La imagen de un padre y su
pequeña hija ahogados tras intentar cruzar el Río Bravo ha dado la vuelta al mundo en los últimos días. Sus nombres eran Óscar
Alberto y Angie Valeria. Como sucediera hace tiempo con la fotografía del niño
sirio ahogado en una playa de Turquía, la humanidad se conmociona ante el
horror que la realidad nos grita.
Son tiempos difíciles, no hay
duda de ello. La crisis de la migración ha sacado lo peor y lo mejor de
nosotros. Ahí está el caso de Pia Klemp, bióloga marina y capitana de
barco alemana, que enfrenta un juicio en Italia por rescatar a más de mil
migrantes en el Mar Mediterráneo que corrían peligro de ahogarse. En el extremo
opuesto tenemos los centros de detención de migrantes en Estados Unidos, donde
los menores son separados de sus progenitores y padecen de maltratos y
condiciones insalubres.
Las palabras se quedan cortas
cuando se trata de expresar el dolor de millones de personas que en el mundo se
ven obligadas a dejar su lugar de origen y enfrentarse a una travesía que
resulta, en muchos casos, mortal. El viaje está lleno de peligros, vejaciones e
incertidumbre; por si eso fuera poco, deben enfrentar también el racismo y las
actitudes discriminatorias de mucha gente con la que se topan. En el caso de
México la crisis migratoria recorre todo el territorio, de sur a norte; centroamericanos
-y personas de otras latitudes también- que llegan en tránsito a Estados Unidos
y mexicanos que abandonan sus hogares en búsqueda del sueño americano.
Un sueño que resulta pesadilla, y que nos enfrenta a quienes somos testigos de
muertes como las de Óscar Alberto y Angie Valeria a una tristeza y desolación
profundas.
Pensando en estos sucesos, y en
cómo hablar sobre ellos, recordé una entrevista que hice hace tiempo a David
Eisenberg, renombrado fotógrafo canadiense, la cual no había sido publicada
íntegra todavía. Por ello decidí recuperar sus palabras que en aquel momento me
inyectaron esperanza, y retomarlas resulta muy oportuno pues se acomodan muy bien a este momento, a pesar de haber transcurrido varios meses de la plática; es así que esta vez dedico
mi espacio en Cuerdas Ígneas para compartir esta conversación que tuvo lugar
en el Museo de Arte Contemporáneo de la Universidad Nacional Autónoma de México, en el
marco del Canon Zoom in Project (una nota de mi autoría donde se retoman esta y
otras entrevistas fue publicada en el periódico El Semanario)[1].
La idea es arrojar un poco de luz para iluminar el sendero oscuro que estamos
atravesando.
Inés - ¿Qué piensas de lo que
está pasando actualmente en el mundo y cómo lo relacionas con tu trabajo?
David - Voy a hablar de mi
profesión, de los periodistas y fotógrafos. Una de las cosas que necesitamos
pensar más es el valor que tienen las imágenes tomadas hoy para la historia de
mañana, es donde siento que estamos fallando mucho dentro de las editoriales.
Se están buscando cosas sensacionales y se está quitando a los periodistas. Más
que reportaje de una imagen necesitamos contar historias y buscar nosotros como
fotógrafos hacer reportajes de muchas historias, como los documentales. Estamos
nada más en la acción y a veces ganando premios por lo sensacional, pero, ¿cuál
es la historia realmente? Yo creo que con la fotografía podemos entrar mucho
más que con el video, nosotros podemos captar algo que con el video es muy
diferente. En ese tipo de periodismo (contar historias) el reto es de los
fotógrafos. Yo sé que tenemos Cuartoscuro y otros proyectos que son agencias
que venden fotos, pero nosotros mismos tenemos responsabilidad con la cultura y
solamente con la historia de las imágenes que hacemos hoy vamos a cambiar la
cultura y la historia de mañana.
¿Crees que a estas alturas las
imágenes logran sensibilizar a la gente o es al contrario? Esto por la
saturación que existe en la actualidad.
Pienso que nuestro problema no es
que la gente no vaya a ver la imagen, nuestro problema es dar una imagen que
ellos quieran ver. Porque sí hay muchísimas imágenes, pero muchas no son la
visión de un fotógrafo profesional. Siempre ha habido muchas revistas e
imágenes en todas partes, pero, ¿qué dice cada imagen? Como las imágenes de
Vietnam, o ahorita de Yemen que está muy feo, la cosa es que es nuestra
responsabilidad juntarnos como sociedad de fotógrafos y cerrarla. No podemos
hacerlo de manera individual porque hay mucho ruido en todas partes. Unidos
tenemos una oportunidad, pequeña, pero con mucho trabajo nuestras imágenes
pueden tener valor mundial.
¿Por qué te ha gustado estar en
Ciudad de México?
Yo conocí a alguien en el 73 en
San Miguel de Allende y en esa época pensamos en venir a la ciudad, así que esa
fue mi segunda vez aquí. Tengo casi diecinueve años ya y es un honor para mí
como fotógrafo poder captar la historia de México en los últimos diecinueve
años. Desde los presidentes Fox y Calderón, luego Peña y probablemente AMLO (la
entrevista fue hecha antes del triunfo de López Obrador), ellos cambian, pero
yo sigo aquí (risas). Y también con las empresas mexicanas grandes, apenas estuve
con Daniel (Servitje) de Bimbo que es una de las empresas mexicanas más grandes
a nivel internacional, cada día hay más empresas mexicanas importantes, así
como fotógrafos con mucho liderazgo en el mundo. A mí eso me gusta, ser parte
de esto y conocer a estos personajes.
David Eisenberg. Foto: Canon. |
¿Cuál es tu opinión sobre el
fenómeno de los migrantes en México?
Bueno, yo soy de Canadá. Si
conoces Canadá, somos totalmente diferentes, como Canadá es un país de
inmigrantes hay mucha tolerancia. Si estamos en un vagón de metro está todo
mundo hablando diferentes idiomas, te puede tocar junto a una señora con una burka
y del otro lado haber gente de Jamaica, de Colombia y alguien de Filipinas. El
éxito de los países de inmigrantes es la mezcla. En el caso de mi hijo, su mamá
es mexicana y yo canadiense, él nació aquí y es abogado en Canadá. Él no ve
colores. Siento que eso es algo muy importante. ¿Qué puedo decir sobre lo que
está pasando en México con los inmigrantes?, si las cosas están tan mal en tu
país que tú prefieres ir en La Bestia con tu familia, con tu bebé que
puede morir, caer en cualquier momento, ¿cuál es tu historia? Algo grave pasó
en sus países. Mi confianza es que la humanidad es más fuerte que los
intolerantes.
¿Crees que sí es más fuerte?
Estoy seguro. Yo tengo una casa
en Toronto. Cuando estás en Canadá se puede sentir lo que digo, incluso estando
en la frontera con Estados Unidos. Tenemos seguro social para todos, buena
educación, no ves policías en la calle, hay una mezcla de diferentes razas y
nadie es molestado. Ese el modelo que se vive allá.
¿Qué crees que podemos hacer en
México para lograr una integración como la que nos cuentas? Pues tenemos un
país con mucho clasismo y racismo.
Lo bueno es que los viejos
mueren, suena feo, pero eso pasa. Aunque también es muy importante algo que
mucha gente dice que no: la protesta. Es importante protestar, si ves cómo se
logran los cambios es con esto. La protesta debe ser con lógica, no nada más
por estar enojados. Y rescatar esa parte de humanidad, ¿quiénes somos? Creo que
hay dar más importancia a los educadores y dar libertad, saber que somos
rebeldes y que está bien pensar diferente que tus abuelos.
Lo que es preocupante es que hay
mucho pensamiento ultraconservador en la población joven.
Pero no sabemos si es por miedo.
Aun así hay una evolución.
Canon Zoom in Project 2018, Explanada del MUAC, UNAM. Foto: Inés M. Michel. |
Finalmente, quisiera preguntarte
en qué proyectos trabajas actualmente.
Son como tres. Tengo uno sobre
gente que fue muy importante en alguna época y cómo ha sido su historia. Yo
hice fotos con algunos personajes desde hace veinte o treinta años, y los he
ido siguiendo hasta hoy. El otro es un programa que va a ser estilo televisión,
en inglés, allá en Canadá. Y otro más es disfrutar mucho mis nietos, es mi
proyecto favorito. Es muy importante eso, los abuelos tienen mucha más
influencia con los nietos que los padres, por eso para mí es muy importante ser
parte de eso. Conmigo fue así también, con mi abuelo y bisabuelo.
Finalmente, lo que quisiera decir es que la gente olvida que somos únicos, pero somos juntos. Es importante que seamos diferentes, rebeldes, pero necesitamos unirnos, hacer discusiones y pensar, necesitamos tener una base para mañana poder hacer una diferencia. El mañana es lento, pero sí llega.
Finalmente, lo que quisiera decir es que la gente olvida que somos únicos, pero somos juntos. Es importante que seamos diferentes, rebeldes, pero necesitamos unirnos, hacer discusiones y pensar, necesitamos tener una base para mañana poder hacer una diferencia. El mañana es lento, pero sí llega.
Esperemos que sí…
Sí, yo tengo sesenta y cinco años
y lo he vivido. Yo fui hippie, viajé por el mundo en los sesenta y
setenta, y lo vi. Yo estuve tres años en Cuba haciendo un proyecto. Conocí a
Fidel, y tuve permiso de parte de él, no sé por qué todavía, de hacer cosas que
nadie podía hacer. Siempre necesitamos ser humildes porque es un honor poder
hacer lo que hacemos, pues un pequeño porcentaje de
la gente puede ir a la universidad en el mundo y además no estamos en un
problema de guerra a diario, como en Yemen, Siria, tantos lugares. En el caso
de los centroamericanos que migran, ellos serán los mejores ciudadanos en donde
estén, porque tienen una opción que no tenían en su país. Así piensa la
mentalidad canadiense. Mi esperanza es que ustedes (México) van a poder pensar
así. Es muy sencillo.
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Cierro mi entrada con unas
palabras que se escribieron y compartieron bastante en tiempos de #YoSoy132: Si
no ardemos juntos, ¿quién iluminará esta oscuridad?
Inés M. Michel.
@inesmmichel
I: @inmichel
Ciudad de México, junio, 2019.
[Atea, vegana, feminista,
lectora irredenta,
a la espera del apocalipsis zombi