J. Ignacio Mancilla*
“Constatamos,
pues, que algo agita.
con
la extimidad, nos ocupamos del
principio
de los afectos, de lo que
sacude
y afecta al sujeto”.
Jacques
Alain Miller. Extimidad.
Portada |
¿Qué
lugar ocupa uno, hoy día, cuando se habla de Camille Claudel y de su
singular obra?
Esta
cuestión no es baladí, antes bien, nos coloca ya cercana o
distantemente, dentro del rango de las ondas y la fuerza
gravitacional de su vida y de su obra; de mujer y escultora, cuyo
nombre propio es hoy sumamente singular y reconocido por todas y
todos. ¡A 73 años de su muerte!
Y
el posicionamiento es más que un deber, es algo del orden histórico;
se trata, para decirlo con todas sus letras, de una genealogía,
sobre todo si se es mujer, como es el caso de la autora del libro que
hoy presentamos en esta particular Casa, que también tiene toda una
historia, de la que hoy, por obvias razones, no me ocuparé.
Lo
primero que me gustaría decir, antes de entrar en los pliegues y
repliegues (significantes) de la vida y obra de Camille Claudel, es
que no estamos sólo ante una monografía, sino, más bien, ante una
excelente investigación y una muy fina lectura de las cartas de
Camille Claudel, para, por medio de ellas, indagar algo de la obra
producida en un contexto en que el significante escultora no existía.
Pero,
¿realmente existe hoy dicho significante?
Es
decir, se trata de una detallada investigación que reproduce, desde
las letras (cartas) de Camille Claudel, algo del orden epocal (los
lazos sociales de finales del siglo XIX y los inicios del siglo XX),
pero desde las peripecias de las subjetividades que habitaron ese
tiempo (no tan lejano del nuestro).
De
los lazos sociales que tienen que ver, entre otras cosas, con las
relaciones de amor entre hombres y mujeres y con lo que, ya de manera
más amplia, podemos llamar las formas sociales legítimas de la
feminidad y la masculinidad, por supuesto cambiantes, cosa que hoy no
podemos negar, pero que a las pioneras, es el caso de Camille
Claudel, les fue muy oneroso abrirse paso y, sobre todo, ganarse un
lugar y un nombre en actividades que por aquel entonces se
consideraban exclusivas de los hombres.
Pero,
ya diré algo más sustancioso sobre el particular libro de María
Gutiérrez al final, por lo pronto regreso a lo que en él se nos
presenta de manera por demás reveladora: la vida y la obra de
Camille Claudel, a la letra (carta).
Contraportada |
¿Cómo
deslindarse, sin escabullir el bulto (cuerpo), de las figuras
masculinas, sobre todo el padre (Louis Prosper Claudel), el hermano
(Paul Claudel), el escultor (August Rodin), el editor (Eugéne Blot),
que jugaron, más allá de sus intenciones, papeles poco gratos en
ese drama llamado Camille Claudel?
¿Y
qué con la madre (Louise-Athanaïse Cerveaux)?
¿Y
qué con las mujeres?
¿Pueden
reducirse a ese estatuto de “chismosas”, como se titula una de
las obras de Camille?
Esta
es otra faceta del drama llamado Camille Claudel, faceta que aquí
llamaremos la dimensión, mejor dicho la dichomansión (¡ay el
hogar!) femenina.
¿Cómo
acompañar, hoy día, a Camille Claudel, desde una posición de
mujer, sin serlo, en un mundo todavía predominantemente patriarcal y
hasta misógino?
Como
pueden ver, la tarea no es sencilla, para un (pobre) hombre (literal
y metafóricamente, ja, ja, ja), como de alguna manera lo soy.
Sin
embargo, intentaré hacerlo, desde ese lugar casi imposible, en tanto
lector de una vida, unas letras (cartas) minuciosamente estudiadas y
excelentemente descifradas por otras mujeres, una de ellas autora del
formidable libro que esta tarde/noche presentamos en esta importante
e imponente Casa que tuvo y tiene que ver con los poderes locales,
hoy tan presentes y apabullantes, todavía.
Va,
pues, mi lectura que, de ser indulgente sería empobrecer el libro y
sus resultados; de ahí que insista, antes que nada, en decir que
monografía no es el mejor término para una inteligente y brillante
investigación que rescata, desde y para el psicoanálisis mismo, el
género biografía, sin reducir por ello a su pobreza psicológica al
sujeto en cuestión: Camille Claudel; sino, antes bien, de manera más
que pertinente, insertarlo en la compleja red y lógica de los
significantes, donde, finalmente, toda subjetividad se decanta, para
bien y para mal, ya se posicione como hombre o como mujer.
Y
así fue con todos los sujetos antes nombrados, cuyo entramado hoy
conforman, ese drama (¿postcristiano?) llamado Camille Claudel
(remito aquí, rápido y de paso, a los no menos formidables libros
de Danielle Arnoux, también psicoanalista, de los que por supuesto
no me ocuparé esta ocasión: Camille Cludel. El irónico sacrificio,
2001; y Camille Claudel. Reencantamiento de la obra, 2014).
María
Gutiérrez decidió llamarle a su libro sobre Camille Claudel,
producto de su Tesis de Maestría, pero trabajada durante mucho
tiempo y, por tanto, muy modificada, por supuesto: Vivir entre los
pliegues del lenguaje de una época. Camille Claudel, mujer y
escultora (1864-1943), editado por la Universidad de Guadalajara el
año pasado.
Título
más que atinado en muchos sentidos. Ya lo veremos.
¿Por
qué María se queda, término que se repite mucho durante el
recorrido del libro, con el significante “monografía”?, si su
estudio ocupa un lugar, de muy buen modo, dentro de lo que Freud
llama, rescatar la biografía para el psicoanálisis.
Cuando
María Gutiérrez reproduce para nosotras y nosotros, como lectores,
los pliegues del lenguaje de un época, en todo el sentido literal
(de letras y cartas) y metafórico [(es)cultural], reproduce todos
las avatares de los significantes y la determinación dialéctica de
éstos, en la estructuración subjetiva de los sujetos jugados en
ello, justo en su drama subjetivo; pero también familiar y político
social, para hacernos comprender, de ese modo tan increíble, por
sagaz, toda una época, de la que no estamos tan alejados, por mucho
tiempo que haya transcurrido: finales del siglo XIX y principios del
siglo XX.
Finalmente
seguimos siendo modernos: Aún (Encore) cuando se le añada el
prefijo post, tan cuestionado como saben todas y todos ustedes.
Abonando
con ello a una tarea que todavía tenemos pendiente: narrar(nos) el
corto siglo XX, para decirlo en los términos de Eric Hobsbawm
(1917-2012), pero desde la singularidad de sujetos como Camille
Claudel, que son, por su subjetividad misma, sintomáticos y
paradigmáticos al mismo tiempo.
He
aquí el gran reto, y María Gutiérrez ha salido nos sólo avante,
sino ha ganado para sí, haciéndonos ganar con ello, en la
comprensión subjetiva de ese subjetividad moderna que Nietzsche
englobó bajo los significantes nihilista y decadente.
Al
leer todo esto en el precioso libro de María Gutiérrez, me veo
obligado más que a la indulgencia a la justicia, siempre por venir,
de que este libro sea leído como lo que es: un gran aporte que va
más allá de la monografía, al tiempo que honra dicho campo, para
que ocupe su lugar en ese terreno tan difícil de lograr, hacer
biografías, pero despiscologizando al sujeto en cuestión, en este
caso Camille Claudel, para ubicarlo, insisto, en la red histórica de
los significantes que lo determinaron en sus complejos avatares
subjetivos, como ya lo dije.
Es
por ello que me pregunto y les pregunto: ¿Camille Claudel estaba
loca?
La
intimidad queda aquí en entredicho. Y la extimidad se pliega, con
todas sus paradojas, en la subjetividad de los sujetos, sean hombre o
mujeres.
No
podía, por lo tanto, quedarme petrificado por la demanda de
indulgencia (pido disculpas por ello), tenía que, movilizado por la
red de significantes hecho libro, ¡y qué libro!, ocupar mi lugar y
decir mi palabra, en este acto, para honrar, a mi modo, este
magnífico libro que me ha enseñado tanto sobre Camille Claudel como
sujeto, pero sobre todo como mujer y escultora, cosa que ya es decir
mucho; y no digamos en cuanto a lo que me ha enseñado, también,
sobre psicoanálisis, incluso sobre los modos, metodologías, de
hacer investigación en lo tocante al complejo tema de la
subjetividad en nuestros tiempos.
¿Podré
seguir dando mis cursos y seminarios como antes de la lectura de este
libro?
¡Por
supuesto que no!
Muchas
gracias María, ¡enhorabuena por este espléndido texto, tu texto!
Éste
ya empezó a hacer su recorrido y a tener, como significante
privilegiado, sus efectos, por lo menos en mí. Eso es seguro.
Gracias
de nuevo y me congratulo de que me hayas invitado a presentarlo.
Gracias
a todas y todos por su escucha.
No
pueden dejar de leer el texto, nunca se van a arrepentir, estoy
seguro de ello.
Página 53 |
A
manera de adenda
¿Acaso
es posible, en psicoanálisis, discutir sobre el devenir sujeto, más
allá del diván, sin alguna formulación clínico-doctrinaria?
No
puedo dejar de decir algunas cosas relativas al Epílogo del libro de
María Gutiérrez, firmado por Alberto Sladogna.
Y
para hacerlo voy a cruzar con una excelente lección del filósofo
francés-marroquí, Alain Badiou, titulada Niñas y niños y
publicada como Jóvenes mujeres en la revista de Psicoanálisis Nadie
duerma; lección que sostuvo el 3 de mayo de 2013, en París, en su
Seminario que lleva por título, nada más y nada menos que el de: La
inmanencia de las verdades.
En
dicha lección hace un despliegue muy crítico de la situación
diferencial en que se encuentran, hoy día, los jóvenes hombres y
las jóvenes mujeres, para lo que retoma, críticamente, insisto, una
de las formulaciones de Jacques Lacan, la que tiene que ver con lo
Uno.
Y
que Badiou, en tanto matemático, explica bastante bien, al tiempo
que toma distancia.
Trataré
de trasmitir de la manera más clara y sintética posible, semejante
complejidad, ya que toca el centro de una de las formulaciones que
hace, precisamente, en lo referente a la doctrina y clínica
lacaniana, Alberto Sladogna.
Resumo,
pues, el nudo de ideas; empezando con las de Alberto Sladogna, para
después exponer la formulación teórica y política, pero también
clínica, que hace Alain Badiou.
Y
enseguida, por supuesto, presentarles mi lectura de lo que aquí se
pone en juego.
¿Es
el “complejo paternal” lo que moviliza, sobre todo, el drama
llamado Camille Claudel, tan excelentemente expuesto en el libro de
María Gutiérrez?
Es
todo un tema que implica, en alguna medida, releer el psicoanálisis
mismo, desde Freud hasta Lacan; y más acá, por supuesto.
Casi
estoy seguro que la textualidad del libro de María Gutiérrez
desborda esa lectura un tanto forzada, según mi perspectiva, ello
independientemente de los matices del autor introducidos con un
cuidadoso: “Quizás Lacan”, que no obstante reduciría el drama
claudeliano a algo dentro de la tesitura de “lo peor proviene del
complejo paternal”.
Matiz
cuidadoso que es repetido en el párrafo final del Epílogo.
Si
uno hace una lectura atenta de lo que nos presenta la autora de Vivir
entre los pliegues del lenguaje de una época. Camille Claudel, mujer
y escultora (1864-1943), por lo menos (nos) queda la duda de si el
devenir subjetivo de Camille Claudel podría haber sido otro en tanto
ese “peor” se hubiera posicionado menos “peor” (no es un
simple juego de palabras; en psicoanálisis no existen los simples
juegos de palabras) en esa imposible “función” llamada paterna.
¿Cómo
leer, desde esta perspectiva, la carta del padre de Camille Claudel a
su hermano, Paul Claudel, en la que prácticamente se quita de esa
función paterna, para pedirle que lo ayude, dado que no puede más
con su hermana y con su esposa; es decir, con la madre de Paul y de
Camille?
¿Acaso
podemos decir que este desmarcarse de la función paterna no tuvo
efectos si hoy conocemos que, precisamente 8 días después de la
muerte del padre, Camille Claudel es encerrada en el manicomio, ¡por
30 años!, por la madre y por su hermano, Paul Claudel?
Y
que ni la madre ni la hermana escucharon los ruegos de Camille
Claudel de ser liberada.
Otra
cosa es equiparar la función paterna a su manifestabilidad
patriarcal, como función de lo Uno (necesariamente fálico), cuya
trampa también las mujeres, sobre todo las jóvenes de ahora tienen
que sortear, para evadirse de ese lugar tramposo de la mujer Uno;
reduciéndose al individualismo y al consumo.
Es
todo un tema, lo sé, que debería desarrollar más y mejor, pero no
es el espacio; la cuestión es que no podía dejar de decir algo
sobre el Epílogo en tanto tiene que ver, precisamente, con el libro
que hoy presentamos.
Dejo
por lo tanto la cuestión abierta a un futuro debate, por demás
necesario.
Muchas
gracias de nuevo.
Guadalajara
Jalisco, Casa Zuno de la Universidad de Guadalajara, a 29 de abril de
2016. (Fecha original).
*J. Ignacio Mancilla
militante de izquierda (casi solitario).
Lacaniano por convicción
y miembro activo de Intempestivas,
Revista de Filosofía y Cultura.]
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