Inés M. Michel*
Este texto es un pre-texto en un sentido amplio y es también una despedida. Lo escribo para este espacio por las preguntas que me vengo haciendo desde el anuncio de la alianza de MORENA con PES, este último, un partido que se asume como cristiano evangélico y cuya estrategia es brincar de alianza en alianza desde hace años.
Así
que lo que sigue es una antesala de algo que se publicará en enero -un decálogo
político, social y humano- autoría de J. Ignacio Mancilla, a la par que una despedida del año que se nos va. (Mientras leía no pude evitar pensar en Kieslowski,
cineasta polaco, y su Dekalog, serie
concebida originalmente para televisión que terminó convirtiéndose en una
especie de largometraje dividido en diez episodios, por eso esta entrada fue hecha con la misma estructura que utiliza el
próximo texto a publicarse).
Jan Tesarz (Dekalog V). Fotograma tomado de: thesamecinemaeverynight.net |
1. Tomando en cuenta
que las redes, al menos en las que me muevo (sé que la segmentación es un hecho
y que separa a los usuarios, mostrando solo ciertas cosas “afines” a cada uno,
calculadas por un algoritmo) están incendiadas con el tema del rumbo
que se está dibujando en la carrera electoral para 2018, van unas cuantas
reflexiones:
2. Qué camino nos
queda cuando el neoliberalismo está a punto de colapsar (eso si es que no nos
aventuramos a decir con Chomsky -u otrxs autores- que colapsado está).
3. Yo, sobre todo,
tengo preguntas que no puedo agotar en una entrada. Es por eso la estrategia
adoptada hace meses que implica ir escribiendo Apuntes, (me parece que es lo único que la vida con su finitud y su
complejidad nos permite hacer, apuntes que se van -vamos- corrigiendo; con
fortuna para algunxs estos se convierten con los años en un corpus literario al que ya otrxs se
encargan de sumarle correcciones y anotaciones).
4. Entonces: 2018.
5. ¿Por quién votar?
Haré uso de Tomás de Aquino- y de su Summa
theologiae para pensar por adelantado
y responder posibles argumentos contra el voto -incluyendo aquellos que
consideran inútil ejercerlo-. Votar no resolverá (ni por asomo) la problemática
que vivimos en México (¿y en el mundo?).
6. Tampoco el que
llegue tal o cual candidatx. (Tengo muchas reservas -muchísimas- con esa alternativa planteada como candidaturas
independientes -no solo para presidente-; no desarrollaré más este punto por el
momento).
7. Por otro lado, no
creo que sucumbir a la desesperanza sea un camino (en ningún momento de la
vida), ni en lo personal, ni en lo político (¿pueden separarse?).
8. ¿Es López Obrador
una posibilidad real? He votado por
él dos veces ya. No quiero argumentar aquí sobre si se le hizo fraude o no (Summa Theologiae, de nuevo), porque es
un debate sin sentido (aunque no
debería), donde mucha gente que se involucra de entrada llega gritando “¡chairos!”
a diestra y siniestra o intercambia cualquier palabra altisonante con quien no
comparte su postura, lo que a estas alturas, francamente, me hace perder los
estribos y no estoy para ello en este bonito -casi- fin de año.
9. Lo siguiente
sería: ¿Por qué renunciar a nuestro derecho al voto? -ganado con tanta sangre-.
No quiero renunciar a él ni llamar a votar nulo (es ir contra mis principios
cualquiera de las opciones). Tampoco votaré -ni recomiendo votar- por el PRI,
PAN o PRD, por no mencionar otras “propuestas” que solo se suman a las grandes
según lo dicte la conveniencia (¿qué son estos partidos? o, mejor planteado:
¿qué queda de ellos y de lo que alguna vez fueron?) El panorama es complicado.
Nuestro país requiere urgentemente nutrirse de la acción ciudadana organizada y
continua, votar es parte de ello pero es más que nunca necesario pensar más
allá de los periodos electorales.
10. Andrés Manuel no deja de ser una posibilidad (a pesar de las críticas que pueden y DEBEN hacérsele). El resumen es que votar por él en 2018 es solo una de un conjunto de acciones civiles que tenemos que empezar a hacer desde ya, y no parar hasta el próximo sexenio (momento para tomar un respiro y empezar de nuevo, con las acciones, con la organización, con el compromiso cívico -¿es complicado? sí, lo es-). Así que solo apuntaré para cerrar por ahora (otra vez los apuntes)
que en esta tercera ocasión el camino de la posibilidad está dibujándose
distinto. Las mismas encuestadoras que
en 2012 daban por perdedor a López Obrador, con un margen amplísimo a favor de
Peña Nieto, entre once y veinte puntos porcentuales (¿es necesario recordar
aquí que no sucedió así?), esta vez anticipan un triunfo para AMLO con márgenes
de casi diez puntos. Puede ser una ficción el asunto de
las encuestas, una más de las Ficciones (Borges) que vivimos todos los días (o diciéndolo con Orwell, puede que todo
suceda al revés de como se supone debiera estar sucediendo). Estas Ficciones
pasan frente a nuestros ojos, forman parte de la así llamada realidad (Ende).
Por
alguien se tiene que votar, leí en un post
de Facebook, lo que nos lleva nuevamente al comienzo, o más concretamente al punto cinco...
Nos
leemos en 2018.