Inés M. Michel*
Hace tiempo, un lector de este blog, me sugirió escribir sobre música, a lo que respondí que es un tema del que desconozco bastante, pues más allá de disfrutar de las canciones de mi reproductor, no tengo muchos conocimientos musicales. Le propuse que algún día escribiría sobre música en relación con el cine, siendo este último uno de mis temas favoritos y recurrentes, así que en esta ocasión compartiré con ustedes este análisis que hice ya algún tiempo y que hoy quiero rescatar para este espacio.
En él, hablo de un excelente documental sobre un músico conocido como Rodríguez. Es importante mencionar, que Malik Bendjelloul (1977 - 2014), el director del filme, se suicidó al poco de que escribí esto, el 14 de mayo de 2014, noticia que leí con mucha tristeza y sorpresa; un año antes, había ganado el Oscar por Searching for Sugar man, el trabajo del que leerán a continuación, el cual fue modificado para evitar los spoilers a quienes no han visto la película.
Imagen tomada de: Ojo crítico - Ver aquí |
Ficha técnica
Dirección: Malik
Bendjelloul
Producción: Simon
Chinn
Nicole Stott
George Chignell
Música: Rodríguez
Fotografía:
Camilla Skagerström
Montaje : Malik Bendjelloul
Países: Suecia
Reino Unido
Año: 2012
El
documental Searching for Sugar Man,
narrado muy acertadamente, y compuesto por una serie de fragmentos que cual
piezas de rompecabezas, nos construyen un panorama de la vida de un cantante
misterioso que desapareció de la escena musical sin dejar rastro alguno, y que
parece envuelto por un aire mítico, logra interesarnos y conmovernos a la par
que vamos descubriendo la historia de Rodríguez, acompañados de sus canciones
que complementan a la perfección las huellas que estamos siguiendo, hasta
llegar al fondo de este misterio.
El
realizador sueco Malik Bendjelloul viajó a Sudáfrica en 2006, tras renunciar a
su trabajo, en búsqueda de historias para filmar. Así fue que conoció sobre
Sixto Rodríguez, y en palabras del mismo director, es la mejor historia que ha
escuchado en su vida.
Tras
haber trabajado en cortos y material para la televisión sueca, y francamente
envuelto por el descubrimiento que hizo en Sudáfrica, decidió embarcarse en la
aventura de contar sobre este cantante, superando las barreras, principalmente
económicas, para trasladarse y entrevistar a los involucrados, dos músicos
sudafricanos, las hijas de Rodríguez, algunos productores...
El
primer trabajo de Bendjelloul para la pantalla grande, resultó en un rotundo
éxito, otorgándole más de 30 premios y el codiciado Oscar al Mejor Documental
Largo. A raíz de esto también Rodríguez recibió mucha atención, y su historia
viajó por los rincones del mundo maravillando audiencias. En lo que a mí atañe,
la escojo como película para análisis por lograr conjugar distintos estratos de
forma convincente y sencilla; es por un lado la biografía nunca contada de un
cantante prácticamente desconocido, por otro una historia que suscita interés
por su misterio y huecos que plantean enigmas, los cuales no resuelve del todo
el filme; y también es una historia de la lucha de un pueblo, que a la par de estas
canciones bellas y profundas, encuentra una salida a la opresión, cosa que sabe
hacer maravillosamente el arte.
"I love music," dijo
Malik Bendjelloul en una entrevista para The Hollywood Reporter[1].
"I think it's a higher art form, in a way, than movies. You know, a film you
see once, maybe twice. A song will follow you forever. It's a magical thing." (“Amo la música… Creo que
es una forma más elevada de arte, en cierto modo, que el cine. Tú sabes, una
película la ves una vez, quizá dos. Una canción te seguirá por siempre. Es una
cosa mágica.”)
Searching
for Sugar Man, está narrada desde varios puntos de vista, iniciando con Sugar, músico apodado de esta forma por
una de las canciones de Rodríguez, como él mismo nos revela a temprano momento.
Sugar, viaja en carretera mientras
nos va contando sobre este cantante misterioso que lo marcó en su juventud y
que en años de madurez lo inspiró a emprender una intensa búsqueda para
averiguar más sobre su ídolo.
Es
interesante que el plano elegido por el realizador sea uno de un viaje en
carretera, pues también nosotros como espectadores estamos a punto de emprender
un viaje junto a quienes nos narrarán la historia, este viaje será de búsqueda,
encuentros inesperados y desenlaces improbables.
Más
tarde nos son presentados otros actores del relato, que están involucrados ya
sea por azar, o por tener o haber tenido una relación directa con Sixto
Rodríguez. Las voces de estos personajes nos dejan clara una cosa, la vida y
carrera de Rodríguez es oscura en muchos aspectos, hay muy poca información al
respecto, pero todos quienes le conocieron coinciden en que el hombre era
grandioso como artista y como persona.
De
forma paralela, y desde el inicio del filme, una voz de gran peso en la
historia, narra también parte de ella; se trata del mismo Rodríguez, a quien intuimos muerto, pero que a
través de sus canciones, que se van sucediendo una tras otra, cuando los
entrevistados las citan, o cuando cierto episodio de su vida hace referencia a
alguna de ellas, hacen su parte, hablándonos de quien fuera su autor y que puso
mucho de su vida en estas.
Es
así que el punto de vista de la historia no es uno solo, va cambiando conforme
vamos conociendo más personas involucradas, se torna íntimo cuando vemos en
pantalla a las hijas de Rodríguez, conmovedor cuando algunos productores le
recuerdan casi al borde de las lágrimas, y termina involucrándonos tanto en
ella que nos convertimos en otra persona en búsqueda del desaparecido Sugar Man.
Malik
Bendjelloul cuida que la cámara permanezca neutral, mientras delante de ella se
abordan distintos aspectos de la vida y ¿muerte? de Rodríguez. Incluso
llegamos a confundirlo como uno más de los músicos sudafricanos que emprendieran
la caza de información sobre su héroe musical. El director logra de esta manera
contarnos la historia como le fue contada a él. Utiliza el recurso de omitir
datos cruciales que nos arruinarían el interés.
La
estructura responde a las necesidades propias de la historia, la incorporación
de nueva información es dosificada muy precisamente cada que parece estancada
la misión de encontrar a Rodríguez y cada personaje comparte su tiempo en
cámara con los demás protagonistas de esta historia sin robar de más, ni
aparecer de menos.
En
cuanto a lo que la película intenta decirnos de manera simbólica, se pueden
intuir diversos mensajes, uno muy presente, es la íntima relación del arte con
las luchas sociales, y el primero como motor de cambio en todo tipo de
sociedades, por muy oprimidas que estas se encuentren. Concretamente, las
canciones de Rodríguez se convirtieron en un himno que a través de sus letras,
decían mucho de lo que los jóvenes sudafricanos necesitaban expresar, por lo
que escuchar esta música era una especie de catarsis a la vez que una bandera
que enarbolar.
Por
otro lado se habla del dinero como símbolo de éxito, un icono de la sociedad
occidental que encuentra en la generación de ganancias económicas un sinónimo
de triunfo. La cinta logra cuestionar esto.
Searching for sugar man me resultó una grata experiencia audiovisual, con
grandes canciones que acompañaron a la perfección lo narrado por el documental,
y una estructura novedosa, que evoca a una narración de detectives donde como
espectadora me convertí en alguien más que buscaba a Sugar Man, y que a través de sus canciones encontré a un gran ser
humano.
La
vida, y su vida particularmente, resulta
un viaje con paradas inesperadas, que traen sorpresas agradables y experiencias
inolvidables, para Sixto Rodríguez, la música respondió a la perfección al reto
de transmitir mensajes, el suyo fue entendido al otro lado del mundo,
compartido y convertido en leyenda.
Para terminar, les dejo una pequeña lista de mis canciones preferidas de Rodríguez:
*La Otra I
[atea, vegana, feminista,
lectora irredenta
a la espera del apocalipsis zombi
que dará sentido a mi existencia]
[1]Entrevista hecha por Scott Feinberg el 19 de febrero de 2013, publicada en Hollywood Reporter - VER aquí
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