martes, 6 de noviembre de 2018

Apuntes sobre un tiempo sin tiempo


Para Vod [2010 - 2018], una serie de ocho notas, 
una por cada año de compañía (4/8)


En el sueño del sueño te encontré, matrioshka de sueños, laberinto de anhelos. Ahí, en el fondo de una capa que exploro intermitentemente, estás viva. Estás conmigo mañana tras mañana en un tiempo sin tiempo. Eres etérea, apenas alcanzo a rozarte tras muchos intentos. Lo bueno es que tus ladridos inconfundibles me confirman que eres tú y no otra. Estando dormida o despierta te reconozco al primer sonido. En el sueño del sueño me alerto, ¿qué importa cómo hemos llegado ahí? Si estamos juntas, ¿qué importa dónde? Nos miramos mucho rato a los ojos, estamos solas, están tus ojos en mis ojos-mis ojos en tus ojos, mis-sueños-en-tu-sueño... en el sueño del sueño...

¿Fue un error el Metronidazol? La muerte me interrogaba donde antes estuvieron tus ojos. Vacío, solo frío, asombro, tristeza. Me congelé en ese milisegundo donde distinguí las pupilas que alguna vez guardaron tu presencia. ¿Qué es la vida? ¿Apenas una chispa flotando entre dos nadas? ¿Apenas una décima entre un infinito que se sostiene y se sostiene y se sostiene y me sostiene y te sostuvo? Y… te sostuve abrazada, inerte…, ¿en dónde más cuerdas para sostenernos juntas?

*

No hubo redención el 16 de octubre, desperté aún culpable. Por nosotras escribo, por la memoria, por las otras pérdidas, por el significado de cada latido, por las veces que me equivoqué, ¿tú sabes cuántas fueron? Hago esfuerzos para recordar, recordarme, recordarnos. ¿Fuiste feliz en Toluca, tu primer salida? ¿Fuiste feliz en Querétaro, tu última? 11.39 hrs., no hay redención ni sosiego. La oficina sigue siendo lo que es; en la CR- V sigue el último reducto nuestro, mi refugio, la última vez que te vi atenta en la parte de atrás. Todo sigue ahí, a todo le presto atención, cada detalle tuyo y nuestro, pero la redención no aparece. Renuncio a buscarla, resisto un día más, un día más sin ti. ¿Cuántos van ya? Resisto… persisto en recordar, insisto en encontrarte, quizá en un sueño, quizá en un viaje, una vez ahí preguntarte por nosotras, una vez ahí mirarte, hablarte, reírme, volver a nuestro lenguaje, y tal vez con apenas un hilo de voz rogar por tu perdón, el cual yo sé que ya me has otorgado, tú no sabrías cómo no hacerlo…

**

En una subida del silencio volvió un poco la claridad, no sé si porque la llamé, apenas un poco para pensar en ti sin inundarme, y agradecerte. Otra poca para pensar en irme de aquí a una nueva búsqueda, igual de incierta que otras, necesaria, si de reencontrarme se trata, ahora que ya no estás, que no habrá otro hotel boutique para hospedarnos, que el pet friendly en los letreros duele. Te prometí un departamento para estar juntas, guardé tu platito y tu suéter rosa, te siguen esperando esos objetos. Si ver a otros perros me alegraba, punto de reflexión para imaginarme los paseos que daríamos, y para preguntarme cuáles parques y árboles te gustarían más, cuántos lugares por explorar, ahora solo (les) pregunto, ignorando si lo saben, si creen que fuiste feliz. La interrogante regresa de pronto, acostada sin poder dormir. Víctor cree que sí, que eras amada y consentida. Me faltó tiempo para preguntarte más cosas y compartir más viajes en la camioneta que ya sé que no te gustaba tanto, aún así subías olfateando y en pocos minutos te acomodabas entre los asientos. Me pregunto si podré venderla algún día, ahí siguen tu almohada y rastros de tus pelitos. Tu correa está en la cajita azul de la cajuela, es la otra, la que casi no usabas y cargaba de emergencia, ¿la recuerdas? Entre todo ello, tu presencia suspendida, flotando en la tapicería negra que pensaba mandar lavar y que ahora observo manejando, cuando el rabillo del ojo me engaña y cree verte acomodada justo ahí, en ese rincón tuyo, mirando expectante, lista para bajar al llegar. Nunca te gustó mucho viajar en autos, te acostumbraste de mala gana, me dije constantemente que era asunto de práctica, faltaban muchos trayectos que haríamos a pueblos y ciudades, tu recompensa al afrontar los traslados sería conocer otras calles para olisquear y muchos caminos para correr. Habría parques, fuentes, camas mullidas de hotel para destender y cientos de personas a las que ladrar…



Imagen tomada de: enalquiler.com
***

Decidí que voy a encontrarte en uno y muchos bucles, pero no en cualquiera, tienen que ser refugios donde siempre sea enero y sea siempre Querétaro, también donde seamos siempre tú y yo, debe haber sol, uno como el de las mañanas en las que gustabas de tomarlo pancita arriba…

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También en la pequeña hormiga que vi caminando ayer sobre mi mano te encontré, sentí el impulso de soplar, me contuve; pensé que en ella también estás tú, y en cada partícula en expansión… polvo de estrellas, energía de eones transfigurada en otros cuerpos y otras vidas. Sentí cosquillas, estiré el brazo hacia donde antes estuviste sentada mientras esperaba que la hormiguita encontrara su camino. La observé unos segundos en el pañuelo que eligió para continuar su exploración. Me consoló saber que estás en cada molécula de cada objeto y ser vivo, fundida con el universo. Contemplo taciturna a este, mi momento en el tiempo, ensimismada te encuentro, brillas en los reflejos que me rodean. Cierro los ojos y me empapo de eso, ya sin dolor, cantos de pájaros, rayos se filtran a través del cristal, es tiempo de volver a la vida, ahí estarás también, aún si hoy te dejo ir para hacer una pausa en estos apuntes, para enjugarme, jugar otra vez, aunque ya no juegues conmigo, jugar a vivir, a soñar. Espérame con tu paciencia canina mientras voy (o regreso) a donde estás.




Inés M. Michel.
@inesmmichel
I: inmichel

Ciudad de México, noviembre, 2018.

 *[Atea, vegana, feminista,
lectora irredenta,
a la espera del apocalipsis zombi
que dará sentido a mi existencia.]







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