jueves, 8 de agosto de 2019

Acerca del 'tempo'



En la música como en la vida mucho es acerca del tempo, condenado tempo, que tantas veces nos aleja/nos acerca de personas, lugares, situaciones.

But every beat is a violent noise…

[Sugerencia musical para continuar la lectura]



Cada cual a su tempo, podrá sentir que se atrasa o se adelanta respecto a la pareja, las amistades, la familia, el mundo. Esta comparación solo es posible hacerla cuando se tiene un punto de referencia, ahí la clave: ¿respecto a qué, respecto a quién creemos que no vamos a tiempo?

Were you rushing or were you dragging?




La mejor respuesta para la vida cotidiana y para aliviar la crisis existencial que (nos) me llega es que NO vamos a destiempo, vamos cada quien a su tempo, a su propio tiempo, con sus propios compases, en su particular ritmo.

Partiendo de ahí se aligeran algunos pesos, ¿los suficientes? Esperemos que sí.

[¿Por qué no he comprado mi propio departamento, ¿por qué tarda tanto esta mudanza -continua- Guadalajara-México, una progresión donde cada tanto regreso a mi tierra a cargar y llevar pedacitos de hogar, de alma, de un lado para otro?, ¿por qué no he logrado alistar las últimas correcciones de mi libro?]


Fotograma de Whiplash (d./g. Damien Chazelle, EU, 2014).

Es justo decir que en esa multiplicidad de tiempos humanos podemos perdernos; también existe la posibilidad de salir avante, un camino es asumir que yo voy a mi tiempo -y tú-, que las prisas pueden resultar en detrimento de nuestro ritmo, que solo tenemos prisa cuando vamos caminando respecto a alguien más, o algo más, sobre todo en este sistema que ha hecho de la precariedad la regla: corriendo para alcanzar el camión, corriendo para evitar el embotellamiento de las 8 a. m., corriendo para no desperdiciar la hora de la comida en la oficina, esa hora que nos permite por sesenta minutos salir de la rutina; entonces no hay tiempo de comer, de disfrutar, solo hay espacio para engullir y masticar; corriendo para volver a casa y acostar a los niños y niñas, besar al marido, a la compañera, a la pareja (a veces ni el beso ocurre, ya no digamos el amor), porque hay que dormir para que al día siguiente corramos de nuevo.

El sistema, el mundo, la economía, están sumergidos en un problema estructural donde todo lo que sustenta nuestra vida apunta a esa inmediatez y a esa carencia, auxiliada por los acontecimientos -trágicos- que se suscitan sin parar alrededor del globo. Siempre hay algo pendiente, algo que resolver, algo que explotó (nos explota la cabeza con las noticias, los tiroteos, las huelgas, los huracanes), siempre un hecho al minuto siguiente, al instante siguiente, que acapara titulares y atención de la opinión pública y es tendencia en Twitter, un hecho detrás de otro en un remolino sin final de tragedias, opiniones, insultos, todo sin aparente fin ni solución (¿y lo bello?, ¿y la calma?, ¿y la tempestad que amaina?). Instagram, Snapchat, WhatsApp, Facebook, Tinder, una red de instantes por millares, otro, otro, otro, otra imagen, otro tuit, otro carácter formado dando paso al siguiente y al siguiente…


Fotograma de Whiplash (d./g.  Damien Chazelle, EU, 2014).

Intercaladamente la comida, la preparación de la ropa limpia para salir al trabajo se suceden en mañanas que engullen al hoy y dejan un sabor a perpetuidad de que mañana (otro mañana) será mejor, aunque quién sabe, ese mañana prometido no llega, pues hay que hacer lo que no alcanzamos a hacer hoy: lavar, ir al mercado, arreglar el carro, levantarse e ir al gym (mañana quizá pueda pensar en el sinsentido de todo esto que se sucede sin control), [stop!] ¿es posible parar y apartarse a un lado a observar?, bajar el beat,
[but every beat is a violent noise] cualquier día: te detienes, te bajas del coche, caminas tu ciudad, respiras (aire que ya casi en ningún lugar citadino es fresco) y piensas: ¿dónde estuve ayer y antier? (todos esos ayeres y antieres), ¿comí o engullí? ¿amé, perdí?, ¿dónde puse los sueños en pausa que esperaban todavía ayer en la congeladora cuando les prometí que volvería pronto de mi viaje en metro, ese que me lleva a ganarme la vida? Todo sigue ahí, está vigente, ese tiempo primigenio, esa manera de pensar no está del todo perdida -la mía, la tuya, la personal-, podría ser cercana a la de la infancia -ese modo de ser sin apresurarse, de disfrutar sin autocensurarnos, de tomar-se EL tiempo-. 

La vida se va, se está yendo en presente continuo, no es que se vaya a cuentagotas sino a raudales, aquí estamos en ese torrente de vida -de muerte-, ¿vale la pena? ¡Vale la pena! Vale detener el tiempo y asumir nuestro propio tempo.

'Cause morning rolls around
And it's another day of sun...


[Sugerencia musical para finalizar la lectura e irnos a disfrutar otro día de sol]





Inés M. Michel.
@inesmmichel
I: @inmichel

Ciudad de México, agosto, 2019.

 [Atea, vegana, feminista,
lectora irredenta,
a la espera del apocalipsis zombi
que dará sentido a mi existencia.]









2 comentarios:

  1. Una vez más Inés me hace reflexionar sobre lo nimio pero tan importante como lo es el paso del tiempo y su forma de disfrutarlo, de tomarlo con las manos aunque se (nos) vaya de ellas como agua que ni siquiera (nos) moja. Aunque al final de cada día, de cada jornada terminemos empapados de todo y de nada a la vez. Felicidades Inés por tu gran estilo y por tus palabras. ¡Como siempre me encantan!

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    1. Gracias, así es el paso del tiempo, a veces imperceptible y siempre imparable, también disfrutable y sí vale la pena estar en él, escribiendo nuestra historia. Un abrazo.

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