martes, 13 de febrero de 2018

Juan Flores, el de los libros del CUCSH




J. Ignacio Mancilla*






Quiero ocuparme, esta ocasión, de alguien y algo que me atañe sobremanera: de un librero muy singular y de los libros que ha puesto en mis manos. Estoy hablando de Juan Flores, el de los libros del CUCSH (Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades) de la Universidad de Guadalajara. Al tiempo que, también, rindo un homenaje modesto pero sincero a otro librero de ese mismo ámbito, ya fallecido; me refiero a Ángel Junco (1958-2014), que descanse en paz.

Este año Juan cumple 27 años de librero en el CUCSH, se instaló por primera vez allá por el año de 1991; en números globales, ha movilizado alrededor de 50 mil libros. Él nació en lo que hoy es la Ciudad de México, la que oficialmente antes se denominó Distrito Federal. Actualmente tiene 57 años y fue Juan Sánchez Chong, de origen chino, personaje ya fallecido, quien lo introdujo en el mundo de los libros. Recuerda haber leído a Anton Makarenko, el más que famoso Poema pedagógico y La madre, de Máximo Gorki, precisamente a instancias de tan importante sujeto en su vida.




Juan conoce su oficio y sabe de libros; ha leído lo suficiente para mantener una conversación alrededor del mundo de las letras. Leyó al brasileño Jorge Amado y al mexicanísimo José Revueltas, conocido personalmente por Juan Sánchez Chong, quien, de alguna manera, fungió como su tutor y lo recuerda, siempre, con mucho respeto y gratitud.

Lo que sabe del marxismo se lo debe también a ese singular personaje que tanto le trasmitió y que él no duda en reconocer lo que aprendió a su lado; aunque no deja de ver lo que pese a las importantes “enseñanzas” del chino, él no ha podido corregir y que considera como sus “errores”; que de vivir “el chino”, dice, lo regañaría por esas sus inconsecuencias.




En cuanto a libros, dice que los que más le compran son los profesores de Filosofía y los de Letras; y que lo mismo ocurre con los estudiantes. Que también son los de Letras y los de Filosofía los que más se acercan, ven y adquieren los libros que él día con día exhibe y pone a su disposición. Lo mismo ocurre con los de Historia. Profesores y alumnos.

Sostiene que no hay diferencias sustantivas, en cuanto a la compra de libros, entre mujeres y hombres. Que en caso de haberlas, serían prácticamente insignificantes.

¿Qué ocurre, nos preguntamos nosotros, con los demás profesores y estudiantes? ¿Acaso los de las otras especialidades no leen? ¿Leen menos? ¿No les interesan los libros? Son preguntas que no vamos a responder y que dejaremos abiertas.

Fue en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México) donde vio la exhibición y venta de libros, al tiempo que acudía a las conferencias que se organizaban en el Auditorio “Che Guevara”; experiencia que, aunada al contacto y enseñanzas de Juan Sánchez Chong determinó lo que desde ya casi tres décadas hace para ganarse la vida.

Son varios los libros que Juan Flores ha puesto en mis manos y que de no ser por él, estoy seguro que no los habría leído. Recuerdo con mucho agrado, por todo lo que me aportó sobre uno de los temas más significativos del cristianismo, el de Geza Vermes, La resurrección, editado por Crítica. También viene a mi mente un libro poco común, La materia oscura. Historia cultural de la mierda, de Florian Werner, editado por Tusquets. Y, recientemente, texto que estoy disfrutando sobremanera, el de Peter Watson, La edad de la nada. El mundo después de la muerte de Dios, también publicado por Crítica y tan significativo para el tema de Dios en la Modernidad.

Por supuesto que no son los únicos, pero son los que traigo a la memoria para así darle un lugar a esa labor tan importante que Juan Flores ha desempeñado ya casi por treinta años, la de difusor de la cultura y la de facilitador de los libros, mismos que son tan indispensables en un mundo en el que la cultura será nuestra salvación o no será.

Juan Flores, con su presencia, ha hecho lo que quizás muchos de nosotros, los profesores, no hemos sabidos hacer de la mejor manera: fomentar la lectura y el amor a los libros.





P. D.


Los que puedan, no dejen de ir con Juan Flores. Seguramente encontrarán más de alguna libresca sorpresa.





*J. Ignacio Mancilla.

[Ateo, lector apasionado, 
militante de izquierda (casi solitario).
Lacaniano por convicción
y miembro activo de Intempestivas,
Revista de Filosofía y Cultura.]











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