martes, 6 de febrero de 2018

Espejos negros y conejos blancos


Inés M. Michel*







Tomada de: mediatrends.es

Gran parte de los titulares más compartidos y comentados de los medios de comunicación que conozco se concentran en notas provenientes de todo el globo donde lo que resalta es la muerte, el terror, el sufrimiento, la miseria... Y no es que difundan necesariamente mentiras pero sí hay que detenerse a examinar que se trata también de una estrategia. Una que involucra a cada humano frente al espejo negro, siendo testigo silente o indignado de un horror que no acaba. 





¿Y lo otro? Aquellas historias de valor, amistad, encuentros afortunados... ¿dónde está? Parece tan poco comparado con los hechos que nos bombardean la mente y el alma. Aún con todo ello hay gente que emprende proyectos y le va bien con ellos, a pesar del mundo, y no por haber ganado la lotería ni por golpes de suerte como los que suceden en las telenovelas. Son personas que, independientemente de sus circunstancias, se atreven a soñar, a imaginar. 

First I dream... Y la realidad se contagia de esa magia, la fantasía inunda lo cotidiano y lo común deja sus tonos grises para dar paso a un arcoiris. Es casi un misterio ese proceso pero existe, está ahí recordándonos que hay otro lado, que cuando nos permitimos pensar en el duende al final del brochazo de colores o en el conejo que nos indica una vereda hacia Wonderland, aunque no aparezcan en nuestro mundo, imaginar su magia plantea caminos distintos e ideas para sobrellevar la realidad. Estos senderos (im)posibles son esperanza para quien la desgracia le alcanzó a cualquier edad, para quien enfrenta batallas diarias en donde el consuelo se esfuma. Y es que suele pasar que las lágrimas como las preocupaciones nublan demasiado la vista, fruncen tanto el ceño, al grado de casi cegarnos.  


Foto: Inés M. Michel (Tonalá, Jalisco, 2013).


¡Ahí está el conejo blanco! Si logramos despejarnos lograremos ver, así como cuando fuimos infantes y nos maravillaba el mundo. ¿Qué fue lo que nos pasó?

No es pertinente minimizar ninguna circunstancia adversa, las guerras, la pobreza, el maltrato. Lo que pretendo es expresar que nos permitamos detenernos a mirar, a respirar, a sentir que sí, estamos vivos y estamos aquí, con todo y desventuras. Deteniendo el tiempo, por lo menos un instante, recordaremos aquel suspiro, aquel amor, aquel amanecer. 

Si nos encontramos con alguien que sueña, que imagina, que se atreve a expresar una idea para salir de situaciones precarias, que comparte una fantasía, detengámonos un momento, no importa cuán loco o extraño suene lo que nos cuentan, no importa cuántos “nos” y caras de incredulidad hayamos obtenido de los demás en el pasado, escuchemos y concedámonos decir, me gusta tu idea, o, es una buena idea, quizá si la implementaras funcionaría.

Pudieras ser la primera persona de quien tu interlocutor escucha eso, pudiera ser el impulso, la chispa que encienda el coraje necesario para cambiar su vida y atreverse a hacer algo distinto.





Inés M. Michel.
@inesmmichel
I: inmichel

Ciudad de México, febrero de 2018.

 *[Atea, vegana, feminista,
lectora irredenta,
a la espera del apocalipsis zombi

que dará sentido a mi existencia.]


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