jueves, 27 de junio de 2019

Iluminar la oscuridad




La imagen de un padre y su pequeña hija ahogados tras intentar cruzar el Río Bravo ha dado la vuelta al mundo en los últimos días. Sus nombres eran Óscar Alberto y Angie Valeria. Como sucediera hace tiempo con la fotografía del niño sirio ahogado en una playa de Turquía, la humanidad se conmociona ante el horror que la realidad nos grita.

Son tiempos difíciles, no hay duda de ello. La crisis de la migración ha sacado lo peor y lo mejor de nosotros. Ahí está el caso de Pia Klemp, bióloga marina y capitana de barco alemana, que enfrenta un juicio en Italia por rescatar a más de mil migrantes en el Mar Mediterráneo que corrían peligro de ahogarse. En el extremo opuesto tenemos los centros de detención de migrantes en Estados Unidos, donde los menores son separados de sus progenitores y padecen de maltratos y condiciones insalubres.

Las palabras se quedan cortas cuando se trata de expresar el dolor de millones de personas que en el mundo se ven obligadas a dejar su lugar de origen y enfrentarse a una travesía que resulta, en muchos casos, mortal. El viaje está lleno de peligros, vejaciones e incertidumbre; por si eso fuera poco, deben enfrentar también el racismo y las actitudes discriminatorias de mucha gente con la que se topan. En el caso de México la crisis migratoria recorre todo el territorio, de sur a norte; centroamericanos -y personas de otras latitudes también- que llegan en tránsito a Estados Unidos y mexicanos que abandonan sus hogares en búsqueda del sueño americano. Un sueño que resulta pesadilla, y que nos enfrenta a quienes somos testigos de muertes como las de Óscar Alberto y Angie Valeria a una tristeza y desolación profundas.

Pensando en estos sucesos, y en cómo hablar sobre ellos, recordé una entrevista que hice hace tiempo a David Eisenberg, renombrado fotógrafo canadiense, la cual no había sido publicada íntegra todavía. Por ello decidí recuperar sus palabras que en aquel momento me inyectaron esperanza, y retomarlas resulta muy oportuno pues se acomodan muy bien a este momento, a pesar de haber transcurrido varios meses de la plática; es así que esta vez dedico mi espacio en Cuerdas Ígneas para compartir esta conversación que tuvo lugar en el Museo de Arte Contemporáneo de la Universidad Nacional Autónoma de México, en el marco del Canon Zoom in Project (una nota de mi autoría donde se retoman esta y otras entrevistas fue publicada en el periódico El Semanario)[1]. La idea es arrojar un poco de luz para iluminar el sendero oscuro que estamos atravesando.





Inés - ¿Qué piensas de lo que está pasando actualmente en el mundo y cómo lo relacionas con tu trabajo?

David - Voy a hablar de mi profesión, de los periodistas y fotógrafos. Una de las cosas que necesitamos pensar más es el valor que tienen las imágenes tomadas hoy para la historia de mañana, es donde siento que estamos fallando mucho dentro de las editoriales. Se están buscando cosas sensacionales y se está quitando a los periodistas. Más que reportaje de una imagen necesitamos contar historias y buscar nosotros como fotógrafos hacer reportajes de muchas historias, como los documentales. Estamos nada más en la acción y a veces ganando premios por lo sensacional, pero, ¿cuál es la historia realmente? Yo creo que con la fotografía podemos entrar mucho más que con el video, nosotros podemos captar algo que con el video es muy diferente. En ese tipo de periodismo (contar historias) el reto es de los fotógrafos. Yo sé que tenemos Cuartoscuro y otros proyectos que son agencias que venden fotos, pero nosotros mismos tenemos responsabilidad con la cultura y solamente con la historia de las imágenes que hacemos hoy vamos a cambiar la cultura y la historia de mañana.

¿Crees que a estas alturas las imágenes logran sensibilizar a la gente o es al contrario? Esto por la saturación que existe en la actualidad.

Pienso que nuestro problema no es que la gente no vaya a ver la imagen, nuestro problema es dar una imagen que ellos quieran ver. Porque sí hay muchísimas imágenes, pero muchas no son la visión de un fotógrafo profesional. Siempre ha habido muchas revistas e imágenes en todas partes, pero, ¿qué dice cada imagen? Como las imágenes de Vietnam, o ahorita de Yemen que está muy feo, la cosa es que es nuestra responsabilidad juntarnos como sociedad de fotógrafos y cerrarla. No podemos hacerlo de manera individual porque hay mucho ruido en todas partes. Unidos tenemos una oportunidad, pequeña, pero con mucho trabajo nuestras imágenes pueden tener valor mundial.


¿Por qué te ha gustado estar en Ciudad de México?

Yo conocí a alguien en el 73 en San Miguel de Allende y en esa época pensamos en venir a la ciudad, así que esa fue mi segunda vez aquí. Tengo casi diecinueve años ya y es un honor para mí como fotógrafo poder captar la historia de México en los últimos diecinueve años. Desde los presidentes Fox y Calderón, luego Peña y probablemente AMLO (la entrevista fue hecha antes del triunfo de López Obrador), ellos cambian, pero yo sigo aquí (risas). Y también con las empresas mexicanas grandes, apenas estuve con Daniel (Servitje) de Bimbo que es una de las empresas mexicanas más grandes a nivel internacional, cada día hay más empresas mexicanas importantes, así como fotógrafos con mucho liderazgo en el mundo. A mí eso me gusta, ser parte de esto y conocer a estos personajes.


David Eisenberg. Foto: Canon.

¿Cuál es tu opinión sobre el fenómeno de los migrantes en México?

Bueno, yo soy de Canadá. Si conoces Canadá, somos totalmente diferentes, como Canadá es un país de inmigrantes hay mucha tolerancia. Si estamos en un vagón de metro está todo mundo hablando diferentes idiomas, te puede tocar junto a una señora con una burka y del otro lado haber gente de Jamaica, de Colombia y alguien de Filipinas. El éxito de los países de inmigrantes es la mezcla. En el caso de mi hijo, su mamá es mexicana y yo canadiense, él nació aquí y es abogado en Canadá. Él no ve colores. Siento que eso es algo muy importante. ¿Qué puedo decir sobre lo que está pasando en México con los inmigrantes?, si las cosas están tan mal en tu país que tú prefieres ir en La Bestia con tu familia, con tu bebé que puede morir, caer en cualquier momento, ¿cuál es tu historia? Algo grave pasó en sus países. Mi confianza es que la humanidad es más fuerte que los intolerantes.

¿Crees que sí es más fuerte?

Estoy seguro. Yo tengo una casa en Toronto. Cuando estás en Canadá se puede sentir lo que digo, incluso estando en la frontera con Estados Unidos. Tenemos seguro social para todos, buena educación, no ves policías en la calle, hay una mezcla de diferentes razas y nadie es molestado. Ese el modelo que se vive allá.


¿Qué crees que podemos hacer en México para lograr una integración como la que nos cuentas? Pues tenemos un país con mucho clasismo y racismo.

Lo bueno es que los viejos mueren, suena feo, pero eso pasa. Aunque también es muy importante algo que mucha gente dice que no: la protesta. Es importante protestar, si ves cómo se logran los cambios es con esto. La protesta debe ser con lógica, no nada más por estar enojados. Y rescatar esa parte de humanidad, ¿quiénes somos? Creo que hay dar más importancia a los educadores y dar libertad, saber que somos rebeldes y que está bien pensar diferente que tus abuelos.

Lo que es preocupante es que hay mucho pensamiento ultraconservador en la población joven.

Pero no sabemos si es por miedo. Aun así hay una evolución.


Canon Zoom in Project 2018, Explanada del MUAC, UNAM.
Foto: Inés M. Michel.


Finalmente, quisiera preguntarte en qué proyectos trabajas actualmente.

Son como tres. Tengo uno sobre gente que fue muy importante en alguna época y cómo ha sido su historia. Yo hice fotos con algunos personajes desde hace veinte o treinta años, y los he ido siguiendo hasta hoy. El otro es un programa que va a ser estilo televisión, en inglés, allá en Canadá. Y otro más es disfrutar mucho mis nietos, es mi proyecto favorito. Es muy importante eso, los abuelos tienen mucha más influencia con los nietos que los padres, por eso para mí es muy importante ser parte de eso. Conmigo fue así también, con mi abuelo y bisabuelo. 

Finalmente, lo que quisiera decir es que la gente olvida que somos únicos, pero somos juntos. Es importante que seamos diferentes, rebeldes, pero necesitamos unirnos, hacer discusiones y pensar, necesitamos tener una base para mañana poder hacer una diferencia. El mañana es lento, pero sí llega.

Esperemos que sí…

Sí, yo tengo sesenta y cinco años y lo he vivido. Yo fui hippie, viajé por el mundo en los sesenta y setenta, y lo vi. Yo estuve tres años en Cuba haciendo un proyecto. Conocí a Fidel, y tuve permiso de parte de él, no sé por qué todavía, de hacer cosas que nadie podía hacer. Siempre necesitamos ser humildes porque es un honor poder hacer lo que hacemos, pues un pequeño porcentaje de la gente puede ir a la universidad en el mundo y además no estamos en un problema de guerra a diario, como en Yemen, Siria, tantos lugares. En el caso de los centroamericanos que migran, ellos serán los mejores ciudadanos en donde estén, porque tienen una opción que no tenían en su país. Así piensa la mentalidad canadiense. Mi esperanza es que ustedes (México) van a poder pensar así. Es muy sencillo.

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Cierro mi entrada con unas palabras que se escribieron y compartieron bastante en tiempos de #YoSoy132: Si no ardemos juntos, ¿quién iluminará esta oscuridad?



Inés M. Michel.
@inesmmichel
I: @inmichel

Ciudad de México, junio, 2019.

 [Atea, vegana, feminista,
lectora irredenta,
a la espera del apocalipsis zombi
que dará sentido a mi existencia.]















[1] Las entrevistas y la nota de El Semanario fueron realizadas en el mes de octubre de 2018.


2 comentarios:

  1. Siempre tus palabras Inés me llegan a lo más profundo de mi alma. En ésta ocasión me dejan un nudo en la garganta y una impotencia que espero sea pasajera. Hay mucho que hacer a pesar de mis miedos.....gracias por tus hermosas reflexiones y por compartir un poquito de lo que tu eres,un abrazo!

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    1. Gracias por tu comentario. Coincido en que hay mucho por hacer. ¡Abrazo!

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