Intentando demostrar que las letras cuentan, que la influencia es grande cuando se es papá, que la hija entiende aun si decide no atender. Las cuerdas se hilan a partir de escribir sobre gustos y pasiones. El diálogo entre él y ella es también un diálogo contigo lectora, lector.
La vileza de la guerra contra las
mujeres y la respuesta de algunas protestas donde las mujeres muestran su cuerpo,
¿están relacionadas?
Siento tanto queridas conocidas,
amigas, lectoras que a algunas de ustedes les parezca inapropiado ver a manifestantes feministas
mostrando su cuerpo, sus pechos, gritando consignas, haciendo pintas… Lamento
que sus buenas conciencias y sus argumentos sobre las “protestas serias” les nublen
la visión sobre lo importante. ¿Saben lo que significa ser mujer
en el mundo?
Ser mujer en muchas regiones significa
ser mutilada a corta edad pues no está permitido el placer sexual femenino. En una dolorosa intervención muchas niñas, adolescentes e incluso bebés ven
dañada su integridad física de por vida.
Ser mujer significa
(y ha significado) que en tiempos de guerra, los cuerpos femeninos pasan a ser
botines de soldados y “conquistadores”, que históricamente han llegado a poblados
y ciudades violando mujeres, sometiéndolas y, en algunos casos, convirtiéndolas en esclavas sexuales.
Exposición sobre feminicidios Zapatos rojos, Elina Chauvet. Foto: Enfoque.
Ser mujer en México significa sobrevivir en un país en el que ocurren en promedio diez feminicidios
al día. Un alto porcentaje de las víctimas son agredidas por sus propias parejas o exparejas.
Ser mujer es
todavía escuchar en muchos ámbitos que “ese no es lugar para una mujer”; es
tener poquísimas referencias de científicas, filósofas, pintoras, escritoras y
muchísimas de mujeres pareciendo objetos en publicidad, cine y medios de comunicación en general.
Siento que
ustedes, detractoras de los desnudos en las marchas feministas, no vean más que
mujeres en tetas hacienda el ridículo, porque yo lo que veo es a mujeres dueñas
de sus cuerpos, mostrándolos como casi nunca se muestran, para gritar que sus
cuerpos no existen para ser mutilados, ni para ultrajarse o “conquistarse”; me
alegra que al menos un grupo de “locas” salga a la calle a gritarle al patriarcado
que a pesar de su guerra contra nosotras hay mujeres luchando y mostrando que
su cuerpo no es para el deleite masculino y que se ha convertido en un estandarte político. Mostrarse en tetas no es esta vez para ellos, no se trata de anuncios de autos ni de instrumentos
del capital, sino de mujeres libres.
Octava Marcha de las Putas, Puebla, México. Foto: EFE.
Cada una
tiene su propia forma de entender el feminismo, pero juntas podemos demostrar que
la lucha es colectiva. Así que esa rebeldía, esa resistencia me parecen dignas
de admiración. Por ello, siento que algunas personas salgan en todo su
conservadurismo a decir “sean serias”, cuando me parece que la seriedad no implica lo que esas críticas esgrimen. Se necesita mucho compromiso y seriedad para ir
contra los mandatos que quieren a la mujer sumisa, esclava y avergonzada de su
cuerpo. Esas mujeres al manifestarse hacen de su cuerpo un lienzo y salen a mostrarnos que hay
otras maneras de ser mujeres, que calladitas NO nos vemos másbonitas. Si les escandaliza ver a un cuerpo
femenino en este contexto es quizá que la costumbre es observarlo detrás de un
escaparate.
Es cierto,
hay muchas maneras de protestar, pero mostrar el cuerpo como consigna política
es una de ellas, no menos legítima que otras. Yo me reconozco en las mujeres que
protestan, en esos otros cuerpos que no son como las figuras femeninas
mostradas en la publicidad dirigida a la mirada masculina, son cuerpAs (aunque odien
esta forma de escribirlo y acudan enardecidos a la RAE) que se adueñan de la
calle a su manera, bajo sus propias reglas y quienes alegan que hay cosas más “útiles”
que hacer que mostrarse desnudas, deberían saber que entre ellas hay maestras,
abogadas, maestras, activistas, que trabajan desde sus espacios por un mundo más
justo y equitativo.
Manifestarse
con el cuerpo es, además de un actuar político, una manera de subvertir el orden
público, esos torsos desnudos no están ahí para deleitar, ni para vender
hamburguesas o cerveza, esos torsos incómodos gritan y nos confrontan,
toman la calle, toman la palabra, afirmándose, recordando que aquí estamos las
mujeres, a pesar del exterminio y de la violencia hacia nuestros cuerpos, a
pesar del odio y la misoginia, seguimos aquí.
Nos
urge una nueva narrativa social y nacional en México
El pasado 1 de diciembre, hace
exactamente 174 días naturales, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) asumió la
presidencia de México. Y dentro de 100 días rendirá su primer informe de
gobierno y es indudable que ya ha habido cierto desgaste. En cinco meses perdió
cinco puntos en las encuestas de aceptación, aunque sigue apoyándolo una
mayoría considerable. Y la reciente renuncia de Germán Martínez Cázares al
Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y sus señalamientos y confrontación
con la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), sin que olvidemos el
pasado calderonista del renunciante, es,
quizás, ya un claro signo de la complejidad de las contradicciones internas y
externas en las que se mueve el gobierno de AMLO.
Sí, mucho ha acontecido en
términos favorables, a pesar de los críticos y detractores; pero falta todavía
más -¿cómo no estar de acuerdo con algunos de los puntos de la carta de Germán
Martínez sin dejar de considerar sus relaciones con el poder?- por hacer y ya
es imposible que no salgan a primer plano los señalamientos y las críticas ante
determinados temas muy específicos y complicados: la reforma educativa, el tren
maya y la guardia civil. Y ante ese enorme reto, que es de todas y todos, nos
hace falta, así lo creo, una nueva narrativa social y nacional que haga sentido
y nos posibilite rehacer el país, pues el huachicoleo, las desapariciones
forzadas (40 mil), la violencia (más de 200 mil asesinados), la corrupción e
impunidad y, por si lo anterior fuera poco, la exagerada concentración de la
riquezanacional en unas cuantas manos y
su consecuente extensión de la pobreza, son un lastre que nos heredaron los
últimos dos sexenios. Y una más que pesada inercia de la herencia neoliberal.
Foto: Cuartoscuro.
Es por ello que en realidad
han sido las políticas neoliberales las que han postrado al país y cubren por
lo menos cinco sexenios.
Es hora, por tanto, de
defender un presidente que fue electo para cambiar ese estado de cosas. Para lo
que requerimos no solamente que se concrete la cuarta transformación, yendo más
allá de la mera retórica, y que se vaya más allá de ella y se englobe en una
nueva narrativa social y nacional que haga realidad el México del mañana, es
decir, el por-venir de nuestro país.
Pero… ¿estamos, todas y todos,
dispuestos a ello?
¿Por qué no ha bastado hasta
el momento la cuarta transformación?
Esta es la verdadera cuestión.
Y aquí, pienso, no puede haber dudas; y claro que el apoyo no puede ser
acrítico, pues de hacerlo de ese modo se estaría traicionando el sentido del
voto de más de 30 millones de electoras y electores que optaron por Andrés
Manuel López Obrador.
Se trata de que el sector
popular o pueblo incida, también, en la confección de las políticas más idóneas
para llevar a cabo, en los hechos, la tan manida cuarta transformación, para
que ésta no se quede en simple retórica oficial; es decir, la reforma de las
instituciones en los distintos ámbitos de la vida nacional, para adecuarlas,
precisamente, al proceso de transformación que exigen las circunstancias no solamente nacionales sino también mundiales.
Conferencia matutina AMLO. Foto: Presidencia de la República.
De no hacerlo, aparte de no
cumplir con el mandato de los 30 de millones de votos ya aludidos, se correrá
el riesgo de un retroceso que será todavía más oneroso que todo lo vivido en los
dos últimos dos sexenios (Felipe Calderón Hinojosa y Enrique Peña nieto), como
consecuencia de no haberse cumplido las expectativas de cambio abiertas desde
el régimen de Vicente Fox Quezada. ¿Tenemos la suficiente memoria al respecto?
Pero aquí no es cuestión de
voluntad, sino de organización y de actos políticos. Tenemos que inventar las
formas organizativas, pues, para impulsar el auténtico cambio social y evitar
el retroceso político e ideológico; ya no solamente económico. En pocas
palabras, hacer de la cuarta transformación algo del orden del acontecimiento.
En esto consiste el verdadero
reto que tenemoslas y los mexicanos.
¿MORENA será capaz de hacerlo?
¿Lo serán las senadoras y senadores y las diputadas y diputados del actual
Congreso de la Unión?
¿Cuál será el papel de todas y
todos nosotros, los mexicanos de abajo, ante las presiones, ya muy visibles, de
los grupos de poder y de la burocracia política (llena de arribistas y
oportunistas?
Ha llegado el momento en el que
no se vale ser solamente crítico y espectador.
AMLO en el Zócalo. Foto: Reverso.
Ha llegado la hora de sacar a
relucir la inventiva histórica de nosotras y nosotros los mexicanos; por
fortuna, tenemos una larga historia de la que podemos echar mano.
Así lo veo y así lo siento.
P. D.
Este es el segundo texto
directo en el que me pronuncio, abiertamente, sobre el actual gobierno. El
primero lo hice en un texto conjuntocon Inés M. Michel. Invito a todas y todos
a leerlo, a pesar de su extensión.
Un
segundo de tu vida, querida niña, pequeña maltés, es ahora una eternidad fugaz
que a veces siento apagarse, así que busco velas para encenderla, recuerdos: el
sonido de tu voz perruna, las mañanas cuando rascabas para entrar, el platito que
aún te espera, el suéter rosa que había guardado junto a mis abrigos de invierno,
las veces que bajaste corriendo las escaleras de la Escandón, el cojín rizado que
de reojo una vez confundí con tu pelo chino…
Aceptar que no estás ya. Lunes fatal. Aceptar que desde
ese lunes no estás. Aceptar que no estás definitivamente, certeramente,
irremediablemente. Aceptar que no estás y ya. Aceptar que nadie estará en un
tiempo más.
¿La vida es eso? ¿Aceptar una sucesión de pérdidas
irremediables? Esa idea vuelve y vuelve. Tu pérdida es un manto gris que lo
cubre todo, me he entregado a esa vista nublada en este recipiente que me
contiene. Siguió la oficina igual con sus ruiditos de teclados, las voces de la
ciudad continuaron y de pronto me vi sumergida en una pecera, empecé a sentirla
alrededor de mí, frente a mí, encima de mí, busqué consuelo en las palabras
escritas y por escribir, siquiera una sola letra que reconfortara o me otorgara
un momento de tregua. Dejé el periódico en su rutina aletargada, queriendo volver
a mi tarea de escribir para encontrarte y encontrarme. A decir verdad sigo un
tanto perdida entre la muerte, con la muerte, tu muerte, frente a mí, sostengo
la mirada ante el vacío, ante la ausencia, tu ausencia, ante la pérdida, la
vida es eso, intentar sobrevivir a quienes se van, quizá intentar convertir su
ausencia en fortaleza del alma, escribir, eso intento, consciente de que alguien
más continuará estas letras, que el tiempo se agota para mí y para todos, que algo
hay qué hacer con lo poco que tenemos, con las muchas ausencias, con las faltas
que nos sumergen, con el aire que se acaba, con la imposibilidad de aceptar que
las pérdidas vienen un lunes cualquiera y se estampan en los planes, calando
hondo, permaneciendo siempre.
Nos ha tomado un largo tiempo reorganizar nuestra escritura y traerles nuevamente a este espacio nuestras letras. Como bienvenida de esta nueva etapa compartimos este texto que estuvimos cocinando desde meses atrás, en él tendemos cuerdas entre nuestra realidad y la ficción, nunca ajena a las problemáticas humanas. Tratamos de poner en juego lo que acontece en México desde la llegada de López Obrador, utilizando la narrativa de la última temporada de una serie muy querida por nosotros, The Walking Dead. A través del enfrentamiento de dos de sus icónicos personajes: Rick y Negan, nos preguntamos por el futuro político mexicano y también mundial. Dos proyectos antagónicos se enfrentan y de por medio hay bastante. Nos gustaría que nos acompañaran a través de esta reflexión y, como siempre, les invitamos a sumarse al diálogo dejándonos sus comentarios. También aprovechamos para invitarles a que se sumen a nuestras redes sociales, que estrenamos con la publicación de esta entrada: TwitterCuerdasIgneas y FacebookCuerdas Ígneas. Seguiremos trabajando en diferentes cambios para mudarnos a una plataforma más completa e interactiva, la cual les compartiremos en cuanto quede lista.
México
y Estados Unidos de América, el futuro inmediato y mediato: entre Rick y Negan,
¿otra (lectura) postura es posible?
El domingo 7 de octubre del
año pasado se estrenó la novena temporada de The Walking Dead, la famosa serie que ha experimentado bajas en su
audiencia durante las últimas temporadas (algo que se analizará en otro
momento). La historia pone en el centro a los zombis, esos singulares
personajes que, aunque presentes en diversos relatos y culturas, fueron concebidos
como los conocemos ahora gracias al cine por George A. Romero (1940-2017), allá por 1968, en una excelente película,
continuamente referenciada por cineastas y guionistas de cine y televisión, Night of the living dead (La noche de
los muertos vivientes), una cinta que es desde tiempo atrás considerada de
culto.
Lo que estamos intentando en
esta cuerda, que lanzamos a nuestras
lectoras y lectores, es una revisión que nos permita posicionarnos sobre la
vorágine de cambios sociales y políticos que acontecen en México y en el mundo,
utilizando el recurso de la ficción, a partir de la serie mencionada, tratando,
en la medida de lo posible (y con las mediaciones pertinentes), de no perdernos
en la complejidad del fenómeno social, el que -pensamos- puede leerse en la ficción
televisiva, y trasladar esa lectura al mundo actual; es en lo ficticio
donde puede encontrarse una profunda reflexión sobre lo histórico.
Son tres ideas tres las que podemos rescatar en este momento de la
ficción planteada originalmente por Robert
Kirkman y Tony Moore (recordemos
que la serie televisiva producida por Frank
Darabont y el mismo Kirkman
tiene su origen en un cómic homónimo que a estas alturas lleva ya ciento
ochenta y seis números publicados). A partir de estas tres líneas se plantea la
reflexión de hoy, sobre todo, pensando desde la perspectiva de México; aunque
no queremos dejar de mirar al mundo todo (al parecer, sumido en una profunda
crisis), en especial, a los Estados Unidos de América, nuestro país vecino del
norte, el imperio (en decadencia) de nuestro tiempo.
Ahondaremos, en primer lugar,
en la idea de futuro, ¿es el futuro prometedor?; partamos de las visiones que
tienen dos de los personajes centrales en la ficción zombi: Rick Grimes (Andrew Lincoln), quien tiene una visión
optimista, y Negan (Jeffrey Dean Morgan
-The Comedian, en otra de las
ficciones originadas en los cómics que tanto pueden aportar para pensar nuestro
tiempo convulso: Watchmen, creada por
Alan Moore y llevada al cine con la
dirección de Zack Snyder y guion de David Hayter y Alex Tse-), quien sustenta una perspectiva pesimista, opuesta radicalmente
a la de Rick; ambos personajes, que además merecen un análisis aparte, no pocas
veces se han confrontado violentamente en el mundo postapocalíptico. Incluso se
han hecho la guerra, en el pasado inmediato.
En segundo lugar, abordaremos la dificultad de hacer
comunidad, expuesto en la cotidianidad del mundo poblado por zombis y, a través
de la reflexión, podremos establecer algunas relaciones con lo que acontece en
nuestro país y en nuestro tiempo; particularmente, en México y en Estados
Unidos. En el caso de estos dos territorios puede decirse que la violencia ha
cobrado muchos muertos, aunque cada uno cuenta con sus propias peculiaridades e
historias singulares.
Proponemos, para este punto, partir de la compleja decisión
de Maggie Greene (Lauren Cohan) de ahorcar
a Gregory (Xander Berkeley), un personaje
cobarde, doble y siniestro, pues siempre estuvo involucrado en tretas que él
mismo urdía… ¿Fue, el colgarlo como escarmiento, la mejor decisión que pudo
tomar Maggie en aras de la comunidad de la que ella es responsable?
También queremos indagar en la
muy actual y enredada cuestión de la violencia, siempre desde la ficción para
que nos sirva como puente para meditar sobre cómo una vez que ésta se desata,
bajo cualquier pretexto, incluso bueno,
termina por imperar y, peor todavía, reproducirse, siempre en una espiral
ampliada que (nos) domina a todas y todos (el columnista de El Semanario Carlos Azar Manzur nos
recuerda en un textolo que Zygmunt Bauman dice acerca de que
la violencia actual no es una anomalía de la modernidad sino que, más bien, es sistemática y todos formamos parte de ella, aunque quisiéramos demostrar que no). Lo que se pone en
juego, paradójicamente, es tanto el futuro como el presente de la comunidad que
se quiere o se pretende tener: una de orden y paz; por otro lado, resulta una en
la que la violencia siempre hace acto de presencia, contra la voluntad de unos
y el anhelo de otros. Como en nuestro mundo real.
Antes de entrar más
profundamente en nuestro análisis, conviene enunciar nuestra hipótesis de
trabajo. Históricamente, toda comunidad humana siempre ha estado en proceso
permanente de deconstrucción, es decir, al tiempo que está muriendo está
renaciendo; se está destruyendo, construyendo y reconstruyendo todo el tiempo
como sociedad toda (esto es pertinente recordarlo en todo momento), pero,
hacemos hincapié aquí, quizá esto no había sido tan claro como lo es en el
mundo de ahora, pues hoy los cambios tienen una temporalidad sumamente
acelerada y todo parece navegar en el vértigo de la fugacidad de los fenómenos
sociales, por lo que solamente el cambio es lo que queda asentado, como ya lo
sostenía el viejo Heráclito de Éfeso,
apodado el “oscuro”.
Esto es muy visible en la
comunidad formada por Rick y los suyos; y lo mismo es perceptible en las
comunidades con las que ellos han estado en permanente conflicto (las pasajeras
o permanentes). Pero también, ahora, en las otras sociedades que se han formado
a partir de la originaria que ellos compusieron alguna vez, pero que por los
mismos fenómenos sociales y las diferencias entre ellos hoy están distantes en
cuanto a la mejor manera de dirigirla; Michonne (Danai Gurira) está redactando una Carta orgánica y no una
Constitución para ese futuro que sueñan, Rick le cede ese lugar. ¿Es parecido
en el mundo real? ¿En el mundo que habitamos? ¿Qué es lo que está desgastando
nuestro mundo?
Fotograma de The Walking Dead (AMC).
Finalmente, esto ha sido y va
a ser en lo que se confrontarán, de manera radical, las visiones que tienen de la
comunidad humana Rick y Negan, como de alguna manera se enunció en el pequeño
diálogo final del capítulo 2 de la temporada 9; a partir de este episodio analizaremos lo que se puso en juego
en la primera parte de la novena temporada que concluyó en noviembre pasado y que
se dejó abierto para la segunda tanda de capítulos que iniciaron en febrero y ya culminó; dejando muchas cosas -insistimos-abiertas, sobre todo con relación al papel de la familia y de las y los niños, que son, como se dice, el futuro. Pero así es el porvenir,
siempre abierto (dice la antropóloga Rita Segato que lo más extraordinario de
la historia no es que se dirija a un lugar, sino que nadie puede pararla…).
Antes de continuar, lanzamos una
advertencia sobre cómo estamos leyendo la serie toda (pensemos desde los
inicios de las peripecias del policía que terminaría convirtiéndose en líder
-sin buscarlo- de la resistencia y luego de una multiplicidad de comunidades
reunidas en torno a un objetivo común); creemos que The Walking Dead es una metáfora de la sociedad actual. Es decir, la
serie es una lectura y una postura sobre el caos (post)moderno, presentado en
un futuro de ficción; pensamos que sabiéndola leer nos encontramos con una
forma metafórica de señalarnos a la humanidad actual y sus conflictos,
aquellos que se presentan aparentemente sin salida. ¿Se trata de una crisis del
paradigma democrático o de una crisis civilizatoria? ¿Es éste el dilema al que
nos confrontamos?, pues ésa será nuestra lectura, por lo menos de la primera
parte de la temporada nueve, que queda abierta, como ya se mencionó arriba;
todo esto a través del “uso” que, al parecer, hacen otros (los antisociales, término -por cierto-
utilizado en el filme Juan de los Muertos
cuando el gobierno alega que los ataques perpetrados por zombis en la isla de
Cuba, son en realidad desastres causados por grupos de antisociales que buscan desestabilizar a la sociedad) de los
propios caminantes, a fin de usarlos para las confrontaciones humanas,
garantizando así la perpetuación de la violencia (nuevamente siguiendo a Segato,
ella nos dice que en el mundo actual producimos
diferencia para producir conflicto, no es que haya conflictos “a causa de
las diferencias” como suele comúnmente afirmarse).
Espero que esta lectura y
postura queden justificadas en las mediaciones que estamos haciendo; partimos
de la serie, eso lo pusimos sobre la mesa desde el principio, pero estamos mirando
de manera constante la realidad en la que estamos inmersos. Aquí el interés es
poder clarificarnos una -la realidad-, a partir de la otra -la ficción-. Así
podremos pronunciarnos sobre el momento actual de México, Estados Unidos y el
mundo.
Quisiéramos hacer una rápida
lectura del episodio 1 de la temporada 9.
Todo empieza con la difícil
decisión de Maggie de colgar a Gregory, después de que ella sufre un atentado
por parte de… (¿van al día en la ficción?, por si no, omitimos esta información
que resulta de mucha relevancia y que debe descubrirse cuando se vean los
capítulos donde se aborda).
En el segundo capítulo, que se
llama El puente (The Bridge), es
donde mejor se despliega, por medio del diálogo/confrontación entre Rick y
Negan, la idea que cada uno tiene, no solamente del futuro, sino de lo humano
mismo.
Fotograma de The Walking Dead (AMC).
Conviene, para que se entienda
mejor la reflexión, con relación a lo que actualmente sucede y que se espera
que acontecerá en México, que citemos, textualmente, dicho diálogo (pues tiene una enorme relevancia):
Rick: Fue un día difícil. Hacía tiempo que no
teníamos uno tan difícil. Un hombre perdió un brazo. El proyecto va retrasado.
Hubo peleas de puño. Sin embargo, pese a todo eso, al final del día, se
reunieron. No todos. Pero bastantes. Eligieron estar juntos. ¿Entiendes a dónde
voy?Pase lo que pase, los seres humanos
buscamos estar juntos. Es nuestro instinto.
Negan: Es una imagen muy bonita, Rick. ¿Cuándo
podré verla yo?
Rick: Jamás. Vas a morir tras esas rejas. Lo sabes.
N.: Entonces, ¿me concederás un deseo final? ¿Por qué no me traes…?
R.: ¿No te cansas nunca de actuar como si siguieras a cargo?
N.: ¿Y tú? ¿Crees que, porque comieron en torno a una fogata, tienes todo
esto bajo control? Cuando finalmente las cosas se vayan al diablo, y así será,
no olvides venir aquí a contarme ese día también.
R.: Estamos prosperando. Sin ti. Construimos un futuro como dije que
haríamos.
N.: ¿Para quién lo construyes? ¿Para Carl?
R.: No pronuncies su nombre.
N.: Tu familia ya no existe, Rick. La mía tampoco. Ese puente no es el
futuro, es un monumento a los muertos. No estás salvando al mundo, Rick, estás
preparándolo para mí.
El diálogo/confrontación tiene
alcances inmensos, como se puede apreciar; es, en realidad, un diálogo muy
complejo que nos ilustra sobre lo que se juega, no solamente en la ficción,
sino también en la realidad misma; en el mundo nuestro: ¿quién comanda/comandará?,
¿qué tipo de futuro se podrá construir: uno de paz o uno de guerra permanente?
(Y, si nos posicionamos como Moore, ya citado, ¿quién vigila a los vigilantes? -Who whatches the watchmen?-).
Sí, también algo del futuro se
está dirimiendo actualmente en México, ello mediante personajes centrales, por
ejemplo, Andrés Manuel López Obrador,
quien acaba de asumir la presidencia de México, y también muchos otros,
incluyendo a todas y todos los mexicanos de a pie. Tendamos algunos puentes
entre lo sucedido en México desde el 1 de julio pasado y los discursos de AMLO,
particularmente, nos parece relevante traer aquí el que corresponde a su
asunción como presidente de México, y en la parte de la ficción, lo que se
confronta entre los dos líderes de The
Walking Dead.
¿Quién será el villano de
México que asuma el papel que desempeña Negan en la ficción y qué instrumento
será el equivalente de Lucy, el famoso bate de Negan, con el que dio muerte a algunos
de los seres más queridos de Rick?
El sábado 1 de diciembre AMLO asumió, por fin, el poder formal
de la presidencia. Primero en el Congreso de la Unión y, ya siendo presidente,
mediante la entrega del bastón de mando que le hicieron, en pleno Zócalo, los
pueblos indígenas de México (esta entrega no estuvo exenta de polémica pues se
ha cuestionado la legitimidad de los representantes que asistieron a la
ceremonia).
Son muchas las cosas que
habría qué decir, algunas de ellas no podrán trabajarse por falta de espacio, pero en
lo que queremos hacer hincapié es en que las formas cambiaron radicalmente. En
ambos discursos, el del Congreso y el del Zócalo, AMLO insistió en la paz, el perdón y la construcción del futuro.
Retomemos algunos de sus
dichos y no dejemos de pensar en lo que como mexicanas y mexicanos hemos vivido
en, por lo menos, los últimos dos sexenios (Felipe Calderón Hinojosa y Enrique
Peña Nieto): violencia, guerra, muerte, destrucción, sometimiento (le
especialidad de Negan). Y consideremos
la apuesta de AMLO, la de la paz, el perdón y la construcción del futuro (¿a
lo Rick?).
Abordemos la cuestión de las
formas. En el pasado inmediato, se cerraban totalmente las calles, con una
absoluta vigilancia del Estado Mayor Presidencial (ya desaparecido), para que
circulara el presidente; esta vez AMLO
se trasladó sin cierre de calles, con la abierta presencia de las y los
ciudadanos, que podían incluso arrimarse (el caso del ciclista es más que
ilustrativo) y decirle lo que
esperan de él.
Reiteramos: las formas han
cambiado. La fiesta del Zócalo también es paradigmática en este cambio.
Aunque quizá lo más importante
está en los cambios en el discurso. Ya no fue mera retórica, sino que, haciendo cuentas con el pasado mediato e
inmediato, AMLO se posicionó para hacernos un llamado a todas y todos los
mexicanos a construir el futuro; no va a ser fácil, por supuesto, pero hay
pueblo y hay recursos materiales suficientes, pese al saqueo neoliberal.
Textualmente, AMLO llamó a: “[…] una modernidad forjada desde abajo y para todos”.
¿Podemos desoír ese llamado? ¿En aras de qué habría que desoírlo?
Éste es el gran reto que tenemos todas y todos los mexicanos. Seguir el camino de la confrontación o construir el puente del futuro, y no será sencillo, de la paz y de eso que él llamó “modernidad forjada desde abajo y para todos". Pero, nos preguntamos, ¿se puede acabar con el neoliberalismo por mero decreto?
Al hacernos este llamado, AMLO no dejó de hacer cuentas con nuestro pasado, el de la nación mexicana, con lo que nos ha dejado el modelo neoliberal; pero no para que nos cebemos en el dolor y el resentimiento, sino, para que sin olvidar a todas y todos los precursores de este momento histórico y que, en tanto muertos, son y serán nuestro impulso, vayamos adelante, en la construcción del nuevo México.
Y que quede constancia de que lo dijo abiertamente, en presencia de uno de los grandes responsables de este desastre, Enrique Peña Nieto, pero que, dijo, no iba a perseguir. ¿Cualquier semejanza con The Walking Dead es mera coincidencia?
También ahí, en la ficción, el debate está entre los que no quieren venganza y sí justicia y los que creen que no hay justicia para Negan más que la muerte.
Fotograma de The Walking Dead (AMC).
¿Qué camino seguiremos en México?
He aquí la verdadera cuestión: seguir el camino de la paz y el futuro o seguir el de la guerra y la confrontación y la venganza.
¿Por qué camino optaremos las y los mexicanos?
He aquí nuestro dilema. Y, nuevamente decimos, la ficción puede enseñarnos mucho sobre nuestra realidad. Y aquí es donde ficción y realidad se juntan, para diferenciarse, en cuanto las dos quedan abiertas. Cada una con sus posibilidades y su propia lógica acontecimiental. Cada una con su propia problemática. Cerramos esto señalando, rápidamente, que hay cosas que ya han cambiado en México y otras que esperan su momento de transformación; van a existir muchas resistencias, buenas y malas, pues son muchos los problemas. Por ejemplo, el tren maya, la guardia civil, las concesiones mineras y del agua y, además, la todavía pendiente y empantanada reforma educativa (hasta el momento abierta a pesar del "peloteo" entre las cámaras). Ya se verá. Mientras tanto, AMLO como presidente de México se mueve en muchas contradicciones y el posicionamiento ante su presidencia cada vez será más complicado, pues como suele pasar en estas cuestiones, habrá quienes ganen y quienes pierdan y será eso lo que vaya determinando la manera en que los sujetos sociales visualicen la presidencia de Andrés Manuel López Obrador. Es un proceso que está y seguirá abierto... Y aquí estamos, insertos en él...