Para Vod [2010 - 2018], una serie de ocho notas,
una por cada año de compañía (5/8)
Un
segundo de tu vida, querida niña, pequeña maltés, es ahora una eternidad fugaz
que a veces siento apagarse, así que busco velas para encenderla, recuerdos: el
sonido de tu voz perruna, las mañanas cuando rascabas para entrar, el platito que
aún te espera, el suéter rosa que había guardado junto a mis abrigos de invierno,
las veces que bajaste corriendo las escaleras de la Escandón, el cojín rizado que
de reojo una vez confundí con tu pelo chino…
Aceptar que no estás ya. Lunes fatal. Aceptar que desde
ese lunes no estás. Aceptar que no estás definitivamente, certeramente,
irremediablemente. Aceptar que no estás y ya. Aceptar que nadie estará en un
tiempo más.
¿La vida es eso? ¿Aceptar una sucesión de pérdidas
irremediables? Esa idea vuelve y vuelve. Tu pérdida es un manto gris que lo
cubre todo, me he entregado a esa vista nublada en este recipiente que me
contiene. Siguió la oficina igual con sus ruiditos de teclados, las voces de la
ciudad continuaron y de pronto me vi sumergida en una pecera, empecé a sentirla
alrededor de mí, frente a mí, encima de mí, busqué consuelo en las palabras
escritas y por escribir, siquiera una sola letra que reconfortara o me otorgara
un momento de tregua. Dejé el periódico en su rutina aletargada, queriendo volver
a mi tarea de escribir para encontrarte y encontrarme. A decir verdad sigo un
tanto perdida entre la muerte, con la muerte, tu muerte, frente a mí, sostengo
la mirada ante el vacío, ante la ausencia, tu ausencia, ante la pérdida, la
vida es eso, intentar sobrevivir a quienes se van, quizá intentar convertir su
ausencia en fortaleza del alma, escribir, eso intento, consciente de que alguien
más continuará estas letras, que el tiempo se agota para mí y para todos, que algo
hay qué hacer con lo poco que tenemos, con las muchas ausencias, con las faltas
que nos sumergen, con el aire que se acaba, con la imposibilidad de aceptar que
las pérdidas vienen un lunes cualquiera y se estampan en los planes, calando
hondo, permaneciendo siempre.
El viaje de la vida, Anvica (Flickr). |
Inés M. Michel.
@inesmmichel
I: @inmichel
Ciudad de México, mayo, 2019.
[Atea, vegana, feminista,
lectora irredenta,
a la espera del apocalipsis zombi
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