favor y en contra, hemos decidido, por esta única vez, republicar un texto, pues lo consideramos pertinente. Dicha republicación no sustituye el texto que tendría que haberse publicado hoy, ya veremos la manera de resolverlo. Por lo pronto, va y esperamos la comprensión de lectoras y lectores. 


Atentamente, J. Ignacio Mancilla.





1.- Es más que patente que las elecciones presidenciales del 2018 no resolverán los problemas de fondo de México, sobre todo considerando el desastre en el que dejará al país (social, económica, política y humanamente) la administración de Enrique Peña Nieto (2012-2018).



Póster de Dekalog I (K. Kieslowski).


2.- No obstante ello, es más que indispensable tomar una posición clara con respecto a dicho proceso electoral, pues lo que se juega de manera inmediata y mediata es de suma importancia para la Nación toda.



Fotograma de Dekalog II (K. Kieslowski, 1988).


3.- Desde esta perspectiva, nos enfrentamos, en términos muy generales en la situación presente, solamente ante 4 alternativas posibles; esto desde la mera lógica del voto:

a) La del continuismo priísta, representada, esto sino ocurre algún tipo de contingencia política imprevista hasta ahora (a inicios del 2018), por el candidato oficial José Antonio Meade (nacido en 1969); quien ha ocupado altos puestos tanto en el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012) como en el de Enrique Peña Nieto. Y ha sido, en parte,  responsable de muchas de las cosas que hoy ocurre y no obstante ello ahora pretende la silla presidencial.

b) La de Por México al Frente, una especie de engendro ideológico conservador entre la derecha y la izquierda, cuyo candidato más probable será Ricardo Anaya (nacido en 1979), expresidente del Partido de Acción Nacional (PAN); otra forma del continuismo PRIANREDISTA establecido de facto a partir de la firma del Pacto por México, signado, precisamente, en el presente sexenio. Para mal de todas y todos. Los únicos beneficiados fueron las élites del poder económico y de los partidos políticos, tan distantes del pueblo todo.

c) La del o de la candidata supuestamente independiente, que serían, lo más seguro, Jaime Rodríguez Calderón (nacido en 1957) y gobernador actual del Estado de Nuevo León, cargo al que llegó como independiente y Margarita Zavala (nacida en 1967), esposa de Felipe Calderón y que nunca se ha deslindado de los crímenes de lesa humanidad cometidos por su cónyuge en su calidad de presidente y que ahora, por su cuenta, aspira a ser la primera presidenta. ¿Para qué?, nos preguntamos, ¿para continuar con (PAN con) lo mismo?

d) Por último, está la opción de Andrés Manuel López Obrador (nacido en 1953) y que compite por tercera ocasión; al que le han robado el triunfo en las elecciones de 2006 y en las del 2012, de manera por demás descarada. Si no nos equivocamos, esta candidatura es la única opción real y diferente (hasta cierto punto), lo que no significa necesariamente una alternativa radical al régimen. Más bien se trataría de una especie de reencauzamiento de la historia nacional en tiempos de plena globalización. Lo que genera muchas dudas sobre la manera en que realmente gobernará si es que se le reconoce, en esta tercera vez, su probable triunfo y, sobre todo, si somos capaces de defenderlo. Aquí se abren todas las incógnitas posibles. ¿Qué haremos?




Fotograma de Dekalog III (K. Kieslowski, 1988).


4.- Ante este panorama, la única opción sufragista e institucional que se nos presenta en términos reales a todas y todos los mexicanos es la de Andrés Manuel López Obrador (AMLO); cosa que de ninguna manera podemos asumir y menos proponer de forma acrítica, antes bien, ahora es más que indispensable un posicionamiento político claro de por qué, en todo caso, se llamaría a votar por él y a movilizarse en caso de un nuevo fraude. Exigiéndole un mínimo de cosas, en lo social, en lo económico, en lo político y en lo humanístico al propio AMLO si es el ganador y se logra su reconocimiento. Al respecto puede verse la carta abierta que le escribió Javier Sicilia en el Proceso del 31 de diciembre de 2017.


Fotograma de Dekalog IV (K. Kieslowski, 1988).

5.- Esta coyuntura plebiscitaria, que se da en medio de una de las más agudas crisis política, social y económica, además de humana (insistimos), tiene que impulsar un reacomodo de las izquierdas y de las fuerzas progresistas todas, más allá del oportunismo, para así poder redefinir las condiciones del futuro inmediato, mediato y lejano de nuestro país en el contexto internacional de grandes reacomodos mundiales. No podemos aislarnos del mundo, pero tampoco podemos someternos, como se ha hecho en los últimos 30 años al neoliberalismo más rapaz, salvaje e inhumano que hoy impera.



Fotograma de Dekalog V (K. Kieslowski, 1988).


6.- Cosa que, pensamos, no puede hacerse sin un balance crítico de la opción que ha presentado el Concejo Nacional Indígena (CNI) y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) a través de su candidata María de Jesús Patricio Martínez (nacida en 1963), mejor conocida simplemente como Marichuy. Se supone que como una alternativa real al mero juego electoral/institucional del sistema. Pero, nos preguntamos, ¿ha fungido realmente la candidata del CNI/EZLN como una opción de aglutinación del malestar social que atraviesa todo el país? Pensamos que no y mucho se debe al distanciamiento político e ideológico entre los zapatistas y los perredistas (desde los tiempos de AMLO) y toda la izquierda partidaria; incluyendo a MORENA. He aquí, pues, la verdadera necesidad de una reflexión crítica, en tanto dicha alternativa es por la que no pocos están apostando, pero tendrá pocos efectos en la composición del mapa político institucional del México actual, pues su llamado es por una lucha a largo plazo, pero, ¿existe el largo aliento sin el corto? Con toda la importancia que  ha tenido el EZLN en el México actual, su presencia se ha ido diluyendo y dejó de ser el gran atrayente que fue algún día; sin importar toda la pertinencia de sus planteamientos hechos desde el largo plazo.



Fotograma de Dekalog VI (K. Kieslowski, 1988).


7.- Todo lo anterior no puede hacerse sin dejar en claro la situación que guarda nuestro país desde lo económico, lo social, lo político; pero también desde la catástrofe humana que hemos vivido desde la guerra de facto impulsada por Felipe Calderón y que prolongó Enrique Peña Nieto y que, ahora, se pretende legalizar mediante la Ley de Seguridad Interior recientemente aprobada. ¿Cómo previsión ante el descontento social ante un nuevo robo electoral? He aquí, pensamos, la cuestión de fondo. Es sobre este nuevo escenario que tendremos que actuar con suma inteligencia y prestancia.



Fotograma de Dekalog VII (K. Kieslowski, 1988).

8.- ¿Cuál es la condición que guarda la nación, cuando prácticamente ha concluido la administración de Enrique Peña Nieto y de la que José Antonio Meade pretende ser la mera continuación, llamándole, no sabemos si inocente o cínicamente, la opción del “progreso” contra la del “abismo”, representada, según él y el sistema todo, por Andrés Manuel López Obrador? Mero chantaje ideológico y político ante una población asqueada por la grilla politiquera y, además, con un país llevado al abismo precisamente por el que ahora se nos presenta como nuestro salvador (¿Negan travestido, pero con su inseparable bate, “Lucille”?).



Fotograma de Dekalog VIII (K. Kieslowski, 1990).

9.- Aparte de la profunda crisis económica y política; además de social y humana, de ninguna manera podemos olvidar los más de 200 mil muertos y más de 30 mil desparecidos y los miles y miles de desplazados; todo ello como el corolario de una administración altamente corrupta e incapaz de resolver, vía la política y las instituciones los graves problemas nacionales que hoy nos agobian. ¿Acaso no son necesarias reformas profundas, como las emprendidas en los tiempos de Benito Juárez y no como las recientes, llamadas estructurales, y que han llevado al país, precisamente, al desastre actual?



Fotograma de Dekalog IX (K. Kieslowski, 1988).

10.- Por todo lo anterior, este decálogo político y social no quiere ser otra cosa que un llamado a la movilización electoral, pero también política; y por supuesto que también social y humana, para posibilitar no solamente el triunfo electoral de Andrés Manuel López Obrador sino, sobre todo, hacer que se le reconozca, para, a partir de ahí, no sin un distancia crítica necesaria (volvemos a insistir en ello), poder emprender, entre todas y  todos los mexicanos de abajo y de en medio, un camino de justicia social, con paz y democracia y con un desarrollo igualitario; sin dejar de considerar la libertad, el techo, la tierra, la salud, el pan, la educación, el trabajo, la independencia y la dignidad. En suma los famosos once puntos del EZLN. Pensamos que esto es factible si todas y todos nos lo proponemos. ¿Acaso es imposible conjuntar la lucha de  largo plazo con la electoral? ¿Son acaso irreconciliables estos dos proyectos?

Esta es la razón de fondo del presente decálogo político y social en pro de Andrés Manuel López Obrador (AMLO). ¿Qué otro candidato hará posible esto? Por supuesto que esto no se hará sin la presión social y política organizada. Pero sinceramente así lo consideramos, faltas tú, sin ti este esfuerzo no dará los frutos anhelados. ¿Estás dispuesto a ello? Pensamos que nos ha llegado la hora de organizarnos de manera eficiente e inteligente y no permitir más atropellos en ninguno de los rubros que priístas, con  la complicidad de muchos perredistas y por supuesto los panistas, nos han sumido en los últimos tiempos: la economía, la justicia, la democracia, los valores humanos, la dignidad, la salud, la educación, el trabajo, la paz, el hogar, la calle y un largo cúmulos de  etcéteras que no podemos, ya, dejar de lado. Ya no podemos aplazar las soluciones que los tiempos actuales nos exigen.

¿Están AMLO y el EZLN dispuestos a ello?

¿Lo estamos nosotras y  nosotros? ¿Te sumas?

Sin ti no lo lograremos. Tenemos que estar todas y todos.



Fotograma de Dekalog X (K. Kieslowski, 1988).



P. D.


No solamente es México sino la humanidad toda la que está en juego, como muy bien las y los zapatistas nos lo han mostrado con creces; de ahí que haya fuerzas e intereses que quieren impedir la conjunción de los dos proyectos que aquí hemos definido sucintamente. Mal haríamos en seguir perpetuando ese su juego.





*J. Ignacio Mancilla.

[Ateo, lector apasionado, 
militante de izquierda (casi solitario).
Lacaniano por convicción
y miembro activo de Intempestivas,
Revista de Filosofía y Cultura.]