jueves, 30 de mayo de 2019

Mostrar el cuerpo




La vileza de la guerra contra las mujeres y la respuesta de algunas protestas donde las mujeres muestran su cuerpo, ¿están relacionadas?

Siento tanto queridas conocidas, amigas, lectoras que a algunas de ustedes les parezca inapropiado ver a manifestantes feministas mostrando su cuerpo, sus pechos, gritando consignas, haciendo pintas… Lamento que sus buenas conciencias y sus argumentos sobre las “protestas serias” les nublen la visión sobre lo importante. ¿Saben lo que significa ser mujer en el mundo?

Ser mujer en muchas regiones significa ser mutilada a corta edad pues no está permitido el placer sexual femenino. En una dolorosa intervención muchas niñas, adolescentes e incluso bebés ven dañada su integridad física de por vida.

Ser mujer significa (y ha significado) que en tiempos de guerra, los cuerpos femeninos pasan a ser botines de soldados y “conquistadores”, que históricamente han llegado a poblados y ciudades violando mujeres, sometiéndolas y, en algunos casos, convirtiéndolas en esclavas sexuales


Exposición sobre feminicidios Zapatos rojos, Elina Chauvet. Foto: Enfoque.


Ser mujer en México significa sobrevivir en un país en el que ocurren en promedio diez feminicidios al día. Un alto porcentaje de las víctimas son agredidas por sus propias parejas o exparejas.

Ser mujer es todavía escuchar en muchos ámbitos que “ese no es lugar para una mujer”; es tener poquísimas referencias de científicas, filósofas, pintoras, escritoras y muchísimas de mujeres pareciendo objetos en publicidad, cine y medios de comunicación en general.

Siento que ustedes, detractoras de los desnudos en las marchas feministas, no vean más que mujeres en tetas hacienda el ridículo, porque yo lo que veo es a mujeres dueñas de sus cuerpos, mostrándolos como casi nunca se muestran, para gritar que sus cuerpos no existen para ser mutilados, ni para ultrajarse o “conquistarse”; me alegra que al menos un grupo de “locas” salga a la calle a gritarle al patriarcado que a pesar de su guerra contra nosotras hay mujeres luchando y mostrando que su cuerpo no es para el deleite masculino y que se ha convertido en un estandarte político. Mostrarse en tetas no es esta vez para ellos, no se trata de anuncios de autos ni de instrumentos del capital, sino de mujeres libres.

Octava Marcha de las Putas, Puebla, México. Foto: EFE.

 
Cada una tiene su propia forma de entender el feminismo, pero juntas podemos demostrar que la lucha es colectiva. Así que esa rebeldía, esa resistencia me parecen dignas de admiración. Por ello, siento que algunas personas salgan en todo su conservadurismo a decir “sean serias”, cuando me parece que la seriedad no implica lo que esas críticas esgrimen. Se necesita mucho compromiso y seriedad para ir contra los mandatos que quieren a la mujer sumisa, esclava y avergonzada de su cuerpo. Esas mujeres al manifestarse hacen de su cuerpo un lienzo y salen a mostrarnos que hay otras maneras de ser mujeres, que calladitas NO nos vemos más bonitas. Si les escandaliza ver a un cuerpo femenino en este contexto es quizá que la costumbre es observarlo detrás de un escaparate.

Es cierto, hay muchas maneras de protestar, pero mostrar el cuerpo como consigna política es una de ellas, no menos legítima que otras. Yo me reconozco en las mujeres que protestan, en esos otros cuerpos que no son como las figuras femeninas mostradas en la publicidad dirigida a la mirada masculina, son cuerpAs (aunque odien esta forma de escribirlo y acudan enardecidos a la RAE) que se adueñan de la calle a su manera, bajo sus propias reglas y quienes alegan que hay cosas más “útiles” que hacer que mostrarse desnudas, deberían saber que entre ellas hay maestras, abogadas, maestras, activistas, que trabajan desde sus espacios por un mundo más justo y equitativo.

Manifestarse con el cuerpo es, además de un actuar político, una manera de subvertir el orden público, esos torsos desnudos no están ahí para deleitar, ni para vender hamburguesas o cerveza, esos torsos incómodos gritan y nos confrontan, toman la calle, toman la palabra, afirmándose, recordando que aquí estamos las mujeres, a pesar del exterminio y de la violencia hacia nuestros cuerpos, a pesar del odio y la misoginia, seguimos aquí.

#SeVaACaer


Inés M. Michel.
@inesmmichel
I: @inmichel

Ciudad de México, mayo, 2019.

 [Atea, vegana, feminista,
lectora irredenta,
a la espera del apocalipsis zombi
que dará sentido a mi existencia.]








jueves, 23 de mayo de 2019

Una nueva narrativa



Nos urge una nueva narrativa social y nacional en México


El pasado 1 de diciembre, hace exactamente 174 días naturales, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) asumió la presidencia de México. Y dentro de 100 días rendirá su primer informe de gobierno y es indudable que ya ha habido cierto desgaste. En cinco meses perdió cinco puntos en las encuestas de aceptación, aunque sigue apoyándolo una mayoría considerable. Y la reciente renuncia de Germán Martínez Cázares al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y sus señalamientos y confrontación con la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), sin que olvidemos el pasado calderonista del renunciante,  es, quizás, ya un claro signo de la complejidad de las contradicciones internas y externas en las que se mueve el gobierno de AMLO.

Sí, mucho ha acontecido en términos favorables, a pesar de los críticos y detractores; pero falta todavía más -¿cómo no estar de acuerdo con algunos de los puntos de la carta de Germán Martínez sin dejar de considerar sus relaciones con el poder?- por hacer y ya es imposible que no salgan a primer plano los señalamientos y las críticas ante determinados temas muy específicos y complicados: la reforma educativa, el tren maya y la guardia civil. Y ante ese enorme reto, que es de todas y todos, nos hace falta, así lo creo, una nueva narrativa social y nacional que haga sentido y nos posibilite rehacer el país, pues el huachicoleo, las desapariciones forzadas (40 mil), la violencia (más de 200 mil asesinados), la corrupción e impunidad y, por si lo anterior fuera poco, la exagerada concentración de la riqueza  nacional en unas cuantas manos y su consecuente extensión de la pobreza, son un lastre que nos heredaron los últimos dos sexenios. Y una más que pesada inercia de la herencia neoliberal.


Foto: Cuartoscuro.

Es por ello que en realidad han sido las políticas neoliberales las que han postrado al país y cubren por lo menos cinco sexenios.

Es hora, por tanto, de defender un presidente que fue electo para cambiar ese estado de cosas. Para lo que requerimos no solamente que se concrete la cuarta transformación, yendo más allá de la mera retórica, y que se vaya más allá de ella y se englobe en una nueva narrativa social y nacional que haga realidad el México del mañana, es decir, el por-venir de nuestro país.

Pero… ¿estamos, todas y todos, dispuestos a ello?

¿Por qué no ha bastado hasta el momento la cuarta transformación?

Esta es la verdadera cuestión. Y aquí, pienso, no puede haber dudas; y claro que el apoyo no puede ser acrítico, pues de hacerlo de ese modo se estaría traicionando el sentido del voto de más de 30 millones de electoras y electores que optaron por Andrés Manuel López Obrador.

Se trata de que el sector popular o pueblo incida, también, en la confección de las políticas más idóneas para llevar a cabo, en los hechos, la tan manida cuarta transformación, para que ésta no se quede en simple retórica oficial; es decir, la reforma de las instituciones en los distintos ámbitos de la vida nacional, para adecuarlas, precisamente, al proceso de transformación que exigen las circunstancias no solamente nacionales sino también mundiales.


Conferencia matutina AMLO. Foto: Presidencia de la República.

De no hacerlo, aparte de no cumplir con el mandato de los 30 de millones de votos ya aludidos, se correrá el riesgo de un retroceso que será todavía más oneroso que todo lo vivido en los dos últimos dos sexenios (Felipe Calderón Hinojosa y Enrique Peña nieto), como consecuencia de no haberse cumplido las expectativas de cambio abiertas desde el régimen de Vicente Fox Quezada. ¿Tenemos la suficiente memoria al respecto?

Pero aquí no es cuestión de voluntad, sino de organización y de actos políticos. Tenemos que inventar las formas organizativas, pues, para impulsar el auténtico cambio social y evitar el retroceso político e ideológico; ya no solamente económico. En pocas palabras, hacer de la cuarta transformación algo del orden del acontecimiento.

En esto consiste el verdadero reto que tenemos  las y los mexicanos.

¿MORENA será capaz de hacerlo? ¿Lo serán las senadoras y senadores y las diputadas y diputados del actual Congreso de la Unión?

¿Cuál será el papel de todas y todos nosotros, los mexicanos de abajo, ante las presiones, ya muy visibles, de los grupos de poder y de la burocracia política (llena de arribistas y oportunistas?

Ha llegado el momento en el que no se vale ser solamente crítico y espectador.


AMLO en el Zócalo. Foto: Reverso.

Ha llegado la hora de sacar a relucir la inventiva histórica de nosotras y nosotros los mexicanos; por fortuna, tenemos una larga historia de la que podemos echar mano.

Así lo veo y así lo siento.   


P. D.

Este es el segundo texto directo en el que me pronuncio, abiertamente, sobre el actual gobierno. El primero lo hice en un texto conjunto con Inés M. Michel. Invito a todas y todos a leerlo, a pesar de su extensión.




J. Ignacio Mancilla.
FB: Juan Ignacio Mancilla Torres 

[Ateo, lector apasionado, 
militante de izquierda (casi solitario).
Lacaniano por convicción
y miembro activo de Intempestivas,
Revista de Filosofía y Cultura.]
        






    

jueves, 16 de mayo de 2019

Apuntes sobre la ausencia



Para Vod [2010 - 2018], una serie de ocho notas, 
una por cada año de compañía (5/8)





Un segundo de tu vida, querida niña, pequeña maltés, es ahora una eternidad fugaz que a veces siento apagarse, así que busco velas para encenderla, recuerdos: el sonido de tu voz perruna, las mañanas cuando rascabas para entrar, el platito que aún te espera, el suéter rosa que había guardado junto a mis abrigos de invierno, las veces que bajaste corriendo las escaleras de la Escandón, el cojín rizado que de reojo una vez confundí con tu pelo chino…


Aceptar que no estás ya. Lunes fatal. Aceptar que desde ese lunes no estás. Aceptar que no estás definitivamente, certeramente, irremediablemente. Aceptar que no estás y ya. Aceptar que nadie estará en un tiempo más.

¿La vida es eso? ¿Aceptar una sucesión de pérdidas irremediables? Esa idea vuelve y vuelve. Tu pérdida es un manto gris que lo cubre todo, me he entregado a esa vista nublada en este recipiente que me contiene. Siguió la oficina igual con sus ruiditos de teclados, las voces de la ciudad continuaron y de pronto me vi sumergida en una pecera, empecé a sentirla alrededor de mí, frente a mí, encima de mí, busqué consuelo en las palabras escritas y por escribir, siquiera una sola letra que reconfortara o me otorgara un momento de tregua. Dejé el periódico en su rutina aletargada, queriendo volver a mi tarea de escribir para encontrarte y encontrarme. A decir verdad sigo un tanto perdida entre la muerte, con la muerte, tu muerte, frente a mí, sostengo la mirada ante el vacío, ante la ausencia, tu ausencia, ante la pérdida, la vida es eso, intentar sobrevivir a quienes se van, quizá intentar convertir su ausencia en fortaleza del alma, escribir, eso intento, consciente de que alguien más continuará estas letras, que el tiempo se agota para mí y para todos, que algo hay qué hacer con lo poco que tenemos, con las muchas ausencias, con las faltas que nos sumergen, con el aire que se acaba, con la imposibilidad de aceptar que las pérdidas vienen un lunes cualquiera y se estampan en los planes, calando hondo, permaneciendo siempre.

El viaje de la vida, Anvica (Flickr).


Inés M. Michel.
@inesmmichel
I: @inmichel

Ciudad de México, mayo, 2019.

 [Atea, vegana, feminista,
lectora irredenta,
a la espera del apocalipsis zombi
que dará sentido a mi existencia.]








jueves, 9 de mayo de 2019

El futuro de México


Queridas lectoras y lectores: 

Nos ha tomado un largo tiempo reorganizar nuestra escritura y traerles nuevamente a este espacio nuestras letras. Como bienvenida de esta nueva etapa compartimos este texto que estuvimos cocinando desde meses atrás, en él tendemos cuerdas entre nuestra realidad y la ficción, nunca ajena a las problemáticas humanas. Tratamos de poner en juego lo que acontece en México desde la llegada de López Obrador, utilizando la narrativa de la última temporada de una serie muy querida por nosotros, The Walking Dead. A través del enfrentamiento de dos de sus icónicos personajes: Rick y Negan, nos preguntamos por el futuro político mexicano y también mundial. Dos proyectos antagónicos se enfrentan y de por medio hay bastante. Nos gustaría que nos acompañaran a través de esta reflexión y, como siempre, les invitamos a sumarse al diálogo dejándonos sus comentarios. También aprovechamos para invitarles a que se sumen a nuestras redes sociales, que estrenamos con la publicación de esta entrada: Twitter CuerdasIgneas y Facebook Cuerdas Ígneas. Seguiremos trabajando en diferentes cambios para mudarnos a una plataforma más completa e interactiva, la cual les compartiremos en cuanto quede lista.
      


México y Estados Unidos de América, el futuro inmediato y mediato: entre Rick y Negan, ¿otra (lectura) postura es posible?


El domingo 7 de octubre del año pasado se estrenó la novena temporada de The Walking Dead, la famosa serie que ha experimentado bajas en su audiencia durante las últimas temporadas (algo que se analizará en otro momento). La historia pone en el centro a los zombis, esos singulares personajes que, aunque presentes en diversos relatos y culturas, fueron concebidos como los conocemos ahora gracias al cine por George A. Romero (1940-2017), allá por 1968, en una excelente película, continuamente referenciada por cineastas y guionistas de cine y televisión, Night of the living dead (La noche de los muertos vivientes), una cinta que es desde tiempo atrás considerada de culto.

Lo que estamos intentando en esta cuerda, que lanzamos a nuestras lectoras y lectores, es una revisión que nos permita posicionarnos sobre la vorágine de cambios sociales y políticos que acontecen en México y en el mundo, utilizando el recurso de la ficción, a partir de la serie mencionada, tratando, en la medida de lo posible (y con las mediaciones pertinentes), de no perdernos en la complejidad del fenómeno social, el que -pensamos- puede leerse en la ficción televisiva, y trasladar esa lectura al mundo actual; es en lo ficticio donde puede encontrarse una profunda reflexión sobre lo histórico.

Son tres ideas tres las que podemos rescatar en este momento de la ficción planteada originalmente por Robert Kirkman y Tony Moore (recordemos que la serie televisiva producida por Frank Darabont y el mismo Kirkman tiene su origen en un cómic homónimo que a estas alturas lleva ya ciento ochenta y seis números publicados). A partir de estas tres líneas se plantea la reflexión de hoy, sobre todo, pensando desde la perspectiva de México; aunque no queremos dejar de mirar al mundo todo (al parecer, sumido en una profunda crisis), en especial, a los Estados Unidos de América, nuestro país vecino del norte, el imperio (en decadencia) de nuestro tiempo.


Ahondaremos, en primer lugar, en la idea de futuro, ¿es el futuro prometedor?; partamos de las visiones que tienen dos de los personajes centrales en la ficción zombi: Rick Grimes (Andrew Lincoln), quien tiene una visión optimista, y Negan (Jeffrey Dean Morgan -The Comedian, en otra de las ficciones originadas en los cómics que tanto pueden aportar para pensar nuestro tiempo convulso: Watchmen, creada por Alan Moore y llevada al cine con la dirección de Zack Snyder y guion de David Hayter y Alex Tse-), quien sustenta una perspectiva pesimista, opuesta radicalmente a la de Rick; ambos personajes, que además merecen un análisis aparte, no pocas veces se han confrontado violentamente en el mundo postapocalíptico. Incluso se han hecho la guerra, en el pasado inmediato.







En segundo lugar, abordaremos la dificultad de hacer comunidad, expuesto en la cotidianidad del mundo poblado por zombis y, a través de la reflexión, podremos establecer algunas relaciones con lo que acontece en nuestro país y en nuestro tiempo; particularmente, en México y en Estados Unidos. En el caso de estos dos territorios puede decirse que la violencia ha cobrado muchos muertos, aunque cada uno cuenta con sus propias peculiaridades e historias singulares.

Proponemos, para este punto, partir de la compleja decisión de Maggie Greene (Lauren Cohan) de ahorcar a Gregory (Xander Berkeley), un personaje cobarde, doble y siniestro, pues siempre estuvo involucrado en tretas que él mismo urdía… ¿Fue, el colgarlo como escarmiento, la mejor decisión que pudo tomar Maggie en aras de la comunidad de la que ella es responsable?

También queremos indagar en la muy actual y enredada cuestión de la violencia, siempre desde la ficción para que nos sirva como puente para meditar sobre cómo una vez que ésta se desata, bajo cualquier pretexto, incluso bueno, termina por imperar y, peor todavía, reproducirse, siempre en una espiral ampliada que (nos) domina a todas y todos (el columnista de El Semanario Carlos Azar Manzur nos recuerda en un texto lo que Zygmunt Bauman dice acerca de que la violencia actual no es una anomalía de la modernidad sino que, más bien, es sistemática y todos formamos parte de ella, aunque quisiéramos demostrar que no). Lo que se pone en juego, paradójicamente, es tanto el futuro como el presente de la comunidad que se quiere o se pretende tener: una de orden y paz; por otro lado, resulta una en la que la violencia siempre hace acto de presencia, contra la voluntad de unos y el anhelo de otros. Como en nuestro mundo real.

Antes de entrar más profundamente en nuestro análisis, conviene enunciar nuestra hipótesis de trabajo. Históricamente, toda comunidad humana siempre ha estado en proceso permanente de deconstrucción, es decir, al tiempo que está muriendo está renaciendo; se está destruyendo, construyendo y reconstruyendo todo el tiempo como sociedad toda (esto es pertinente recordarlo en todo momento), pero, hacemos hincapié aquí, quizá esto no había sido tan claro como lo es en el mundo de ahora, pues hoy los cambios tienen una temporalidad sumamente acelerada y todo parece navegar en el vértigo de la fugacidad de los fenómenos sociales, por lo que solamente el cambio es lo que queda asentado, como ya lo sostenía el viejo Heráclito de Éfeso, apodado el “oscuro”.

Esto es muy visible en la comunidad formada por Rick y los suyos; y lo mismo es perceptible en las comunidades con las que ellos han estado en permanente conflicto (las pasajeras o permanentes). Pero también, ahora, en las otras sociedades que se han formado a partir de la originaria que ellos compusieron alguna vez, pero que por los mismos fenómenos sociales y las diferencias entre ellos hoy están distantes en cuanto a la mejor manera de dirigirla; Michonne (Danai Gurira) está redactando una Carta orgánica y no una Constitución para ese futuro que sueñan, Rick le cede ese lugar. ¿Es parecido en el mundo real? ¿En el mundo que habitamos? ¿Qué es lo que está desgastando nuestro mundo?


Fotograma de The Walking Dead (AMC).

Finalmente, esto ha sido y va a ser en lo que se confrontarán, de manera radical, las visiones que tienen de la comunidad humana Rick y Negan, como de alguna manera se enunció en el pequeño diálogo final del capítulo 2 de la temporada 9; a partir de este episodio analizaremos lo que se puso en juego en la primera parte de la novena temporada que concluyó en noviembre pasado y que se dejó abierto para la segunda tanda de capítulos que iniciaron en febrero y ya culminó; dejando muchas cosas -insistimos-abiertas, sobre todo con relación al papel de la familia y de las y los niños, que son, como se dice, el futuro. Pero así es el porvenir, siempre abierto (dice la antropóloga Rita Segato que lo más extraordinario de la historia no es que se dirija a un lugar, sino que nadie puede pararla…).  

Antes de continuar, lanzamos una advertencia sobre cómo estamos leyendo la serie toda (pensemos desde los inicios de las peripecias del policía que terminaría convirtiéndose en líder -sin buscarlo- de la resistencia y luego de una multiplicidad de comunidades reunidas en torno a un objetivo común); creemos que The Walking Dead es una metáfora de la sociedad actual. Es decir, la serie es una lectura y una postura sobre el caos (post)moderno, presentado en un futuro de ficción; pensamos que sabiéndola leer nos encontramos con una forma metafórica de señalarnos a la humanidad actual y sus conflictos, aquellos que se presentan aparentemente sin salida. ¿Se trata de una crisis del paradigma democrático o de una crisis civilizatoria? ¿Es éste el dilema al que nos confrontamos?, pues ésa será nuestra lectura, por lo menos de la primera parte de la temporada nueve, que queda abierta, como ya se mencionó arriba; todo esto a través del “uso” que, al parecer, hacen otros (los antisociales, término -por cierto- utilizado en el filme Juan de los Muertos cuando el gobierno alega que los ataques perpetrados por zombis en la isla de Cuba, son en realidad desastres causados por grupos de antisociales que buscan desestabilizar a la sociedad) de los propios caminantes, a fin de usarlos para las confrontaciones humanas, garantizando así la perpetuación de la violencia (nuevamente siguiendo a Segato, ella nos dice que en el mundo actual producimos diferencia para producir conflicto, no es que haya conflictos “a causa de las diferencias” como suele comúnmente afirmarse).

Espero que esta lectura y postura queden justificadas en las mediaciones que estamos haciendo; partimos de la serie, eso lo pusimos sobre la mesa desde el principio, pero estamos mirando de manera constante la realidad en la que estamos inmersos. Aquí el interés es poder clarificarnos una -la realidad-, a partir de la otra -la ficción-. Así podremos pronunciarnos sobre el momento actual de México, Estados Unidos y el mundo.  

Quisiéramos hacer una rápida lectura del episodio 1 de la temporada 9.

Todo empieza con la difícil decisión de Maggie de colgar a Gregory, después de que ella sufre un atentado por parte de… (¿van al día en la ficción?, por si no, omitimos esta información que resulta de mucha relevancia y que debe descubrirse cuando se vean los capítulos donde se aborda).

En el segundo capítulo, que se llama El puente (The Bridge), es donde mejor se despliega, por medio del diálogo/confrontación entre Rick y Negan, la idea que cada uno tiene, no solamente del futuro, sino de lo humano mismo.


Fotograma de The Walking Dead (AMC).

Conviene, para que se entienda mejor la reflexión, con relación a lo que actualmente sucede y que se espera que acontecerá en México, que citemos, textualmente, dicho diálogo (pues tiene una enorme relevancia):

Rick: Fue un día difícil. Hacía tiempo que no teníamos uno tan difícil. Un hombre perdió un brazo. El proyecto va retrasado. Hubo peleas de puño. Sin embargo, pese a todo eso, al final del día, se reunieron. No todos. Pero bastantes. Eligieron estar juntos. ¿Entiendes a dónde voy?  Pase lo que pase, los seres humanos buscamos estar juntos. Es nuestro instinto.

Negan: Es una imagen muy bonita, Rick. ¿Cuándo podré verla yo?

Rick: Jamás. Vas a morir tras esas rejas. Lo sabes.

N.: Entonces, ¿me concederás un deseo final? ¿Por qué no me traes…?

R.: ¿No te cansas nunca de actuar como si siguieras a cargo?

N.: ¿Y tú? ¿Crees que, porque comieron en torno a una fogata, tienes todo esto bajo control? Cuando finalmente las cosas se vayan al diablo, y así será, no olvides venir aquí a contarme ese día también.

R.: Estamos prosperando. Sin ti. Construimos un futuro como dije que haríamos.

N.: ¿Para quién lo construyes? ¿Para Carl?

R.: No pronuncies su nombre.

N.: Tu familia ya no existe, Rick. La mía tampoco. Ese puente no es el futuro, es un monumento a los muertos. No estás salvando al mundo, Rick, estás preparándolo para mí.

El diálogo/confrontación tiene alcances inmensos, como se puede apreciar; es, en realidad, un diálogo muy complejo que nos ilustra sobre lo que se juega, no solamente en la ficción, sino también en la realidad misma; en el mundo nuestro: ¿quién comanda/comandará?, ¿qué tipo de futuro se podrá construir: uno de paz o uno de guerra permanente? (Y, si nos posicionamos como Moore, ya citado, ¿quién vigila a los vigilantes? -Who whatches the watchmen?-).

Sí, también algo del futuro se está dirimiendo actualmente en México, ello mediante personajes centrales, por ejemplo, Andrés Manuel López Obrador, quien acaba de asumir la presidencia de México, y también muchos otros, incluyendo a todas y todos los mexicanos de a pie. Tendamos algunos puentes entre lo sucedido en México desde el 1 de julio pasado y los discursos de AMLO, particularmente, nos parece relevante traer aquí el que corresponde a su asunción como presidente de México, y en la parte de la ficción, lo que se confronta entre los dos líderes de The Walking Dead.

¿Quién será el villano de México que asuma el papel que desempeña Negan en la ficción y qué instrumento será el equivalente de Lucy, el famoso bate de Negan, con el que dio muerte a algunos de los seres más queridos de Rick?

El sábado 1 de diciembre AMLO asumió, por fin, el poder formal de la presidencia. Primero en el Congreso de la Unión y, ya siendo presidente, mediante la entrega del bastón de mando que le hicieron, en pleno Zócalo, los pueblos indígenas de México (esta entrega no estuvo exenta de polémica pues se ha cuestionado la legitimidad de los representantes que asistieron a la ceremonia).

Son muchas las cosas que habría qué decir, algunas de ellas no podrán trabajarse por falta de espacio, pero en lo que queremos hacer hincapié es en que las formas cambiaron radicalmente. En ambos discursos, el del Congreso y el del Zócalo, AMLO insistió en la paz, el perdón y la construcción del futuro.

Retomemos algunos de sus dichos y no dejemos de pensar en lo que como mexicanas y mexicanos hemos vivido en, por lo menos, los últimos dos sexenios (Felipe Calderón Hinojosa y Enrique Peña Nieto): violencia, guerra, muerte, destrucción, sometimiento (le especialidad de Negan). Y consideremos la apuesta de AMLO, la de la paz, el perdón y la construcción del futuro (¿a lo Rick?).

Abordemos la cuestión de las formas. En el pasado inmediato, se cerraban totalmente las calles, con una absoluta vigilancia del Estado Mayor Presidencial (ya desaparecido), para que circulara el presidente; esta vez AMLO se trasladó sin cierre de calles, con la abierta presencia de las y los ciudadanos, que podían incluso arrimarse (el caso del ciclista es más que ilustrativo) y decirle lo que esperan de él.




Reiteramos: las formas han cambiado. La fiesta del Zócalo también es paradigmática en este cambio.

Aunque quizá lo más importante está en los cambios en el discurso. Ya no fue mera retórica, sino que, haciendo cuentas con el pasado mediato e inmediato, AMLO se posicionó para hacernos un llamado a todas y todos los mexicanos a construir el futuro; no va a ser fácil, por supuesto, pero hay pueblo y hay recursos materiales suficientes, pese al saqueo neoliberal.

Textualmente, AMLO llamó a: “[…] una modernidad forjada desde abajo y para todos”.

¿Podemos desoír ese llamado? ¿En aras de qué habría que desoírlo?

Éste es el gran reto que tenemos todas y todos los mexicanos. Seguir el camino de la confrontación o construir el puente del futuro, y no será sencillo, de la paz y de eso que él llamó “modernidad forjada desde abajo y para todos". Pero, nos preguntamos, ¿se puede acabar con el neoliberalismo por mero decreto?

Al hacernos este llamado, AMLO no dejó de hacer cuentas con nuestro pasado, el de la nación mexicana, con lo que nos ha dejado el modelo neoliberal; pero no para que nos cebemos en el dolor y el resentimiento, sino, para que sin olvidar a todas y todos los precursores de este momento histórico y que, en tanto muertos, son y serán nuestro impulso, vayamos adelante, en la construcción del nuevo México.

Y que quede constancia de que lo dijo abiertamente, en presencia de uno de los grandes responsables de este desastre, Enrique Peña Nieto, pero que, dijo, no iba a perseguir. ¿Cualquier semejanza con The Walking Dead es mera coincidencia?

También ahí, en la ficción, el debate está entre los que no quieren venganza y sí justicia y los que creen que no hay justicia para Negan más que la muerte.


Fotograma de The Walking Dead (AMC).

¿Qué camino seguiremos en México?

He aquí la verdadera cuestión: seguir el camino de la paz y el futuro o seguir el de la guerra y la confrontación y la venganza.

¿Por qué camino optaremos las y los mexicanos?

He aquí nuestro dilema. Y, nuevamente decimos, la ficción puede enseñarnos mucho sobre nuestra realidad.

Y aquí es donde ficción y realidad se juntan, para diferenciarse, en cuanto las dos quedan abiertas. Cada una con sus posibilidades y su propia lógica acontecimiental. Cada una con su propia problemática.

Cerramos esto señalando, rápidamente, que hay cosas que ya han cambiado en México y otras que esperan su momento de transformación; van a existir muchas resistencias, buenas y malas, pues son muchos los problemas. Por ejemplo, el tren maya, la guardia civil, las concesiones mineras y del agua y, además, la todavía pendiente y empantanada reforma educativa (hasta el momento abierta a pesar del "peloteo" entre las cámaras). Ya se verá. Mientras tanto, AMLO como presidente de México se mueve en muchas contradicciones y el posicionamiento ante su presidencia cada vez será más complicado, pues como suele pasar en estas cuestiones, habrá quienes ganen y quienes pierdan y será eso lo que vaya determinando la manera en que los sujetos sociales visualicen la presidencia de Andrés Manuel López Obrador. Es un proceso que está y seguirá abierto...

Y aquí estamos, insertos en él...

       
J. Ignacio Mancilla e Inés M. Michel.
T: @CuerdasIgneas
FB: Cuerdas Ígneas