viernes, 26 de junio de 2015

TIEMPO (IN) SUFICIENTE. Sobre el carácter de la vida (humana), según Blade Runner, de Ridley Scott




J. Ignacio Mancilla*



[Texto presentado en los comentarios finales de la proyección de Blade Runner en Cinito Rete Divertido, cineclub de PlasmArte, el 24 de marzo de 2012]



El valor de la transitoriedad es
el de la escasez en el tiempo”.

Sigmund Freud, La Transitoriedad.


La temporeidad extático-horizontal
se temporiza primariamente desde
el futuro. En cambio, la comprensión
vulgar del tiempo ve el fenómeno
fundamental del tiempo en el ahora,
en ese ahora puro, cercenado de su
plena estructura, al que se llama
<<presente>>”.

Martin Heidegger, Ser y tiempo.


Solo nuestra carne divina nos
distingue de las máquinas, la
inteligencia humana se distingue
de lo artificial por el cuerpo,
solamente por el cuerpo”.

Michel Serres, Variaciones sobre el cuerpo.



La primera vez que aparece en la película el replicante Roy Batty lo hace diciéndose lo siguiente: “Tiempo”. Para afirmar inmediatamente: “Suficiente”.

De este modo, todo el drama de la película se va a jugar en la singular persecución del persecutor por el perseguido.

Del Blade runner por el replicante.

Es por ello que tomaré algunos textos de esa larga secuencia final, para, ante ustedes, pensar toda la (vida humana) película misma.

Pero antes, quiero hacer una reflexión general sobre el problema del tiempo, no sin considerar el título de este ciclo tan interesante:

El futuro es ahora”.
De hecho esta es la máxima expresión de lo que podemos llamar la ideología moderna, que no hay más futuro que el presente.

Viejo tema de la filosofía, particularmente de la Metafísica, el de la oposición entre tiempo infinito (eterno, perteneciente solamente a los dioses) y el tiempo finito (profano, exclusivo de la vida humana y terrestre).

Si para la cultura judía el futuro está vedado por razones religiosas y solamente se puede escrutar el pasado, para la modernidad el futuro es utópico y el pasado obsoleto, viejo, arcaico; de ahí que lo único posible sea el presente, el ahora.

Como se afirma en el título de este ciclo dedicado a la ciencia ficción.

No me detengo en todos los detalles técnicos de la película, pues en este sentido quienes organizan este interesante cineclub saben más que yo al respecto; me interesa detenerme en el sentido del filme, por lo menos tal y como yo lo entiendo.

¿Es suficiente el tiempo que vivimos los humanos (setenta años como promedio)?

¿Cuánto tiempo es suficiente para tener una vida plena?

¿La plenitud de la vida, nuestra felicidad, depende del tiempo o de su intensidad?

¿De la duración o de la experiencia?

¿De la cualidad o de la cantidad?

Acordémonos que cuando el replicante mata a su creador (parricidio de los tiempos postmodernos), debido a que éste no puede reparar su creación y hacer que viva más tiempo, y sobre el punto le ofrece todos los argumentos disponibles a su creación, pues la criatura le había dicho: “¡Quiero más vida, desgraciado!”.

Ya antes, el peculiar creador de ojos, Chaw, un científico asiático, había hablado de Tyrell diciendo: “Él sabe todo”.

Saber todo es poder todo, pero Tyrell no podía todo, por ello muere siendo cegado, una especie de Edipo en el espejo que nos devuelve, en el cine, el carácter terrible de todo saber y también de todo no saber.

Así, de la pregunta por el tiempo y de su interés por la “morfología, la longevidad” y las “fechas de inicio”, el interés de los replicantes, lidereados por Roy, va directamente al asunto de su origen; de su creador.

Y una vez que han asesinado a su creador, se da la verdadera lucha por el sentido de la vida, de su vida y aquí, para sorpresa de todos, la máquina, no obstante su aullido de bestia (recordemos que por lo menos en la tradición cartesiana la máquina siempre se equiparó a la bestia), muestra más sentido de la compasión y de respeto a la vida que el propio ser humano.

Pero detengámonos en esa secuencia final, reproduciendo algunos textos de ese tan intenso diálogo, de hecho es un peculiar monólogo de la máquina, teniendo como escucha al ser humano, que al final se queda azorado ante todo lo dicho por el replicante que, además decide, ¿de último momento?, no matarlo.

De hecho inclusive lo salva. Cuestión que le da más dramatismo al filme.

La persecución se da con la introducción del tiempo como horizonte donde se juega, diría Heidegger, todo el sentido del ser, es decir, de la vida misma; así, Roy le dice Deckard:

Te voy a dar varios segundos antes de ir por ti”.

En los segundos, en el instante o ahora es precisamente donde encontramos toda la problematicidad (Metafísica) del tiempo, porque ya Aristóteles afirmaba que el instante es y no es tiempo; es el límite del tiempo, y como tal fundamento del mismo.

Es decir, el fundamento del tiempo es el no tiempo, ya que en tanto éste es el propio transcurrir, cuando pasa ya no es, y por ello es tiempo pasado; y en tanto todavía no pasa, todavía no es, por eso es tiempo futuro, quedando el instante (ahora) como límite entre el tiempo pasado y el tiempo futuro, como límite del tiempo mismo, como el parpadeo (Augenblick) del tiempo, se dice en la lengua alemana, que estructura el todo de la temporalidad.

Pero Roy dice más; mucho más:

Deckard, cuatro, cinco… hay que vivir con ahínco”; en ese momento vuelve a sentir los estragos del tiempo (transcurrido), ante lo que dice: “¡No, todavía no!”.

Y bajo esa situación, habiéndose clavado una mano (¿rememoración del cuerpo de Cristo?), para de ese modo poder resistir mejor (¿con el dolor?), en el límite de su duración, le dice a Deckard:

Más vale que te muevas… si no quieres que te mate. Si no estás vivo… no puedes jugar. Y si no juegas…”

Seis, siete. ¡Al infierno o al cielo vete!”

Y ante la herida que le causó Deckard, el replicante le espeta al humano:

¡Eso me dolió!”

Eso que hiciste fue irracional, ya no digamos indigno. ¿A dónde vas?”.
Y más directamente:

Es un martirio vivir con miedo, ¿verdad? Así es la esclavitud”.

Y en la parte final, que alcanza su máxima expresión catártica (el término es aristotélico y se refiere al acto purificador que ejerce, en nosotros, el arte, en este caso el cine), el replicante, con una paloma en la mano, que soltará en el momento en que expira (¿llegará el tiempo en que las máquinas tengan espíritu?), dirigiéndose a Deckard, dirá:

He visto cosas… que los humanos ni se imaginan”.

Naves de ataque incendiándose cerca del hombro de Orión. He visto rayos C… centellando cerca de la puerta de Tannhäuser”.

Todos esos momentos… se perderán… en el tiempo… como lágrimas… en la lluvia”.

Es hora de morir”.

E irrumpe en el final de esta escena una especie de Alciabíades sobrio, magníficamente interpretado por James Olmos, dirigiéndose a Deckard:

Hiciste tu trabajo como un hombre. Supongo que acabaste ya”.

Y Deckard contesta:

Se terminó”.

Para dejarnos con una afirmación y una interrogante que resignifica toda la (vida) película:

Lastima que no sobreviva”.

Pero, ¿quién sobrevive?”.

Cuando él, Gaff, esa especie de supervisor silencioso de Deckard, posteriormente se daría cuenta que quedaría, ¿por lo menos un (replicante) sobreviviente?

Un sobreviviente.

Siempre habrá otro que nos sobreviva.

Pero, al paso que vamos, en este enloquecido ritmo del progreso, ¿tendrá sobrevivientes esta tierra?

¡Ay la fragilidad de la vida y la estupidez humana!

Blade runner es toda una lección de ética sobre el valor de la vida, natural y artificial, sobre como su valía radica, precisamente, en su carácter efímero, transitorio, como lo supo ver muy bien Freud; lástima que a estar alturas demos muestras de tan poca sensibilidad, pues somos los principales enemigos de la vida al empecinarnos en destruirla.

Desde esta perspectiva, más que poner el énfasis en el presente, en el ahora, nos deberíamos de preocupar por dejar abierto el futuro, en tanto éste es la clave, como sostiene Heidegger, de una comprensión más humana sobre el tiempo que no obstruya la posibilidad misma del futuro como el tiempo por-venir, más allá del tiempo presente.

Por último, celebro este Cineclub que nos ofrece no solamente la posibilidad de ver buen cine sino, también, de que reflexionemos sobre el llamado séptimo arte, que en el caso de Blade runner se justifica plenamente la expresión.

De ahí que la considere como una de las películas infaltables en mi videoteca personal.

Del mismo que tengo, por supuesto, libros infaltables en mi biblioteca personal. 

Guadalajara, Jalisco, a 24 de marzo de 2012 (fecha original del texto).



Fotograma de Blade Runner (Ridley Scott, 1982, EU).




A manera de epílogo.

(Pero lo que más celebro, ahora, es el regreso del proyecto de PlasmArte, pero ahora no solamente recargado sino, incluso, revolucionado; más amplio, mejor estructurado y mucho más ambicioso. Espero que se sotenga por muchco tiempo).




*J. Ignacio Mancilla
[Ateo, lector apasionado, 
militante de izquierda (casi solitario).
Lacaniano por convicción
y miembro activo de Intempestivas,
Revista de Filosofía y Cultura.]










jueves, 25 de junio de 2015

COLABORACIÓN ESPECIAL: "Educación" del capital (por Elis)




No cabe duda, algo está ocurriendo con la educación, algo del orden del malestar, inocultable, aquí en México, en Argentina y... más allá (¿del principio de placer?).


Como testimonio de ese malestar, publicamos el siguiente texto, al tiempo que abrimos en Cuerdas ígneas una columna para invitadxs. Y les recordamos a nuestros lectorxs, que la primera entrada (jueves 23 de abril de 2015) de este blog es, nada más y nada menos, que un testimonio muy personal de ese malestar.




GIF de la película The wall (Dir. Alan Parker, 1982, Reino Unido)



 “Educación” del Capital


Llevo 20 años de”aprendizaje” en la educación neoliberal argentina. No por los libros, sino por la vida misma supe desde antes de terminar la escuela, que mi educación no fue más que la justificación de lo injustificable, la teoría de lo burocrático, de la asimilación de “lo que hay” (acá en Argentina entre los jóvenes está de moda la frase “es lo que hay”, bastante irónico… ¿cierto?).
Una de las frases que más se repiten, además de la anterior, es “Deben educarse para ser alguien”. De modo que no solo vivimos en un sistema de producción que nos aliena para que seamos eficientes, no solo vivimos cargados de juicios moralizantes que nos dictan como debemos ser, pensar, actuar y hasta hablar; no solo vivimos aturdidos de discursos vacíos, consumismo, de intrusiva propaganda, de cínico patriotismo, de tanto conservadurismo disfrazado de progresismo, de todos los “ismos”… también nos educamos desde los seis años, en una academia que nos advierte que no somos nadie hasta que no terminemos nuestros estudios… y en tal caso, tampoco serás vos mismo, sino el proyecto de persona que tu sociedad cree que es más productivo o de no serlo, el menos “molesto”.
Nada más efectivo para el sistema, que personas que no saben quiénes son, que desconocen su naturaleza y que conciben toda posibilidad de acercamiento al sí mismo (vivencia que -creo yo- requiere sí o sí de una crítica fuerte de las realidades y de la sociedad toda que nos atraviesa), como algo conflictivo, vano, que no lleva hacia ninguna parte más que a la conclusión de que nada se puede hacer al respecto.
Si hasta hace más de 100 años, los hombres eran inyectados por las ideologías dominantes, con una dosis de Culpa de por vida, que arrancaba de raíz el impulso de vivir, de conocer, y sobre todo de de-construir y reconstruir, hoy en día, a 115 años de la muerte del hombre que me enseñó esto (el filósofo intempestivo, Friedrich Nietzsche, 1844-1900), esa inyección recibe el nombre de Impotencia, concebimos que las cadenas que nos atan fueron colocadas por un monstruo demasiado grande, como dicen los progres fatalistas y así lo repite mi generación con el discurso que las generaciones anteriores nos prestan y regalan amablemente, con la buena intención de que no nos maten en el intento de resistir y ofender.
Con muy pocas palabras pueden elaborarse grandes mentiras, que hacen a una forma de sociedad como maquinaria, a niños como alumnos, a profesores como abogados de discursos, y a personas humanas… como rebaño.
Un ejemplo simple que recuerdo es esa frase hija del miedo, que se repite una y mil veces en las escuelas y universidades, que repiten los políticos que nos educan, que nos desaparecen y nos niegan como clase, acá en Argentina… el típico “NUNCA MAS”. Nunca más la dictadura militar, nunca más 30.000 desaparecidos…Pero digamos sí a la dictadura del capital, sí a desaparecer discretamente de a poco a todos los que actúan en contra de este modelo político, sí a la persecución de los trabajadores, sí a la burocratización de la enseñanza…. digamos sí a todo eso porque es lo mas cómodo, o porque sencillamente a esto se ha llegado y no hay manera de cambiarlo pero sí de “mejorarlo”.
En Latinoamérica como en el mundo se está empezando a creer en el capitalismo bueno, o “menos malo”, en la violencia naturalizada, en el “algo habrán hecho”. La pregunta, si ya sabemos de dónde proviene esto, es qué acciones revolucionarias podemos organizar y llevar a cabo como docentes, como pensadores, como clase. Porque este siglo está dejando muy en claro que ya no nos podemos dar el lujo de escribir, de pensar, sino que con todo ello se debe hacer. Sarcásticamente, sin pretender una apología a la violencia pienso que es verdad que el capital ha generado su propio verdugo, pero no se caerá solo.
En ese sentido pienso, que la revolución es un proceso permanente. No existen épocas o etapas de crisis y revoluciones, como así lo proponía el stalinismo.
Por el contrario, la revolución es un proceso dialéctico, como la realidad misma, que deviene continuamente en los conflictos sociales de todo el mundo, en todos los ámbitos, en los que incluye necesariamente, el educativo.
Y este es, además de las ramas de producción, una de las claves para no solo resistir, sino para la insurrección y la reconstrucción de una sociedad de la Vida, y ya no de la muerte. Como docentes, estamos trabajando en el aparato que esgrime el capitalismo para incidir en la subjetividad de las personas, que es el sistema educativo. Siendo que la educación verdadera no es un sistema, o un aparato… Es vivencia de conocimiento, de asombro, es ganas de vivir y construir el mundo en el que vivimos, y en el que van a vivir los que vendrán mañana.

Me gustaría cerrar esta reflexión, citando el siguiente texto:

"La vida es hermosa. Que las futuras generaciones la libren de todo mal, opresión y violencia y la disfruten plenamente" (León Trotsky, Testamento, 27 de febrero de 1940).



Fotograma de la película The wall (Dir. Alan Parker, 1982, Reino Unido)


Elis
FB: Arien Amn Esiac


viernes, 19 de junio de 2015

Carta a un tucán

*Inés M. Michel




Después de ver La sal de la Tierra (Juliano Ribeiro Salgado, Wim Wenders, Francia, 2014), dos sentimientos se sucedieron en mí, primero la desesperanza, de pertenecer a una especie asesina, violenta, mortífera, despiadada, capaz de las cosas más atroces contra los de su propia especie y contra los de otras. Luego, conforme se iba acercando el final, una especie de semillita se había instalado muy hondo, aún no sé bien cuál será su alcance, pero fue por el trabajo de fotografía de Sebastião Salgado, quién de la mano de su esposa reforestó una selva completa (Instituto Terra), y quien en su último proyecto, Génesis, se ha encargado de retratar y mostrar la belleza del mundo, de nuestro planeta y de todos sus habitantes, en una especie de carta de amor al planeta Tierra, en palabras de la narración de este documental, que me reencontré con ese otro lado humano, el de la vida, el del amor a quienes comparten con nosotros la Tierra.

Por todo ello, recordé una carta que escribí hace unos meses después de leer el caso de un tucán, a quienes un grupo de delincuentes (no sé cómo llamarlos, uso el término de la nota que agrego más adelante), le mutilaron el pico, sin razón alguna,  y del cual después de ser rescatado, su historia le dio la vuelta al mundo, recaudando miles de doláres para su causa, y reuniendo a científicos que se dieron a la tarea de usar tecnología de punta para poder crearle un pico con una impresora 3D.

También somos vida…

Les comparto esta carta que escribí en febrero de este año y que no había publicado hasta ahora.

PEQUEÑO TUCÁN:

 Te pido perdón a nombre de mi especie, una especie que en muchos sentidos no me representa, una que se nombra humana y es capaz de grandes atrocidades, y por otro lado, de grandes obras de arte.
 Yo leí tu caso, y me inundan las lágrimas y la indignación, después la esperanza me inundó, al ver que otros humanos trabajan en fabricarte una prótesis sin la que sería muy difícil que sobrevivas.
 No hablamos el mismo lenguaje y algunas personas dirán que tú no tienes un lenguaje, pero lo tienes, te comunicas y muchxs no se plantean que no es necesario hablar el mismo idioma para entender el sufrimiento. Nunca te he visto a los ojos pero me enorgullece que otros miembros de esta incomprensible masa que es la humanidad, te salve, te quiera, te ayude.
 Solo quería decirte que quienes te atacaron cobardemente no me representan de ninguna forma, ni a muchxs más, caminamos sí, erguidxs por la misma Tierra, tenemos sí, cuerpos semejantes, pero no sé a qué clase de humanos pertenezcan, y sí sé a qué clase pertenezco yo: a una que no mide de la misma forma el dinero, o la belleza, o el éxito profesional, que se preocupa por vivir y por dejarlos vivir, por protestar y alzar la voz contra el maltrato de ustedes y nuestro, y que al final del día, quizá no duerma con la conciencia tranquila pero sí con la conciencia cuestionada: ¿hasta dónde hago yo?, y que eso nos lleva cada día a buscar la ética en nuestro existir.
 Te pido perdón porque me llena de vergüenza lo que te hicieron, esos que aseguran ser humanos, te quiero decir que no todxs somos como ellos, que habemos quienes nos hemos indignado profundamente por tu sufrimiento, y que queremos que los culpables sean castigados.
 Siento decirte que tu caso no es único, y me quedo sin palabras cuando pienso en las atrocidades que tantos como tú o de otras especies han vivido, les pido perdón también a todos ellos, y te confieso que no los culparé si un día, simplemente se rebelan, juntos, y acaban con esto que se llama especie humana. 
Febrero, 2015 (fecha original)


Tucàn mutilado en Costa Rica, fotografía: http://www.notimobile.com/




En Mad Max: Fury Road (George Miller, Australia - EU, 2015), una película de la que tengo pendiente escribir algo, hay un diálogo que me parece pertinente recuperarlo, ahora que hablo de semillas y de esperanza. En la película, ambientada en un mundo postapocalíptico se hace referencia a las armas como antisemillas: “plantas una y ves morir algo”. 

Es tiempo de que combatamos esas antisemillas, con semillas de todo tipo, no solo hay de plantas, también las hay de esperanza y vida, Instituto Terra, es un ejemplo, donde el sueño de una pareja, devolver la vida a miles de hectáreas, fue posible. Si cada quien se pone a un sueño, quizá, haya algo que rescatar del desastre, yo diría ya apocalíptico, en el que vivimos.





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NOTA TUCÁN: VER AQUÍ
PÁGINA INSTITUTO TERRAVER AQUÍ



*La Otra I

 [atea, vegana, feminista,
lectora irredenta
a la espera del apocalipsis zombi
que dará sentido a mi existencia]

Twitter: @inesmmichel


















jueves, 11 de junio de 2015

“Suicidarse” (por depresión o por asuntos familiares) en las oficinas del partido en tiempos de descomposición política



                                   J. Ignacio Mancilla*



Quizás como en ningún momento de nuestra historia reciente, el actual proceso electoral ha sido “contaminado” por la violencia, al grado de que varios hechos de sangre han involucrado a los diversos actores y partidos políticos en los más diversos lugares del país.
Cosa que de por sí envuelve en un halo de ilegitimidad al proceso electoral, independientemente de lo ocurrido durante la jornada del domingo 7; jornada que osciló entre lo bueno y lo malo.  
 
El más reciente y escandaloso (aunque poco destacado por la prensa, oficial y no oficial) es el de la muerte del secretario de finanzas del PRD Distrito Federal, Julio Manuel de Caso González, quien fue encontrado sin vida en las oficinas del propio Partido de la Revolución Democrática en la Ciudad de México.

¡Vaya apellido tan significante: Caso!

Y es que, hoy, la democracia en México es todo un caso. Como lo es, de hecho, en todo el mundo; con las singularidades de cada país.

Como el PRD es todo un caso en la historia de los partidos políticos en México que han pretendido inscribirse en la izquierda; pero, hagamos un poco de memoria histórica, para que se entiendan las cosas y los casos.

El Partido de la Revolución Democrática nace con posterioridad al proceso electoral de 1988, en el que le robaron la elección al ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano (hoy todo mundo lo reconoce así); nace como la esperanza de canalizar mucho del descontento social por vías institucionales y partidarias.

Hoy, lamentablemente, dicho instituto es una comparsa más del sistema de dominación, que de partido único pasó a una lógica tripartita (PRI, PAN y PRD. Despectivamente se habla de PRIANRD); nacionalmente, pero con mayor influencia negativa en el propio Distrito Federal, paradójicamente, pues si hacemos su historia, es en la cuidad de México que el PRD gana (1997) avasalladoramente (como hoy en Guadalajara y Jalisco con el Movimiento Ciudadano), llevando a Cuauhtémoc Cárdenas como el primer Jefe de Gobierno del Distrito Federal.

Y esta historia, que no haré aquí, pronto se descompuso, hasta apestar a muerte.  

Hoy los resultados están a la vista (el PRD es el gran perdedor en el Distrito Federal; y creo que también a nivel nacional): y es en este contexto que se da el “suicidio” de Julio de Caso González.

Detengámonos un poco en algunos de los elementos de la nota, para, partiendo de ahí, hacer una reflexión más general sobre el sentido de la democracia en el mundo y en el México actuales.

No voy a detenerme en las contradicciones de la nota, simplemente destacaré lo absurdo; la nota dice que:

“Según el informe que se realizó, el método que se utilizó es conocido como doble mecanismo para asegurar el resultado, es decir que primero se ató del cuello con un lazo y posteriormente se disparó en la sien con un arma 9 milímetros para confirmar su muerte” (La Jornada, viernes 5 de junio de 2015; El Universal y Excélsior también dieron la nota, sin muchas variaciones). 

Más allá o más acá de las cuestiones policíacas y periciales, el asunto es que este “suicidio” se da en un contexto muy peculiar, el de una abierta descomposición de la política en México (que hizo explosión con la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa); y particularmente del Partido de la Revolución Democrática. No se nos olvide que el Alcalde de Iguala (José Luis Abarca), Guerrero, así como el gobernador del Estado (Ángel Aguirre Rivero), eran de extracción perredista, triste y lamentablemente.

Es de llamar la atención que tanto el presidente como el secretario del PRD capitalino, Raúl Flores García y Enrique Vargas Anaya, respectivamente, deslicen, en la nota respectiva, supuestos o reales problemas de salud y familiares (con respecto a la salud de depresión y en cuanto a la familia, el señalamiento es muy vago), como los que motivaron el presunto “suicidio”. 

Quiero, a manera de contrapunto, con respecto a esto, citar una parte de la renuncia de Carlota Botey y Estapé (1943-2011) al Partido de la Revolución Democrática (¡en 2004!), una de sus fundadoras más destacadas:
“Cuando el Consejo Nacional del Partido de la Revolución Democrática (PRD) estaba decidiendo la candidatura de Maricarmen Ramírez e iban hablando los distintos representantes de las famosas corrientes de expresión, la Nueva Izquierda (los chuchos), la Izquierda Democrática Nacional (los bejaranos) y el Foro Nuevo Sol (los amalios), me vino a la mente la figura de una gran mujer, la combatiente comunista tlaxcalteca Natalia Teniza, quien estuvo en la toma de tierras, en las luchas sindicales y en todo lo que fuera lucha social, siempre al lado de las necesidades de su pueblo.
“En esos momentos y bajo la memoria de esos recuerdos me di cuenta, incluso con mucho dolor de por medio, que el PRD ya no tiene identidad, que ya había claudicado y dejado de lado su propio historial de luchas.
“Es por ello que me separo del PRD...” (La Jornada, 5 de octubre de 2004).
Esto aparte de decir que el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), cuyo dirigente es el otrora destacado perredista Andrés Manuel López Obrador, le arrebató al  PRD cinco Delegaciones en el Distrito Federal; en esta lógica, el desdibujamiento político del partido del sol azteca, en lo que fue su gran fuerza política, el Distrito Federal, no hace más que constatar el proceso de descomposición de dicho instituto.

Así las cosas.

Es en este contexto tan peculiar que tenemos que leer la jornada electoral del domingo 7 de junio y sus resultados, que para nada modifican el escenario de la política nacional y mundial, de plena consolidación de un neoliberalismo rapaz que atenta contra el mundo, contra la vida y contra todo. (Hago, aquí, un enlace de una lectura más que interesante de los resultados electorales, es un artículo del analista Octavio Rodríguez Araujo: VER NOTA LA JORNADA).

Duele reconocerlo, pero, insisto, es así como están las cosas.

¿Los candidatos independientes que ganaron (los más destacados “El Bronco”, como gobernador en el estado de Nuevo León y Pedro Kumamoto, como diputado en Zapopan, Jalisco) lograrán cambiar la lógica de la inercia política hasta ahora dominante?

Creo que podemos otorgarles, por un tiempo razonable, el beneficio de la duda.

Pero, ¿hasta cuándo?   

Ahora, más que discursos, son los actos lo que tendrán la palabra. 

También aquí el tiempo, como en tantas cuestiones, pondrá las cosas en su lugar; y el tiempo no engaña.



*J. Ignacio Mancilla
[Ateo, lector apasionado, 
militante de izquierda (casi solitario).
Lacaniano por convicción
y miembro activo de Intempestivas,
Revista de Filosofía y Cultura.]



viernes, 5 de junio de 2015

Ley seca y desiertos democráticos

Inés M. Michel*


Cada periodo de elecciones, un evento en particular se presta para todo tipo de opiniones serias y chuscas, se trata de la ley seca que entra en vigor un día antes de las votaciones, “ya hemos votado sobrios y miren lo que ha pasado” se replica por toda la red.



Creo que esta ley se suma a una parafernalia electoral que defienden a capa y espada las instituciones del país, con una incongruencia sin límite, pues son ellas mismas las que no hacen más que quebrantar una y otra vez las leyes, y amoldarlas a las necesidades de los grandes poderes de México. Así que la ley seca, igual que el famoso alcoholímetro, no son más que estrategias de control que han sido instauradas en el marco de un discurso paternalista de protección a los ciudadanos, papá gobierno dice cuándo y qué debe hacerse, pues las ciudadanas y ciudadanos mexicanos no somos capaces de discernir por nuestra propia cuenta sobre cosas como el consumo de alcohol y los excesos en torno a él. Y por supuesto también papá gobierno puede brincarse sus propias reglas cuando le venga en gana, como ha sucedido ya con el Operativo Salvando Vidas de Jalisco: Ver Nota Suspenden 'Torito' por Posada

Más allá de eso, la disyuntiva sobre votar o no votar (o anular), ya ha sido planteada en muchos medios y espacios, con mayor y menor tino, Denisse Dresser, ha defendido la validez del voto nulo como una expresión de hartazgo ciudadano, a la par que fue muy difundido el video del experto en derecho electoral Roberto Duque Roquero, quién explicó que los votos nulos no tienen un impacto real en los resultados, y se quedan en una especie de limbo por la naturaleza de nuestra legislación electoral.

Al respecto en el blog El rastro de los sueños, se abordaron las diversas opiniones encontradas sobre el tema, y dejo un par de puntos que me parecen importantes de transmitir sobre la votación de este 7 de junio:

“Si usted simpatiza con algún candidato, como por ejemplo Pedro Kumamoto, sea cuidadoso al transmitir en redes sociales la propuesta por el voto nulo. Como electores, los mexicanos tendemos a simplificar, y entre una figura pública y un candidato desconocido, las personas tenderán a identificarse con la figura pública. Así de fácil. Los candidatos ciudadanos dependen absolutamente de los votos indecisos. Si apoyas a un candidato como Kumamoto, promuévelo con claridad. […]    Por ningún motivo identifique su voto nulo con la abstención. Es una rara ocasión el que un día, cada tres años, los políticos y los gobernantes les importe (hasta tengan miedo) de lo que hacemos los ciudadanos. Me consta, porque en este mismo momento un grupo de funcionarios de casilla se capacita en mi domicilio, que la elección queda totalmente en manos de los ciudadanos. Los políticos temen a las votaciones copiosas. No se conforme con estar en desacuerdo. Tómese un tiempo para ir a votar. Vaya tempranito. O vaya después del partido de la selección. Pero vaya a votar.” Ver Blog Ppbustamante



Así que no, el panorama no es muy alentador y quizá puedan creer que ir a votar es unirse a un circo mediocre y lamentable, instalado en el medio de un desierto falto principalmente de democracia, pero aún así decidí unirme, y no por la inconsciencia de que sea un circo sino porque me niego a quedarme impávida en la arena, mientras la lucha descarnizada barre con todo a su paso. Votaré consciente de que no es ni por mucho, lo que solucionará las cosas, votaré convencida de que podemos sacar al PRI (ya lo hicimos una vez), y acudo al voto como un frente más que hay que cubrir, sin poner demasiados huevos en esa canasta, como reza el conocido refrán; y sobre todo, acudo a ese ejercicio, sin dejar mi labor cotidiana desatendida, en la que creo más que nada, la del arte como motor de transformación social.



*La Otra I

 [atea, vegana, feminista,
lectora irredenta
a la espera del apocalipsis zombi
que dará sentido a mi existencia]

Twitter: @inesmmichel