martes, 28 de agosto de 2018

Miedos de una niña que es (ya) adulta



Queridxs lectores: Este último martes de agosto abrimos las puertas de nuestro espacio a una publicación muy especial. Se trata de un texto de mi hermana, Isabel, quien ha decidido enfrentrarse a las letras y plasmar una reflexión que no nos será ajena a quienes somos adultos jóvenes en una época precaria y llena de incertidumbre. Cada quien recorre su propio camino y va adquiriendo sus propias certezas a su manera, vamos creciendo y afrontando lo mejor que podemos los retos que la vida nos impone. Con todo, creo que vale la pena explorar ese recorrido, uno que sea nuestro y en el que sintamos la confianza de poder equivocarnos, reconfigurarnos y avanzar. Como siempre, deseo que las letras nos acompañen e iluminen nuestro andar.

Inés M. Michel.

I. M. Lara


Ser adulto… un lujo obligado que me da temor afrontar.

Soy una chica de 21 años que, emocionalmente, se siente como de 11; estoy aquí, sentada en mi sala a las 10:30 de la noche, en penumbras, porque no hay luz desde ayer, jueves, 23 de agosto.

Y aquí, sentada, la cabeza me da mil vueltas, porque tengo muchos sobresaltos que no tocaron la puerta  y solo entraron a mi vida. Pavores de adulta, terrores de niña.

Asombros de niña como el hecho de que, a mis 21 años, me sigue dando pánico la oscuridad.

Cobardías de adulta que me atormentan… ¿cómo voy a hacerle para mantenerme en un mundo dónde la vida misma es un lujo? ¿Para comprar una casa? ¿Para terminar mis estudios?

Sentada aquí, pensando en mi pasado y en mi futuro; arrellanada aquí, en una penumbra irónica porque cortaron la luz de mi casa por no liquidarla, por no poder pagarla.


Foto: I. M. Lara.

Mi madre gana $4, 100.00 pesos al mes, tiene ya más de 60 años y se quiere jubilar, pero no puede. No puede porque hay muchas cosas que pagar (como la luz) y su salario no alcanza. Porque tiene una adulta niña a la cual cuidar.

Y yo aquí, a mis 21 años, con un recién encontrado trabajo que es muy bueno teniendo en cuenta el salario mínimo de México, pero muy malo si mis preocupaciones son no poder mantenerme yo sola; pagar comida, pasajes, otras necesidades básicas y, además, pagar la luz.

En un mundo donde más que vivir sobrevivimos, con lo que tenemos y podemos y nuestro único consuelo es decir: “pues ni modo, es lo que nos tocó”; y no porque no aspiremos a más, sino porque, simplemente, a veces la oportunidad no se presenta o las que hay (nos) son arrebatadas.

Así, llena de miedos, estoy sentada en la penumbra, donde la oscuridad (la vida misma) me obliga, por supuesto, a enfrentarlos. 



I. M. Lara.


martes, 21 de agosto de 2018

1 de diciembre de 2018: La larga espera del… nuevo presidente



J. Ignacio Mancilla*




“Nuestro orden social se irá derritiendo
lentamente, como han hecho los órdenes
anteriores, en cuanto los soles de nuevas
opiniones luzcan sobre los hombres
con renovado ardor […]”.

Friedrich Nietzsche. Humano, demasiado humano.
Un libro para espíritus libres (parágrafo 443).




Entre el 1 de julio y el 1 de diciembre de 2018 median 154 días naturales. El mismo 1 de julio, alrededor de las 7 de la noche, ya sabíamos que Andrés Manuel López Obrador (AMLO) sería el próximo presidente de México.

Han pasado, desde entonces, 51 días naturales y todavía faltan 102 para que Andrés Manuel asuma el poder real y formalmente. Esto al margen de que, como presidente, primero virtual y ahora ya legalmente electo, no carezca completamente de él; baste ver todo lo que ha sucedido, ya, en México, desde la noche del 1 de julio. Fenómeno muy mexicano, inserto en la tradición de la declinación del presidente saliente y el encumbramiento del presidente entrante. 

Pero… con el ánimo de ser realistas, más allá de las tendencias que ya se han marcado, será a partir del 1 de diciembre que ya podremos empezar a sentir y sopesar las acciones de AMLO como presidente y, por tanto, sólo a partir de entonces, podremos empezar a evaluar sus hechos como actos del presidente.


Tomada de: caras.com.mx

Hasta el momento lo que nos corresponde es esperar a que se cumpla esa pausa temporal demasiado larga, tanto, que quizá convendría pensar una necesaria modificación legal para que este prolongado lapso se reduzca, en aras de evitar, en el futuro inmediato o mediato, algún brote de ingobernabilidad. Nada lejos en el horizonte.

Bien, bajo esas circunstancias, como presidente virtual y como presidente electo, AMLO ha pronunciado dos discursos que tienen una enorme relevancia. Nos falta, todavía, su peroración en la asunción del poder real y formal; mismo que será, ya, ante el H. Congreso de la Unión, con  la presencia de todos los poderes formales de México.

Mientras eso sucede, aquí haremos el análisis de las dos alocuciones hasta ahora pronunciadas: la que dio en el Zócalo de la Ciudad de México, la noche de su triunfo; y la que pronunció en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, el pasado 8 de agosto, al recibir la Constancia de mayoría con la que se le declaró, legalmente, como presidente electo.

Vamos, pues, a nuestro objetivo. Analicemos primero la arenga del Zócalo. Para luego hacer lo mismo con su disertación ante el mencionado Tribunal Electoral.

En primer lugar destacaré lo que, desde mi perspectiva, es lo más importante de la emotiva prédica de AMLO en el Zócalo de la Ciudad de México, la noche misma de las elecciones: “[…] confieso [dijo] que tengo una ambición legítima: quiero pasar a la historia como un buen Presidente de México”.


Ante tantas expectativas, esta confesión, sincera y abierta, puede sonar a muy poco. Pero ante lo que las mexicanas y mexicanos hemos padecido, últimamente, en primer lugar de los presidentes (no pocos, lamentablemente), puede significar incluso mucho. Ya resignificaremos, o no, a partir de los actos presidenciales, después del 1 de diciembre del 2018, esta legítima aspiración y la confrontaremos con sus hechos.

Por supuesto que esto no fue lo único que dijo AMLO, pero sí fue, para nosotros, lo más sustantivo. Entre otras cosas sostuvo que se aspira a una “auténtica democracia” y que los cambios “serán profundos” y con “apego al orden legal establecido”. También afirmó que se respetará “la autonomía del Banco de México”; además de agradecer que las y los votantes hayan optado por él.

Bien, paso ahora a la alocución ante el Tribunal Electoral, del que destacaré, por el momento, lo siguiente: 

“Considero que la gente votó por un gobierno honrado y justo. En mi interpretación, la mayoría de los ciudadanos mexicanos están hartos de la prepotencia, el influyentismo, la deshonestidad y la ineficiencia, y desean con toda el alma poner fin a la corrupción y a la impunidad”.

VER video aquí

En lo personal destaco: “un gobierno honrado y justo”. ¿Acaso es poco?

Puede que sí, pero también puede que no.

Y al igual que con el primer pronunciamiento, después del 1 de diciembre resignificaremos, o no, estas palabras. La preponderancia la ocuparán cada vez más los actos y no las palabras. Estaremos atentos. 

Pero lo que no cabe poner en cuestión es que la honestidad y la justicia han sido dos valores maltratados, pisoteados y hasta “torturados”, fundamentalmente por los últimos presidentes. Y de que el pueblo, con su opción por él, apostó por el cambio pacífico, pues no se quiere la violencia. Y esperamos que no se presente en el futuro inmediato y mediato del país.

De modo que, llegar a tener en México un “buen presidente”, “honesto” y que obre con el sentido de la “justicia”, puede sonar a muy poco, pero, dada la historia reciente (de Vicente Fox a Enrique Peña, pasando por Felipe Calderón) y no tan reciente (de Gustavo Díaz Ordaz a Ernesto Zedillo, pasando por Luis Echeverría Álvarez, José López Portillo, Miguel de la Madrid Hurtado y Carlos Salinas de Gortari), el que lleguemos realmente a tenerlo, y espero que así sea, será algo del orden del acontecimiento (en el sentido incluso de Alain Badiou). Y es que, no debemos olvidar que hasta agentes de la CIA llegaron a ser algunos de nuestros presidentes, cosa sobre la que se ha dicho poco. Y sobre Fox pesa, además, su traición a la democracia y a las expectativas de cambio que lo llevaron a la silla presidencial. Lamentablemente.

En cuanto a AMLO, ya mediremos sus palabras con sus actos; serán estos últimos los que tendrán su verdadero sentido e, insistimos en este punto, serán ellos los que darán valor de verdad o no a sus palabras y resignificarán las pronunciadas en los dos discursos que aquí analizamos. 
Algo sobre lo que también nos expondremos, en su momento.

Por lo pronto enhorabuena por todas y todos nosotros, los mexicanos, ya nos merecemos un buen presidente.
Digo.   

Una cosa más, AMLO, en su alocución en el Congreso extraordinario de MORENA (Movimiento de Regeneración Nacional) reiteró que los cambios que vienen serán profundos; ahí fue un poco más extenso, pero no se apartó de lo ya establecido en las dos intervenciones que aquí hemos tomado en cuenta, de modo que lo que nos resta es esperar a que el 1 de diciembre nos alcance, para, a partir de ahí dar comienzo a la valoración del presidente número 58 de México.

Cierto, hay que decirlo, la cuarta transformación de México y todas las cosas que AMLO ha prometido son, apenas, del orden de la posibilidad; están en el nivel del quizá, pero, que me perdonen Nietzsche y Derrida, ¿por qué no abrirse a esa lógica subversiva del quizá que desquiciaría no solamente el tiempo sino también la política misma?

Ya veremos… dijo el… 





*J. Ignacio Mancilla.

[Ateo, lector apasionado, 
militante de izquierda (casi solitario).
Lacaniano por convicción
y miembro activo de Intempestivas,
Revista de Filosofía y Cultura.]
        


miércoles, 15 de agosto de 2018

Hasta que sea ley. Apuntes sobre la marea verde


Inés M. Michel*



Hasta México ha llegado la marea verde que inició en Argentina, un oleaje que nos empapa y que no renunciará a ser mar y esperanza para quienes creemos que un mundo mejor para las mujeres es posible, un mundo donde se respete el derecho que cada una de nosotras tenemos sobre nuestro propio cuerpo y donde la maternidad no sea jamás una imposición.

Por supuesto, escribo estas líneas con algo de tristeza también, por la resolución del senado argentino que en días pasados se negó a despenalizar el aborto en una votación donde treinta ocho senadores votaron en contra y treinta uno a favor, dejando así una ley de los años veinte que criminaliza a las mujeres que deciden interrumpir su embarazo. Por otro lado, el movimiento de los pañuelos verdes, que estuvo dando la vuelta al mundo las últimas semanas, nos deja un gran sabor de boca y nos reafirma que la lucha seguirá en cada rincón del planeta para recuperar lo que es nuestro, el derecho a decidir. Y digo recuperar porque, contrario a lo que pudiera pensarse, el aborto data de tiempos muy lejanos, lo que es reciente es su criminalización. En cuanto a los métodos anticonceptivos, no son tampoco de origen moderno pues existen desde la antigüedad; algunos de los métodos más antiguos se remontan a quinientos años antes de nuestra era. Platón habló de las parteras en uno de sus diálogos y describió cómo podían suministrar remedios para los dolores del parto, así como para agilizarlo, y también contaban con métodos para interrumpir el embarazo en etapas tempranas de este.

Tomada de: elclarin.cl

Estos datos son brindados, junto a otras muy pertinentes explicaciones sobre la maternidad y la autonomía de las mujeres para decidir sobre ella, en un artículo publicado por la Revista Amazonas en el mes de junio de este año, autoría de Marina do Pico, que se titula Las hierbas de la emancipación: aborto, biopolítica y soberanía. Es un texto que quiero recomendar ampliamente, especialmente a aquellas personas que se consideran “provida”. Leerlo fue, además de ampliar mucho mi panorama sobre el tema, terminar con un nudo en la garganta, debido a las conclusiones del escrito donde nos damos cuenta de que las mujeres en la modernidad perdimos gran parte de nuestro poder de decisión sobre nuestros cuerpos.

En Las hierbas de la emancipación podemos leer el siguiente cuestionamiento, “Si las mujeres solían tener acceso a métodos de anticoncepción, ¿por qué este conocimiento se les perdió con el comienzo de la modernidad? (…) hoy la capacidad reproductiva de las mujeres está regulada por entes ajenos a ellas. Existe un desconocimiento profundo del cuerpo femenino (…) y se encuentran una serie de trabas para acceder a los servicios reproductivos más básicos. Esto no siempre fue así, previo a la modernidad, la anticoncepción supo ser un arte femenino que combinaba hierbas, recetas pasadas de generación en generación, prácticas y conocimientos ancestrales. (…) La revolución científica y médica significó que las mujeres fueran crecientemente excluidas de la medicina por requerimientos de títulos universitarios a las que ellas no accedían (…) De esta manera, las parteras dejaron de aprender y de prescribir. La caza de brujas fue efectiva en romper con una cadena de conocimiento que se había enriquecido en un transcurso milenario.”

En distintos puntos de este texto se establece una relación entre el avance del capitalismo, y por tanto la necesidad de mano de obra, y la imposición de la maternidad a las mujeres como un medio para garantizar la reproducción y, con esto, una demografía robusta. “Disciplinar el cuerpo de la mujer y ejercer control sobre su capacidad reproductiva fue un paso fundamental para dar comienzo al capitalismo y expansionismo más feroz (…) el proyecto económico de expansión no habría sido posible sin el sustento ideológico de instituciones como la Iglesia Católica (…) Cuando la Iglesia se percató de que no podía regular los abortivos ni procesar a las mujeres que podrían haberlo usado [pues era casi imposible detectar el uso de estos] decidieron atacar la fuente del conocimiento: las parteras pasaron a ser el blanco de esta campaña y fueron consistentemente perseguidas y quemadas en la hoguera (…) Esta deslegitimación permitió introducir al médico varón a la sala de partos. Según escribe Silvia Federici en su libro El Calibán y la bruja: Con este cambio, empezó también el predominio de una nueva práctica médica que, en caso de emergencia, priorizaba la vida del feto por sobre la vida de la madre.”

Con la conformación de los estados-nación vino un proceso cultural muy complejo que, entre otras cosas, exaltó la maternidad como un paso definitivo para la mujer con el que se completaba y realizaba como persona. Ser madre adquirió un significado trascendental puesto que se paría a los hijos de la patria, garantizando así (al menos en la teoría) la prosperidad de los países. Con esto y con todo lo descrito en los párrafos citados arriba, fue necesario prohibir la interrupción del embarazo y criminalizar a las mujeres que, a pesar de la prohibición, intentaban o lograban terminar su gestación. Surgieron las clínicas clandestinas, en su mayoría con pésimas condiciones de higiene, donde se utilizan métodos peligrosos y, en ocasiones, mortales para interrumpir el embarazo. Miles de mujeres han muerto en ellas y, como siempre, quienes llevan la peor parte son las mujeres provenientes de clases sociales bajas.

Siendo el aborto una decisión que las mujeres toman, prohibirlo solo hizo que la vida de muchas mujeres peligrara, los abortos pasaron a ser el negocio de unos cuantos, en lugar de ser regulados por el estado. Es relevante señalar que la Unión Soviética puso fin a estas prácticas apenas tres años después de iniciada la revolución de 1917. Corría el año de 1920 cuando el Comisariado del Pueblo para la Salud y la Justicia publicó un decreto que en el preámbulo rezaba: "La legislación de todos los países combate este mal mediante el castigo a las mujeres que deciden abortar y a los médicos que llevan a cabo la operación. Sin haber obtenido resultados favorables, este método de combatir el aborto condujo estas operaciones a la clandestinidad y convirtió a la mujer en una víctima de mercenarios, a menudo ignorantes, que hacen de las operaciones secretas su profesión"[1], con esto se convirtió en el primer país del mundo en autorizar el aborto y otorgar este servicio médico de forma gratuita a cualquier mujer que lo solicitara.


Noventa y ocho años después seguimos debatiendo en muchos países para tener acceso a este derecho. Ciudad de México es la única entidad de nuestro país que permite la interrupción del embarazo por cualquier causa hasta las doce semanas, esto se logró en 2007, después de una larga lucha dada por grupos y colectivos feministas. La discusión se ha mantenido en diversos estados sin poder avanzar a las legislaciones locales, asimismo en países como Chile e Irlanda se estuvo discutiendo sobre esto recientemente; en Chile se logró la despenalización el año pasado por tres causales (peligro para la vida de la mujer, problemas en el feto y violación), se sigue buscando la despenalización en todos los casos hasta la semana catorce; en Irlanda, acaba de lograrse un triunfo histórico en una consulta pública donde ganó, con el 66% de las votaciones, la opción de reformar la constitución para despenalizar el aborto.

Si de algo podemos estar seguras, es que el movimiento para garantizar ese derecho a todas las mujeres está vivo y no va a apagarse, por más que los grupos conservadores de la mano de instituciones religiosas hagan campañas en contra.

Escribo esto para que no nos dejemos vencer por el desánimo, sabemos que muchas luchas son largas, pero vale la pena pelearlas. A quienes están en contra del aborto, les digo lo que ya se ha dicho mucho, pueden estarlo, pero no pueden imponer su opinión a las mujeres que deciden no ser madres, el aborto existe y seguirá existiendo, la verdadera discusión, entonces, es aborto clandestino o aborto seguro para todas las mujeres que lo requieran. Mantenerlo en la clandestinidad es ser cómplices de una práctica que pone en peligro la vida de muchas mujeres de bajos recursos, mientras que aquellas que cuentan con el dinero suficiente, tendrán la manera de interrumpir su embarazo sin riesgo, ya sea viajando a otro país o estado o pagando lo necesario en una clínica privada.

Me gustaría finalizar con un video del biólogo molecular argentino Alberto Kornblithtt, a quien tuve oportunidad de escuchar en vivo durante un ciclo de conferencias en la Feria Internacional del Libro hace un par de años en Guadalajara, que fue partícipe del debate suscitado en semanas pasadas en Argentina, en él habla de la vida y de cuándo el feto puede ser considerado un ser humano. Hay que diferenciar evidencia de dogma y hechos de creencias, es la invitación que nos hace Kornblihtt al finalizar su intervención.

#AbortoLegalYa #HastaQueSeaLey


Lecturas recomendadas:


Las hierbas de la emancipación: Aborto, biopolítica y soberanía, Marina do Pico: https://www.revistaamazonas.com/2018/06/12/las-hierbas-de-la-emancipacion-aborto-biopolitica-y-soberania/



Inés M. Michel.
@inesmmichel
I: inmichel

Ciudad de México, agosto de 2018.

 *[Atea, vegana, feminista,
lectora irredenta,
a la espera del apocalipsis zombi
que dará sentido a mi existencia.]









[1] https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-44259569 [Consultado por última vez el 15 de agosto de 2018].

martes, 7 de agosto de 2018

D-E-R-R-I-D-A, J-A-C-Q-U-E-S (1930-2004). Un acróstico filosófico a… destiempo




J. Ignacio Mancilla*



A manera de entrada a la lectura del filósofo de la deconstrucción

A propósito de mi exposición sobre el Prólogo y el capítulo I de Políticas de la amistad, propongo este acróstico que no tiene otra finalidad más que jugar un poco, filosóficamente, alrededor del nombre propio de uno de los filósofos más influyentes, para mí, de la segunda mitad del siglo XX; así como sobre el sentido que ahora, más allá de mí, sigue teniendo su obra, tan vasta y tan reconocida, al mismo tiempo que desconocida y, hasta cierto punto inédita, todavía. Hasta el momento solamente uno de los seminarios de los muchos que dio, ha sido publicado completo en francés y traducido al español.

Bien, bajo esta justificación, va, pues, este acróstico filosófico.




Deconstrucción. Estrategia de lectura y escritura que no pretende otra cosa más que dinamizar, creativamente, es decir, innovando el pensamiento crítico, la tradición textual del discurso filosófico para ponerlo al día, al ras del mundo contemporáneo. Mucho se ha escrito al respecto, desde las cosas más serias hasta las más ridículas. Aquí no viene al cuento hacer un balance detallado, a estas alturas, de esa herencia (nuestra herencia) y de lo que todavía puede seguir suscitando, para bien y para mal. De lo que se trata, sobre todo, es de situar en el contexto nuestro, la mal afamada deconstrucción. Si tiene pertinencia o no como una herramienta, entre otras, para problematizar los temas del tiempo, por ejemplo, el de la democracia, tan pertinente, ahora, en México y en el mundo. Y que Derrida lo hace a partir de, precisamente, un ejercicio deconstructivo, como solamente él podía llevarlo a cabo, de la más que aporética frase atribuida a Aristóteles: “Oh, amigos míos, no hay ningún amigo”. Para así hacer cuentas con toda la tradición Occidental, no solamente filosófica, sino también política y cultural; sumida, desde hace buen rato, en una crisis significativa, que toca también a la democracia y a la amistad misma.

Escritura/edición. Sí, la deconstrucción implica el complejo proceso de lectoescritura. De ahí la singularidad de los libros de Jacques Derrida incluso desde su composición misma, pensemos por ejemplo en Glas (1974/2015), que fue todo un reto editorial. Y valoremos, también, no solamente Políticas de la amistad sino, prácticamente, toda la obra del pensador argelino desde la perspectiva de ese libro único, que siempre soñó con escribir. Y claro que re-flexionar sobre todo esto no puede realizarse sin poner en juego en el espacio y en el tiempo, como los lugares de la espaciotemporalidad donde se dirime, en todo momento, el diferir; es decir, la diferancia; así, escrito con a. Que es, dicho sea de paso, una de las propuestas más polémicas e innovadoras del singular filósofo judío-argelino. De ahí la relevancia que adquiere la archiescritura, como subversión del concepto de escritura. ¿Es fortuito que la deconstrucción haya arraigado en el mundo de las letras y el arte antes incluso que en el de la propia filosofía?

Repetición. La deconstrucción no excluye la repetición, antes bien la implica. Pero, ¿cuándo se repite solamente se imita? No, pues el acto más creativo no deja de ser, hasta cierto punto, una reiteración. ¿De qué? De aquello que es imposible asir, de ahí que insista en ese su afán repetitivo, sin lograr plasmarse. Encontrar ese hilo creativo es, en alguna medida, repetir la diferancia: diferirla tanto en el espacio como en el tiempo. De ahí que la deconstrucción sea o un excelente logro o un gran fiasco. Algo del orden de lo sublime o, simple y sencillamente, de lo ridículo. Como la vida misma. Las dos cosas a la vez. La vida misma y sus complejos mecanismos de herencia es una gran historia de errores y aciertos, que pone en el centro la cuestión de la repetición. ¿La deconstrucción es otra cosa que la explicitación de la reiteración, mejor dicho el diferir mismo de la diferancia?

Reelaboración. Se trata, pues, como ya se dijo, de reelaborar toda la tradición filosófica y cultural. De sacudirnos sus anquilosamientos, como se sacude el polvo en una casa. Los conceptos necesitan renovarse, actualizarse, re-pensarse, incluso cuando se repitan. Esa es la función de la crítica, que sigue siendo, no obstante las apariencias, un programa incumplido de la Modernidad. Y que Immanuel Kant (1724-1804) y Karl Marx (1818-1883) supieron llevar hasta sus últimas consecuencias. ¿Ha habido algún otro, aparte de ellos, que se haya apegado tanto a ese programa casi imposible, el de la crítica? ¿Hemos leído suficientemente las tres críticas de Kant? ¿Y los textos de Marx? En la medida en que en todos, por lo menos en los más importantes, el concepto de crítica aparece en el título o en los subtítulos del gran Moro, como le llamaba Friedrich Engels (1820-1895), su amigo.

Imagen/espectro. Mucho de lo que se reitera, se repite, es del orden de la imagen; mejor dicho, del espectro. Es por ello que la lógica espectral es la de su vuelta, la de su reaparición. Porque siempre queda un resto que insiste y que, en esa su insistencia y consistencia, no termina por enunciar lo que tiene que anunciar; de ahí la condena del regreso y el dolor de no terminar de irse, de partir. Esta es la lógica espectral, excelentemente puesta en la textualidad de Espectros de Marx y en el insuperable análisis que hace ahí, Derrida, del tiempo y del espectro del padre de Hamlet. Haciendo confluir, en un mismo texto a Shakespeare y a Marx; las letras y la filosofía y hasta la política.

Diferencia/diferancia. ¿Cuál es la mejor forma de consignar, en el decir filosófico, aquello que es del orden del acontecimiento? Aquello que marca, en el concepto mismo, la diferencia/diferancia. Para intentar, así, traer a lo simbólico, lo que tiene su consistencia en lo real, pero también en lo imaginario. En pocas palabras, su fantasma o espectro. Cada vez que un espectro se aparece, ¿es el mismo o es otro? ¿Cómo captar mejor esa interabilidad que al presentarse, difiere de sí misma? Derrida inventó una nueva palabra para ello, subvirtiendo el orden mismo del lenguaje, diferancia. Y más que en la lógica fantasmal puso el énfasis en lo espectral. Pero, ¿son el mismo?

A/a. Primera letra del alfabeto. Con mayúscula, en el código lacaniano, de ninguna manera ajena a la filosofía, pese a la insistencia del otro Jacques, en este caso Lacan, significa el lenguaje mismo, la cultura. Escrita con minúscula tiene que ver con el objeto del deseo; con su cosa/causa. Y también con el semejante. Y el deseo tiene mucho de filosófico, si pensamos en Eros como hijo de Poros y Penia, filósofo sin igual. Siempre pobre, al tiempo que con los recursos suficientes para arreglárselas, pero nunca sin el Otro/otro (Autre/autre), escrito en francés. De modo que regresamos a nuestra A/a, esa que moviliza nuestra vida en tanto es en el Otro/otro, con mayúscula o minúscula, con quien siempre nos la vemos, sin excluir el objeto como cosa y causa de nuestro deseo; motor de la vida humana misma. Cosa que Byung-Chul Han vio muy bien en su formidable libro de La agonía del Eros.



Justicia. Un buen derridaniano tiene que saber distinguir entre Ley y Justicia; la primera como el código, escrito o no, que regula la convivencia humana y con la que se intenta, cosa imposible, hacer Justicia. Imposible porque la Justicia siempre, como la democracia, está por venir. No es del orden del presente, de la presencia sino, más bien, de la promesa. ¡Ay, el animal humano como el animal al que le es lícito hacer promesas!  (Friedrich Nietzsche, 1844-1900). Y la Justicia como la más importante promesa, ¿por su imposibilidad misma?

Acontecimiento. ¿Es el pensamiento de Derrida una filosofía del acontecimiento? Y, ¿es el acontecimiento lo que la filosofía de nuestros días está obligada a pensar, así como la metafísica estuvo comprometida a pensar el ser? Muchos pensadores actuales, desde Martin Heidegger (1889-1976), Gilles Deleuze (1925-1995), Michel Foucault (1926-1984), Alain Badiou (1937-    ), por mencionar algunos, pero, ¿acaso Friedrich Nietzsche no subvierte, precisamente, con su idea del eterno retorno el pensamiento del ser, para apuntar, sin decir el concepto explícitamente pero perfilándolo de alguna manera, al acontecimiento?

Compromiso y política. Durante mucho tiempo Derrida eludió la política, sobre todo la militante. Esto en un medio cultural, el francés, tomado por la izquierda más ortodoxa, la del Partido Comunista Francés (PCF) y por su contrario, el radicalismo, sobre todo maoísta. De manera un tanto curiosa, hasta cierto punto, es que Derrida “vuelve” a Marx cuando en pleno auge del neoliberalismo se declara la muerte de Marx y del marxismo. Fue entonces cuando se posiciona con respecto a Marx y a la política; con lo que da un viraje en su pensamiento, para, a partir de ahí, re-flexionar la política siempre desde el primer plano. Espectros de Marx es, desde esta perspectiva, quizás uno de sus mejores y más problemáticos textos; al lado de Mal de archivo, que implica no solamente la política misma sino la historia y el psicoanálisis; es decir, la historia, pero desde su lógica espectral, subjetiva.

Question. Pocos pensamientos  son tan cuestionadores como el de Jacques Derrida. A tal grado que hizo de la question, de la pregunta, su campo. Como Sócrates en su tiempo. Derrida tiene una enorme facilidad para multiplicar las cuestiones, las preguntas, Para hacernos temblar con ellas y ante ellas. Para radicalizarlas y generar, de ese modo, nuevas cuestiones y problemas; para ir más allá de la filosofía, pero no sin el psicoanálisis. Esa es su diferancia con los demás filósofos.

Urdimbre. La textualidad derridaniana es una gran urdimbre. ¿Sus libros son un solo libro? Creo que así habría que leerlos, como la textualidad circunstancial de un deseo insatisfecho: el de publicar un solo libro que dijera, al fin de cuentas, su pensamiento. Este fue el sueño de un singular hombre que hizo de su nombre un acontecimiento del pensamiento filosófico mismo, pero que también lo llevó más allá de la filosofía, implicando el psicoanálisis.

Emoción/emociones. Derrida piensa emocionalmente. Su ritmo no es solamente el del pensamiento, sino el de las emociones. Si uno lee así sus textos, muchos de ellos circunstanciales, adquieren un gran sentido, más allá de la mera concatenación de razones. Pensemos, por ejemplo, en Espectros de Marx, dedicado a Chris Hani (1942-1993), comunista asesinado en Sudáfrica. Y contra Francis Fukuyama, en tanto ideólogo del neoliberalismo que pretende decir la última palabra de la historia, como sí ésta pudiera clausurarse y encerrarse en los conceptos.

Sobrevivir. Me gustaría retomar, en esta letra final del nombre de Derrida, y ya para cerrar este juego y ejercicio, una película de ficción que es, ya, un filme de culto, Blade Runner 2019, de Ridley Scott (1982). Y quiero retomar particularmente el final, ahí donde Gaff (Edward James OImos) le dice a Rick Deckard (Harrison Ford): “Lástima que ella no pueda vivir. Pero, ¿quién vive?”, para enlazar esto con lo postulado por el filósofo argelino en ese increíble texto que lleva por título, precisamente, Sobrevivir, y también enlazarlo con el texto que pidió que se leyera ante su muerte, como epitafio, para liberar, de ese modo, a sus amigos, del doloroso trago de hablar ante su cadáver y tumba.




Nota: Espero este pequeño texto sirva para leer mejor mi entrada anterior: Oh, amigos/enemigos, ¿hay democracia? (7/24/18). Como ya advertía desde el texto que versa sobre el Prólogo de Políticas de la amistad, de Jacques Derrida, en la elaboración del mismo jugó un papel inestimable la excelente biografía que sobre el pensador argelino escribió Benoît Peeters, publicada en español por el Fondo de Cultura Económica en 2013 (681 pp.).        





*J. Ignacio Mancilla.

[Ateo, lector apasionado, 
militante de izquierda (casi solitario).
Lacaniano por convicción
y miembro activo de Intempestivas,
Revista de Filosofía y Cultura.]