viernes, 1 de mayo de 2015

El por-venir de la Universidad de Guadalajara, ¿una ilusión?

J. Ignacio Mancilla*



[ACLARACIÓN:
No sé si por esta única vez el presente texto tiene que ver, directamente, con el que abrió este blog; no importa que su origen haya sido anterior, una especie de respuesta anticipada. Así lo quise, esta ocasión, porque mucho de lo que se dice de la Universidad en el primero se visualiza, aquí, desde otra perspectiva, también crítica. Está modificado y sintetizado, por exigencias de espacio, pero se conservó la fecha de su emisión. Que el lector o lectora juzgue.] 





“El amo que produce esta operación de desplazamiento,
de transferencia bancaria, del saber del esclavo, ¿tiene
acaso ganas de saber? ¿Tiene el deseo de saber? Un verdadero
amo, esto es algo que por lo general hemos visto hasta épocas
recientes, y cada vez se ve menos, no desea saber nada en
absoluto, lo que desea un verdadero amo es que la cosa marche”.

Jacques Lacan, El Reverso del psicoanálisis.


Para cualquier persona inserta en lo que comúnmente se denomina la cultura “psi” es más que obvio que el título del presente texto tiene que ver con el famoso ensayo sobre la religión de Sigmund Freud llamado El porvenir de una ilusión.

Sí, voy a hablar de los retos de la Universidad de Guadalajara ante el siglo XXI.

Por supuesto que los retos son muchos, por lo que yo tomaré solamente tres; y para hacer una reflexión de tipo filosófico-política, seguiré algunas de las más que sugerentes ideas desarrolladas por el filósofo de la deconstrucción Jacques Derrida (1930-2004) en su conferencia presentada ante la Universidad de Stanford (1998) y la Facultad de Filosofía de Murcia (2001), posteriormente publicada, en español, por la Editorial Trotta, con el título de Universidad sin condición.

Esto en el contexto de mi candidatura independiente, candidatura simbólica pero no por ello menos real que las candidaturas oficiales, candidatura de resistencia que pretendió, entre otras cosas, despertar las conciencias de los universitarios (trabajadores administrativos, estudiantes, profesores e investigadores) de la Universidad de Guadalajara ante lo que podemos establecer como la lamentable postración y burocratización de la Universidad.

Para adentrarme en el asunto, quisiera empezar con lo que llamaré:

a)    El reto epistemológico de una libertad incondicional para un pensamiento de la verdad.

Para todo mundo es sabido el compromiso histórico del discurso filosófico con la verdad como cuestión.

De platón a Derrida y más acá, pero también más allá, para jugar con otro texto de Freud, el de Más allá del principio de placer.

¿Somos un Estado de tipo democrático?

¿Existe en la Universidad de Guadalajara un pensamiento de la verdad?

Y, sobre todo, ¿se dice, públicamente, en la Universidad y fuera de ella, lo que “exige una investigación, un saber y un pensamiento de la verdad”?

Las interrogantes podría multiplicarlas casi hasta el infinito, al fin de cuentas soy un filósofo, pero no lo haré

Con esto paso a lo que yo llamo:

b)    El reto de la profesionalización de la enseñanza, un reto laboral por antonomasia.

La revolución digital, de enormes consecuencias en todos los ámbitos de la vida humana, ha repercutido en el mundo del trabajo; para bien y para mal.

Ya Jeremy Rifkin se ha detenido en dichas consecuencias en su más que famoso libro El Fin del trabajo. El declive de la fuerza de trabajo global y el nacimiento de la era postmercado (1995) en el que plantea, fundamentalmente, la recomposición tecnológico-capitalista desde la perspectiva del capital.

En la conferencia aludida, Derrida aborda críticamente a Rifkin, sobre todo en lo que respecta a los límites del planteamiento rifkiniano en lo tocante al trabajo dentro del ámbito universitario.

En la Universidad de Guadalajara el 56% de las y los maestros, hay quienes sostienen que son más, somos maestros por asignatura con sueldos ridículos, lo que establece, en los hechos, profesores de segunda y profesores de primera.

Ello al margen de que sea sobre los profesores de segunda, que recae casi el total de la enseñanza y la transmisión universitaria.

Lo que nos habla de una sobreexplotación laboral que atenta contra todo tipo de derechos, el laboral y el de los derechos humanos, sobre todo. Y es la Universidad la que está implicada. Cosa inaudita.

Pero no puedo desarrollar con el debido detenimiento este asunto porque no quiero que se alargue demasiado este texto.

De este modo, paso al último punto de la misma, al punto que yo llamo:
 
c)    El reto topológico, es decir el reto de la deslocalización del saber extramuros de la universidad.
Hoy, por paradójico que parezca, el saber no necesariamente se encuentra en la universidad; baste pensar en Internet y en la pronta accesibilidad, haciendo click, a una información prácticamente infinita sobre cualquier tema, ya sea sencillo o complejo.

De modo que la sabiduría no necesariamente es universitaria y no pocas veces es la ignorancia la que se viste de universitaria, lamentablemente.

¿Se acuerdan de Enrique Peña Nieto y su incapacidad de nombrar tres libros que hubieran marcado su vida?

Algo que aconteció en una Feria Internacional del Libro, aquí en Guadalajara. Y lo acompañaba alguien que había sido Rector de nuestra Universidad.

Se trata, pues, de un universitario. O de universitarios, mejor dicho.

Y no es que un universitario tenga que saber de todo, por supuesto que no, pero no puede tener una menor competencia que la del saber medio accesible digitalmente por medio de la red, por lo menos en lo que respecta a su especialidad.

Desde esta perspectiva urge una deconstrucción de la universidad cuando de lo que se trata, en la actualidad, es de producir conocimientos.

Ruy Pérez Tamayo lo dice más que claramente, hablando también del apoderamiento gangsteril de la educación de México, aludiendo a la más que famosa profesora Elba Esther Gordillo (en la cárcel desde hace algún tiempo).

Pero, ¿han cambiado por ello las cosas? Lamentablemente no.

¿Acaso son diferentes las cosas en la Universidad de Guadalajara?

¿Han vislumbrado algo de esta universidad “para ser pensada” los candidatos oficiales? Hoy uno de ellos es el Rector, Tonatiuh Bravo Padilla.

Me temo que no, el simulacro del debate y la simulación de las elecciones nos indican que la única universidad que ellos pueden visualizar es la universidad realmente existente, la universidad de los poderes metainstitucionales concentrados en unas cuentas personas, una la más visible, de nombre Raúl Padilla López.

La única universidad que ven es la universidad como poder fáctico engullidora de los dineros públicos, pero que ni siquiera es capaz de rendir cuentas de manera transparente y que dilapida muchos recursos en tareas que nos son las tareas sustantivas de la universidad. Por ejemplo sostener un equipo de fútbol.

Esto es algo más que sabido y algo en lo que el Colectivo de Reflexión Universitaria (CRU) ha venido insistiendo públicamente, por lo menos desde el Foro denominado Qué Universidad tenemos, qué Universidad queremos.

No es esa universidad la que el Colectivo de Reflexión Universitaria (CRU) quiere; para nosotros no es esa la Universidad de Guadalajara del por-venir.
Nosotros queremos una Universidad de Guadalajara del siglo XXI; ese es nuestro sueño, que no es lo mismo que una ilusión.

Y esta es la lógica de nuestra plataforma, condensada en 31 puntos programáticos y estructurados en tres ejes interrelacionados (el académico, el institucional y de gobierno y el económico y financiero).     

La posición política del CRU en lo que respecta a la Universidad de Guadalajara quedó suficientemente explicitada en el Foro que realizamos hace poco más de un año y se resume en la plataforma que presentamos públicamente el pasado 24 de enero (2012) en las escalinatas de la Universidad de Guadalajara.

Mi posición como candidato independiente a la Rectoría General de la Universidad de Guadalajara las expuse claramente en las distintas entrevistas tanto de prensa como radiales, y que algunos medios recogieron oportunamente.

Es una posición que no nace con mi candidatura, sino que viene de muy atrás, de una vieja militancia por la transformación de la Universidad de Guadalajara y también por la transformación del país.

En este sentido, la candidatura ha sido un paso más en una vida dedicada a la enseñanza, pero también dedicada a la militancia política, cuya expresión máxima fue haber sido asesor de una mujer extraordinaria en la LVI Legislatura Federal y, posteriormente, con ella misma, haber sido funcionario público en el Gobierno del Distrito Federal.

Digo esto en su memoria y como homenaje a ella, su nombre era Carlota Botey y Estapé (1940-2011).

Por su parte, habría que hacer, aquí, una larga memoria histórica del devenir actual de la Universidad de Guadalajara; estamos donde estamos no por efecto de la casualidad.

Pero sólo traeré, como ejercicio memorístico, lo que escribí allá por el año de 1989 respecto a la Universidad de Guadalajara, justo en el tiempo del rectorado de Raúl Padilla López.

El 23 de agosto de 1989 escribí en El Nacional:

“¿Qué está pasando actualmente en esa Universidad? En primer lugar no olvidemos el contexto político nacional, con sus efectos en la política local y la política universitaria como parte de ella. Ese contexto podemos ubicarlo, en la historia reciente, después del 6 de julio de 1988. El cambio de rector, en el pasado mes de abril en la Universidad de Guadalajara, su proyecto modernizador (desde arriba) y su apuesta por la reforma académica están situados en ese contexto”.
Y terminaba mi reflexión, en ese entonces, de la siguiente manera:

“Quizá esas primeras decisiones del Rector afectaron viejos intereses que hacen hoy que sus antiguos aliados (parte del grupo de los “jóvenes”) se pongan en su contra. ¿Cuál es el fondo de las diferencias? ¿Meros cotos de poder o concepciones encontradas sobre la universidad? ¿O, en última instancia, está en escena esa vieja historia de la que poco se habla y por la cual muchos actúan? Ojalá que al final de todo esto pueda ganar la Universidad, preservando sus esenciales fines de investigación y academia”.
 
A dicha reflexión la intitulé La U de G, esa antigua historia, y estuvo precedida, como epígrafe, de una línea perteneciente a un poema de León Felipe que dice: “Y sé todos los cuentos”.

Obviamente el contexto político nacional, local y universitario de hoy es otro.

Sin embargo, ¿podemos olvidar esa antigua historia llamada Universidad de Guadalajara?

¿De verdad marchan las cosas en la Universidad de Guadalajara?

Memoria e historia es lo que estará en juego, nuevamente, como en antaño.

Estamos ante la historia de la Universidad de Guadalajara.

Y nuestra perspectiva es la de la crítica, no podría ser de otra manera, por mi historia, por nuestra historia.

Muchas gracias.


                                          Guadalajara, Jalisco, a 30 de enero de 2013. [Fecha original]


                                                                                          *J. Ignacio Mancilla [1]

[Ateo, lector apasionado, 
militante de izquierda (casi solitario).
Lacaniano por convicción
y miembro activo de Intempestivas,
Revista de Filosofía y Cultura.]


FB: Juan Ignacio Mancilla Torres















[1] Profesor de asignatura de los Departamentos de Filosofía e Historia del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH), de la Universidad de Guadalajara y candidato independiente a Rector General por el Colectivo de Reflexión Universitaria en el 2012 (CRU).

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