J. Ignacio Mancilla*
“En el corazón del siglo, entonces, está
el Crimen
que da la medida de todos los crímenes, el
exterminio
de los judíos de Europa. El siglo es un
siglo maldito”.
Alain
Badiou, El siglo
“No quiero formar parte de la terrible
catástrofe,
de este siglo maldito. Presiento un odio
que no
tendrá explicación”.
Adriana
Abdó, Apreciable señor Wittgenstein
Escribo esto con mucha rabia y
dolor, pensando en el vil asesinato de Miroslava Breach, la corresponsal del
periódico La Jornada en Chihuahua.
Rabia contra la impunidad
criminal; ya la del crimen organizado, ya la del gobierno (¿en realidad los
distinguen?, amables lectores. Yo, no).
Dolor porque el país lo han
convertido, políticos y criminales, en un camposanto clandestino.
Lamentablemente.
Al mismo tiempo, quiero rescatar
un excelente texto de filosofía, Ira y tiempo (de Peter Sloterdijk, Editorial
Siruela, 2010), en el que, precisamente, se pondera el papel que ha jugado el arrojo
en la construcción de Occidente; y de cómo, ahora, la bravura se ha reducido a
una expresión patológica, en la medida en que las instituciones sociales
(sindicatos, partidos, etcétera) han dejado de canalizar la rabia para, así,
potenciarla como instrumento de transformación social.
Y no solamente pienso en
Miroslava, sino, también, en todas y todos los periodistas que han sido
victimados desde el año 2000; en los sexenios de Vicente Fox (10), en el de Felipe
Calderón (60) y en lo que va del periodo de Enrique Peña Nieto (33): 103 en
total.
No se nos olvide que el 2018 tendremos
la posibilidad, si usamos bien nuestro arrojo, de pasarle la factura a la
insensible e irresponsable clase política que nos ha gobernado desde el año
2000, por lo menos; clase que ha demostrado una completa ineptitud para
solventar su responsabilidad en los cargos que ocupan, en tanto lo que se
juega, finalmente, más allá de ellos, es el destino de la nación.
Y en este tenor, priístas,
panistas y perredistas no se distinguen, a cual más de mediocres; como no se
diferencian criminales de políticos. Lo que es terrible.
El texto de Sloterdijk hace un
buen balance filosófico e histórico, guiado por la categoría heideggeriana de
tiempo, de la ira: ¿Es posible recargar, bajo las condiciones actuales, tan
importante emoción, para catapultar las transformaciones que nos exige el desquiciado
(¡ay, Hamlet!) tiempo nuestro?
Esta es la pregunta fundamental.
Mientras tanto, nos queda claro
que mientras no asumamos una posición activa contra el miedo, utilizando contra
esa emoción, inculcada, la audacia, poco o nada podremos hacer por nuestro país
y por el mundo en el que nos ha tocado vivir y… morir en las condiciones de
abyección ya descritas.
Cabe recordar, amables lectores,
que en 10 años de una guerra estúpida contra el narcotráfico van más de 200 mil
muertos y más de 30 mil desaparecidos.
Más muertos que los que le costó
la aventura bélica a Estados Unidos en Vietnam; y el mismo número de
desparecidos que causó la cruel dictadura chilena de Augusto Pinochet.
Todo ello bajo la supuesta
transición democrática y la alternancia de los partidos en el poder. Pero, ¿en
verdad se distinguen?
Es importante que mencionemos que
bajo esta lógica mortífera, el mundo se desangra en aras de mantener o
incrementar las tasas de ganancia del capital, esa fuerza vampírica que para
poder subsistir necesita de sangre nueva todo el tiempo (Marx dixit); la sangre
de todas y todos nosotros, las y los trabajadores vivos que con nuestro trabajo
reproducimos la riqueza (sangre) que el capital/vampiro necesita para subsistir.
¿Seguiremos aceptando el rol de
víctimas, de nuda vida, tragándonos nuestro coraje y alimentando, día con día,
nuestro pavor?
En 1994 los zapatistas, con un
grito de valentía, ¡Ya Basta!, nos enseñaron la dignidad y otras cosas de suma
importancia. Es hora de que los recuperemos y reivindiquemos, con ellas y
ellos, nuestra memoria y nuestra historia. Desde abajo.
No obstante ello, el balance de
lo que va del siglo XXI no es alentador con respecto a la dimensión criminal
del sigo XX (ver de Alain Badiou, El siglo, Editorial Manantial, 2005).
De modo que, desde esta modesto
Blog, lleno de rabia, exijo:
¡Castigo a los asesinos,
materiales e intelectuales, de Miroslava Breach!
¡Condena contra los criminales, organizados
o estatalizados!
¡Cárcel para los políticos
corruptos, de todos los partidos!
Miroslava Breach |
*J. Ignacio Mancilla
[Ateo, lector apasionado,
militante de izquierda (casi solitario).
Lacaniano por convicción
y miembro activo de Intempestivas,
Revista de Filosofía y Cultura.]