Inés M. Michel*
[Aclaro que yo no soy la que escribo, escribe ella y muy pocos la conocen. Pero le suelto la pluma para efectos prácticos, porque el mundo me queda imposible. Leer las noticias resulta imposible y tener que escuchar a los sabios, es cuando menos, desalentador.]
En mayo de 2014, presenté una ponencia
en un entorno universitario1,
la titulé, en un cambio de última hora Lo humano vs la
inteligencia artificial: Cuando la máquina se volvió humana
y los humanos perdimos la humanidad.
Jornadas Multidisciplinarias, jueves 22 de mayo de 2014 |
No comprendo si fue un arrebato de
inspiración lo que me llevó a este intento de nombrar así, un
trabajo que estuvo a punto de no presentarse por diferentes
circunstancias académicas. Pero resultó el título perfecto para
aquello que quise mostrar.
La reflexión que me inundaba y sigue
sin dejarme, muchas veces, respirar, gira en torno a la
deshumanización progresiva de la especie humana; y lo único que me
permite atreverme a escribir un blog (esta es mi segunda
participación en una secuencia alternada con mi papá, J. Ignacio
Mancilla), a pesar de mi renuencia a tener uno, es la terca idea de
encontrar allá afuera, un trozo de humanidad.
Sobre-vivir…
Sobrevivir es un instinto contra el que
lucho descarnizadamente, dice Nietzsche que “vivir es deshacerse
continuamente de algo en uno que quiere morir”… y ese querer
morir, que se contrapone al instinto de supervivencia permea el mundo
de hoy. Con el suicidio en el horizonte, y sin deseos de escuchar
sobre lo bello que es vivir, me pregunto sobre periodos de crisis.
En la segunda guerra mundial, la crisis
devino en un mundo nuevo para las mujeres y hombres de ese presente,
y de hoy. Ese mundo nuevo costó en cifras calculadas, 47 millones
200 mil vidas humanas.2
Ahora, en 2015 vivimos un desastre
global, el cual me permito desglosar en números fríos para aquellos
escépticos, el desastre es apocalíptico:
º El derretimiento de los polos es un
proceso ya irreversible
[VER NOTA AQUÍ]
º En Jalisco, reportó El Informador, que
del 1 de enero al 13 de septiembre de 2014, se suicidaron 179 jóvenes entre
los 18 y 34 años
[VER NOTA AQUÍ];
convirtiendo esto en un foco rojo, de tantos que se han encendido en
nuestra ciudad. (¿Qué malestar es el que nos aqueja, más allá de
los problemas personales?)
º El 99% de la población vive pisoteada
por el 1% restante que concentra la riqueza.
[VER NOTA AQUÍ]
º En México, la introducción del maíz
transgénico acabará con las especies endémicas.
[VER NOTA AQUÍ]
º Los bloques geopolíticos, enfrentados
en discurso, (China vs EU, por ejemplo), trabajan en nombre de un
solo interés: el capital
[VER NOTA AQUÍ]; las comunidades indígenas de Cherán,
Chiapas, son y han sido continuamente masacradas y despojadas de sus
tierras a pesar, y justo por ello, de tener como frente común de
lucha, la búsqueda de otra manera de gobernarse (patada directa al
capitalismo).
Todos, son datos que merecen cada uno,
un análisis profundo, los doy como referencia de las problemáticas
que enfrentamos como individuos, como país, y como planeta.
Sí, las instituciones, el sistema de
gobierno, y todo referente establecido fue hecho por humanos, (Castoriadis, La institución imaginaria de la sociedad), así que solo los humanos organizados podemos cambiarlo. Me pregunto
si se logrará antes o después de la debacle que ya toca la puerta.
No vivir
Desde lo de Andreas Lubitz3,
y ya mucho antes por un diálogo permanente que tengo con varias de
mis personalidades4,
me preguntaba (nos preguntábamos) el porqué del suicidio como
opción, y la posibilidad de defenderlo como una alternativa que
consciente o inconscientemente permite a quien la toma, dejar un
mensaje poderoso a quienes, por cualquier razón no escucharon por no
poder o por no querer, que estaba llegando a su límite.
Por eso, mi preocupación de hablar de
la ética del suicidio, y de cómo volverlo una alternativa no
reprobable por intereses religiosos o morales, sino más bien
quitarnos la mojigatería, y discutir sobre la gente que ya no quiere
vivir, y muchas veces no puede decirlo en voz alta sin que salten las
alarmas, porque es justo en el decir que creo, puede estar escondida
la posibilidad de vida, no pretendo llamar cura a esta posibilidad,
pues esa parece más tarea de psicoanalistas, no sé qué tanto
también de psicólogos y psiquiatras incluidos.
Cuando se verbaliza, y cuando alguien,
quien sea, escucha, en el sentido en que Ende describió la
escucha en su entrañable personaje Momo5,
abre puertas que parecían tapiadas.
Detalle cubierta, Momo (Michael Ende, Editorial Alfaguara, 1973) |
Esa escucha, que viene del decir y
recibir una atención que excede a la del sentido del oído y que
tiene que ver más con cómo recibe esa información quien oye y cómo
devuelve algo a su interlocutor/a; esas palabras dichas y
escuchadas, permiten a quienes hemos pensado que el mundo es lo
suficiente oprimente como para generar rabia, caos interior y un
sinnúmero de emociones encontradas (con una capacidad destructiva
permanente y tal vez inherente a la condición humana), plantearnos
alternativa(s) deb(v)ida(s).
El reto ético que quiero plantear, no
responder, sino abrir aquí, es hasta dónde debe llegar la
posibilidad de decidir y llevar a la acción la propia muerte, y es
aquí que el caso de Lubitz, por lo reciente y lo mediático, puede
ayudar a ejemplificar lo que quiero decir. Me refiero a un límite
que traspasado convierte el suicidio en un acto también de venganza
contra otros individuos, que en ocasiones (como esta), se ven
involucrados sin ser responsables directos de los motivos suicidas,
específicamente en dicho ejemplo, en un acontecimiento áereo
sumamente trágico que le ha dado la vuelta al mundo. Con todo lo que
ello conlleva, y las preguntas que aún quedan al aire y que dan pie
a muchas lecturas.
Aquí, Lubitz, es (fue), algo más que
un suicida. Fue alguien que ha pasado a la historia, y de qué
terrible manera se puede agregar, no entraré a la discusión de
otras teorías que descartan el suicidio, para no hacer la entrada
tan larga, pero también las conozco. Aceptando la teoría del
suicidio y todos los motivos que, cada día parecen cada vez más
intrincados, encontramos que una cadena de sucesos lo llevaron a
estrellar deliberadamente un avión con otras 149 personas a bordo, 149 que
ignoraban que iban a ser partícipes de un hecho así y que por tanto
no pudieron expresar sus deseos; decir por ejemplo, no, yo no me
encuentro del lado del no vivir, yo no quiero morir, no hoy, no así.
¿Y entonces qué? Intermedio que es final (temporal)
No me queda mucho que agregar, más que
una imagen que encontré ayer, en horas dedicadas a una charla
nocturna, y que describen con una simpleza espectacular, qué es lo
que me sostiene, en momentos de terror, de oscuridad inusitada o de
tedio constante y hondo que cala hasta la médula.
Por cuánto tiempo me sostendrá, no lo
sé, pero sí sé que ya ha sido bastante, podría ser mucho más.
Imagen publicada por la página de FB Somoss Universo |
*La Otra I
[atea, vegana, feminista,
lectora irredenta
a la espera del apocalipsis zombi
que dará sentido a mi existencia]
Twitter: @inesmmichel
1
Ponencia presentada en el marco de las Jornadas Multidisciplinarias
del Centro Universitario de Tonalá, Universidad de Guadalajara.
2
http://www.historiasiglo20.org/ESTADIS/muertos1939-1945.htm
[marzo, 2015]
3
Copiloto de aviación alemán, quien estrelló deliberadamente el
vuelo 9525 de Germanwings mientras cubría la ruta Barcelona –
Düsseldorf, el 24 de marzo de 2015.
4
Aquí queda bien releer la advertencia entre corchetes al principio
del texto.
5
Personaje de Michael Ende, que da nombre a su novela publicada en
1973.
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