El pasado miércoles 7 de noviembre participé en un evento (¿Qué
universidad tenemos, qué universidad queremos?); organizado por la Academia de
Antropología Social y Etnología, de la Licenciatura en Antropología del
Departamento de Historia del CUCSH. Fui invitado por Héctor Hernández. Fue un
muy buen evento en el que también estuvieron Patricia Ortega Medellín (CUCS),
Isaac Ricardo Gutiérrez Rubio y Jaime Torres Guillén (CUCSH). El texto que
sigue fue mi participación; solamente agregué algunos datos e hice pequeñas
correcciones. Ojalá hubiera más foros como ese en la Universidad de
Guadalajara, hacen mucha falta.
J. Ignacio Mancilla*
“[…]
fe en la universidad y, dentro de ella,
fe
en las Humanidades del mañana”.
Jacques Derrida. Universidad sin condición.
Hoy, miércoles 7 de noviembre
de 2018, cuando han pasado exactamente 152 días naturales del triunfo electoral
de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), con más de 30 millones de votos, y
cuando faltan solamente 23 días para que asuma formalmente el poder como
presidente de México, vengo con gusto a presentarles mis reflexiones sobre la
situación pasada, la actual y también la futura de la Universidad de
Guadalajara; mi Universidad, nuestra Universidad. No la de ellos, la del mal
(auto)llamado Grupo Universidad.
La primera cuestión que habrá
que plantearse es la siguiente:
¿Por qué la Universidad de
Guadalajara no aparece rankeada en un nivel de importancia (internacionalmente),
como le correspondería por su tamaño y muy considerables recursos públicos?
(Más de 10 mil millones de pesos; mayor que el del Municipio de Guadalajara,
que en números redondos anda en alrededor de 8 mil millones de pesos).
Portada de Universidad sin condición (Jacques Derrida). |
¿Será porque un grupo de
porros institucionalizados se apoderó de ella desde hace buen rato y promueve
la mediocridad a partir de la “lealtad” política de facción y hasta facciosa?, (banda
de “facinerosos” les llamó el general Federico Amaya Rodríguez en su tiempo, en
un parte militar de la XV Zona dirigido a las autoridades civiles federales).
Es una historia que poco se conoce, a la espera de un buen historiador o un excelente
novelista.
¿Existe el acoso político,
ideológico y laboral, tan nefasto como el acoso sexual, en nuestra Institución?
¿Y es, como tal, un impedimento para el crecimiento real de nuestra Universidad
académicamente, al igual que en el orden del pensamiento crítico; incluso del
pensamiento científico? Por lo menos a mi hija le hicieron la vida imposible,
hasta lograr que desistiera de seguir estudiando en la Universidad, metiéndose
incluso en su vida de pareja. A ese grado de bajeza y de poca institucionalidad
llegan, dañando así lo que quieren proteger, supuestamente, la Universidad; los
herederos de esa banda de “facinerosos”.
¿Por qué, más allá de los
esfuerzos loables de sus maestras y maestros, investigadoras e investigadores y
de sus estudiantes, mujeres y hombres, la Universidad, nuestra Universidad,
insisto, no ocupa un lugar central en el terreno del pensamiento científico,
filosófico; y también en el terreno de las humanidades y en el del arte y la
tecnología?
Son cinco interrogantes muy
serias que nos deberían hacer reflexionar sobre el pasado, el presente y el
futuro, inmediato y mediato de nuestra Universidad y sobre si ésta, al igual
que las otras universidades de nuestro país y las diversas instituciones de
enseñanza, estarán o no a la altura y exigencias de un proceso de cambio
institucional y pacífico, como fue el mandato de los más de 30 millones de
votos que le dieron el triunfo a AMLO el pasado 1 de julio.
A esta alturas, todos sabemos
que se ha hablado, no sé si prematuramente, de una cuarta transformación
nacional. Después de la lucha por la Independencia (1810-1821), el movimiento
de Reforma (1858-1861) y la Revolución (1910-1919, que fue, no se nos olvide,
la primera revolución social del siglo XX). Dicho acontecimiento será o no
será, dependerá mucho de qué tanto nos involucremos las mexicanas y los
mexicanos en su consecución; ello a partir del 1 de diciembre próximo. En los
hechos y no meramente de palabra. La batalla por el Nuevo Aeropuerto
Internacional de México (NAIM) es, apenas, el inicio por esa cuarta
transformación. Y las turbulencias ya asoman como signos de los posibles
tiempos tempestuosos que nos vienen.
Pero regreso a la cuestión de
mi Universidad, de mi alma mater. Como el candidato independiente que fui,
presenté en su momento, un sucinto diagnóstico de lo que tendría que ser la
Universidad de Guadalajara del siglo XXI, siguiendo un texto de Jacques Derrida
(1930-2004), el filósofo de la deconstrucción. Y llamé la atención sobre la
explotación económica de las y los maestros de asignatura en el seno de la propia
Universidad. ¡Cosa increíble!
Dicho documento sigue teniendo
su pertinencia. No lo voy a repetir, por supuesto, pero sí voy a retomar su
espíritu crítico en la medida en que nuestras autoridades, en las que campea
todavía, a estas alturas, una especie de “cosa nostra”, son incapaces de
responder por más que se les interpele, de manera directa, o se les haga cualquier
señalamiento crítico; incluso allí donde las razones de tales observaciones son
más que evidentes e incuestionables.
Hoja suelta con la leyenda: Se ruega insertar, hace de "parergón" en el libro mencionado. |
Se ruega fotografiar, I y II. |
Y no es que uno los llame a
responder por cuestiones privadas, sino
por asuntos públicos de nuestra Universidad que les corresponde, en
tanto ellos han sido los responsables de que las cosas acontezcan del modo como
acontecen en nuestra institución. Ello en la medida en que son sus
instrumentadores y beneficiarios que quieren, como en el popular juego de la
pirinola, ganar todo y no que todos ganemos. Puras ganancias y nada de pérdidas,
así lo pretenden. ¡Mira, tú!; Dijera El Piporro: ¡pretenden!
Y lo hacen, porque siguiendo
la lógica de la impunidad, no están donde están por una elección democrática
sino porque así lo quiso el gran elector. ¿El innombrable? ¿Carlos Salinas de Gortari (el reaparecido
con Maquiavelo al fondo)? ¿Hay otro innombrable? ¿Es a él al único que le deben
su puesto y su lugar? ¿Al único que le rinden cuentas? Todas y todos los demás
les significamos nada, lamentablemente. Como les representa nada esta Mesa,
este debate; excepto para las y los que quieren verdaderamente a su universidad,
nuestra universidad. Pero tienen miedo de manifestarse. ¡Qué cosas!
¿Por qué, entonces, tendrían
que responder(nos)?
De ahí su profundo desprecio
por las y los maestros de a pie y por las y los estudiantes ordinarios, pues
todas y todos nosotros no podemos hacer nada porque se muevan de su “confort”
burocrático, político e ideológico. Ese que corresponde al de la “burguesía
dorada”, según lo dijo, atinadamente, alguien con poca legitimidad no solo
dentro de la comunidad universitaria sino dentro de toda la sociedad
jalisciense y también reaparecido recientemente.
Los votos le hicieron pagar,
como lo sabemos, semejante desprecio. Ya es historia pasada. Pero…
¿Cuándo seremos capaces, todas
y todos, de pasarles la factura a esa
“burguesía dorada” por todos los desatinos con los que han sumido en la
postración académica a nuestra Universidad?
¿Seremos capaces algún día?
Sé que en esta presentación
demasiado apretada dejo muchas cosas fuera de esta larga y compleja historia de
nuestra Universidad, que bien merece una gran novela histórica, pero en serio,
no como la que ha hecho recientemente uno de sus funcionarios; o por lo menos
que perteneció, pertenece, al círculo exclusivo del poder.
Bien, a pesar de todo lo que
hace falta en esta sinuosa historia, no quería dejar de formular esta última
cuestión que considero clave si verdaderamente queremos un cambio claro y
distinto (disculpen el lenguaje cartesiano a destiempo) en nuestra Universidad.
Espero que en el diálogo que se
abra, podamos disponer, todas y todos, de un poco de tiempo para desplegar
algunas cosas más de lo que es necesario implementar para que nuestra Universidad
advenga al lugar que le corresponde; esto dentro de una lógica de pensamiento
crítico y no faccioso como el que ha imperado hasta ahora, lamentablemente. Ya
no con amenazas directas, pero sí con acosos que repercuten en la posibilidad o
no de seguir teniendo trabajo o de ser incluido en los intercambios académicos,
en las becas y en los puestos administrativos tan bien pagados.
Esto debido a una ya vieja institucionalización
de las fuerzas porriles que mucho daño le han hecho a nuestra Universidad.
El próximo abril se cumplirán 21 años de que Derrida dio esta conferencia en la Universidad de Stanford (California). Hay en ella muchas cosas de suma actualidad. |
Hasta el momento, cosa que es
de lamentarse y que habría que remontar.
¿Estaremos dispuestos a ello?
¿Todas y todos?
¿Tendremos realmente un
contexto favorable a partir del 1 de diciembre próximo?
Esta es la verdadera cuestión
de una transformación real y democrática de la Universidad de Guadalajara.
Esta debe ser la tarea de
todas y todos.
Esto es lo que pienso y es por
ello que acepté la invitación de Héctor Hernández, para venir a exponer ese mi
pensamiento ante ustedes, a pesar de que ya no pertenezco al Colectivo de
Reflexión Universitaria (CRU); la única voz disidente en la Universidad, donde
el miedo campea y hace presa de todas y todos.
De ninguna manera será fácil,
cuando tenemos todo en contra.
Pero…
La historia tiene sus modos y
caminos que son, como los del señor y como sostuvieran The Beatles, largos y
sinuosos.
Muchas gracias de nuevo a
Héctor Hernández por la invitación.
Guadalajara Jalisco, a 7
de noviembre de 2018 [Fecha original]. Auditorio Carlos Ramírez Ladewig, del Centro
Universitario de Ciencias Sociales y de Humanidades (CUCSH), de la Universidad
de Guadalajara.
*J. Ignacio Mancilla.
[Ateo, lector apasionado,
militante de izquierda (casi solitario).
Lacaniano por convicción
y miembro activo de Intempestivas,
Revista de Filosofía y Cultura.]
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