J. Ignacio Mancilla*
Sobre La
libertad del diablo
(documental psicológico), de Everardo González
“Los
demonios andan sueltos, y han triunfado”.
Mario
Ruiz Massieu
La
frase que sirve de epígrafe a estas dolorosas reflexiones sobre el
excelente documental psicológico de Everardo González, La
libertad del diablo,
fueron pronunciadas por Mario Ruiz Massieu el 23 de noviembre de
1994; año “bipolar” para México, en tanto el 1 de enero tuvimos
el singular “levantamiento” del Ejército Zapatista de Liberación
Nacional (EZLN) y el 23 de marzo el “asesinato” de Luis Donaldo
Colosio para imponer, desde entonces, la lógica del miedo.
La
frase completa fue la siguiente: “<<El
pasado 28 de septiembre una bala mató a dos Ruiz Massieu. A uno le
quitó la vida, al otro le quitó la fe y la esperanza de que en un
gobierno priísta se llegue a la justicia. Los
demonios andan sueltos, y han triunfado.>>”.
Muchas
cosas han pasado desde aquel momento, entre ellas la descomposición
no solamente política, sino social y humana; misma que,
metafóricamente, da título a ese extraordinario ejercicio narrativo
y cinematográfico de Everardo González: La
libertad del diablo,
y que se promociona como “documental psicológico”.
Vi
dos veces el formidable trabajo de Everardo González, difícil, pero
realmente muy difícil de ver, pues al tiempo que nos transporta a
una estética visual y auditiva bella y de auténtica confrontación
psicológica, como si estuviéramos ante un espejo múltiple, la
cámara (mucho transcurre como el “testimonio” de personas
enmascaradas ante dicho instrumento), nos arrastra al abismo de sus
dramas, mismo que nos son narrados de viva voz, y que son,
finalmente, la tragedia de todo México; de todas y todos nosotros.
Inicia
con una larga secuencia de voz en off con un fondo oscuro, como el de
la larga noche que estamos todavía padeciendo, contándonos la
“experiencia” de uno de los testimoniantes que dan cuerpo a toda
la narración cinematográfica; y termina con el acto, real y
simbólico a la vez de una de las testimoniantes principales, una
madre, de quitarse la máscara ante la cámara fija, para así
quedarse frente a nosotros, con ese rostro curtido por el dolor, ante
una historia que ya sabemos en tanto nos ha sido contada su historia
y drama.
Al
principio voz sin imagen; al final, imagen sin voz, como
confrontación atroz ante unas heridas abiertas, como la historia,
que nos sabemos en qué terminarán en este atribulado país.
¿Cómo
es que ha pasado todo esto? ¿Cómo es que lo hemos permitido? ¿Cómo
es que no hacemos nada? ¿Nos decidiremos, este próximo 1 de julio a
abrir las puertas del cambio, tan necesarias en México?
Los
testimonios no son sólo de víctimas sino también de victimarios;
de los que han participado del otro lado del horror, sin caer por
ello en el maniqueísmo sino, antes bien, complejizando tanto a los
personajes como las “causas” por las que se vieron involucrados,
los victimarios, en semejantes sucesos.
Aquí
quiero ponderar el trabajo de todos. La fotografía de María Secco
es la más adecuada. No se diga la música, original, de Quincas
Moreira. El guión es del propio Everardo González conjuntamente con
Diego Osorno; la investigación la realizaron Daniela Rea y el
propio director; la edición es de Paloma Castillo y, por último, la
producción es de Inna Payán y Roberto Garza. Todos hicieron que me
reencontrara con el cine mexicano, a pesar del tema. ¡Enhorabuena!
Pero
retomemos nuestros hilos e interés.
En
una entrevista para Procesotv, Everardo confiesa las enormes
dificultades que tuvo para poder culminar este formidable documental.
Las resume en tres: el económico, importante, pero el más relevante
fue el de su posicionamiento ante esta estrujante realidad. Y esto
último está muy bien resuelto en la narrativa del documental, pues
logra, insisto, no ser maniqueo, al tiempo que recrea una tensión
que nos involucra en las historias narradas que nos hacen reflexionar
y tomar distancia, pero no sin generar la empatía necesaria hacia
las víctimas.
¿Y
los victimarios? ¿Cómo quedan ellos? ¿Cómo quedamos ante ellos?
Estremecimiento absoluto.
Uno
de los problemas que se le presentó a Everardo González es el de la
violencia misma en el contexto de la sociedad actual, sociedad que
todo lo convierte en espectáculo. He aquí un real problema de la
sociedad y en este contexto, la cuestión del montaje mismo como
dificultad, es decir, la decisión de lo que hay que llevar a la
pantalla como el resultado final, en este caso del documental mismo.
Más que atinado.
Vuelvo
al profundo sentido de este trabajo cinematográfico y el por qué,
desde mi perspectiva, reivindica al cine mexicano, pues retoma una de
las dimensiones más complejas y difíciles de nuestra reciente
historia, para confrontarnos con ella y elaborarla, catárticamente,
como condición indispensable para poder ir más allá de la miseria
humana de nuestros tiempos.
Póster. |
Conviene
aclarar que pude ver el documental en el contexto del Festival
Internacional de Cine de Guadalajara (FICG), más no sé si se está
exhibiendo en toda la República, de hecho ya no se encuentra en
cartelera.
La
primera vez que la vi alrededor de cinco personas se salieron,
estando pocas en la sala; la segunda no se salió nadie (también con
poca asistencia), pero al final alcancé a oír una exclamación:
“¡Ay, Dios mío!”. Sí, como dije al principio, es muy duro ver,
pero, ¿voltearemos la mirada para otro lado?; o, finalmente,
¿optaremos por confrontarnos, en serio, con esta nuestra historia?
Esa tan dolorosa y que hemos padecido durante los sexenios de Felipe
Calderón Hinojosa (FECAL) y Enrique Peña Nieto (EPN) y han
significado, los dos, atrozmente, una enorme sangría para todo
México.
La
verdad es una pena que este tipo de trabajos no se exhiban en más
salas y por más tiempo; esto mientras los cines son copados por
películas de nula trascendencia desde todos los puntos de vista.
Donde el peor Hollywood lleva la mano.
Es
por ello que las y los invito a que vean La
libertad del diablo,
es una experiencia a la que no podemos rehuir: es de nuestro destino
histórico de lo que se nos habla y ante lo que se nos confronta,
todo el tiempo.
No
podemos dejar de vernos en el espejo que tan magníficamente ha
construido Everardo González, de manera por demás excelsa, con ese
instrumento tan moderno, maravilloso y poderoso: el del cine.
Y,
como corolario, mando un saludo a Everardo González desde acá,
desde este modesto Blog y mis más sinceras felicitaciones por los
premios merecidamente obtenidos. Mis más sinceras felicitaciones a
todo el equipo.
*J. Ignacio Mancilla.
[Ateo, lector apasionado,
militante de izquierda (casi solitario).
Lacaniano por convicción
y miembro activo de Intempestivas,
Revista de Filosofía y Cultura.]
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