J. Ignacio Mancilla*
[ACLARACIÓN:
No sé si por esta
única vez el presente texto tiene que ver, directamente, con el que abrió este
blog; no importa que su origen haya sido anterior, una especie de respuesta
anticipada. Así lo quise, esta ocasión, porque mucho de lo que se dice de la
Universidad en el primero se visualiza, aquí, desde otra perspectiva, también
crítica. Está modificado y sintetizado, por exigencias de espacio, pero se
conservó la fecha de su emisión. Que el lector o lectora juzgue.]
“El amo que produce esta operación de desplazamiento,
de
transferencia bancaria, del saber del esclavo, ¿tiene
acaso ganas de
saber? ¿Tiene el deseo de saber? Un verdadero
amo, esto es
algo que por lo general hemos visto hasta épocas
recientes, y
cada vez se ve menos, no desea saber nada en
absoluto, lo
que desea un verdadero amo es que la cosa marche”.
Jacques Lacan, El
Reverso del psicoanálisis.
Para cualquier persona inserta en lo que comúnmente se
denomina la cultura “psi” es más que obvio que el título del presente texto tiene
que ver con el famoso ensayo sobre la religión de Sigmund Freud llamado El porvenir de una ilusión.
Sí, voy a hablar de los retos de la Universidad de
Guadalajara ante el siglo XXI.
Por supuesto que los retos son muchos, por lo que yo
tomaré solamente tres; y para hacer una reflexión de tipo filosófico-política,
seguiré algunas de las más que sugerentes ideas desarrolladas por el filósofo
de la deconstrucción Jacques Derrida (1930-2004) en su conferencia presentada
ante la Universidad
de Stanford (1998) y la
Facultad de Filosofía de Murcia (2001), posteriormente
publicada, en español, por la Editorial
Trotta , con el título de Universidad
sin condición.
Esto en el contexto de mi candidatura independiente,
candidatura simbólica pero no por ello menos real que las candidaturas
oficiales, candidatura de resistencia que pretendió, entre otras cosas,
despertar las conciencias de los universitarios (trabajadores administrativos,
estudiantes, profesores e investigadores) de la Universidad de Guadalajara ante
lo que podemos establecer como la lamentable postración y burocratización de la
Universidad.
Para adentrarme en el asunto, quisiera empezar con lo
que llamaré:
a) El reto
epistemológico de una libertad incondicional para un pensamiento de la verdad.
Para todo mundo es sabido el compromiso histórico del
discurso filosófico con la verdad como cuestión.
De platón a Derrida y más acá, pero también más allá,
para jugar con otro texto de Freud, el de Más
allá del principio de placer.
¿Somos un Estado de tipo democrático?
¿Existe en la Universidad de Guadalajara un pensamiento de la
verdad?
Y, sobre todo, ¿se dice, públicamente, en la Universidad y fuera de
ella, lo que “exige una investigación, un saber y un pensamiento de la verdad”?
Las interrogantes podría multiplicarlas casi hasta el
infinito, al fin de cuentas soy un filósofo, pero no lo haré
Con esto paso a lo que yo llamo:
b) El reto de la
profesionalización de la enseñanza, un reto laboral por antonomasia.
La revolución digital, de enormes consecuencias en
todos los ámbitos de la vida humana, ha repercutido en el mundo del trabajo;
para bien y para mal.
Ya Jeremy Rifkin se ha detenido en dichas
consecuencias en su más que famoso libro El
Fin del trabajo. El declive de la fuerza de trabajo global y el nacimiento de
la era postmercado (1995) en el que plantea, fundamentalmente, la
recomposición tecnológico-capitalista desde la perspectiva del capital.
En la conferencia aludida, Derrida aborda críticamente
a Rifkin, sobre todo en lo que respecta a los límites del planteamiento
rifkiniano en lo tocante al trabajo dentro del ámbito universitario.
En la Universidad de Guadalajara el 56% de las y los
maestros, hay quienes sostienen que son más, somos maestros por asignatura con
sueldos ridículos, lo que establece, en los hechos, profesores de segunda y
profesores de primera.
Ello al margen de que sea sobre los profesores de
segunda, que recae casi el total de la enseñanza y la transmisión
universitaria.
Lo que nos habla de una sobreexplotación laboral que
atenta contra todo tipo de derechos, el laboral y el de los derechos humanos,
sobre todo. Y es la
Universidad la que está implicada. Cosa inaudita.
Pero no puedo desarrollar con el debido detenimiento
este asunto porque no quiero que se alargue demasiado este texto.
De este modo, paso al último punto de la misma, al
punto que yo llamo:
c) El reto
topológico, es decir el reto de la deslocalización del saber extramuros de la
universidad.
Hoy, por paradójico que parezca, el saber no
necesariamente se encuentra en la universidad; baste pensar en Internet y en la
pronta accesibilidad, haciendo click, a una información prácticamente infinita
sobre cualquier tema, ya sea sencillo o complejo.
De modo que la sabiduría no necesariamente es
universitaria y no pocas veces es la ignorancia la que se viste de
universitaria, lamentablemente.
¿Se acuerdan de Enrique Peña Nieto y su incapacidad de
nombrar tres libros que hubieran marcado su vida?
Algo que aconteció en una Feria Internacional del
Libro, aquí en Guadalajara. Y lo acompañaba alguien que había sido Rector de
nuestra Universidad.
Se trata, pues, de un universitario. O de
universitarios, mejor dicho.
Y no es que un universitario tenga que saber de todo,
por supuesto que no, pero no puede tener una menor competencia que la del saber
medio accesible digitalmente por medio de la red, por lo menos en lo que
respecta a su especialidad.
Desde esta perspectiva urge una deconstrucción de la
universidad cuando de lo que se trata, en la actualidad, es de producir
conocimientos.
Ruy Pérez Tamayo lo dice más que claramente, hablando
también del apoderamiento gangsteril de la educación de México, aludiendo a la
más que famosa profesora Elba Esther Gordillo (en la cárcel desde hace algún
tiempo).
Pero, ¿han cambiado por ello las cosas?
Lamentablemente no.
¿Acaso son diferentes las cosas en la Universidad de
Guadalajara?
¿Han vislumbrado algo de esta universidad “para ser
pensada” los candidatos oficiales? Hoy uno de ellos es el Rector, Tonatiuh
Bravo Padilla.
Me temo que no, el simulacro del debate y la
simulación de las elecciones nos indican que la única universidad que ellos
pueden visualizar es la universidad realmente existente, la universidad de los
poderes metainstitucionales concentrados en unas cuentas personas, una la más
visible, de nombre Raúl Padilla López.
La única universidad que ven es la universidad como
poder fáctico engullidora de los dineros públicos, pero que ni siquiera es
capaz de rendir cuentas de manera transparente y que dilapida muchos recursos
en tareas que nos son las tareas sustantivas de la universidad. Por ejemplo
sostener un equipo de fútbol.
Esto es algo más que sabido y algo en lo que el
Colectivo de Reflexión Universitaria (CRU) ha venido insistiendo públicamente,
por lo menos desde el Foro denominado Qué Universidad tenemos, qué Universidad
queremos.
No es esa universidad la que el Colectivo de Reflexión
Universitaria (CRU) quiere; para nosotros no es esa la Universidad de
Guadalajara del por-venir.
Nosotros queremos una Universidad de Guadalajara del
siglo XXI; ese es nuestro sueño, que no es lo mismo que una ilusión.
Y esta es la lógica de nuestra plataforma, condensada
en 31 puntos programáticos y estructurados en tres ejes interrelacionados (el
académico, el institucional y de gobierno y el económico y financiero).
La posición política del CRU en lo que respecta a la
Universidad de Guadalajara quedó suficientemente explicitada en el Foro que
realizamos hace poco más de un año y se resume en la plataforma que presentamos
públicamente el pasado 24 de enero (2012) en las escalinatas de la Universidad
de Guadalajara.
Mi posición como candidato independiente a la Rectoría
General de la Universidad de Guadalajara las expuse claramente en las distintas
entrevistas tanto de prensa como radiales, y que algunos medios recogieron
oportunamente.
Es una posición que no nace con mi candidatura, sino
que viene de muy atrás, de una vieja militancia por la transformación de la Universidad de
Guadalajara y también por la transformación del país.
En este sentido, la candidatura ha sido un paso más en
una vida dedicada a la enseñanza, pero también dedicada a la militancia
política, cuya expresión máxima fue haber sido asesor de una mujer
extraordinaria en la LVI Legislatura
Federal y, posteriormente, con ella misma, haber sido funcionario público en el
Gobierno del Distrito Federal.
Digo esto en su memoria y como homenaje a ella, su nombre
era Carlota Botey y Estapé (1940-2011).
Por su parte, habría que hacer, aquí, una larga
memoria histórica del devenir actual de la Universidad de Guadalajara; estamos
donde estamos no por efecto de la casualidad.
Pero sólo traeré, como ejercicio memorístico, lo que
escribí allá por el año de 1989 respecto a la Universidad de Guadalajara, justo
en el tiempo del rectorado de Raúl Padilla López.
El 23 de agosto de 1989 escribí en El Nacional:
“¿Qué está pasando actualmente en esa Universidad? En
primer lugar no olvidemos el contexto político nacional, con sus efectos en la
política local y la política universitaria como parte de ella. Ese contexto
podemos ubicarlo, en la historia reciente, después del 6 de julio de 1988. El
cambio de rector, en el pasado mes de abril en la Universidad de
Guadalajara, su proyecto modernizador (desde arriba) y su apuesta por la
reforma académica están situados en ese contexto”.
Y terminaba mi reflexión, en ese entonces, de la
siguiente manera:
“Quizá esas primeras decisiones del Rector afectaron
viejos intereses que hacen hoy que sus antiguos aliados (parte del grupo de los
“jóvenes”) se pongan en su contra. ¿Cuál es el fondo de las diferencias? ¿Meros
cotos de poder o concepciones encontradas sobre la universidad? ¿O, en última
instancia, está en escena esa vieja historia de la que poco se habla y por la
cual muchos actúan? Ojalá que al final de todo esto pueda ganar la Universidad ,
preservando sus esenciales fines de investigación y academia”.
A dicha reflexión la intitulé La U de G, esa antigua historia, y estuvo
precedida, como epígrafe, de una línea perteneciente a un poema de León Felipe
que dice: “Y sé todos los cuentos”.
Obviamente el contexto político nacional, local y
universitario de hoy es otro.
Sin embargo, ¿podemos olvidar esa antigua historia
llamada Universidad de Guadalajara?
¿De verdad marchan las cosas en la Universidad de
Guadalajara?
Memoria e historia es lo que estará en juego,
nuevamente, como en antaño.
Estamos ante la historia de la Universidad de
Guadalajara.
Y nuestra perspectiva es la de la crítica, no podría
ser de otra manera, por mi historia, por nuestra historia.
Muchas gracias.
Guadalajara, Jalisco, a 30 de enero de 2013. [Fecha original]
[1] Profesor de asignatura de los
Departamentos de Filosofía e Historia del Centro Universitario de Ciencias
Sociales y Humanidades (CUCSH), de la Universidad de Guadalajara y candidato
independiente a Rector General por el Colectivo de Reflexión Universitaria en
el 2012 (CRU).
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