jueves, 18 de julio de 2019

Saboreando el horizonte del (de)ser




“Más instituyente que la poesía,
más fundamental que el pensamiento
 siga siendo el agradecimiento”.

Martin Heidegger.



Me he ocupado últimamente de la política, una de mis pasiones, pero sé la repulsión que suele causar y más cuando se abordan críticamente las militancias, de modo que esta vez escribiré sobre algo más placentero: la poesía.

Y para hacerlo hablaré de un libro muy singular que llegó a mí como un auténtico don, inesperadamente, de manos de la propia autora; con quien compartí un más que agradable y formidable I Congreso Internacional de Filosofía, Psicoanálisis y Cultura en la más que bella ciudad de Zacatecas (24, 25 y 26 de mayo pasado).

Es una mujer encantadora y afable como pocas y, además, una excelente poeta. Se llama Guadalupe Aguayo y su libro lleva por título Horizonte impar (Ediciones el viaje, Guadalajara Jalisco, 2018).


Portada.


Por supuesto que no podré abordar el libro de manera detallada, como me gustaría hacerlo, sino que, apenas, esbozaré algunas ideas relativas a Eros y Psique, como una de sus líneas posibles de lectura, que es la que un servidor pondrá en primer plano, sin dejar de señalar que hay otras; muchas otras.

El texto se compone de cuatro apartados: 1) Alientos, latidos, humores; 2) Materias ansiosas; 3) Miniaturas de lo venidero y 4) En un rincón del mundo. Está precedido por una más que bella y muy cuidada presentación de Luis Alberto Navarro que hace honor al texto y a la poeta, destacando excelentemente una de sus dimensiones, la del cuerpo.

El primer apartado tiene 23 poemas; el segundo 21; el tercero 9 y el cuarto 11.

Ya desde los poemas implicados, uno puede percatarse de lo necio que sería intentar “dar cuenta de ellos”, cuando en realidad ellos son los que ponen a uno en su lugar, en muchos sentidos de la palabra.

Contraportada.


De modo que, dejo las cosas claras desde el principio, mi pretensión no es otra que explicar el arrebato que me han provocado las letras de Lupita Aguayo; mejor dicho, los arrobos, pues fueron varios, uno de ellos tiene que ver con la filosofía y el otro, no podía ser de otro modo, implica al psicoanálisis; discurso atípico y atópico, como pocos.

Sí, es de la dimensión del ser y del deser uno de sus efectos y lo digo no sin temblor; pues, ¿qué otra cosa sentir? ante:

“La boca llena  sin sentido/palabras  palabras  palabras/escena repetida  exasperante/ […] / la noche va a estallar en sus entrañas”; o bien ante: “[…] / su saber es vano y su hacer delirio”.

Esto en cuanto a la filosofía; y que conste que hay muchas cuestiones más, que si me demorara en ellas, tendría que alargar demasiado esta presentación que no quiere ser otra cosa que una invitación a que ustedes, lectoras y lectores de este Blog, vayan a ese maravilloso libro y lo disfruten, bajo su cuenta y riesgo.

Ahora destaco algunas cosas del psicoanálisis, que también me turbaron y no precisamente poco.

Y desde ahí resuenan y reverberan, en eco más allá de lo narcisístico: “En la ferocidad de la infancia/el corazón/un perro alegre amamantado// Vivir espantos/ deja el corazón ensayado. […]

“En la mediana edad/el corazón/un perro alegre amamantado// con grandes dosis de fluoxetina”.

Uno de los poemas del libro.


Pero lo que más deseo destacar de este esplendoroso libro es la presencia contradictoria e inevitable de Eros y Psique, esas dos instancias imposibles de fundir y de separar, condenadas a permanecer juntas, siendo distintas y que, por ello, nos golpean y estremecen permanentemente en lo más hondo de nuestro (de)ser.

Van los siguientes botones de muestra:

“Hay que estar lo más solo/y roído posible/para despertarse por esa voz que dice:/¿eres tú  eres tú?,// disculpe me he equivocado”.

“Nadie te ha besado los muslos/eres apenas un niño/el bocadillo de mamá.// Descubriste la soledad// saborea el desastre”.

“En parpadeo prolongado,/son una pena las fantasías.// Sobre las cuales nada sé/salvo que son yo misma.// Empero  acerca de mí/tampoco sé mucho más”.

Y un último botón:

“Llévame contigo/en la llaga punzante del dolor.// Esquirla ardiente.// Llévame contigo/en tu olfato  en la piel/en agudo remordimiento.// Entre negaciones/haz un hueco// pero llévame”.

Dedicatoria.


Para rematar, e insisto, no procuro suplir la lectura de Horizonte impar, de Guadalupe Aguayo, antes más bien, quiero incitarlas e incitarlos, amables seguidores de este Blog,  a que hagan su propia lectura. La que, en tratándose de poesía, y no sé hasta si hasta de cualquier otro discurso, es la única que cuenta.

De modo que salud y buen provecho.

Las y los dejo con un escueto: “El amor,/un episodio inconsciente”.

Gracias Lupita, muchas gracias de corazón; ya te lo dije privadamente, ahora lo hago públicamente en este nuestro Blog, con estas letras en conmemoración de las tuyas, que me conmueven y remueven al grado de dis-locar-me, no atinando más que a escribir(te) y balbucear(te) mis pensamientos ante tu (in)sana poesía.  




      

J. Ignacio Mancilla.
FB: Juan Ignacio Mancilla Torres 


[Ateo, lector apasionado, 
militante de izquierda (casi solitario).
Lacaniano por convicción
y miembro activo de Intempestivas,
Revista de Filosofía y Cultura.]
        






    
  

4 comentarios:

  1. Gracias por compartirme su texto, maestro Nacho. Poemas como éstos me pervierten, cuestión que agradezco de sobremanera. Y siendo la primera vez que lo recibo, me atrevo a preguntarle su opinión,o de la autora, en caso de ser posible, y aunque fuera muy escueta, sobre lo siguiente; que lugar ocupa hoy la Poesía?
    Gracias de antemano.

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  2. Independientemente de la voz de la poeta, en este caso la más autorizada, me permitiré, jugando con el decir nietzscheano, que solamente con la poesía la vida está justificada. Saludos.

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