jueves, 10 de octubre de 2019

Incluida tú



Es la fecha de caducidad -no siempre impresa- la que olvidamos con frecuencia.

Hacemos lo nuestro, pasando penas, saltando vallas, 
vamos hacia allá: el horizonte deseado.

Venimos, nos venimos, reímos, ¡qué gozo!

Saberse bella, saberse única, viva.

Volvemos del atardecer, sueños en la nevera.

Estamos vivas. Juntas, solas.

La leche de coco caducó ayer, sabe un poco agria.

El chorizo de soya huele mal, como aquel día en la cocina ajena. ¿Lo tiramos?

¡Qué pesar!, estaba casi nuevo. Lo olvidamos en la puerta del refrigerador.

Las peras se ven un poco oxidadas. Aún saben bien. 
Es hora de comerlas, mañana quizá sea tarde.


Psico/Embutidos: carnicería escénica (2014).
Foto: Compañía Titular de Teatro de la Universidad Veracruzana.

Vamos por la cena, al regreso coloco la crema antiarrugas, reviso la fecha de caducidad. Sí, un mes más. 

Ya casi se acaba el tarrito azul. Tomo con la yema apenas una perla, la distribuyo en cada párpado.

Las bolsitas aún no hacen su aparición, me cuestiono el porqué si soy, sobre todo, preocupaciones. 

Quisiera saber qué he hecho bien. ¿Casi todo? Me pregunto.

Soñar y reír, amarlo a él y a mí. Hacer el amor como recetó el doctor. Tener -no siempre- ganas de vivir. Casi todo. 

En la oscuridad soltar el llanto, desear estar con mis muertos, recordarles, añorarles. 

Ellos, a veces todos, otras de uno en uno, me van diciendo secretos: estamos aquí, nunca nos vamos a ir.
[El ladrido de Vod - Los ojos del abuelo - El agüita con canela - El pelaje blanco que se adhirió a los libros y abrigos - La cocina de Fresales - Los retratos de los antepasados - Zapata gritando Tierra y Libertad - Las letras de Sor Juana] 
Ahí están. Esperan, viven, me avivan, 
reaniman mi alma que el hastío inunda. 

Cuando he pensado que no hay más qué dar, 
ha llegado una calma inusitada.

Amanece, es tan lindo como en Dawn of the Dead...


Foto: Elena m. d./Flickr.

Estamos vivas.

La fecha de caducidad (¿estará impresa?) no ha vencido.

Todo tiene fecha de caducidad 
-me obligo a recordar algunas tardes-. 

Las hojas, el papel, la despensa que hacemos el viernes. 
Solo los tarros de miel no.

Todo tiene fecha de caducidad. Los gozos, la caída, el enojo. 
El barniz se va cayendo de mis uñas, el atardecer llega lentamente. 
Los muertos, la mañana, el cacao, sentir, pensar.

El compás del reloj se comunica con el tictac del pecho: 
tic tac, tic tac...

Todo tiene fecha de caducidad.

Incluida tú.



Inés M. Michel.

Ciudad de México, octubre, 2019.

 [Atea, vegana, feminista,
lectora irredenta,
a la espera del apocalipsis zombi
que dará sentido a mi existencia.]










2 comentarios:

  1. Mis lecturas en tus escritos dias, alacenas, despensas, cremas (recuerdame regalarte unas) me transportan, es aquí donde me quebró: Ellos, a veces todos, otras de uno en uno, me van diciendo secretos: estamos aquí, nunca nos vamos a ir, recordar tantas personas que nos miran y nos siguen, me tengo que ir porque el tiempo de espera donde me entregan mi comida no caducada (eso espero) caduca...

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