martes, 16 de enero de 2018

Carta de un Rey no mago, venido a menos





J. Ignacio Mancilla*






¿Qué es bueno? – Todo lo que eleva en el
hombre el sentimiento de poder, la voluntad
de poder, el poder mismo de los hombres.

¿Qué es malo? –Todo lo que procede de la
debilidad. ¿Qué es la felicidad? El sentimiento
de que el poder crece, de que una resistencia
ha sido superada”


Friedrich Nietzsche, El Anticristo. Maldición sobre el cristianismo.





Inés, Isabel/ Isabel, Inés:


Hace mucho, ya, que dejaron de ser niñas, para convertirse en mujeres; esto en un mundo que no ha sabido darles su lugar. Corresponde a ustedes, también, luchar para darse uno y, a la vez, reivindicar en sí mismas a cada una de todas las mujeres.

Hoy no hubo regalos, como nos los hubo en navidad; así de precaria ha estado mi economía y mi situación. No más que la de muchas y muchos en este atribulado país, desmantelado por la plutocracia que dizque nos gobierna.

En fin… No es para eso que les escribo, sino para decirles que ustedes son mi fortaleza; que ahí donde flaqueo, es por ustedes que no me venzo y pienso que resistir y vivir valen siempre la pena, pues ustedes son mi mayor regalo de la vida, gracias a su mamá, la de cada una. Eunice Michel y Martha Inés Lara, las dos grandes mujeres.

Es por ello que escribo esta entrada conjunta sobre los valores, para, después, ir desgranándolos, uno por uno, de manera separada, dado que, aunque hermanas, las diferencias de edad y de mamá hacen de sus historias algo muy singular e irrepetible.

Va, pues.


Inés/Isabel. Tomada de álbum familiar.



Los valores

Hijas, no sé si conocen que el mundo en el que viven es producto de la crisis de la razón moderna y que, como tal, uno de sus mayores problemas ha sido, precisamente, el de los valores; en general y todavía más particularmente, el valor de la vida. Hoy tan depreciada y despreciada.

¿Qué sentido tiene, se preguntarán, al igual que muchas y muchos de sus amigas y amigos, seguramente, sostener los valores y la vida misma?

¿Acaso no es mejor no tener ningún valor y dejar de defender la vida?

¿Cuál es la razón que puede guiarnos, a todas y todos, en la vida y por qué hay que atrincherarse en su favor, a pesar de lo horrible que nos parezca, en ocasiones?

Es de esto que quiero hablarles, sucintamente, esta ocasión. Son mis ideas al respecto, lo que no quiere decir que sean la última verdad; son apenas una aproximación al problema en el que ustedes también tienen su punto de vista que seguramente defenderán, ante mí, frente a mí; incluso contra mí.

Bien, pues que comience el diálogo.

Se trata, por el momento, de un año crucial para México, pero también para el mundo; lo que pretendo es intercambiar nuestras maneras de ver los valores y la vida. De defenderlos ante un mundo que los hace trizas día con día. De decirnos, mutuamente, qué pensamos y qué es lo que más valoramos.

Este mundo moderno se caracteriza, según Nietzsche, por la “muerte de Dios”, es decir porque no hay nada que fundamente los valores. A esto el maestro de los aforismos lo llamó nihilismo.

¿Se puede salir del nihilismo? ¿Se puede vivir con él? Ese fue el mayor reto que se le presentó a Nietzsche, vital y filosóficamente. Su respuesta fue el superhombre (Übermensch).

El secreto es, pues, que uno mismo puede crear su tabla de valores. La dificultad está en soportar las consecuencias de esos valores que uno asume, en tanto la fuente está en uno mismo (en nuestras decisiones) y no ya en una fuerza extraña, ajena, llamada Dios; o la que quieran poner: economía, historia, sociedad.

Este es el drama de los sujetos modernos; es decir, este es nuestro drama. Nos guste o no. Lo que no quiere decir que podemos hacer todo y que hay, siempre, fuerzas ajenas a nosotros.

Creo, modestamente, que este es el reto más grande de las mujeres y los hombres del mundo de ahora.

Saber que hay fuerzas que nos desbordan, el mundo, la sociedad, la economía, la historia; al tiempo que no podemos ceder en cuanto a tomar nuestras decisiones y asumir sus consecuencias sin responsabilizar a nadie, pues somos nosotros mismos los que vamos forjando, sabiéndolo o no (repitiendo, muchas veces, historias que nos preceden), lo que va determinando nuestras vidas.

¿Qué lugar darle a los otros y al Otro en todo esto? He aquí un bonito problema, nada fácil, pues el mismo Nietzsche no nos ofrece una solución adecuada. Son otros los pensadores a los que hay que acudir, como Karl Marx. Pero no sin Sigmund Freud y Jacques Lacan. Y tantos otros y otras.

Es sobre esto que quiero hablarse, ahora sin regalos…

Ya lo iremos haciendo, poco a poco; sí, hablaremos de la vida y de los valores: uno por uno.

De modo que me gustaría, en el siguiente texto, hablar del valor del bien,

Pero, se preguntarán: ¿Existe el bien?

Ya lo veremos, mientras tanto, cuídense mucho y feliz día de reyes.

El chocolate y la rosca se les debo, como les debo tantas cosas.






Su papá, un rey venido a menos, que las quiere mucho.

Guadalajara Jalisco, a 6 de enero de 2018. [Fecha original].






*J. Ignacio Mancilla.

[Ateo, lector apasionado, 
militante de izquierda (casi solitario).
Lacaniano por convicción
y miembro activo de Intempestivas,
Revista de Filosofía y Cultura.]









   


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