viernes, 24 de febrero de 2017

Ulugh Beg


Inés M. Michel*




Si existe algo como el destino (del latín destinare: "dar en el blanco") ese destino es labrado por humanos y no por dioses. No se trata de ninguna paradoja. 

Ya decía Machado que "...caminante no hay camino, se hace camino al andar."

Parafraseándole, humano no hay destino, se forja destino al andar. 


Así, a manera de mantra. Así lo quiero poner. 

¿Le conocen? Cada uno de los enlaces anteriores (en su nombre) lleva a una página distinta donde se habla de su vida y de su legado como astrónomo. Escribo esto empeñada en que más gente conozca su historia y su fin trágico, ese que le alcanzó en forma de sino (hado, destino, suerte). 

"Me niego a aceptarlo..." dice Casandra E.G. Alvarado en un texto de PlasmArte Ideas donde también usa la palabra sino para hablar de un destino con tintes de tragedia (seguimos intentando acordarnos del título para localizarlo en el archivo de publicaciones y añadir el enlace correspondiente). Y porque me niego ES ya.

Ese sino fue tras Ulugh hace más de quinientos años.

En No somos los primeros (un texto que hila hechos históricos con distintas hipótesis y una dosis de realismo fantástico con la intención de poner en tela de juicio el origen de descubrimientos y aportaciones científicas), se narra que Beg afirmó "las mezquitas caen, los palacios se convierten en polvo, pero el conocimiento permanece...".

A continuación, Andrew Tomas, autor del libro, escribe que por tan desafiantes palabras, fue condenado a ir en peregrinaje a La Meca. 

No alcanzó su destino (RAE: meta, punto de llegada), el destino (RAE: hado || fuerza desconocida) le alcanzó a él. 

Unos agentes le mataron en el trayecto, enviados por el gobierno. Los nombres de esos hombres han sido olvidados. Nadie de esta época los recuerda. A Ulugh Beg sí. Trascendió a su propia muerte, así que la muerte no acabó con él. Moría el hombre (un 27 de octubre de 1449), permanecía la idea.[1] 

"Nos dicen que hay que recordar la idea no al hombre..."[2]

Yo lo recuerdo, por eso este ejercicio de escritura de una madrugada de febrero que da cuenta de la vida de alguien a quien no conocí en persona, mientras en el reproductor suena un Adagio en G Menor para cuerdas

Ulugh Beg. Fuiste profeta de tu propio destino. Y fuiste el labrador de ese camino. 

Llego junto con tu nombre al final de mi pequeño texto, que homenajea tu vida astronómica (nunca mejor aplicado), y así también al principio de otra cosa (tu vida después de la muerte) y de este recordatorio que en 2017 se escribe con dicha y tristeza. 

Quisiera pensar como en WestWorld cuando recuerdan a Mozart diciendo "...no murió, se convirtió en música", que Ulugh Beg no desapareció, se convirtió en polvo de estrellas. 



Tomada de: alchetron.com






*La Otra I
 [atea, vegana, feminista,
lectora irredenta,
a la espera del apocalipsis zombi
que dará sentido a mi existencia]

@inesmmichel
I: inmichel


Fotografía: David A. Becerra (2015)












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[1] Aquí lo narrado en el texto de Tomas, discrepa en ciertos detalles con lo que refieren las páginas que consulté, pues si bien todas las fuentes coinciden en que murió asesinado mientras se dirigía a La Meca, en la mayoría se menciona que fue por un complot político y no como consecuencia de sus palabras sobre el conocimiento. Me parece que incluirlo de esta manera en No somos los primeros tiene una intención literaria.

[2] "Nos dicen que recordemos la idea y no al hombre porque los hombres fallan. Los pueden atrapar, los pueden matar y olvidar. Pero cuatrocientos años después, una idea todavía puede cambiar el mundo." V for Vendetta (James McTeigue, EU, 2006).

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