jueves, 28 de abril de 2016

La inequidad más allá del género

Inés M. Michel*





[Comparto este texto que fue presentado el jueves pasado en la Mesa de reflexión y diálogo Mujeres Universitarias: Derechos humanos, laborales y académicos, a la que fui invitada por el Colectivo de Reflexión Universitaria.] 


Póster.

Me fui hace tiempo de la Academia, particularmente de esta institución, decepcionada y triste. Me despedí con una ponencia, Lo humano vs la inteligencia artificial: Cuando la máquina se volvió humana y los humanos perdimos la humanidad. Presentada en las Jornadas Multidisciplinarias 2014 del Centro Universitario de Tonalá. He estado planeando a distintas altitudes desde entonces, convencida de que hay muchos más horizontes que visitar de los que proponen las disciplinas académicas.

Por tanto, volver a un espacio universitario el día de hoy, justo con una ponencia, y a este Centro en específico que formó a mucha gente que admiro, es una sorpresa para mí y también un motivo de alegría. Vuelvo distinta puesto que mi posición lo es, sigo creyendo que mi camino no está dentro de una institución, pero es un gusto venir a compartir ideas y escuchar a otras y otros que se aventuran en los terrenos del pensamiento libre, algo que ya es bastante en la época que vivimos.

Este texto que titulé La inequidad más allá del género, me permite enlazar ciertos temas que trabajo desde hace tiempo y que en mi labor independiente he expuesto en distintos espacios. A todos ellos debo el poder estar aquí, quizá un poco más al blog en que escribo quincenalmente Cuerdas Ígneas.

Lo primero que me gustaría plantear va un poco a modo de justificación del título que elegí. La inequidad es una constante en México y tristemente en el mundo. Así que los espacios universitarios no son ajenos a esta circunstancia. Sin embargo, esa inequidad es un asunto mucho más complejo y profundo que lo conocido como desigualdad de género.

El tema que nos ocupa este día es muy relevante, aunque a algunas mujeres y hombres les siga pareciendo que hablar de él es innecesario, que hay temas “más importantes”, o que el feminismo no se cansa de hablar una y otra vez de lo mismo. Lo es porque se trata de visibilizar y discutir que las mujeres vivimos desventajas sociales en muchos ámbitos, solo por el hecho de ser mujeres, siendo la universidad uno de ellos.

¿Y todas las mujeres que no llegan a la universidad? Aunque no estén aquí, pienso que estamos obligadas a incluirlas en nuestro discurso, si pretendemos que en verdad sea incluyente. Si no, en nuestro propio planteamiento, la inequidad seguirá siendo una realidad, por ello es que afirmo que el asunto es más complejo que una cuestión de género.

El discurso feminista con el que yo me idéntico más, se ocupa de todas las desventajas, no solo aquellas inherentes al sexo y a los roles que vienen impuestos con él, sino a cada una de las que existen, condicionadas por la clase, raza, religión o educación de las personas.

Es justo la educación lo que está en juego en un espacio académico, y es lo que hace la diferencia. Basta salir a las calles para verlo. La educación genera distinciones entre un sujeto y otro, frecuentemente muy crueles.

Por eso los estudios de género estarán limitados en la medida en que se ocupen solo de los grupos de mujeres que, aún en el desfavorecimiento, son favorecidos, es decir mujeres “blancas”, para usar el término que utiliza Ochy Curiel, pero podemos decir mestizas si les parece más adecuado, de clase media, con educación universitaria.

Curiel es una antropóloga que se asume como activista antes que como académica, que ha hecho de su quehacer político una fuente de conocimiento para después trasladarlo a la Academia. Apenas la semana pasada pude escucharla en el Laboratorio de Antropología de este Centro, en una videoconferencia organizada por La orden de la Tlayuda.

Ochy nos dice que tenemos que ligar las diferentes formas de discriminación: racismo, sexismo, machismo, clasismo, colonialismo. La modernidad occidental fue creada a partir de esta realidad. El colonialismo y su lado más oscuro, sostiene ella, dio forma a lo que entendemos por modernidad. La "raza" (si quieren entrecomillamos el término porque sabemos que en sí mismo ya carga una connotación despectiva y ha sido múltiples veces cuestionado su uso), clasificó a las personas e hizo una división geopolítica.

Yo agregaría a esa enumeración, el especismo, la idea de que los seres humanos por nuestra categoría de humanos, somos mejores y/o más importantes que el resto de seres vivos que habitan el planeta y por ende nos corresponden ciertos privilegios y derechos, que implican a grandes rasgos la explotación de los animales no humanos, así como de los ecosistemas. De eso no puedo ocuparme ahora porque me representaría hacer una exposición mucho más extensa, pero sugiero ir al ensayo publicado por Vice titulado La revolución feminista ha de ser antiespecista, de Paula González Carracedo.





Así que tenemos clases distintas de personas, unas blancas, otras negras y morenas, hay personas europeas y otras que no lo somos, hay hombres y mujeres (sin entrar ahorita en la construcción de estos roles que va mucho más allá del sexo biológico, pero sí mencionando muy rápido que la posibilidad de un género neutro o géneros intermedios, lo cual ya ha sido planteado desde hace algún tiempo, otorga un grado más de complejidad al problema del género), y tenemos mujeres universitarias y otras que no lo son, muchas veces por no poder acceder a este nivel educativo, o ni siquiera a la educación básica.

Si analizamos cada una de estas distinciones que mencioné, encontraremos grupos privilegiados y grupos en desventaja en cada una de las comparaciones, se pueden hacer muchas más.

¿Cómo hablar, entonces, de equidad? Es un reto, claro que lo es. Y no creo que debamos ceder ante él. Mi propuesta es la siguiente, tenemos que alejarnos de las instituciones, del academicismo. Nos reclama el activismo y la política. Política entendida como una actividad humana esencial, no como la militancia en un partido político o en determinada asociación. Impregnarnos de lo que sucede en la calle, las escuelas, los trabajos, el campo, para, a partir de ahí, poder generar teoría y pensamiento críticos. Entonces sí, volver a la Academia con planteamientos novedosos y sobre todo críticos.

En lo que atañe al ámbito universitario yo quiero señalar solo una de las desventajas de las féminas, el asunto de la maternidad (solo una también por cuestión de tiempo). Me ha tocado verlo de cerca con compañeras de estudios, la maternidad sigue siendo, a pesar de los avances en legislación y otras áreas, una carga mucho más pesada que la paternidad. Las estudiantes y profesoras que son madres, ven duplicado o triplicado su trabajo sin que la institución haga suficiente para que esta situación cambie o se presente más equitativa en relación con los hombres que son padres, estudiantes o profesores.

Tomemos el modelo de Islandia, “el mejor país del mundo para ser mujer”, si me permiten usar el título con que BBC Mundo publicó un artículo escrito por la periodista Alejandra Martins el 8 de noviembre de 2013. A continuación algunos datos extraídos de ahí: el 82.6% de las mujeres islandesas en edad laboral trabajan constituyendo el 45.5% de la fuerza laboral. Estas mujeres tienen una de las tasas de fertilidad más altas de Europa, con un promedio de dos hijos por mujer. Martins nos pregunta cómo es esto posible. Lo que sigue nos lo va respondiendo. Uno de los factores principales es el acceso a servicios de cuidado infantil de muy bajo costo. Otro, tiene que ver con cómo se involucran los hombres en el cuidado de hijos e hijas. En las calles, por citar un ejemplo cotidiano, se puede ver a muchos hombres cuidando niños, hecho que sorprende a estudiantes extranjeros. Este fenómeno tiene una explicación muy simple, los cambios en materia de legislación logrados en Islandia. En total, una pareja que tiene un bebé, cuenta con nueve meses de licencia posteriormente al nacimiento. Y aquí les pido pongamos mucha atención en la repartición de este tiempo: tres meses son exclusivos para la madre, tres exclusivos para el padre y los tres restantes pueden dividirse como la pareja lo decida.





Esta licencia se toma con hasta el 74% del salario y el padre o la madre pueden tomar más tiempo con una reducción salarial acorde a lo solicitado.

Esto introduce cambios en todos los sentidos, no es solo que hombres y mujeres se involucren de forma más equitativa en la crianza de los hijos, reduciendo así el impacto que normalmente tiene en las mujeres que deciden ser madres, también tiene una consecuencia a nivel laboral, cito: “las empresas ya no pueden ver a las mujeres como un factor de riesgo por sus licencias de maternidad, también los hombres pueden ser vistos con ese riesgo”. 

Yo opino que esto es un cambio radical. No sé si han tenido la experiencia de acudir a una entrevista de trabajo, pero el hecho de ser mujer y poder quedar embarazada, sigue siendo motivo de discriminación. Los requisitos solicitados en muchos empleos incluyen ser soltero o soltera, lo cual de entrada es absurdo, ya que este y otros que se enumeran en muchas vacantes no tienen razón de ser si nos enfocamos en encontrar a la persona mejor calificada para el puesto.

Omitiré las estadísticas de nuestro país, para hacer mi exposición más fluida, pero si son escépticos sobre las grandes desigualdades para las mujeres trabajadoras y estudiantes, les invito a ir a los datos duros por su cuenta.

Continuando con el asunto del privilegio, me parece que tenemos que cuestionarlos, y qué mejor que empezar por nuestros propios privilegios de mujeres de clase media con acceso a servicios de salud, con muchas necesidades esenciales cubiertas (alimentación, vestido y otros), con acceso a educación ¿libre? Y aquí permítanme la osadía de preguntarles, ¿tienen educación libre en la Universidad de Guadalajara? Yo creo que no y ya muchas personas y grupos lo han señalado mejor que yo, entre ellos, por supuesto, el Colectivo de Reflexión Universitaria que organiza este evento.

Estos privilegios que nos acompañan a lo largo de nuestro andar por la vida tienen que ser reconocidos por nosotras mismas, cuestionados, para colocarnos más allá de la inequidad que hoy queremos denunciar, y asumir aquello que nos da ventaja, para integrar una lucha más amplia con las mujeres que aquí no tienen voz ni presencia.

Yendo más allá aún, podemos, y es necesario hacerlo, cuestionar las relaciones de poder que al interior de la Universidad de Guadalajara se ponen en juego, no es solo una cuestión de las altas esferas ni de quienes toman las decisiones, es también algo presente en lo más cotidiano, pues se replica en todos los niveles, por ejemplo, en las relaciones profesores-alumnos, en la relación entre el poder y el saber, que parte del supuesto de que el maestro o la maestra SABE, mientras que los alumnos y alumnas no saben nada o saben muy poco, como si acudieran a llenar sus cabecitas vacías a las aulas. Nada más errado, es una lástima que tan pocos profesores lo entiendan e impartan sus clases en consecuencia.

Terminaré citando a Alan Badiou, filósofo francés de origen marroquí, para retomar el asunto del género, y así finalizar por el momento lo que puedo aportar: “… Lo que hace falta (nos dice Badiou en Jóvenes mujeres), es que las mujeres le den la espalda a lo que se les propone. Es una trampa. Los modelos presentados serán todos bajo la figura de la mujer salvaje, salvajemente competitiva. Es necesario que las mujeres se ocupen activamente del pensamiento. Es necesario que se transformen a gran escala en creadoras de arte, de pensamiento, de matemáticas, de poesía, de teatro, dirigentes de políticas de emancipación…”





Yo agrego a modo de línea de cierre, hace falta resistir al sistema que nos oprime todos los días, que se presenta como sistema financiero, como ideología política, como única alternativa, y también como feminismo, un feminismo burgués, excluyente, que deja fuera no a minorías, como suele pensarse, sino a la mayoría que compone el mundo.




*La Otra I.
 [atea, vegana, feminista,
lectora irredenta,
a la espera del apocalipsis zombi
que dará sentido a mi existencia]

@inesmmichel



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